lunes, 17 de octubre de 2016

Clarín - Ciudades - De Palermo a Puerto Madero, la ruta del mejor café y el bife de chorizo más rico

De Palermo a Puerto Madero, la ruta del mejor café y el bife de chorizo más rico

Cocina porteña.
Los hacen Tabac y Estilo Campo, el bar y la parrilla
elegidos por un jurado de especialistas en gastronomía.

La Semana de la Gastronomía porteña terminó, pero dejó dos recomendaciones: la parrilla que sirve el bife de chorizo más rico y el bar con el mejor café de la Ciudad. Son el plato y la infusión insignia de nuestra carta porteña. A veces se consumen en fila, otras buscando el momento que requiere cada sabor. Sea como fuere, bien hechos funcionan como una comida casera después de un viaje largo como mochilero. Tan sublimes como difíciles de encontrar.
Del 7 al 15 de octubre, dos jurados -uno dedicado a la carne y otro al café- recorrieron las confiterías y las parrillas de la Ciudad. Los resultados dejaron dos ganadores: el restaurante Estilo Campo y el Caffé Tabac.
En Estilo Campo, en el dique 1 de Puerto Madero, los expertos, incluido el cocinero Juan Bracelli, dijeron “victoria”. Dos bifes de chorizo, madurados por un mes a seco en una cámara de frío, asados durante 15 minutos (jugoso) y 18 (a punto), hicieron la diferencia. El director de Estilo Campo, Alberto Yanelli, analizó las razones: “Nuestras carnes son de criadero, de animales que crecen en campo abierto y comen en pasturas. No se alimentan con productos balanceados para aumentar el kilaje”. La mano de Javier, quien se formó como asador frente a los hierros de Estilo Campo, también influyó. “La tarea se la dimos al jefe de parrilla, al mejor”, agregó Yanelli.
En el Caffé Tabac, reducto de famosos, políticos, deportistas y escritores, en la esquina de las avenidas Del Libertador y Coronel Díaz, la operación fue inversa. El mejor café salió de un barista joven. Tres opciones se le dieron a probar al jurado, integrado, entre otros, por el periodista y sommelier de café, Nicolás Artusi. Fueron un espresso, un capuchino y un café especial de la casa. En el caso de Tabac se preparó uno con almíbar de almendras, y crema chantilly, que fue servido en copa de Martini. “En Tabac la ejecución del espresso fue perfecta. La medida, justa, la espuma consistente, muy buen aroma y sabor”, calificó Artusi. La confitería fue reabierta en diciembre, después de un año y medio de refacciones. Hoy se mueve entre la tradición y vanguardia, con mozos de antaño y jóvenes amantes del café, como el que preparó el mejor de la Ciudad.
Link a la nota: http://www.clarin.com/ciudades/Palermo-Puerto-Madero-mejor-chorizo_0_1669633154.html

Clarín - Ciudades - Gastronomía porteña: una herencia familiar que une varias generaciones

Gastronomía porteña: una herencia familiar que une varias generaciones

Costumbres
Como pocos oficios en la Ciudad, tener un restaurante pasa aún de abuelos a nietos. Desde negocios emblemáticos en Capital, hablan del esfuerzo, los roces, la admiración y otras características de la relación que tejen detrás del mostrador.

Desde que el mundo es mundo, la relación entre padres e hijos resulta fuente de conflictos. Es natural que el discípulo intente desmarcarse del maestro, hacer su propia vida, diferenciarse y superarlo. Sin embargo, hay actividades en que los destinos de las diferentes generaciones transitan un camino común y sin bifurcaciones. Esta comunión está determinada por el oficio familiar, que se transmite como un tesoro y que reclama permanencia en lugar de cambios. La gastronomía es, sin dudas, una actividad hereditaria. Son los hombres y mujeres de la cocina, padres,hijos y nietos que comparten una pasión que se cuenta en historias.
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El 21 de diciembre de 2001 cuando afuera tronaban las detonaciones y el gas lacrimógeno se filtró en el salón de El Caserío, Camilo Suárez revivió el terror que inundó de lágrimas sus ojos de niño, cuando en el pueblo de Villardecendias, en Asturias, republicanos y franquistas se disparaban en las calles. “Mi papá se dedicó a la gastronomía desde muy chico. Ya en su pueblo, su familia era dueña de la única taberna, donde él trabajó cuando aprendió a caminar”, cuenta el hijo mayor del viejo inmigrante, también llamado Camilo. “Cuando vino a Buenos Aires se las rebuscó para lograr algo de aire, traerse a mi mamá y casarse. Esas eran historias de amor”, dice Camilo y abraza a la octogenaria española que aún lo inspira.
Al tiempo, el asturiano junto con unos socios comenzó con la gastronomía. Un restaurante y los bufetes del Club Banco Provincia, de Club Italiano y del Club Vasco Laurak Bat. “Ya había empezado a estudiar abogacía y me gustaba la noche. Entonces mi viejo me sugiriótrabajar en lugar de trasnochar. Un día se sentó conmigo me dio el ultimátum: o empezaba a laburar en el Laurak Bat o me iba de casa. Al día siguiente me presenté en el bufet seguro de que iba a ser adicionista y cuando llegué me mandó directo a la bacha a lavar platos. De a poco, me permitió escalar, hasta llegar a controlar la caja”.
En 1991, el padre, el tío Amador, Camilo hijo y la hermana menor Mónica cerraron el círculo de la confianza y compraron El Caserío (Yrigoyen 575). “Mi padre siempre estuvo metejoneado con este lugar, por su ubicación y clientela. Lanzamos un menú rejuvenecido, que fue un suceso para la zona. La relación con mi viejo mejoró un 100%. Admiré su capacidad de liderazgo, su profundo conocimiento de la actividad y el respeto que infundía en empleados, colegas y clientes. Era un clásico que después de más de 12 o 14 horas de trabajo, jugara una mano de truco con los empleados generando una camaradería y un espíritu de cuerpo que cualquier gerente de multinacional añoraría”. María Consuelo asiente silenciosa. Sabe que el legado del asturiano tiene quien lo haga valer.

La relación con mi viejo mejoró un 100% cuando empecé a trabajar con él. Admiré su capacidad de liderazgo, su profundo conocimiento de la actividad y el respeto que infundía en empleados, colegas y clientes, y también comencé a advertir lo sacrificado de la actividad”, dice Camilo Suárez, de El Caserío.
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Pasaron 30 años y todos mis hijos siguieron. Cocinan, crean, son nómades. Y nunca los obligué. Ellos lo eligieron”, afirma Germinal Marín, de Pan y Teatro.
Cuando Germinal Marín llegó a Buenos Aires en 1983 desde su Mendoza natal, previo paso por Mar del Plata, sus sueños se empecinaban en caminar sobre las tablas de un teatro o plantársele sin temor a una cámara de televisión. Actor desde las entrañas de su mamá Antonia, este orgulloso nieto de otro Germinal, sastre español con antepasados jacobinos, estaba dispuesto a dejar todo confort atrás para perseguir su destino. Y una tarde, casi de casualidad, dio en Boedo con lo que sería su destino. Buscaba un dos ambientes y terminó comprando la vieja casona de la esquina de Las Casas y Muñiz. Allí, con su pareja actriz, instalaron el teatro de operaciones por el que aún pasa su vida. “Compramos la casa… ¿y ahora qué hacemos? Una escuela estaba tirando sus pupitres y fueron nuestras sillas. Armamos un horno y comenzamos a cocinar lo que hasta el día de hoy nos identifica: el pan y las empanadas. Los chicos –sus hijos– salían con una canasta cubierta con repasadores e iban casa por casa a vender. ¡La gente del barrio pensaba que éramos ocupas! Y de a poco fuimos abriendo las puertas. Yo jamás había tenido un restaurante”, recuerda Germinal, que peina canas pero a sus 65 primaveras luce juvenil. En Mendoza quedó la vieja, a quien llamaban a diario para preguntarle qué cocinar.
“Pasaron 30 años y todos mis hijos siguieron. Cocinan, crean, son nómades. Esta es una familia peregrina. Nunca los obligué a cocinar, a lo sumo les prohibía tener las rastas sueltas en el servicio. Ellos lo eligieron. Por mi parte, disfruto en este refugio”, Pan y Teatro.
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“Si me voy antes que vos” es una hermosa canción de Jaime Roos en la que alguien le pide a quien ama que continúe el camino de la vida cuando él ya no esté. Vaya si la poesía le cabe a Liber Acuña, un pibe porteño de sangre oriental nacido en el año en que la Selección Argentina se consagraba en México, cuando su viejo Luis, el Pobre, el del parrillón, el uruguayo de la carne asombrosa, de las paredes llenas de camisetas, de los futbolistas habitués, un día se fue, como se han ido tantos.



Cuando mi viejo murió, muy joven, era el fin de todo o el momento de levantar la bandera. Hicimos lo que había que hacer” , cuenta Liber Acuña, de El Pobre Luis.
“El 17 de agosto de 2013 se murió mi viejo. Joven, muy joven. Para los hermanos era el fin de todo o el momento de levantar la bandera. Hicimos lo que había que hacer”, se emociona Liber, el heredero. “El año en que yo nací, él arrancaba con una rotisería en Belgrano, con mi mamá María Teresa. Después vino otra, hasta que en el 92 tuvieron su primer restaurante, que se llamaba El parrillón del Pobre Luis, en Arribeños y Quesada. ¿Sabés por qué ese nombre? Porque mi abuelo tenía una parrilla en Las Piedras, Uruguay, que se llamaba “El pobre Acuña”. Cuando mi viejo le dijo que iba a jugársela en Buenos Aires, el abuelo le dijo ‘No me manches el apellido’. Por eso, en vez de Acuña, usó Luis”.
El hijo no sólo no manchó el apellido sino que superó todo lo alcanzado hasta entonces por su antecesor. Mientras la fama del lugar crecía, un adolescente Liber se metía a ayudar detrás del mostrador. A los saberes del oficio aprendidos con las manos metidas en carnes, achuras, pamplonas y provoletas, Liber sumó la técnica en un instituto de gastronomía, al igual que su hermana Eliana, que se encarga de la pastelería. Atento a todo, el tercer eslabón de la cadena lo conforma Fabián, hermano menor que desde hace un año maneja la caja. Entre todos, día tras día, se esfuerzan para que el apellido familiar siga sin mancharse.
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La primera resistencia en el trabajo con tu papá pasa porque él acepte los cambios que uno puede proponer", comenta Daniel Prieto, de La Cátedra.
Corrían los primeros años de la década del ‘60 cuando Ismael Prieto, en la recova de Plaza Miserere, inició su camino en la gastronomía. Historia similar a la de muchos, tuvo que hacerse de muy abajo, sin permitirle al músculo dormir ni a la pasión descansar. Pasó por pizzerías de Villa Urquiza, sirvió copetines de tren y finalmente dio el gran paso cuando inauguró Chicago, su local propio en Lavalle y Carlos Pellegrini.
Treinta años después, su hijo Daniel tomó la posta de su padre, aunque sin pisar el mismo camino, asumiendo las diferencias. “Yo no acompañé nunca a mi viejo en el mostrador, aunque sí en el crecimiento comercial en otros locales. El me aconsejaba, charlábamos, decidíamos, pero nunca hubo una relación de jefe-empleado. Era más bien hacernos camino al andar. Yo tuve el mandato de m’hijo el doctor, me gradué en Ciencias Económicas e hice un máster en España, pero volví por muchos motivos, sobre todo porque mi ventaja comparativa estaba en la gastronomía y en todo lo que hizo mi viejo”. En 2012, Daniel compró La Cátedra, el restaurante que hoy permite que padre e hijo se abracen, ya con gran parte del camino hecho y dejando atrás los tiempos en que se tironeaban para marcar la cancha. “La primera resistencia en el trabajo con tu papá pasa porque él acepte los cambios que uno puede proponer, bancarse que quizás hoy las tendencias van por otro lado y que lo que funcionó hace 10 anos quizás ya no sirve. Y por mi parte, con el tiempo aprendí a reconocer que los cambios pueden requerir tiempo, procesos, y que no es todo ya, ya. En eso mi viejo me enseñó mucho”. Junto a Daniel, aunque sin reportar a él sino a un gerente operativo –guardar su espacio propio les hace bien a los Prieto–, un nuevo integrante de la dinastía se entrena para que, cuando llegue el momento, le pasen el mando: su hijo Gastón. El abuelo Ismael está orgulloso de su legado: “Antes me pedían consejos a mí y ahora soy yo el que pregunto. Es la vida. Como debe ser”.
Link a la nota: http://www.clarin.com/ciudades/Gastronomia-portena-herencia-familiar-generaciones_0_1669033162.html

La Nación - Restaurantes - El restaurante que reemplazó a chefs profesionales por abuelas

El restaurante que reemplazó a chefs profesionales por abuelas

Enoteca Maria en Nueva York sirve banquetes con gusto a infancia hechos por especialistas de todo el mundo
LUNES 17 DE OCTUBRE DE 2016 • 00:52

Facebook / Nonnas de el Líbano, Francia y Nápoles
Facebook / Nonnas de el Líbano, Francia y Nápoles.
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El dueño de un restaurante en Staten Island, Nueva York, lo entendió todo. Nos encanta salir a comer afuera pero no hay nada que nos haga más felices que sentir los sabores del hogar. Por eso, al abrir su Enoteca Maria no dudó en emplear a abuelas en vez de chefs super entrenados.
Jody Scaravella inauguró su restaurante hace diez años y publicó en el diario que buscaba "nonnas" que cocinaran platos italianos típicos. Con el tiempo, fue llenando su cocina con abuelas de Siria, República Dominicana, Polonia, Nigeria, Argelia, Liberia y hasta Argentina, entre otros, que se turnan para hacer lo suyo.
Facebook / Glen DiCrocco
Facebook / Glen DiCrocco.
El elenco va variando, pero se mantiene un protagonista. Giuseppe Freya, a cargo de la pasta, se pone al hombro los ravioles, ñoquis, tagliatellis y demás clásicos que sirve a los comensales que van en búsqueda de una experiencia hogareña lejos de casa.
Cuando le toca el turno a cada cocinera, asume el rol de jefa de cocina y prepara platos de su colectividad para las mesas que se llenan de reservas de todo el mundo. "Cada vez que estas mujeres cocinan, sentís cómo de sus dedos disparan cientos de años de historia. Creo que eso es mágico", resume Scaravella a Gothamist.
Link a la nota: http://www.lanacion.com.ar/1946694-el-restaurante-que-reemplazo-a-chefs-profesionales-por-abuelas

La Nación - Negocios - Fábrica de pizzas: la historia del creador de la Ugi´s del nuevo milenio

Fábrica de pizzas: la historia del creador de la Ugi's del nuevo milenio

Maxi Dubovsky explica las claves de la cadena gastronómica que más crece con una propuesta ultraeconómica
LA NACION
LUNES 17 DE OCTUBRE DE 2016

Fábrica de Pizzas prepara su llegada a México y Colombia
Fábrica de Pizzas prepara su llegada a México y Colombia. Foto: Maxie Amena
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Durante décadas y para miles de argentinos, Ugi's fue sinónimo no solo de pizza barata sino también de último recurso a la hora de comer por muy poca plata. Hace cuatro años, falleció Hugo Solís, el fundador de la popular empresa, y la cadena que en los '90 llegó a tener más de cien sucursales, hoy enfrenta un proceso de división de los locales entre los 18 hijos Solís, que llevó al surgimiento de nuevas propuestas como Don Hugo o Big Muzza. Sin embargo, en más de un sentido se puede considerar que el verdadero heredero del imperio de la pizza más barata de la Argentina es Maxi Dubovsky, el fundador y único socio de Fábrica de Pizzas.
Dubovsky es contador, aunque su verdadera pasión es la pizza, que heredó de su tío, con el que se inició en el negocio en la década del '90 con la cadena de pizzerías Woody. "Durante años probé todo tipo de negocios con la pizza. Hice delivery, incorporé otros productos al menú y llegué a tener un local más cheto en Palermo, hasta que en 2008 llegué al modelo de Fábrica de Pizzas. La primera premisa fue no trabajar con delivery, es decir no dar servicio, y reducir al máximo los gastos, comenzando por el personal. Y la segunda fue ofrecer el precio más bajo del mercado para lo cual era esencial el volumen.", explica el empresario gastronómico.
Al mejor estilo Ugi's, Fábrica de Pizzas trabaja con una propuesta ultraeconómica -la grande de mozzarella cuesta $ 35 , aunque su fuerte es la promoción de tres por $ 60- y en la cadena no tienen ninguna pretensión de competir contra Guerrín o El Cuartito por el título de la mejor pizza de Buenos Aires.
"A nuestros locales, la gente entra por precio. Ese es el ABC de nuestro negocio. Igual es un error pensar que porque vendés barato, tenés que dar un producto de mala calidad. Nos podés elegir o no, pero eso no implica que no trabajemos con controles de más rigurosos. Personalmente, como en Fábrica de Pizzas porque me encanta la masa, pero la competencia es muy grande. En la Argentina, se hace una de las mejores pizzas del mundo, que para muchos no es precisamente la de Fábrica. En mi caso, la favorita es la de La Mezzetta, en Chacarita", reconoce Dubovsky.
Hoy Fábrica de Pizzas cuenta con 89 franquicias distribuidas en toda la Capital Federal y el Gran Buenos Aires -de Recoleta a Claypole, pasando por Vicente López, Rafael Calzada, Monte Chingolo y Caballito- y sus planes incluyen no solo una expansión en el interior -este verano debutarán en Santa Teresita y Villa Gesell y también preparan su desembarco en Mendoza, Córdoba y Tucumán- sino también una próxima incursión en México y Colombia. La empresa además tiene confirmada para antes de finde año la inauguración de una planta en Ezeiza, que demandó una inversión de $ 11 millones y que contará con una capacidad para atender hasta 500 sucursales.
En diálogo con LA NACION, Dubovsky cuenta cuáles son las claves de un negocio.
Cómo elegir la marca: "El nombre de Fábrica de Pizzas salió de la idea de darle una sensación de frescura al producto, partiendo de la asociación de que se trata de algo que tiene salida diaria. Y en la elección de los colores no hubo mucho misterio. El rojo y el amarillo son los colores de la comida rápida. Ahora McDonald's está sumando el verde porque es McDonald's y puede darse ese lujo".
Ser monoproducto: "No vendemos empanadas y solo trabajamos con la gaseosas común, porque no queremos que el cliente pierda tiempo en nuestros locales. Esto lo entendí viendo lo que hace Little Caesar, que es la tercera cadena de pizzerías de Estados Unidos, y funciona con un modelo llamado Hot & Ready, en la que vos entrás a su local y ya tenés la pizza más popular lista para llevar, sin espera".
Aprender de los errores: "En 2010 tuvimos una corrida de precios y nos dejamos influenciar por factores externos, bajo la idea de que por un peso más es lo mismo. Y así pasamos de $ 6 con los que habíamos comenzando a los $ 12 en 2012, y se nos desmoronó el volumen. Y ahí cometimos otro error que fue empezar a subir los precios para mantener la rentabilidad. Hasta que volvimos a la idea original de Fábrica de Pizzas. Lanzamos la promoción de tres pizzas a $ 60 pesos y logramos recuperar el volumen. Una de las claves es no quedarse en el medio en materia de precios. Las empresas que me gustan son a las que les va bien con un esquema parecido. Y el mejor ejemplo es el crecimiento que tuvo Grido".
Target bien definido: "Tenemos una gran llegada a los jóvenes, y somos una solución en las previas. Se junta con cuatro chicos y por 60 comieron tres pizzas. Nosotros partimos de que los chicos andan con 20 mangos en el bolsillo y tenemos que adecuar los precios a la plata que tiene la gente para gastar. El problema para muchas empresas es que tienen en la cabeza apuntar al 5% de la población que tiene más plata y no saben qué hacer cuando tienen que ir a un público más masivo. Por eso terminan apelando a las promociones y los descuentos. En cambio, nosotros tenemos claro que nuestro negocio está siempre en el otro 95% de la gente y nos enfocamos ahí"
Cómo enfrentar a la competencia: El crecimiento de Fábrica de Pizzas provocó la aparición de nuevas propuestas que apuntan al mismo segmento de clientes, con una propuesta igual de agresiva en precio. En Capital Federal la cadena que más crece es Kiosco de Empanadas y Pizza, que pertenece a los mismos dueños de Morita. Por su parte, en la zona sur del conurbano, la propuesta que más está creciendo es Eco Pizza, que trabaja con la grande de muzzarella a $ 20 y que cuenta con una estética muy parecida a la de Fábrica. "Estamos viendo más cadenas que compiten con la pizza a 20 o 30 pesos, pero el interrogante es si saben lo que están haciendo, porque no es fácil trabajar con esos precios haciendo delivery, poniendo mesas y sillas o ampliando el menú con empanadas".

De Villa del Parque a México

Economía de escala
Fábrica de Pizzas nació en 2008, con un local en Villa del Parque, y hoy cuenta con 89 sucursales y ventas que superan las 400.000 pizzas mensuales. Sus planes para 2017 incluyen la apertura de otras 50 sucursales en el país y una incursión en México y Colombia.
Link a la nota: http://www.lanacion.com.ar/1947247-fabrica-de-pizzas-la-historia-del-creador-de-la-ugis-del-nuevo-milenio