jueves, 9 de mayo de 2019

Clarín - Gastronomía - Un recorrido por las mejores hamburgueserías de Buenos Aires

Un recorrido por las mejores hamburgueserías de Buenos Aires

Hace tiempo intentan hacer más rico todavía un plato que es un clásico. Nuevas variedades, cada vez más calidad en los productos y combinaciones que hace tiempo eran impensadas.


Brand Studio para Especial Hamburgueserías

En los últimos años las hamburguesas empezaron a pisar fuerte en la gastronomía local. Ya no se trata simplemente del producto que se vende en las casas de comidas rápidas. Ahora el plato se sofisticó y pasó a tener una infinidad de variantes. Eso sí, para posicionarse en la lista dentro del nuevo espectro de las hamburgueserías, es clave que el producto sea artesanal. A partir de ahí, se puede empezar por lo clásico o llegar a otras opciones más originales.
Dentro del circuito de Buenos Aires, La Birra Bar es un imprescindible. Arrancó como un local chico en el barrio de Boedo en el año 2001, y la calidad de su comida y el boca a boca hicieron que se empezara a ver gente haciendo fila en la calle por una hamburguesa. Cuentan que algunos han llegado a esperar 3 horas para poder degustar el manjar. La carta es amplia, y ofrece más de 40 variedades de hamburguesas. La marca se hizo conocida con el tiempo y hoy no solo es frecuentada por argentinos sino también por turistas, que quieren probar el plato estrella del lugar. Hoy en día la propuesta se expandió con 6 locales y proyectos de abrir más, pero con la calidad intacta. Dos siguen estando en Boedo (San Juan 4359 y Carlos Calvo 4317); también se ubican en Gurruchaga 729, Villa Crespo; Anselmo Aieta 1083, San Telmo, Álvarez Thomas 540, Colegiales y Av. Maipú 2933, Olivos.
La Birra Bar ofrece más de 40 variedades de hamburguesas y muchos fanáticos esperan hasta 3 horas para degustar el manjar.
La Birra Bar ofrece más de 40 variedades de hamburguesas y muchos fanáticos esperan hasta 3 horas para degustar el manjar.
Dean&Dennys es otro de los lugares que tiene protagonismo en este tema. Empezó en 2012 con un local en el corazón de Palermo Soho y se convirtió en la primera hamburguesería Green de la Argentina. El concepto se une con el de “fast good”, a la hora de destacar la rapidez y la calidad de los productos. Para elaborar las hamburguesas se usan ingredientes frescos y caseros, con procesos artesanales que dan como resultado platos inmejorables. Al primer local, en Palermo (Malabia 1591), se sumaron muchos más, en Recoleta (Junin 1721), el centro porteño (Av. Corrientes 1681), Barrio Norte (Av. Santa Fe 3212), San Isidro (Av. del Libertador 15041), Belgrano (Echeverría 2302), Pilar (Av Caamaño 1060, km46.5), La Plata (Calle 49 numero 774), Lomas de Zamora (Italia 491), Mar del Plata (Patio de comidas de Paseo Aldrey, Sarmiento 2685) y Rosario (Bv. Oroño 141 bis). Próximamente se abrirán otros en el barrio porteño de Caballito, en Salta y uno más en Rosario.
Dean&Dennys nació en 2012 en Palermo Soho y se convirtió en la primera hamburguesería Green de la Argentina.
Dean&Dennys nació en 2012 en Palermo Soho y se convirtió en la primera hamburguesería Green de la Argentina.
En el recorrido nos encontramos con Burger 54, que introduce el tema de la salud. El local, que abrió sus puertas en 2014, se focaliza en brindar productos naturales y frescos. Buscan que su comida no sea solamente rica sino también sana. Por eso, las hamburguesas están hechas en el momento, con productos naturales y de la más alta calidad, lo que hace que sean mejores para el organismo. La marca intenta reinventar las hamburguesas y hacerlas todavía más ricas, si eso es posible, con su fórmula imbatible. Para probar el menú, hay 5 locales disponibles, en Barrio Norte (Av. Santa Fe 1946), Devoto (Nueva York 4074), Castelar (Av. Santa Rosa 1471), Martínez (Av. Del Libertador 13632) y Nordelta (Agustin M García 7454).
Burger 54 se focaliza en brindar productos naturales y frescos.
Burger 54 se focaliza en brindar productos naturales y frescos.
Un clásico de las hamburguesas que no pasa de moda es el Hard Rock Café Buenos Aires, donde los platos se mezclan con la música y su espíritu rebelde. Las hamburguesas buscan ser legendarias, como la marca de los artistas, cuyas imágenes aparecen por todos lados en el local. La buena comida es central en la filosofía del lugar. Fue el primer restaurante que trajo la gastronomía de Estados Unidos al país y las hamburguesas lo hicieron famoso. Ofrece platos caseros en los que los ingredientes frescos se combinan con un toque de sabor autóctono. El local de Recoleta, que abrió en 1995, fue el primer Hard Rock de Latinoamérica, y por su escenario pasaron importantes figuras nacionales e internacionales, como Charly García, Luis Alberto Spinetta, Juanse, Alanis Morissette y Sheryl Crow, entre otros. Los que todavía no lo conocieron pueden acercarse a Pueyrredón 2501 y disfrutar de la experiencia.
El Hard Rock Café Buenos Aires cuenta con hamburguesas legendarias que ya son un clásico para los porteños.
El Hard Rock Café Buenos Aires cuenta con hamburguesas legendarias que ya son un clásico para los porteños.
Burgertify ofrece una propuesta distinta, en la que las hamburguesas se combinan con los videojuegos retro. El local abrió sus puertas en 2017 y sorprendió con su particular manera de cocinar el producto, la técnica smashed. Se trata de una forma de cocción en la que se manipula lo menos posible la proteína desde que sale de la picadora hasta que llega a la plancha. Una vez allí, se aplasta la carne para que se genere una reacción química que la sella por fuera con una costra crocante y permite que por dentro se mantengan los jugos. En cuanto al producto, se combinan cortes premium de carne que se cortan y muelen diariamente. El pan también es completamente artesanal, horneado en el local. El menú es atractivo, ya que todos los nombres de los platos aluden a algún videojuego retro. Se ofrecen combinaciones de sabores impensadas y también opciones vegetarianas. Un ejemplo de lo que se puede encontrar en el menú es la Donkey Donut, un sandwich con dos medallones de 120 gramos de carne, doble cheddar y panceta, que en lugar de pan trae dos donas glaseadas. Otra opción power es la Trifuerza, que tiene triple carne, triple panceta y triple cheddar, más un huevo a la plancha, con salsa BBQ y cebolla. Una bomba. Por supuesto, el menú también incluye opciones clásicas para los que no buscan innovar a la hora de comer una hamburguesa. Los locales de Burgertify están en Palermo, en Honduras 5265 y Costa Rica 5827. Además de ofrecer comida, también organizan torneos de juegos y deslumbran a los geeks con su decoración gamer retro.
Burgertify ofrece una propuesta distinta, en la que las hamburguesas se combinan con los videojuegos retro. ¡Imperdible!
Burgertify ofrece una propuesta distinta, en la que las hamburguesas se combinan con los videojuegos retro. ¡Imperdible!
Burger Joint es otro clásico de Palermo y una de las hamburgueserías pioneras en el país. Fue ubicado en el puesto 19 de las mejores hamburguesas del mundo según el sitio Big Seven Travel y ofrece un producto gourmet, casero, fresco, elaborado en el día y con una buena relación precio calidad. El local no solo brinda un espacio para comer sino también para entretenerse. Por ejemplo, invita a la gente a pintar paredes para dejar su huella, a pedir deseos en la fuente del patio interno y a conocer personas de todo el mundo, mientras suenan temas de Bowie, Marley o los Beatles, infaltables en el local. La dirección es Borges 1766.
Burger Joint fue ubicado en el puesto 19 de las mejores hamburguesas del mundo según el sitio Big Seven Travel y ofrece un producto gourmet, casero y fresco.
Burger Joint fue ubicado en el puesto 19 de las mejores hamburguesas del mundo según el sitio Big Seven Travel y ofrece un producto gourmet, casero y fresco.
Después de estas inmejorables propuestas, ¡es hora de una hamburguesa!


La Nación - Lifestyle - Lejos de Roma: tres platos de fideos para probar que no comerás en Italia

Lejos de Roma: tres platos de fideos para probar que no comerás en Italia

Algunos son italianos argentinizados, otros están lejos de lo que comemos a diario como estos fiduá de El Burladero

nfinitos tallarines domingueros, deliciosos spaghetti con mariscos, grandes mostacholes gratinados al horno, los tirabuzones que tan bien atrapan la salsa, esos cabellos de ángel y las municiones nutriendo una invernal sopa casera... Sin dudas, para los argentinos, la pasta es parte de la gran herencia gastronómica forjada en una inmigración italiana que supo delinear buena parte del modo de comer en el país. Pero lo cierto es que existe un enorme mundo dedicado a la pasta que va más allá de Italia. De hecho, la historia discute el verdadero origen de los fideos, con muchos especialistas argumentando que en realidad se crearon en China, para ser traídos a Occidente en la valija personal del ubicuo Marco Polo. Versátil, económica y de cocción relativamente simple, la pasta se adaptó a cada país, a sus sabores e ingredientes, armando tradiciones propias. Así, no extraña que en Buenos Aires sea hoy posible comer infinitas recetas a base de fideos, respondiendo a distintas interpretaciones gastronómicas. Aquí, tres opciones que difícilmente sean aceptadas en una clásica mesa italiana.

Sopa de fideos en Mian

Sopa de fideos de trigo con mariscos en Mian
Sopa de fideos de trigo con mariscos en Mian Crédito: Rodolfo Reich
Por varios años, Mian supo ser uno de los secretos mejor guardados del Barrio Chino. Un pequeño local, a unos metros de la vía del tren, donde comer pickles extraños, dumplings de masa suave y distintas sopas con fideos. El menú en castellano apenas mostraba un par de opciones, el resto estaba reservado a la comunidad argen-china, que solía llenar sus pocas mesas. Pero hay buenas noticias: aprovechando tal vez la renovación de la estación de Belgrano C, Mian se mudó a 100 metros de distancia, tomando un local más amplio y en una ubicación sin dudas mucho más estratégica, la esquina de la transitada Arribeños y Olazabal. Allí el lugar sigue ofreciendo lo mismo de siempre, pero ahora con un menú en castellano que creció en tamaño y opciones, y el menú anterior en alfabeto chino, que es amablemente traducido a pedido por un par de camareros que hablan bien el español. Los ravioles al vapor son la entrada obligada; pero luego la especialidad va por el lado de los fideos, con un par de opciones que llegan en plato (ricos los que vienen con salsa de maní y salsa soja) y muchas más que vienen en bowls de sopa. Hay fideos de trigo finitos, parecidos a los que más se comen en Argentina; hay fideos de arroz anchos, de color blanco intenso; hay también fideos de mandioca, brillantes y traslúcidos. Salen con carne, cerdo, mariscos, vegetales, hongos, tofu. Algunas sopas son bien aromáticas, gracias al cilantro y los ajíes; otras son suaves, con caldos ligeros y delicados. Si bien no son platos fáciles de compartir, las porciones son tan generosas como deliciosas. Recomendar uno sólo es difícil: Mian es uno de esos lugares para ir, y volver a ir.
Arribeños 2300

Fideúa en El Burladero

Zoom en los fideúa de este restaurante español
Zoom en los fideúa de este restaurante español Crédito: Rodrigo Ruiz Ciancia
Así como los italianos aman con pasión los spaghetti, en la vecina España los fideos suelen estar ausentes en su reconocida tradición culinaria. Pero siempre hay una excepción a la regla; y en este caso, esa excepción es la fideúa, una versión del conocido arroz con mariscos, donde el cereal es suplantado por fideos. Hay varios cuentos dando vueltas de cómo nació este plato típico de Gandia -en la comunidad valenciana-, pero lo importante es que esta receta se ganó un merecido lugar en el corazón ibérico. Una opción donde probarla es en El Burladero, el restaurante con alma de bodegón español ubicado en pleno Barrio Norte. Allí, Martin Wologewicz (jefe de cocina) comienza todo con un truco que le asegura una cocción perfecta: primero corta los spaghetti de trigo duro en trozos de unos 4 centímetros, los moja con un poquito de aceite y los pone unos minutos en horno a 180°C para que se tuesten. Mientras, en una paella de hierro hace un sofrito de cebolla, ajíes rojos dulces, ajo y panceta ahumada; agrega chipirones limpios y gambas desvenadas, y flambea todo con coñac. Incorpora los fideos tostados y arvejas frescas, suma mejillones y almejas en sus valvas, y por último, un caldo de pescado. Todo eso va al horno, donde se cocina hasta absorberse todo el líquido. Finalmente, termina el plato un minuto o dos en hornalla, para emular una suerte de socarrat, el fondo crocante tan necesario en toda paella. El resultado es delicioso: mucho sabor a mar, en un plato precioso, pensado para ser compartido al menos por dos personas.
Uriburu 1488

Fusilli con tuco y pesto

Perfectos fusilli al tuco y pesto en Lo de Cholo
Perfectos fusilli al tuco y pesto en Lo de Cholo Crédito: Rodolfo Reich
Lejos de todo circuito gastronómico, Lo de Cholo es un bastión dedicado a la pasta casera. No es casual que esta esquina esté cumpliendo 70 años de vida, como parte del ADN de un barrio en constante transformación. "El lugar era antes una lechería; por esos años, todas las esquinas, desde el Cid Campeador hasta Plaza Irlanda, tenían distintos tipos de bares y bodegones, donde se venía a jugar al billar, al dominó, a las cartas. Mi papá compró este local, y con los años fuimos cambiando la propuesta, adaptándonos al barrio", cuenta Claudio Jalil, siempre presente. Claudio estudió y trabajó con el Gato Dumas, y en Lo de Cholo ofrece una cocina simple pero con toques bien personales, como su salmón con salsa de rosa mosqueta. La especialidad de la casa, que le dio su fama, son las pastas, con diversidad de rellenos y texturas, trabajando con distintas harinas, jugando con los formatos y las salsas. Hay para elegir: desde ravioles de verdura y seso con una salsa de tomate hasta tortelli de ricota y eneldo a la parmesana o ravioles de cordero al malbec. Clásicos y conocidos son los fusilli 100% semolín, firmes y sabrosos, servidos con tuco y pesto. Dos salsas que, separadas, son de herencia claramente italiana, pero que unidas son tan porteñas como la birome y el colectivo. El tuco partiendo de ajo dorado, tomate natural y alguna hierba aromática, todo cocinado a fuego bajo por 40 minutos; y un pesto de perejil y albahaca, nueces troceadas generosamente y, a pedido, ajo y también un chorrito de vino tinto. Todo mezclado, sobre la pasta recién salida de la olla terminada en sartén con un poco de manteca y oliva, con buen queso rallado grueso a disposición. Una panzada de argentinidad.
Av. Gaona 1699

Clarín - Gastronomía - Es comida mexicana, y está en Texas, pero no le digan tex-mex

Es comida mexicana, y está en Texas, pero no le digan tex-mex

Un libro reconstruye la historia de la comida mexicana en el sur de Texas.


HOUSTON — El Segundo Barrio de esta ciudad está lleno de tentaciones para Adán Medrano, un escritor y cocinero.
El barrio mexicano-estadounidense es hogar de las tortillas perfectamente suaves del Doña María Mexican Cafe, hechas a mano –de maíz o de harina– y listas para enrollarse alrededor de huevos con las hebras de carne seca, o machacado. Tiene tamales en el Original Alamo Tamales, con hojas ennegrecidas y bordes caramelizados de masa y carne. Y está la Taquería Chabelita, donde la dueña, Isabel Henríquez Hernández, hace frijoles pintos cuya ahumada intensidad no proviene de la manteca de cerdo, sino de un dorado lento en una sartén caliente.
Adán Medrano distingue la comida mexicana de Texas de su derivado culinario, el tex-mex. Foto: John Taggart for The New York Times.
Adán Medrano distingue la comida mexicana de Texas de su derivado culinario, el tex-mex. Foto: John Taggart for The New York Times.
Para Medrano, que creció en San Antonio y tiene generaciones de parientes en ambos lados del río Bravo, todo esto es su herencia culinaria.
Pero, dijo, no hay que llamarla Tex-Mex. Prefiere describirla como ‘mexicana de Texas’.
La cocina mexicana de Texas es nativa del sur de Texas, de acuerdo con Medrano, que tiene 71 años y cuyo segundo libro de cocina “Don’t Count the Tortillas: The Art of Texas Mexican Cooking” saldrá publicado en junio.
No lo malinterpreten: la Tex-Mex es una cocina que debe respetarse y celebrarse, dijo. Es sólo que los básicos Tex-Mex como los combos de fajitas bañadas en queso no son un recuerdo de casa para aquellos cuyas raíces texanas se remontan 12.000 años.
“Esa no es nuestra comida”, dijo Medrano. “Nosotros no comemos así”.
Son platos como pollo con elote y calabacita, sopa de fideo con tomate y los camarones del golfo y nopales guisados en una mezcla de chiles secos rojos. Es el sencillo picadillo de carne de vaca o la carne guisada con papas, ambos sazonados discretamente con una pasta de pimienta gorda, ajo y comino.
Juan Hernández, de Doña María Mexican Café, describe esta comida como “cocina hecha por mamá” —y la mamá en su caso es Anna Hernández, su esposa. Juan Hernández jamás llamaría Tex-Mex a la comida que ella prepara. De hecho, inspiró la Tex-Mex.
Eso empezó a principios del siglo XX, cuando la comida méxico-estadounidense fue adaptada en restaurantes operados “por anglos para anglos”, dijo Medrano. En los años 70, los escritores gastronómicos empezaron a referirse a ella como “Tex-Mex”: frijoles refritos tersos; carne con chile preparado a base de especias en polvo y caldo, en lugar de la carne con chile seco entero; fajitas hechas de cualquier corte en lugar de la falda de vaca que le dio al plato su nombre y queso extra bañándolo todo.
La idea de diferenciar la comida ‘mexicana de Texas’ de la Tex-Mex se le ocurrió a Medrano después de inscribirse en el Culinary Institute of America en San Antonio en 2010. Gracias a las clases tuvo una revelación: su cocina no sólo necesitaba un paladín, sino un nombre.
Su investigación inicial sobre la historia de esta gastronomía se convirtió en su primer libro de recetas, “Truly Texas Mexican: A Native Culinary Heritage in Recipes”, publicado en 2014.
Hasta que terminó la guerra de 1848 entre México y Estados Unidos, la mayor parte del sur de Texas era parte de México y durante siglos había sido parte del virreinato de la Nueva España. En opinión de Medrano, el corazón de la cultura mexicana en Texas incluye el sur de Texas, pero también los Estados norteños mexicanos de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.
Podrán estar del otro lado del río Bravo, pero comparten la misma tierra, que incluye árboles de mezquite y nogales, matorrales de yuca y nopales y alimentos básicos como calabazas, frijoles, papas, chiles, maíz y mariscos del Golfo de México.
Mario Montaño, antropólogo en el Colorado College, que se especializa en la comida de la frontera, describe la cocina de esta zona como una mezcla de influencias del comercio, colonización y migración de Europa, el Medio Oriente y África, así como de los mexicanos del sur que emigraron al norte.
Y, sin embargo, la comida mexicana de Texas tiene sus raíces en los grupos nómadas indígenas que habitaron en ambos lados del río siglos antes de que llegaran los españoles. Muchos de esos pueblos, ahora conocidos de manera colectiva como la Nación Tap Pilam Coahuilteca, se mudaron a las misiones católicas fundadas en San Antonio en el siglo XVIII.
Ahí fue donde empezó a tomar forma la comida mexicana de Texas, dijo Ramón Vásquez, miembro de la Nación Tap Pilam Coahuilteca.
Lo que había aquí “engendró” lo que los texanos comen hoy en día, dijo Vásquez.