martes, 26 de julio de 2016

La Nación - Gastronomía - Chefs de chefs: los nuevos restaurantes elegidos por los maestros

Chefs de chefs: los nuevos restaurantes elegidos por los maestros

Después de años de trabajo de base, una generación joven de cocineros accede a su primer local y renueva la escena gastronómica porteña; las historias personales detrás de los restaurantes del momento
PARA LA NACION
DOMINGO 24 DE JULIO DE 2016

Los cocineros Christina Sunae (Sunae Asian Cantina), Augusto Mayer (Proper), Isidoro Dillon (Söder), Mariano Ramón (Gran Dabbang) y Leonardo Lanussol (Proper)
Los cocineros Christina Sunae (Sunae Asian Cantina), Augusto Mayer (Proper), Isidoro Dillon (Söder), Mariano Ramón (Gran Dabbang) y Leonardo Lanussol (Proper). Foto: VICTORIA GESUALDI / AFV
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Empezaron lavando platos, viajaron por el mundo, cocinaron en antros mugrientos de pueblos remotos y en restaurantes premiados con estrellas Michelin. Todavía no son famosos ni conducen programas de televisión, pero ya tienen sus primeros locales, están renovando la escena gastronómica de la ciudad y se convirtieron en jóvenes favoritos de los grandes chefs. Bienvenidos a una nueva generación dorada de cocineros de Buenos Aires.
La identidad culinaria argentina es, por definición, un concepto difuso y nunca resuelto ("¿por dónde pasa la identidad de la cocina argentina?; ¿por la milanesa, que es italiana?", reflexiona Leonardo Lanussol, de Proper), pero estas nuevas figuras la están reinventando, haciendo alquimia entre tradición y vanguardia, entre legados familares y experiencia internacional, lidiando con reglamentos municipales y limitaciones presupuestarias, aprovechando productos de estación y recurriendo a proveedores locales.
"Después de un período de un cierto estancamiento en el que no parecía surgir nada muy interesante, en los últimos dos años aparecieron cosas muy buenas -dice el chef estrella Fernando Trocca-. Lugares como Gran Dabbang, Proper, que abrieron con poca inversión y muy buena cocina, basada en la calidad de los productos, en las técnicas. Son propuestas no pretenciosas y que han pegado muy bien."
Mientras en el mundo se expande la idea del chef como una cruza moderna de científico y artista, de celebridad e ideólogo, de líder obsesivo y loco aventurero (una idea retratada en la miniserie documental de Netflix Chef's Table), el realismo del mercado argentino proyecta una nueva camada de emprendedores gastronómicos: sacrificados, creativos, pragmáticos, pasionales y astutos.
La cocina profesional en la Argentina no es sólo el arte de combinar sabores y colores, sino también el de sobrevivir al balance de costos, la competencia y los altibajos de consumo. De ese campo de batalla surgen estas cuatro historias personales que representan a una nueva era de cocineros.

Mariano Ramón y la teoría Dabbang

La cocina de Gran Dabbang,
La cocina de Gran Dabbang,.
Mariano Ramón toma café de un cacharro en una mesa de Gran Dabbang, en un salón de no más de 25 metros cuadrados. La brigada está preparando el servicio de esta noche y su mujer, la jardinera inglesa Philippa Robson, le da la teta a Emilio, su hijo de tres semanas. Una escena clásica de familia gastronómica. Parafraseando a Lara Gilmore, la mujer del italiano Massimo Bottura: "Sabía que me estaba casando con un restaurante".
Este pequeño local, símbolo de una nueva camada de cocineros, tiene su origen en los largos viajes de Mariano. Después de descartar una posible carrera como periodista deportivo, en la década pasada este ex colaborador de Narda Lepes se dedicó a yirar por el mundo y a trabajar en todas las cocinas que le hicieran lugar. Antes había hecho pasantías en templos moleculares de España (Arzak, Sergi Arola), pero un día descubrió que lo suyo era la comida de base.
En Nueva Zelanda trabajó en un restaurante de fusión y conoció a Philippa. Después de dos años se fueron a Asia y Mariano hizo pasantías en Tailandia, Laos, Kuala Lumpur. "Ahí me di cuenta de que uno no sabe nada de comida asiática. La manera de sazonar, el equilibrio entre lo ácido, lo dulce, lo salado, lo picante, incluso lo amargo. Mucho de todo eso lo utilizamos acá", dice él.
En 2012, después de vivir tres años en Londres -Mariano también estuvo un semestre en la India-, la pareja vino a Buenos Aires con la idea de armar un negocio típicamente británico: un vivero con café. El sistema de habilitaciones los desalentó, así que se propusieron abrir un restaurante chico y simple enfocado en servir comida de alta calidad, original y a buenos precios. "Si algo aprendí en Asia es que comer bien tiene que ser accesible para todos", dice Mariano, encargado también del área de productos en la feria Masticar. "Eso acá no pasa. Yo odio los bodegones. La idea es buenísima, los lugares me encantan, pero el estado actual de la comida es muy malo."
Inaugurado en 2014, Dabbang está en un punto estratégico y casi invisible, entre rotiserías árabes y panaderías armenias, en esa especie de no-lugar que es Scalabrini Ortiz como frontera del Soho y Palermo Sensible, ahora convertido en un mini-polo culinario de avanzada con la apertura de lugares como Nola, La Alacena, El Tejano y Proper. Dabbang es, según la definición de su creador, "un restorán de comida argentina vista a través de ojos asiáticos". Uno de los clásicos de la casa es una síntesis notable de ese concepto: las pakoras, una reinvención increíble de los típicos buñuelos de acelga; la comida cotidiana llevada a otro nivel.
Con un esquema de servicio dinámico que favorece la rotación ("la única manera de hacer rentable esta comida a estos precios"), el local le quedó chico y ahora Mariano, a sus 35 años, planea una expansión que no resigne la esencia. "Yo abrí este lugar con mi heladera, mis sartenes -dice-. Fue un experimento, y creo que muchos cocineros de nuestra edad sin banca, que hicieron su carrera con laburo, encontraron algo que los inspiró. Ahora quiero probar hacerlo con un poco más de plata."

Isidoro Dillon: Síndrome de Estocolmo

Plato representativo de Söder, en base a un porridge de sangre y riñón de cordero curado.
Plato representativo de Söder, en base a un porridge de sangre y riñón de cordero curado..
Isidoro Dillon tiene 45 años, el pelo largo teñido de rosa como Kurt Cobain en 1992 y una barba de apóstol. Es flaco y largo como una rama y parece cualquier cosa menos un cocinero. De hecho, puede que sea uno de los casos más exóticos de su gremio: un chef al que no le gusta cocinar, ni siquiera comer. Un tipo que en su casa almuerza fideos con ketchup y que en Söder, su restaurante de cocina escandinava, ofrece una de los menús más sofisticados de la ciudad.
Isidoro es de La Plata, estudió diseño gráfico e industrial y en el 92 viajó a Estados Unidos a trabajar de modelo. Después de varios años de aviones y desfiles, conoció a Fernando Trocca en Vandam, su restaurante en Nueva York, y le pidió trabajo. "Recaigo en la cocina -dice Isidoro- por una necesidad laboral, y para evacuar mi parte creativa y viajera."
Söder tiene como chef a Hernán Simensen; Isidoro casi no toca la comida, pero Söder es su criatura, un espacio entre primitivo y futurista en el que se cocina sin gas ni electricidad, y donde el humo de las maderas perfuma platos explosivos, pequeñas porciones que mezclan carnes maceradas, chocolates, picantes, cenizas y texturas raras, todo para comer con dedos enguantados en látex negro.
La decisión de abrir un restaurante escandinavo vanguardista no es tan caprichosa como parece: la última escala del periplo global de Isidoro -que pasó por Nueva York, Londres, Hong Kong- fue Estocolmo, donde vivió casi una década y terminó siendo sous chef de Lux, parte de la renovación culinaria que encabezó Niklas Ekstedt: una vuelta a los elementos básicos filtrada por la experimentación estética y molecular. "De alguna manera -dice Isidoro- la nueva cocina escandinava valoriza lo que hacía acá Francis Mallmann y lo mezcla con la cocina molecular de El Bulli. Los suecos son buenos en sacar lo mejor de cada cosa. Como el Volvo, que no inventa nada pero toma lo mejor de otras marcas de auto."
Söder no es un restaurante para todo el mundo, y no sólo por los precios. "Mi cocina es transgresora porque la vida fue transgresora conmigo", dice Isidoro, que a los 16 años fue diagnosticado con una insuficiencia renal crónica. En las últimas dos décadas, trabajó para algunos de los mejores chefs del mundo -Mark Hix, Pierre Gagnaire- mientras su enfermedad se desarrollaba hasta que debió ser trasplantado. Hacía jornadas de más de quince horas entre sesiones de diálisis, trombosis y accidentes cardiovasculares. Incluso tuvo cáncer de piel -del que se curó-, después de pasar una temporada en Tulum como cocinero familiar de Mick Jagger. "Todos cocinan por algo que les pasa en la vida -dice Isidoro-. Trocca te habla de su abuela, Martitegui te habla del olor a mar de Necochea. Para mí la cocina siempre fue una lucha interna con la enfermedad. Sabía que, si aflojaba, estaba aflojando con mi vida."
Algo de ese espíritu de lucha se respira en Söder, que tiene como ambición ser "el mejor restaurante de América latina". Los fines de semana, la brigada cumple el servicio nocturno y descansa unas horas en bolsas de dormir antes de levantarse para preparar el brunch, que incluye una de las mejores hamburguesas de la ciudad. "Esto no es un cuento de hadas -dice Isidoro-. Yo siempre fui el peor cocinero de todos los restaurantes. Y acá también lo soy. Pero di la vida por esto, literalmente, y ese es elpayback que me da la cocina: el amor que le puse."

Sunae: Cómo abrir una cantina filipina en Palermo

La cantina de comida filipina de Christina Sunae en Palermo Hollywood.
La cantina de comida filipina de Christina Sunae en Palermo Hollywood..
Falta una hora para la apertura de la cantina asiática Sunae y la chef está picando verdeo. Hoy es noche de Ta Long Bao (un dumpling gigante relleno con caldo de cerdo y agua de coco) y ella por ahora no lo delega. Recibe un llamado de su hijo de nueve años: tiene una duda con la tarea. "El trabajo en un restaurante es duro -dice Sunae después, tomándose una pausa inquieta en el fondo del salón-. Sobre todo si sos madre. A veces me levanto a las 6:30 para ayudar a mi hijo con el colegio y estoy destruida, porque por ahí me dormí a las 3."
Es el precio alto que paga una chef perfeccionista. Nacida hace 41 años en Carolina del Sur, Christina Sunae es hija de un mecánico aeronáutico del Ejército de Estados Unidos -y empleado gastronómico a contraturno- y de una filipina que le transmitió naturalmente el arte culinario del sudeste asiático. Sunae vivió los primeros años de su vida entre Okinawa, Tennessee, Louisiana y Filipinas, siguiendo el rumbo del viejo, entre ciudades y bases militares. "Las familias filipinas son muy numerosas, y no podés decir que no a nadie -dice ella-. Cuando hay fiesta, cocinás para cien personas."
Su primer trabajo gastronómico fue a los 14 años, limpiando mesas y haciendo room service durante dos veranos en un hotel de Carolina del Sur. Al terminar el secundario se fue a Colorado para hacer snowboard, y después de dos años se mudó a Nueva York, donde se graduó en Negocios. Seguía trabajando en gastronomía, pero nunca se propuso ser cocinera profesional. De día hacía el marketing de una marca japonesa de cosméticos y de noche era ayudante de cocina en el tailandés Kin Khao.
Nueva York le exigía un ritmo de trabajo asesino, así que a mediados de los 2000, con ganas de conocer Sudamérica, viajó a Buenos Aires para probar suerte. Enseñó inglés y trabajó en turismo, pero decidió volver a lo que había hecho siempre: cocinar. "Quería abrir un lugar donde encontrar los sabores de mi infancia", dice ella.
Junto a Franco, su marido argentino, abrieron en 2009 un comedor a puertas cerradas en su casa de Villa Ortúzar. Durante seis años fue el secreto mejor guardado, hasta que el 30 de diciembre de 2015 inauguró la cantina, un lugar simple y cálido donde mandan los sabores de la cocina filipina real. La maestría de Sunae hizo que algunos de los mejores chefs del país se convirtieran en clientes. "Eso me hace feliz -dice ella-, porque muchas de las cosas que servimos acá son las que hacíamos en casa. Para mí, la mejor manera de compartir una cultura es a través de la comida."

Lanussol y Mayer: alta cocina de garage

Montado en un galpón, Proper se convirtió en uno de los favoritos de Francis Mallmann.
Montado en un galpón, Proper se convirtió en uno de los favoritos de Francis Mallmann..
El chef Leonardo Lanussol llega a Proper, un antiguo taller mecánico convertido en restaurante, con una red llena de repollitos de bruselas, como si trajera la pesca del día. "Acá sacamos un menú nuevo todos los días", dice este flaquito de 33 años con pinta de skater, señalando la impresora.
En mayo, un mes después de la apertura, Francis Mallmann, a través de Instagram, definió a Proper como "el nuevo delicioso secreto de Palermo", además de recomendar el pan de masa madre (responsabilidad de Francisco "El Pana" Trelles) y el calamar con brócoli. Si le faltaba algún impulso a este galpón para sellar su éxito de origen, ahí estaba: el top chef nacional hacía una publicidad gratuita en la red social que mejor capta el furor gastronómico.
Leo Lanussol y Augusto "Aspi" Mayer, ambos de 33 años, fueron hasta hace poco la mesa chica de Narda Lepes. Leo estudió en la escuela del Gato Dumas y en 2000 entró como bachero a El Preferido, donde se fogueó en la cocina porteña de base. Después pasó por Dashi, trabajó en el Sofitel y en el DOM de Alex Atala, en San Pablo. Volvió a Buenos Aires por amor y Narda lo contactó con Lele Cristóbal de Café San Juan, hoy un cocinero salvaje famoso, pero por entonces un ilustre desconocido. "Venía de manipular foie gras como si fuese pollo en lo de Atala, y Lele era un punk rocker que fumaba en la cocina y escuchaba música al palo", recuerda Leo.
Se quedó dos años, hasta que Narda le ofreció ser su mano derecha. Ahí conoció a Aspi, un director de arte que había recalado en el negocio de catering de su madre y después fue el pastelero de confianza de Narda. En 2015, Leo y Aspi se propusieron independizarse y se reunieron en bares para imaginar opciones. Cuando surgió la idea de alquilar un galpón, la cosa empezó a tomar forma, orientada por ese espíritu de garage. Eran sus propios inversores, así que durante la obra se pusieron el overol. "No estábamos pensando en platos -dice Leo-; estábamos pensando en albañilería."
Con el horno a leña en el corazón de una cocina a la vista , la comida de Proper es tan simple y sabrosa que el efecto es mágico. ¿Cómo lo definen ellos? "Para que se entienda, lo nuestro sería un italiano modernoso simple. Mirá, acá tenés un plato Proper", dice Leo mostrando la pantalla de su celular: un alcaucil grillado con una crema de castañas de cajú y una rodaja asada de limón. "¿Ves? -dice Leo-. No es que tiene un limón cocido a baja temperatura pasado por una planta área."
"Nos adaptamos a los productos y a los costos -agrega Aspi-. Hoy vas al Mercado Central y el cajón de morrones vale mil pesos. ¡Mil pesos! No es un capricho usar productos de estación: es una necesidad económica."
Link a la nota: http://www.lanacion.com.ar/1918827-chefs-de-chefs-los-nuevos-restaurantes-elegidos-por-los-maestros

La Nación - Gastronomía - La hamburguesa sofisticada, reina de la gastronomía

La hamburguesa sofisticada, reina de la gastronomía

Además del ya clásico combo de sándwich y cerveza al paso, sus versiones de carne madurada con aderezos premium se ven en restaurantes con cubiertos de plata
LA NACION
LUNES 25 DE JULIO DE 2016 • 18:15

Hamburguesa de Kobe. Gentileza La Cabrera
Hamburguesa de Kobe. Gentileza La Cabrera.
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Hace menos de 5 años, encontrar una hamburguesa realmente buena en Buenos Aires era casi imposible. Había algunas cadenas que tenían opciones dignas y parrillas que lo intentaban, pero faltaban buenos toppings, aderezos, salsas y panes pensados específicamente para la misión. En 2013 apareció el Burger Joint y todo cambió. Hasta llegar a hoy, que los restaurantes de mejor fama de la ciudad no se pierden la oportunidad de ofrecer su versión del sándwich preferido de todos.
Hay decenas de lugares donde comer al paso hamburguesas de primera con una buena cerveza tirada en mano (hasta el mejor chef argentino, Mauro Colagreco, se puso una propia ), pero también existe la opción high class, servida en mesas con manteles y servilletas de tela. Quedó claro: una hamburguesa puede ser un plato sofisticado y acá están las pruebas.

Primero, la parrilla

Casi no hace falta introducir a La Cabrera(José A.Cabrera 5099, Palermo), sus cortes, sus platitos de acompañamiento, su salón siempre lleno y su puesto 19 en la lista de los 50 mejores restaurantes de América Latina, según la revista Restaurant. Entre mollejas y bifes de chorizo premiados, también hay lugar para un sándwich premium. "Las hamburguesas son parte de la experiencia en carnes. Conocemos su origen son de carne wagyu y nos aseguramos de que pesen 250 gramos cada una", cuenta a LA NACIÓN el creador de La Cabrera Gastón Riveira. Cuando dice wagyu se refiere a la famosa raza de Kobe, en Japón. Se sirve con lechuga, tomate, queso, panceta y papas fritas. Combinación poco invasiva para que se luzca bien la carne. Cuesta $ 228.
Gentileza La Cabaña
Gentileza La Cabaña.
De Japón a Inglaterra. La Cabaña, parrilla con historia en Puerto Madero(Alicia M. de Justo 380), hace poco también incorporó una hamburguesa de carne Aberdeen Angus, raza de vacas inglesas. Se sirve solo en el menú de mediodía de lunes a viernes, con postre, bebida y aperitivo a $ 299. Viene con cebollas confitadas crujientes, tomate grillado, y salsa Romesco a base de tomates asados, ajo, vinagre, almendras y miga de pan tostado. De acompañamiento, papas cuña, cocidas al plomo en la parrilla y luego horneadas con queso parmesano y ajo.

De autor y entre dos panes

Pan casero de calabaza para la hamburguesa de bistró. Gentileza Alo''s
Pan casero de calabaza para la hamburguesa de bistró. Gentileza Alo''s.
"Cada barrio porteño tiene al menos una opción para ir a comer una gran hamburguesaacompañada con una cerveza artesanal. Esa combinación es actualmente la másbuscada en Yelp por los usuarios, y los comercios que la tienen son tanto los más reseñados como los que tienen más fotos. Hasta las tendencias más bizarras como la Sushi Burger que está empezando a aparecer en Nueva York, San Francisco y Sydney no tardarán mucho en llegar a nuestras tierras", explica Santiago Mateo, Regional Marketing Manager de Latinoamérica para Yelp.
Alo's, el bistró estrella de zona norte(Blanco Encalada 2120, San Isidro), ofrece su opción de hamburguesa junto a platos sofisticados que lucen como obras de arte (endivias con caldo de jamón ahumado y queso gruyere; por ejemplo). Al mediodía, en el menú con bebida y postre a $ 230, se sirve la hamburguesa de cerdo con panceta crocante, pickles, ketchup picante de chipotle, brotes de cilatro, pickles de remolacha blanca y pickles de cebolla morada. Viene con papas rotas con su cáscara y el pan es un hit: de calabaza, fresco del día.
La opción de hamburguesa de lujo en el Pony Line Bar. Gentileza Four Seasons Hotel Buenos Aires
La opción de hamburguesa de lujo en el Pony Line Bar. Gentileza Four Seasons Hotel Buenos Aires.
Hace cinco años hubiera sido impensado que un hotel de lujo sea "el" lugar donde encontrar la mejor hamburguesa de la ciudad. Pero el Four Seasons Hotel Buenos Aires está muy orgulloso de su reputación. Con atención de primera, como en todo restaurante de hotel, el Pony Line Bar(Posadas 1088, Recoleta) sirve una de las opciones más queridas por los que buscan la hamburguesa perfecta. Su Madurada 45 días, se estaciona para que gane sabor y se acompaña por relish casero y alioli (pócima mágica de ajo y aceite de oliva). Cuesta $ 310 y se aconseja acompañarla por alguno de los tragos estelares de la carta.
El salón de Sexto Brasserie también es apto para hambuguesas. Gentileza del restaurante.
El salón de Sexto Brasserie también es apto para hambuguesas. Gentileza del restaurante..
Sexto Brasserie(Costa Rica 6938, Palermo) , parte de la familia Fervor-Sottovoce-El Burladero apareció después del boom en 2015 y decidió incorporar hamburguesas premium en la carta desde el principio. Sirve de novillo ($ 205), madurada, pero las más curiosas son las de salmón rosado ($ 237) y su hit, la de langostinos ($ 253): 250 gramos de mariscos con lechuga, tomate, palta, panceta crocante y mayonesa de curry. Todas se comen en su salón de asientos de cuero, luces bajas y barra de primera.

Para el récord

Otros de los fenómenos que se dan en ciudades como Sydney son clubes de apreciación, ediciones limitadas en restaurantes premiados y colaboraciones entre chefs para crear el sándwich perfecto. La más votada en Yelp Australia habla por sí sola: es una con panceta glaseada en jarabe de maple, papas con queso Cheddar poco curado (nada que ver con el naranja del supermercado) y alioli, también con maple.
En países donde la hamburguesa es un plato insignia desde siempre, las opciones high class existen hace mucho. Por nombrar un par, Nueva York tiene la de The Spotted Pig, una esquina rústica del West Village, siempre repleta a la que se va por su hamburguesa de 21 dólares, bañada en queso azul y con un brioche perfecto; y la dry aged de Minetta Tavern, un histórico restaurante a pasos del Washington Square Park con piso damero, ostras en el menú y paredes de madera. La particularidad de su Black Label Burger (32 dólares), además de que no trae queso, es su carne jugosa madurada. Viene acompañada solamente por cebollas caramelizadas.
Además de las opciones cercanas al bolsillo y las pretensiones del ser humano promedio, están las de dimensiones y precios de otro planeta. Al menos una vez al año un restaurante, muchas veces de Las Vegas, anuncia que tiene la hamburguesa más cara, acompañada por alguna botella premium de espumante. Sin embargo, el podio lo conserva la Gamburger del Honky Tonk en Londres. Sale 1770 dólares y es de Kobe con langosta, caviar, huevo de pato, trufa negra y...oro comestible.
Link a la nota: http://www.lanacion.com.ar/1920991-la-hamburguesa-sofisticada-reina-de-la-gastronomia

La Nación - Gastronomía - A la mesa con poncho: los restaurantes ofrecen abrigo para comer al aire libre

A la mesa con poncho: los restaurantes ofrecen abrigo para comer al aire libre

Este invierno, la solución para aprovechar los espacios exteriores llegó de la mano de la prenda del Bicentenario
LA NACION
VIERNES 22 DE JULIO DE 2016 • 00:24

Gentileza Camping
Gentileza Camping.
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Es patrimonio cultural, abrigo del gaucho. El poncho es una pieza artesanal noble e inconfundible de una cultura mestiza, y en el año del Bicentenario fue declarado en algunas provincias del país como prenda símbolo de la Independencia.
La moda, por supuesto, lo tiene este invierno como protagonista, y ahora la gastronomía también. Porque para aprovechar todas las mesas disponibles en los patios, veredas, terrazas y disfrutar de una cena al aire libre -aunque el termómetro recomiende ir adentro y refugiarse - muchos de los restaurantes de la ciudad lo ofrecen a sus comensales como respuesta al frío. El poncho es el nuevo invitado a la mesa.
Sucede que la generación actual de cocineros no sólo está atenta a los fuegos, las ollas y los nuevos sabores. La idea, en todos estos casos, es ofrecer una experiencia que incluya desde la exigencia gourmet como la sensación de una atmósfera acogedora. A los ponchos, según la ocasión y el lugar, se suman mantas y ruanas de los más diversos colores y texturas. En pleno invierno, el aroma de lo casero se suma a la calidez de lo artesanal.

De lana y a cuadrillé

Tardes de campamento, sopas, guisos y ponchos en Camping
Tardes de campamento, sopas, guisos y ponchos en Camping.
Bajo el concepto de campamento y aire libre, Camping es un original espacio en las terrazas del Buenos Aires Design, con una propuesta de comfort food. Grandes mesas comunitarias, comida casera, una cerveza artesanal, una taza de vino con especias o chocolate caliente. Todas las opciones de la carta invernal vienen acompañadas por el calor de esta prenda tan de moda. "Todos los inviernos y los días que hace frío ofrecemos ponchos para que las personas que nos visitan puedan abrigarse y disfrutar en nuestro espacio. Lo consideramos un acto de amor y a la gente le encanta, los re usan", dice Gabriel Balan, dueño de Camping.
Los ponchos, cuentan allí, fueron co-creados especialmente entre Camping y la marca Soifer. Se trata de un paño de lana con un diseño en cuadrillé con tonalidades de terracota y negro que, además, se pueden llevar por el valor de 700 pesos.

Ruanas artesanales

Además del calor de un posible brasero, como sucede en en Alo's, en San Isidro, su chef Alejandro Féraud no sólo está detrás de la propuesta gastronómica del lugar, basada en productos orgánicos, salvajes y de estación. Para este cocinero también es importante que la gente que se anime a disfrutar de su deck externo (que cuenta con 6 mesas y una capacidad de 20 personas) pudiera hacerlo protegida del frío. "Hay comensales que eligen pasar su estadía en las mesas externas y para nosotros es una atención especial el hecho de brindarles, además del calor del brasero, una ruana que los proteja del frío. A la gente le gustan mucho, son tejidas a mano y hechas con mucho amor y dedicación, como todo lo que ofrecemos en nuestro bistró"
Dicen en Alo's que estas ruanas, de lana y tejidas a mano, no sólo abrigan si no que se lucen con encanto. Y también entre las mesas se dispone un brasero con 20 kilos de quebracho cuyo fuego "brinda calor y elegancia" a las noches de otoño-invierno.

Directo de Salta

Ceviche al aire libre en invierno, es posible en La Mar
Ceviche al aire libre en invierno, es posible en La Mar.
En La Mar Cebichería, comandado en Buenos Aires por el chef peruano Anthony Vázques, uno puede deleitarse con los manjares de su cocina en su patio externo que, según los dueños del lugar, es la vedette del restaurant. Hay mesas y sillas de madera y una gran barra exterior abrazada por árboles de más de cien años. Para los que quieren aprovechar el encanto de este rincón al aire libre, se ofrecen mantas térmicas de lana tejidas a mano, traídas directamente de un pequeño negocio familiar de Salta. Además, por si las mantas no son suficiente, el exterior esta calefaccionado con tubos de gas que dan la vuelta a toda la barra, lo cual genera un microclima que acompaña los días y las noches de invierno al aire libre.
"Las mantas se trajeron de Salta específicamente del negocio Río del Valle Luracatao, que tiene más de 50 años de historia. Los dueños son una familia francesa que vinieron a nuestro país después de la guerra y José, fundador de la tienda, administraba un campo en la localidad de Luracatao -cuenta Marcos Meincke, socio de La Mar-. Se dice que el dueño de la finca le pidió a José que busque artesanos tejedores de la zona porque este hombre usaba unos trajes típicos de la época y quería asegurarse de tener tela de la mejor calidad. Pero no era tan común en esa época el oficio de tejedor, comercialmente hablando, sino que la gente tejía por necesidad de abrigo. Entonces, José buscó a los mejores del Valle y les dijo que entrenen a más personas ya que les iba a pagar por los tejidos. Fue en ese momento que a José se le ocurrió abrir un local en el Centro".
Hoy, según relata Meincke, el negocio familiar es atendido por Mariana, hija de José, pero todo continuá de la misma manera, bien artesanal. "Esquilan a las ovejas, hacen el hilo de lana a mano, lo tiñen ellos mismos y después, una vez armados los ovillos, los tejen en telar manual. Los tejidos son realizados aún por los artesanos que viven en el Valle de Luracatao, que son los que tienen el oficio bien arraigado".

De corderito sintético, y bien abrigados

La atmósfera es acogedora, y detrás de la cocina está la mano exquisita de Daniele Pinna, creador de los más deliciosos platos. "La idea de acondicionar el espacio exterior se originó a raíz de que el local es de dimensiones chicas y el sector al aire libre representa una gran cantidad de comensales. Además hay gente que prefiere comer afuera porque es más tranquilo. Por eso se decidió instalar la calefacción en base a tubos radiantes eléctricos y, como plus, ofrecer ponchos, bien cómodos y abrigados", cuenta Pinna, dueño y chef de La Locanda.
En los meses de frío, un toldo rojo recubre el sector al aire libre con cortinas que caen a los costados, no sólo para proteger al espacio del viento sino creando, además, una atmósfera acogedora. También, como explica su chef, La Locanda posee un sistema de calefacción exterior, lo que solucionó de plano el inconveniente de las bajas temperaturas.
Un detalle: los ponchos son de corderito sintético, en color crudo y eco cuero marrón envejecido.

Sabres de mar, al abrigo de un poncho

Con su propuesta ciento por ciento marítima, con platos elaborados por su chef Leandro Leyell, en la que únicamente se utilizan pescados y mariscos frescos, La Pescadorita está inspirada en clásicos de la costa Argentina, que también incluye detalles asiáticos, europeos, platos de diseño propio y exclusivas parrillas de mar. Su local en Palermo, cuenta con mesas en la vereda con calefacción, y en el invierno ofrecen ponchos a todos los comensales.
"Los ponchos funcionan como un complemento de la calefacción y a la gente le encanta porque hacen mucho más cálida su estadía en el restaurante. Usualmente lo usan los clientes que fuman y se quedan afuera", señala la encargada del restó, Cristina Pedreira.

El patio, el preferido de todos

Benaim, patio al aire libre con ponchos y calefacción
Benaim, patio al aire libre con ponchos y calefacción.
"El patio es el sector preferido de nuestros clientes porque no hay otro igual en toda la ciudad, y si la gente se siente cómoda y bien abrigada, pueden aprovechar sin padecer el frío de las mesas al aire libre", asegura Nicolas Wolowelski, uno de los dueños de Benaim, un restó sobre la calle Gorriti, en Palermo.
Benaim cuenta con un gran patio con capacidad para 60 personas, donde mesas comunitarias de tres metros de largo son el espacio ideal para una reunión entre amigos. La novedad, el dato que circula de boca en boca es el llamativo beer truck. Estacionado en el patio de aire poético, este camión de cerveza con cuatro canillas de cerveza artesanal recibe a bartenders invitados que despachan sus creaciones desde la ventana del camión. Los comensales, agradecidos. El sistema de calefacción exterior, y las mantas, son el equipamiento ideal para ahuyentar el frío.

Dónde ir

Alo's: Avenida Alte. Blanco Encalada 2120, Boulogne Sur Mer 1609, San Isidro. Lunes 8:00 a 16:00 hs; martes a sábados 8:00 a 23:30 www.facebook.com/AlosBistro
Camping: Terrazas del Buenos Aires Design, Avenida Pueyrredón 2501, Recoleta. Horarios de meses fríos: Martes a domingos de 12:00 a 20:00 hs.
La Locanda:: José León Pagano 2697, Recoleta.
Benaim BA:: Gorriti 4015, Palermo. Lunes a jueves de 19:00 a 00:30hs. Viernes de 19 a 3; sábados de 12:00 a 3:00. Domingos de 12:00 a 0:30 hs.
La Pescadorita: Humboldt 1905, Palermo Hollywood. De lunes a domingos 12.00 a 23.30 hs.
La Mar Cebichería: Arévalo 2024, Palermo. Martes a sábados de 12:00 a 16:00 hs y de 20:00 a 24:00 hs; domingos largo almuerzo de 12:00 a 19:00 hs.
Link a la nota: http://www.lanacion.com.ar/1920531-a-la-mesa-con-poncho-los-restaurantes-ofrecen-abrigo-para-comer-al-aire-libre