lunes, 13 de marzo de 2017

Página 12 - Turismo - El país del buen sabor

Fermier, una de las plantas queseras del circuito suipachense.

El país del buen sabor
A lo largo y ancho de todo nuestro territorio, diferentes producciones agropecuarias se fueron convirtiendo en una marca de identidad para las provincias y sus habitantes. El recorrido de algunas de las rutas gastronómicas y turísticas favorecidas por los diferentes climas y relieves permite hilvanar un viaje a través de la variedad de productos de la tierra.
 Es la mañana. Mientras alguien se prepara unos mates y elige unas nueces para el desayuno, otro muerde un alfajor repleto de dulce leche. Al caer la tarde, el paladar vira más a otros sabores y aparecen la copa de vino, los quesos y los escabeches. En las mesas argentinas, a lo largo de todo el día, van cambiando los protagonistas pero permanece una constante: los productos que llegan y la identifican surgen de una serie de corredores productivos y gastronómicos que funcionan como hilo conductor para abordar el viaje por las diferentes regiones del país. Un hilo conductor sustentado en saberes y tradiciones capaces de unir la tradición artesanal con la innovación tecnológica, que rinde frutos en todos los puntos cardinales y para todos los gustos.
RUTA DE LA YERBA En el nordeste de nuestro país, donde hace calor y la tierra es bien colorada, se produce la yerba mate, Ilex paraguariensis según su nombre científico. Esta planta, que crece naturalmente en la selva y hoy es la base de nuestro querido mate de cada día, ya era consumida por los guaraníes -aunque como una bebida fría- mucho antes de que hubiera rastro de europeos por estos lares. Solo en el siglo XVII la yerba comenzó a ser producida en forma sistemática en las llamadas “reducciones” jesuíticas y entonces se transformó en uno de los grandes recursos económicos de estas comunidades.
La Ruta de la Yerba Mate es una oportunidad para conocer la historia y el presente de la “caá” (su denominación en guaraní) asomándose a distintos lugares, narraciones y propuestas gastronómicas que giran en torno a esta planta selvática. Se trata de un itinerario cultural, productivo y gastronómico  que atraviesa campos de vegetación abundante, maravillas naturales y Patrimonios de la Humanidad, desde las misiones jesuitas a las Cataratas del Iguazú.
Como viajero de esta ruta es posible recorrer establecimientos artesanales, ecológicos e industriales, en los que se puede conocer el proceso completo de producción, desde las extensas plantaciones (yerbales) pasando por la cosecha, el secado, la molienda y el envasado del producto final, inmersos en un paisaje único: el campo correntino y la selva misionera. También se proponen degustaciones de distintas variedades de mates: tradicional, orgánico o solo de hoja (sin palo ni polvo), descubrir sus propiedades energizantes y aprender todos los aspectos de la “ceremonia del mate”. Sin olvidar su versión fría y en vaso: el tereré, ideal con mucho hielo. Vale recordar que el mate supera por lejos a otras bebidas en la Argentina: se consumen unos 100 litros anuales por persona contra 50 de gaseosa, 34 de cerveza, 30 de vino y 18 de agua mineral.  
Esta auténtica experiencia gastronómica y cultural se completa con cabalgatas, paseos en bicicleta y caminatas por las plantaciones. Para pasar la noche se puede optar por antiguos cascos de estancias yerbateras o casas de colonos donde compartir la vida típica de las familias rurales, pasando por el gaucho correntino, con su vestimenta particularmente colorida, y el colono misionero, con su acento gringo, sus ojos claros y los hábitos y comidas de sus orígenes europeos. También se pueden elegir posadas, hoteles y ecolodges inmersos en la selva.
  • Agenda de actividades: visita a plantaciones de yerba y establecimientos productivos para presenciar el proceso de estacionamiento, secado y envasado; comunidades guaraníes; museos que rescatan la historia del mate; recorridos por áreas protegidas para apreciar la biodiversidad; propuestas gastronómicas como masa de pizza con yerba mate, tragos y helados; recorrido del pueblo misionero de Montecarlo, capital de la orquídea, de los parques provinciales misioneros y el Iberá correntino.
  • Más informaciónwww.rutadelayerbamate.org.ar. Facebook: rutadelayerbamate


RUTA DE LA LECHE ¿Cuántos pezones tiene una vaca? ¿Cuántos litros puede dar por día? Esta ruta es una forma de asomarse a un mundo que es cotidiano y extraño a la vez, porque la leche y sus derivados están presentes en nuestra alimentación diaria, pero poco se sabe en la ciudad de los vericuetos de la producción rural.
Las ciudades santafesinas de Rafaela, Sunchales, Esperanza y Totoras son puertas de ingreso al circuito, que lleva a sumergirse en un recorrido con vivencias y experiencias únicas: pueblos con historia de inmigrantes italianos, suizos y alemanes unidos por el “sacrificio” que implica pertenecer al sector lechero en toda su cadena. En la Ruta de la Leche el visitante conocerá productores que se animaron a ser parte del turismo y se capacitaron para ser buenos anfitriones, resaltar las bondades de la región y, sobre todo, no perder el espíritu cooperativo y solidario que caracteriza sus orígenes. Además aprender las respuestas a las preguntas iniciales: las vacas tienen cuatro pezones, dan hasta 60 litros diarios de leche y se realizan dos ordeños por día.
Una de las actividades imperdibles es probar la bagna cauda (plato típico italiano a base de crema y ajo) en Moisés Ville, un pueblo que mantiene las huellas de la colonización judía y en 1999 fue declarado Poblado Histórico Nacional. Motivos no le faltan: además de sus antiguas sinagogas, allí se construyó en 1891 el primer cementerio israelita del país.
La ruta también está pensada para adentrarse en la naturaleza, ya sea visitando el área protegida Jaaukanigaás (ideal para el avistaje de aves) o disfrutando del agua y del verde. En este sentido, otra posibilidad es ir hacia la costa del Paraná por la RP 1, donde se realizan salidas de pesca, ecoturismo y aventura. De la misma ciudad de Santa Fe sale un servicio de boteros llamado Del Alto Verde,  que realiza paseos hasta Paraná, en Entre Ríos; también hay cruceros, pero con un servicio mayor en cuanto a comidas y comodidad. Si la idea es seguir subiendo por la ruta costera, antes de llegar a San Javier –donde hay complejos para alojarse, lodges de pesca y excursiones con avistaje de fauna– lo ideal es hacer un parada en Cayastá y visitar el Parque Arqueológico Santa Fe La Vieja, el lugar de emplazamiento original de la ciudad hasta 1660, cuando se trasladó a su ubicación actual. Por otra parte, la ruta complementa lo rural con lo urbano, ya que la ciudad de Santa Fe ofrece dos visitas que culminan la propuesta “láctea” y consisten en conocer las tradicionales casas de alfajores, rebosantes de dulce de leche.
  • Agenda de actividades: paseos rurales en el marco del paisaje cultural de la lechería; visita a agroindustrias (tambos y plantas procesadoras); museos de la lechería; paseos naturales; gastronomía original con productos lácteos sobre recetas tradicionales y novedosas; recorrido de fábricas de alfajores; fiestas y eventos centrados en la producción de leche y sus derivados, así como en los productos tradicionales de la región (quesos, chorizos); alojamiento en estancias, campings y lodges.
  • Más información: en Facebook, Ruta de la leche y adeturprensa@gmail.com.

Los pueblos lecheros de Santa Fe y un recorrido por los secretos de la producción tambera.

RUTA DEL VINO Sin ruido, sin forcejeo, sin problemas ni miedo de que pegue quién sabe dónde. La técnica es sencillísima: consiste en rodear el corcho del espumante con un repasador, tomarlo con firmeza y simplemente ir llevándolo hacia arriba, hasta que sale. Silencioso y tranquilo. Sin conflictos. Sin mojar. 
Esta es una de las cositas que se pueden aprender recorriendo la Ruta del Vino en la provincia de Río Negro, donde nace el río más caudaloso de la Patagonia y se combina la centenaria tradición productiva con un clima perfecto para la elaboración de los vinos de alta gama más australes del mundo. ¿Por qué resulta tan bueno el clima? Porque la gran amplitud térmica existente permite que la uva madure lentamente y realice una mejor acumulación de azúcares, ácidos y sabores. A esto se le suma la presencia de fuertes vientos que producen sequedad en el ambiente y evitan la aparición de enfermedades, lo que permite lograr vinos orgánicos sin usar agroquímicos. 
Hacia el océano Atlántico, el río Negro recorre y origina los llamados Valle Medio y Valle Inferior, encontrando varias bodegas y plantaciones de vid en todo su recorrido, principalmente en las ciudades de Darwin, Choele Choel, Luis Beltrán, San Javier, Viedma y Río Colorado. La región de los valles posee condiciones climáticas ideales para producir vinos base para espumantes, principalmente a partir de la cepa Semillón, dotados de un aroma personal, con toques minerales difíciles de encontrar en otras zonas. Asimismo las variedades como Pinot Noir y Merlot logran un equilibrio entre el azúcar y la acidez que recuerda a los vinos europeos. Recientemente el Malbec de la localidad de Mainqué fue premiado en eventos internacionales como uno de los mejores del mundo.
La ruta del vino de la Patagonia hoy está conformada por las provincias de Río Negro y Neuquén, y nuclea bodegas, chacras de cultivo de vid, restaurantes temáticos, establecimientos rurales, vinotecas y prestadores de servicios turísticos. Neuquén posee seis bodegas abiertas al turismo y Río Negro más de 15 repartidas en toda la provincia. Desde hace siete años la Ruta organiza un ciclo de conciertos de música clásica que se realizan en tres bodegas en octubre, noviembre y diciembre.
  • Agenda de actividades: visitas a bodegas todo el año con recorridos por los viñedos, los lugares de elaboración y las cavas de conservación y crianza; degustaciones, almuerzos y cenas; trekking con observación de flora y fauna; salidas específicas para avistaje de aves; visitas a museos con restos fósiles paleontológicos; flotadas en balsas ecológicas sobre el río Negro; agroturismo en establecimientos dedicados a otras producciones, con peras, manzanas y hongos.  
  • Más informaciónturismodelvinorionegro@gmail.com y www.rionegrotur.gov.ar 
RUTA DEL QUESO En unas dos horas de viaje ya es posible estar en el campo y frente a una picada con fiambres, conservas, vino y, por supuesto, queso. Así comienza el recorrido por un tramo de la RN 5 (ciudad de Suipacha) que ofrece quesos en sus múltiples formas y presentaciones: de pastas duras o blandas, untables, rallados o en porciones; de vaca, de cabra, de oveja o de búfala; solos o combinados con otros sabores o productos. 
Todo está pensado para que el visitante entre a un mundo de aromas y sabores; es ideal ir en vehículo propio porque los establecimientos están separados por varios kilómetros de distancia. Y resulta una gran oportunidad para ir en familia, porque los chicos comen cosas ricas, aprenden y también se entretienen en los grandes espacios verdes de los establecimientos productivos.
Sin embargo no se trata solo de queso, ya que también se pueden recorrer plantaciones de arándanos, criaderos de jabalíes, restaurantes (expertos en platos con queso por supuesto) y casas de té. Todas las visitas se realizan con reserva previa y hay distintos “paquetes” para elegir. Cada grupo circula con un guía y en cada lugar lo atiende el expositor y/o dueño  responsable de cada establecimiento. Más allá de los quesos, la cordialidad y el trato de la gente de campo es el sello distintivo de la visita. Por ser el proyecto que originó el turismo en Suipacha, la ruta está declarada de Interés Provincial por el ministerio de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires.
  • Agenda de actividades: la ruta visita el local Quesos de Suipacha  Boutique, que nuclea todos los productos regionales. Luego se conocen la Cabaña Piedras Blancas, fábrica de quesos especializada en productos de cabra, vaca y oveja, con degustaciones; la fábrica Fermier, con tambo y charla explicativa; el criadero de jabalíes y cerdos La Escuadra, con degustación; la plantación de arándanos Il Mirtilo, con degustación y desarrollo de productos gourmet; almuerzos y cenas en distintos restaurantes que componen la ruta.
  • Más informaciónwww.rutadelqueso.com.ar

Estantes repletos de productos regionales en la ruta del queso de Suipacha.
(Imagen: Gentileza Daniel Zunino)

RUTA DE LA NUEZ Y no solo de la nuez, sino del aceite de oliva y de los vinos, entre los cuales se destacan los de la cepa Petit Verdot, densa, aterciopelada y que deja los dientes violetas durante un largo rato. La Rioja ofrece recorridos gastronómicos, históricos y de naturaleza, algunos de ellos con nombres curioso como la Ruta de la Costa, ya que resulta extraño asociar a esta provincia sin grandes superficies de agua con una costa. Sin embargo, aquí el significado es distinto ya que se refiere al  “costado o al lado de algo”, así que la costa riojana es una sucesión de pueblitos al pie de las sierras de Velasco. Este recorrido comienza en la RP 75 y se compone de caseríos con criaderos de cabras, fincas de frutales y olivos. La región también está dotada de un microclima ideal para el descanso, a solo 150 kilómetros de la capital, y ofrece actividades en la naturaleza: cabalgatas, pesca de truchas o excursiones entre las quebradas. El paseo se enriquece con las artesanías, deliciosos dulces, quesillos, nueces y el vino casero. Sanagasta, Las Peñas, Aguas Blancas y Chusquis son algunos de los pueblos que conforman el itinerario.
Específicamente en materia de nueces el lugar por excelencia es el valle de Famatina, a 1600 metros sobre el nivel del mar y con picos que superan los 6000 metros, con hielos eternos y tres pequeños glaciares que son la fuente de agua para todo el valle. Estas características hacen que el lugar tenga el clima perfecto para el nogal (juglans regia), que necesita mucho frío y poca humedad. En estas zonas hay fincas productivas que ofrecen alojamiento, comidas, visitas a nogales y conocer el proceso de producción y de “transformación”, ya que muchas están cambiando las plantaciones tradicionales (nogal criollo) por variedades nuevas que se adaptan mejor al gusto actual (una nuez más grande y más clara), tienen mayor rendimiento y facilitan la cosecha, que es manual, al ser plantas más pequeñas.  
Las rutas riojanas permiten conocer la naturaleza, la producción, la cultura del norte y aprender por ejemplo que las “frutas secas” naturales (nuez, avellana, almendra, no las generadas por el hombre), una vez maduras, presentan un grado de deshidratación tal que pueden conservarse en buen estado durante mucho tiempo. Y en el caso del nogal, lo que se consume es la semilla de la planta. 
  • Agenda de actividades: visitas a plantaciones de nueces y olivos, con degustación; recorrido de bodegas; alojamiento en fincas y platos típicos de la región; trekking por las sierras con avistaje de aves; museos y visita a artesanos, que ofrecen la compra de dulces, quesos y prendas hechas a telar.
  • Más informaciónwww.turismolarioja.gov.ar. En Facebook: Turismolarioja.
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La Nación - Tendencias Gastronómicas - Productos artesanales: dilemas de una moda global

Productos artesanales: dilemas de una moda global

Suele darse por sentado que los alimentos orgánicos o que se ofrecen como "caseros" son mejores que los industriales, pero existen algunos ítems polémicos
LA NACION
SÁBADO 11 DE MARZO DE 2017

Los mercados se han convertido en el paraíso de los productos "naturales"y "orgánicos"
Los mercados se han convertido en el paraíso de los productos "naturales"y "orgánicos". Foto: Ricardo Pristupluk
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Un banderín rojo asoma por arriba del cartel que, colocado a un costado de la ruta, invita a comprar "Quesos caseros", "Conservas" y "Miel orgánica". El puesto se encuentra más adelante, a unos 150 o 200 metros, lo que da tiempo para bajar la velocidad y pispear desde la ventanilla del auto el aspecto de las hormas y los frascos que se apilan sobre la mesada. Hay gente comprando, ¡siempre hay gente en esos puestos! Lo que en todo caso ha cambiado en los últimos años es la actitud del comprador: ya no es sólo público rutero, sino buscadores de productos "naturales".
El interés -cuando no la pasión- que despiertan hoy los alimentos no industrializados que se ofrecen con vagos pero atractivos adjetivos de "casero", "natural" o "artesanal" contrasta con el miedo compartido por generaciones pasadas que, instruidas o educadas por la experiencia, eran capaces de reconocer en ellos el riesgo de intoxicaciones alimentarias asociadas a la Escherichia coli, la salmonella o la triquinosis. Muy por el contrario, cada vez son más los que, pese a estar al tanto de las advertencias, prefieren asumir ese riesgo, que perciben como menor que el de consumir alimentos industrializados cuyas etiquetas están repletas de crípticas y sospechosas siglas.
"Comer natural o comer orgánico está de moda", afirma Gabriela Saidon, periodista y escritora, autora de Mondo Verde. Mentiras y verdades de la ecología (Tusquets). "La gente que se inclina por estos productos lo hace influenciada por la buena prensa que tienen y por cómo esos consumos se viralizan en las redes sociales. Por supuesto que la salud está entre los principales motivos, también en algunos casos tiene que ver con adelgazar. Y hay razones ideológicas de peso: la desconfianza en la gran industria; el veganismo o el vegetarianismo, que muchas veces se combinan con la elección de lo orgánico, lo que yo llamo las «tribus verdes», donde lo que prima a la hora de elegir un tipo de alimentación son criterios éticos por encima, incluso, de los criterios de salud o de placer", agrega.
En todo caso, la pregunta que resta responder es qué tan sanos o, mejor aún, qué tan seguros son los productos que hoy se ofrecen como alternativa a los industrializados. En ese sentido, aparecen algunas señales de alarma, como la que encendieron varios países ante la moda global del consumo de leche no pasteurizada. Los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC), de Estados Unidos, le pusieron números al fenómeno: entre el período 2007-2009 y el período 2009-2012, la leche no pasteurizada pasó de representar el 2% de todos los brotes y las intoxicaciones alimentarias a representar el 5 por ciento.
Las enfermedades de transmisión alimentaria (ETA) son una realidad sobre la que pocos pone la lupa -lo que vale para la industria tanto como para quienes se proponen como alternativa-, aún cuando cada año se cobran la vida de unas 420.000 personas, lo que hace que la Organización Mundial de la Salud (OMS) las señale como uno de los principales problemas globales de salud pública.
Claro que no se le puede achacar a la aún incipiente industria de alimentos orgánicos males del mundo que décadas de tecnología alimentaria no han logrado resolver. Pues al mismo tiempo que los CDC difunden las estadísticas de intoxicaciones asociadas al consumo de leche no pasteurizada, la OMS advierte que las carnes procesadas son "carcinógenas para humanos", en función de las evidencias de que su consumo periódico aumenta el riesgo de cáncer de colon.
Entre unos y otros mensajes, bombardeados además por la publicidad de comidas ready to go y seducidos por los cantos de sirenas de alimentos "naturales" capaces de garantizar salud y bienestar, la gente toma decisiones sobre su alimentación cotidiana. Muchos con el poco background que les reporta el pertenecer a generaciones en las que se interrumpió la transmisión de los saberes culinarios que antes pasaban de padres a hijos.
Y no sólo de recetas se trata. La vida en vertical en las grandes urbes dejó atrás saberes pero también espacios relacionados con la alimentación. "Es cierto que no tenemos muchas herramientas a mano. Antes, en las casas de nuestras abuelas había gallinero, huerta, limoneros, y todo eso se perdió. Hoy hay que tomar conciencia de que basta un balcón, una terraza o un jardín para armar una huerta", afirma Mariana Bisso (@cocina.mona), que brinda talleres de cocina vegetariana en la feria Sabe La Tierra.
Sea cultivando la propia huerta, comprando pollos pastoriles o carne de vacas criadas a pastura, lo que muchos buscan es desandar más de un siglo de desarrollo en tecnología alimentaria. Esa búsqueda responde a diversos motivos: "Hay gente que busca diferenciarse por esnobismo y tiene asociado que «natural» u «orgánico» es mejor; otra, hace una investigación y considera que a través de una mejor alimentación uno mejora su salud, estado de ánimo y cantidad de energía cotidiana; hay mucha paranoia también en torno a ciertos alimentos; y después creo que hay gente que compra ese marketing que dice que X producto mejora tu corazón", enumera el periodista gastronómico Tomás Linch.

Ahora todos somos orgánicos

Mariana Bisso, que dicta talleres sobre cocina vegetariana, prepara la comida junto a su familia
Mariana Bisso, que dicta talleres sobre cocina vegetariana, prepara la comida junto a su familia. Foto: Leo Vaca/AFV
Jonathan Alara cuenta, contento, que hoy el 50% de los alimentos que sirve en su mesa son orgánicos. "Llegamos con mi hermana al tema de la comida orgánica por una cuestión de salud y por buscar una mejor calidad de alimentación. Así, tratamos de evitar todo lo que venga en paquete, latas, sachets", dice este comerciante de 32 años, que advierte que muchos compran orgánico por moda. Como contrapartida, plantea, "hoy todo se vende como «natural»: vas al supermercado y encontrás que las marcas migraron hacia un discurso de la naturaleza y del verde, pero sus productos siguen siendo los mismos que antes, con sus conservantes y aditivos".
"¡Ahora todos son alimentos conscientes!", alerta con ironía Claudia Carrara, propietaria del restaurante Bio, de Palermo, único en la Argentina que cuenta con la certificación de orgánico que otorga Food Safety. "Cuando hay mucha abundancia de algo de lo que no hay abundancia (ya que no es tan fácil abastecerse de productos orgánicos en la Argentina), hay que sospechar", agrega.
Es que "natural" y "orgánico" son palabras a veces usadas como sinónimos que ven desdibujado su significado cuando sólo constituyen un argumento de marketing carente de sustento, dispuesto como "cazabobos" ante la avidez de un consumidor que quiere evadirse de alimentos cuyas etiquetas consignan una catarata de conservantes, colorantes y aditivos.
En este sentido, Tomás Linch se pregunta: "¿Qué es natural? Natural es una fruta recién arrancada de un árbol, un trozo de carne recién faenado. La palabra natural es interesante, porque sería lo contrario de artificial, cuando la mayoría de las cosas que se venden como naturales son artificiales en tanto no están en la naturaleza como el producto que se ofrece".
¿Y orgánico? Un alimento orgánico es aquel en cuya elaboración no se han utilizado agroquímicos (pesticidas, plaguicidas, fertilizantes sintéticos), pero no sólo eso: un alimento orgánico es aquel cuyo proceso productivo ha sido certificado como orgánico. Es decir, aquel del cual un ente independiente reúne evidencias de que se ha cumplido con ciertas prácticas que aseguran el no uso de agroquímicos.
Fernando Baz, propietario de la tienda online Jardín Orgánico, enumera las certificaciones necesarias para poder vender un producto orgánico como las que avalan su marca Terrasana: "Las certificaciones básicas que necesita un producto alimenticio para comercializarse son el RNE (Registro Nacional de Establecimientos) y el RNPA (Registro Nacional de Productos Alimenticios), pero lo orgánico está por arriba de esto -cuenta-. Hay certificación de orgánico para los productores, pero también para los elaboradores; en nuestro caso, recibimos auditorías periódicas en las que se evalúan los certificados de orgánico de los productores a los que compramos, y en las que se evalúan nuestros procedimientos, de manera tal que el certificado de orgánico de nuestros productos permite la trazabilidad desde el productor hasta el consumidor".

Una cadena de confianza

En la pared de Bio, en Humboldt 2192, cuelga el logo del certificado de restaurante orgánico
En la pared de Bio, en Humboldt 2192, cuelga el logo del certificado de restaurante orgánico. Foto: Fabián Marelli
Baz y Linch coinciden en un punto al que consideran fuera de discusión: si un producto no tiene certificado de orgánico, no lo es. "Puede ser lo que llamamos agroecológico, que es una especie de cadena de confianza: alguien te dice que no le tiró insecticida ni ningún otro químico y vos confiás. El orgánico debe seguir ciertas pautas y estar certificado de que no utiliza agroquímicos".
Lo cierto es que basta recorrer ferias, mercados y establecimientos dedicados a la venta de productos naturales para corroborar que la proporción de alimentos ofrecidos como orgánicos que cuentan con alguna certificación es pequeña. ¿Y el resto? Algunos entrevistados afirman que no hace falta caminar mucho para encontrar alimentos etiquetados como "orgánicos" que no sólo no poseen certificado de ello, sino que incluso sus rótulos carecen de RNE y RNPA. Como muestra de la informalidad reinante, va la transcripción de la charla con un productor de lácteos que vende sus productos como orgánicos en mercados naturales porteños:
-Hacemos quesos orgánicos. Sin harina, conservantes, ni colorantes.
-¿Están certificados?
-Estamos tratando de certificar, pero sale unos pesos. También estamos viendo de hacer leche fluida, en botella, natural, sin conservantes.
-¿Natural es sin pasteurizar?
-Con y sin pasteurizar, porque hay mucha gente que nos está pidiendo sin pasteurizar.
-Pero la venta de leche sin pasteurizar está prohibida en el país.
-Sí, es un tema complicado.
Algo más que una "cadena de confianza" es lo que uno debería exigir si no tiene la posibilidad de entablar una estrecha relación con cada uno de los productores que proveen el sustento diario, suponiendo además que uno posee herramientas para distinguir entre un campo tratado con agroquímicos de otro que ha sido trabajado en forma orgánica. Es más, ¿podemos colocar a la confianza en el lugar de los controles bromatológicos y sanitarios a los que debe ser sometido un alimento para poder ser comercializado?
"Tiene que haber siempre un control del alimento, porque pueden aparecer hongos como las aflatoxinas, por ejemplo, que producen sustancias tóxicas", sostiene la doctora Adriana Ridolfi, titular de la cátedra de Toxicología y Química Legal de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA. Las aflatoxinas son producidas por un hongo que crece en el grano almacenado en forma inadecuada y cuyas toxinas pueden provocar cáncer de hígado.
La lista de sustancias y microorganismos capaces de causar enfermedad y que pueden estar presentes en alimentos que no cumplen con los controles sanitarios y bromatológicos adecuados es larga. Ridolfi cita a modo de ejemplo al causante de botulismo, asociado habitualmente a los alimentos líquidos ácidos como las conservas; los compuestos aromáticos policíclicos que pueden estar presentes en cantidades excesivas en los ahumados o incluso la contaminación con metales, habitual cuando las conservas o los alimentos en lata emplean packagings inadecuados.
"Las intoxicaciones causadas por microorganismos o sus toxinas suelen verse más fácil, porque los síntomas se manifiestan en forma aguda [rápida] -advierte-. Sin embargo, las intoxicaciones de tipo químico suelen resultar de la acumulación de compuestos o sustancias en el organismo que dan efectos a largo plazo que son difíciles de relacionar con los alimentos que las causaron".
Sin embargo, Martín Boan y Diego Collini, propietarios de la cervecería Bierlife, sostienen que en ciertos aspectos la seguridad de algunos alimentos elaborados en forma artesanal no dista mucho de la de los industriales. "Aunque una cervecería industrial cumpla con todos los protocolos, análisis como los de presencia de pesticidas o de metales pesados se hacen sólo un par de veces al año, con lo cual si hubiera contaminación en algún lote es muy poco probable que sean detectadas", afirman.
Se trate de productos industriales o no, hay algo sobre lo que no debería haber dudas: hay que aprender a leer las etiquetas, para saber qué estamos comiendo. Y, si no tiene etiqueta con RNE y RNPA, mejor abstenerse.

Casero es en casa

Pero de todas las etiquetas que se colocan sobre nuestros alimentos, la que incluye la palabra "casero" es quizás la menos creíble de todas. Aunque el restaurante lleve el logo de una señora mayor cocinando, ¿es casero el pan elaborado en forma industrial que llega como bollo para ser horneado 10 minutos antes del servicio? ¿Y la salsa de tomate en balde de cinco litros para acompañar unos ravioles elaborados en forma industrial?
El uso indiscriminado de la palabra "casero" atenta contra el sentido común, pues niega lo básico: casera es aquella comida que se cocina en casa y en la que los comensales tienen acceso a la lista de ingredientes.
"Nada nos asegura con más fidelidad que la comida hecha en casa es definitivamente fresca, artesanal y sin conservantes, pero además nos garantiza muchas otras cosas", dice Virginia Fernández Maldonado, cocinera y pastelera (@vickfdez), y enumera: "La certeza de la calidad de los productos, la baja considerable en los costos y la total independencia que nos brinda la posibilidad de abrir la heladera (o la alacena) y disfrutar en un ratito y con algunos pocos recursos de un plato superrico. El tiempo invertido en cocinar es tiempo que se gana compartiéndolo con nuestros seres queridos y al encontrar un disfrute en una tarea que, además, nos permitirá abrir nuestro paladar a novedosos y sorprendentes sabores".

Para tener en cuenta

Conservas
Conservas.
Conservas
Si están mal conservadas o mal envasadas
Pueden ser vehículo del causante de botulismo o de contaminaciones por metales
Leche no pasteurizada
Leche no pasteurizada.
Leche no pasteurizada
Está prohibida
Varios países reportan aumento de intoxicaciones asociado a la moda de su consumo
Cerveza artesanal
Cerveza artesanal.
Cerveza artesanal
Es difícil de contaminar
Su bajo pH y su contenido de alcohol evitan la proliferación de microorganismos
Link a la nota: http://www.lanacion.com.ar/1992141-productos-artesanales-dilemas-de-una-moda-global

La Nación - Tendencias Gastronómicas - San Telmo, el antiguo barrio que renace con la cocina

San Telmo, el antiguo barrio que renace con la cocina

La flamante apertura de modernos restaurantes consolida una nueva identidad del sur porteño
PARA LA NACION
SÁBADO 11 DE MARZO DE 2017

Saigón, cocina vietnamita en el mítico Mercado de San Telmo
Saigón, cocina vietnamita en el mítico Mercado de San Telmo. Foto: DIEGO SPIVACOW / AFV
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"Siempre fue un barrio singular, difícil para la gastronomía. Muchos cocineros abrieron y siguen abriendo por acá, pero no logran sobrevivir. Todavía hay mucha gente que no se aleja del corredor de la Av. Santa Fe, que no cruza Córdoba. Pero, en los últimos tiempos, algo cambió, la oferta se multiplicó, como nunca antes", dice Fernando Manzone, uno de los arquitectos que mejor conoce San Telmo. Manzone no sólo vivió en la zona por varias décadas, sino que mantiene sobre la avenida Caseros su estudio y fue parte clave en la recuperación y reciclaje de muchos de los edificios emblemáticos que están por estas calles. "La mudanza del gobierno de la ciudad al edificio Parque Lezama (la ex fábrica de bizcochos de Canale) revitalizó lo que rodea el parque; la avenida Caseros cambió por completo con la llegada de restaurantes que formaron su propio polo gastronómico; y también se modernizaron las propuestas que hay entre Independencia y San Juan, con una importante renovación del público", afirma.
Barrio antiguo y cambiante, con grandes etapas de prosperidad (y otras aún más longevas de decadencia), el casco histórico de la ciudad siempre tuvo a la gastronomía como una deuda pendiente. A lo largo de las últimas tres décadas, fueron varios los momentos donde pareció que, finalmente, lograba emerger como polo gastronómico efervescente, con calidad y constancia. Pero de cada uno de esos momentos, sólo quedaron testigos sueltos. Sin duda, hay restaurantes emblemáticos. Lugares como Brasserie Petanque, que desde hace 11 años demuestra que se puede ser francés y aún así alegre. La Brigada, en sus bodas de plata, cotiza fácilmente entre las mejores parrillas del país y El Baqueano es la comprobación empírica de que incluso en San Telmo se pueden ofrecer menús por pasos y vinos increíbles. Gibraltar es ejemplo de todo lo que un buen pub debe ofrecer (incluyendo unos fish & chips formidables) y, con Café San Juan, La Cantina y la Vermutería, Lelé Cristóbal sigue siendo protagonista en el lado sur de la ciudad. Pero en estos años también hubo grandes caídas. Desde el precioso l'Atelier de Celine a La Vinería de Gualterio Bolívar, o más reciente, el cierre de Casa Borja.

La esquina más bella

En una mesa, una pareja disfruta de su comida. Ella come un schnitzel (típica milanesa de cerdo alemana) con manteca de verdeo, puré de batatas, garrapiñadas y ketchup de manzana. Él, una pasta casera, unos linguini con salsa gorgonza, arvejas, castañas, pasas de uva y peperoncino. Se trata de Café Rivas, que desde 2016 tiene a Guillermo Blumenkamp como uno de sus dueños. Blumenkamp conoce bien el barrio: en 2008 abrió en una esquina periférica Doppelgänger, hoy uno de los mejores bares de coctelería de la ciudad. "Desde que abrimos Doppel, publicamos en la guía gay del barrio. Y cada año observábamos, asustados, cómo muchos de los que publicaban junto a nosotros iban cerrando. Pasaba con cafés, librerías, tiendas de ropa. Hoy, por suerte, siento que hay una nueva ola, más fuerte que antes. Remodelaron la plaza Dorrego, hay nuevas luminarias, está todo más limpio. Pero San Telmo no es para todos".
Esta nueva ola tiene varios nombres: Los Infernales, Mercadito Latino, el propio Café Rivas, la cocina vietnamita de Saigón, la panadería francesa Mercí, el excelente Coffee Town, la parrilla Babieca, la alegría callejera de Chin Chin, los picantes de Mash British Curry House (también los de Che Taco), las hamburguesas de The Market Burger y la variedad única de La Cresta. A los muchos restaurantes sobre Caseros (Bacán, La Popular, Club Social de Luxe, Hierbabuena) se está sumando ahora Nápoles, una de las aperturas más esperadas en la ciudad, con barra de coctelería a cargo de Sebastián Atienza. También, en una zona que siempre se le hizo esquiva a las cadenas más conocidas, hoy están Freddo, Starbucks, Le Blé, entre otras. Y como clásico barrio cervecero, la moda artesanal pisa fuerte, con pioneros como Breoghan, pero también con Bierlife, Espiche, JT Sexton, Antares, On Tap y Cervelar, entre otros.
Marcando el mapa de San Telmo con resaltador, es fácil percibir que hay dos zonas que son las que más crecen: por un lado, la que incluye al Mercado de San Telmo y sus calles aledañas; por el otro, el bulevar Caseros. Lo del Mercado es una buena muestra: lugar tradicional si los hay, hasta hace muy poco cerraba por completo de mediodía, pero gracias a una nueva camada de propuestas gastronómicas, hoy sigue de corrido y apuesta a un mayor crecimiento. Allí fue pionero Coffee Town, ofreciendo cafés de especialidad. Pero este cambio se aceleró en el último año, con la apertura de Mercí (panadería francesa que trabaja en exclusiva con masamadre), Saigón (con una cocina de aromas vietnamitas) y The Market Burger, con aires a dinner americano. El crecimiento excede incluso al Mercado: enfrente ya es un clásico el Mercadito Latino, recorriendo tacos y ceviches; a su lado, Los Infernales apuesta a carnes no tradicionales de todo el país, con chorizos de ñandú, hamburguesas de pato y otras delicias. Caminando un par de cuadras, El Banco Rojo y La Cresta están siempre llenos, con sabores intensos (de especias indias a hierbas bolivianas y picantes caseros).
Antoine y Jean son franceses. Ambos viven hace más de una década en la Argentina, varios de esos años en San Telmo. Juntos abrieron Mercí, panadería barrial dedicada a la elaboración de panes de costra crocante y miga alveolada (imperdible la baguette; también el pan de campo; los viernes ofrecen tapas gratis a quienes beben una botella de vino). "San Telmo es heterogéneo. Hay gente con mucha plata y hay casas tomadas. Hay extranjeros que viven por la zona, que remodelaron departamentos viejos; y hay turistas a los que traen en grupo armado. Vienen de otros lados de la ciudad, pero también muchos vecinos compran todos los días en el mercado sus frutas y carnes. Con Mercí quisimos devolver algo al mercado, darle nueva vida pero siempre respetando su esencia, lo que fue durante más de un siglo. El lugar es increíble. Por eso mantuvimos el color verde, recuperamos mármoles, abrimos el espacio -cuentan-. San Telmo no es Palermo, tiene mucha diversidad. Más allá de las aperturas, no creo que el barrio haya cambiado tanto. Nuestro mayor miedo son las franquicias, las grandes cadenas, ellas sí pueden modificar el espíritu de la zona".

Otro camino

Si las calles que rodean el Mercado (sumando Perú) se hicieron fuertes por su cocina callejera, la Av. Caseros marcó un camino distinto. Pisar este bulevar de aires europeos equivale a transportarse al San Telmo aristocrático, con su arquitectura imponente y bien recuperada. Allí, en apenas cien metros, hay gran variedad de propuestas gastronómicas, desde las milanesas de La Popular a las cervezas de On Tap pasando por los platos aromáticos de Hierbabuena o la barra de Club Social De Luxe. Es allí donde el anticuario Gabriel del Campo tiene uno de sus locales. "En cualquier ciudad del mundo que vayas, el Casco Histórico es siempre fuerte en su gastronomía. En San Telmo, recién ahora se está empezando a dar de manera sistemática. Todavía hay partes de San Telmo, especialmente en la periferia, alejándose de la calle Defensa, donde alquilar no tiene costos tan altos, y eso permite el riesgo, la aventura. Pero Av. Caseros es otra cosa".
Del Campo sabe de lo que habla: su local supo ser una de las cocheras de Eduardo Anchorena: son 2000 m2, repletos de reliquias, autos de lujo antiguos, vestimenta, objetos de todo tipo y color. Entre todo eso, una barra de estaño de 15 metros es la piedra basal de Nápoles, el bar que abrirá en abril. "De golpe, la avenida se puso explosiva. Abría la persiana y decenas de personas se amontonaban para ver de qué se trataba. Y en la Argentina hay que aprovechar cada oportunidad, no es un país fácil. Con Sebas (el bartender Sebastián Atienza) estamos bajando los decibeles del lugar. Las antigüedades y autos lujosos deben tener el correlato del tiempo", explica. Mientras, San Telmo crece. A los saltos, con caídas estrepitosas, pero también con propuestas siempre renovadas. Hay épocas donde el retroceso parece ganar la pulseada. Hay otras, como ahora, donde la esperanza toma la delantera.

Para conocer

Bacán: Av. Caseros 499
Café Rivas: Estados Unidos 302
Club Social De Luxe: Av. Caseros 454
Coffee Town: Bolívar 976
El Banco Rojo: Bolivar 866
Hierbabuena: Av. Caseros 454
La Cresta: Bolívar 865
Los Infernales: Carlos Calvo 492
Mercadito Latino: Carlos Calvo 488
Mercí: Carlos Calvo 455
Saigón: Bolívar 986
The Market Burger: Carlos Calvo 455
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