jueves, 5 de julio de 2018

La Nación - Lugares - 10 carniceros porteños te cuentan la verdad de la milanesa

10 carniceros porteños te cuentan la verdad de la milanesa

En la publicación de "Carniceros de oficio" (Ed. Catapulta), el fotógrafo Eduardo Torres y el antropólogo Pablo Torres, rastrearon a lo largo de varios años, entre medias reses y mesadas, los vericuetos y anécdotas de quienes se han consagrado a esta dura faena. Seleccionaron 15 carnicerías y a sus carniceros, contaron sus historias, deteniendo su lente y su mirada en detalles que son tan cotidianos para los porteños que apenas reparamos en ellos: sus tablas, sus manos, sus cuchillos, los mostradores, las estampitas, la sierra, la balanza. "La idea es que quede un registro de algo que se va modificando. Hay viejas carnicerías que dejan de existir, o incluso el mobiliario, las mesadas, las heladeras, son cosas que tal vez se vayan perdiendo. Dejar testimonio de eso nos parece valioso", asegura el autor.
"Carniceros de oficio", publicado por Ediciones Catapulta.
"Carniceros de oficio", publicado por Ediciones Catapulta. Crédito: Eduardo Torres
El libro se completa con recetas de varios conocidos chefs que seleccionan un corte no tradicional (chiquizuela, seso, riñón, hígado, mondongo, rabo o lengua) y aportan su receta. Aquí, una decena de carniceros y su recomendación acerca de cuál es el mejor corte para milanesas.

1) Héctor García

25 de Mayo, Burzaco.

Héctor García, el carnicero de 25 de Mayo, en Burzaco
Héctor García, el carnicero de 25 de Mayo, en Burzaco Crédito: Eduardo Torres
Es de Burzaco, al sur del Gran Buenos Aires, y empezó a manejar cuchillo y sierra a los 18, ni bien terminó el industrial. Aprendió todo de su suegro y heredó el negocio cuando el hombre falleció. De todas maneras, sigue siendo un emprendimiento familiar donde trabajan su hija, sus sobrinos y su mujer. No tiene problemas en compartir el mostrador, pero el desposte se lo reserva para él. No está exento de cicatrices, pero aclara que los cortes son más por distracciones que por impericia.
Es importante que la sierra eléctrica esté de espaldas al público, para no caer en la tentación de desviar los ojos
Héctor García
Las milanesas. DE NALGA "Es el corte que más me gusta del animal, por su belleza exterior, su textura interna y porque no tiene grasa".
25 de Mayo 222, Burzaco. T: 4238-3076.

2) Horacio Marcelo Heit

La Granjita de Honduras, Palermo

Horacio Marcelo Heit, de La Granjita de Honduras, toda una vida en Palermo
Horacio Marcelo Heit, de La Granjita de Honduras, toda una vida en Palermo Crédito: Eduardo Torres
Nació en 1955 en Crespo, un pueblo de Entre Ríos, con mayoría de descendientes de alemanes. Pasó su infancia en el campo, carneando vacas y chanchos. A los 19 llegó a Buenos Aires para asentarse y poner su carnicería en el barrio de Palermo. En los comienzos, se pulió observando a un hombre que le hacía el desposte y algunos cortes. Trabajaba catorce horas por día en la época en que se vendía mucho más que ahora y en Palermo, todos se conocían con todos. El barrio ha cambiado, y con él, la gente y sus hábitos de consumo. Se vende menos, pero el trabajo que los nuevos clientes ya no hacen en sus casas, le toca hacerlo a él: los pollos deshuesados, la carne hiperdesgrasada y las milanesas rebozadas.
A diferencia de algunos -o de muchos- cuando me piden un corte, primero le saco la grasa y recién después lo peso
Horacio Heit
Las milanesas. DE BOLA DE LOMO; PICAÑA O, MEJOR AÚN, LAS DE CUADRIL. "Son milanesas extraordinarias".
Honduras 5883, Palermo. T: 4777-6144.

3) Jorge Obeid y José "Pepe" Hosmilde Mancini

El Alba, Villa del Parque

Jorge Obeid y Pepe Mancini, dos amigos a cargo de El Alba, en Villa del Parque
Jorge Obeid y Pepe Mancini, dos amigos a cargo de El Alba, en Villa del Parque Crédito: Eduardo Torres
Se conocieron hace algo más de 15 años. Cada uno ya tenía su camino trazado. Jorge desde los 8 andaba en la calle junto a su padre vendiendo frutas, más tarde entró en un mercado municipal que le dio los conocimientos básicos del oficio. Intentó poner su propia carnicería, pero algo falló y tuvo que desandar una seguidilla variopinta de negocios. Finalmente dio con el socio indicado -un tal Fernández- y en 1983 abrió El Alba en Villa del Parque.
Pepe, por su parte, desde los 16 se animó al desposte y al despacho sin demasiada experiencia. Desconocer el oficio tenía sus contras: con la primera media res perdió plata. A lo largo de los años tuvo una serie de carnicerías, siempre en la zona de San Martín, Vicente López y Olivos. Intentó suerte en Trelew, pero nada. Volvió a un mercado municipal de calle Nogoyá y, una mañana, camino al trabajo, se detuvo en la vidriera de El Alba para mirar a Jorge trabajar. Un amigo en común los conectó y Pepe volvió a su hábitat.
Las milanesas. DE BOLA DE LOMO. "Tiene más sabor, otra textura".
Cuenca 3274, Villa del Parque. T: 4502-4840.

4) Roberto Neira

Roberto, Olivos

Roberto Antonio Neira, en su carnicería Roberto, sobre la calle Roberto, de Olivos
Roberto Antonio Neira, en su carnicería Roberto, sobre la calle Roberto, de Olivos Crédito: Eduardo Torres
Su padre fue carbonero, pero el consumo masivo del kerosene conspiró contra la economía familiar. La casa era grande, y la espaciosa sala principal daba a la calle, lo que les ofrecía la oportunidad de alquilarla como local. Fue salón de baile, boxing club, sastrería y carnicería. El padre vio la veta y aprendió del carnicero inquilino. Un día compraron el fondo de comercio y la carnicería se transformó en el nuevo negocio familiar. Roberto tenía 20 años. Hoy tiene 80 y sigue allí junto a su hijo Claudio que ya internalizó cada detalle de un oficio que requiere del domino de todo lo que se ve (la maestría en la ejecución de los cortes, la manera de presentarlos, la calidad que se elige para poner sobre el mostrador) y de lo que no se ve (el trabajo en la cámara, la limpieza de las máquinas, pisos y cuchillos).
Las milanesas. DE BOLA DE LOMO. "Ni la nalga, ni la cuadrada son tan sabrosas".
Av. Malaver 1990, Olivos. T: 4791-9432.

5) Ernesto Orellano

El Rosarino, Belgrano

Ernesto Orellano, un riojano a cargo de El Rosarino, en el Mercado de Juramento
Ernesto Orellano, un riojano a cargo de El Rosarino, en el Mercado de Juramento Crédito: Eduardo Torres
Llegó a los ocho años con su madre desde La Rioja. Vivían bajo un árbol en una de las tantas veredas de Figueroa Alcorta. Entre changa y changa apenas juntaban como para comer salteado. A los 13 años conoció al Rosarino, quien comandaba la carnicería homónima, y lo tomó para repartir pedidos en bici. Ese hombre riguroso y exigente lo dejó hacer lo primero que necesita un carnicero para aprender: mirar. De la calle pasaron a la villa del bajo Belgrano, pero las urgencias mundialistas de la dictadura barrieron con la villa. Al morir el Rosarino -y como en el mercado el puesto siempre es heredado por el trabajador más antiguo- Ernesto se puso al frente de la carnicería. Podría haberle puesto Lo de Orellano, El Riojano o El Negro, pero sencillo y agradecido, accedió al pedido de la viuda de no cambiarle el nombre. Si algún conocedor se pone a nombrar carniceros famosos, Ernesto estará entre esos nombres, y si alguien le pregunta por él, no dudará en resaltar la calidad de artesano de Ernesto, su preocupación estética por la terminación y presentación de la carne.
En El Rosarino la gente se lleva lo que quiere, no lo que quiere el carnicero""
Ernesto Orellano
Las milanesas. DE BOLA DE LOMO. "Es lo más sabroso. La gente no las quiere porque se abre, pero acá las recortamos de abajo y quedan enteritas".
Mercado de Juramento (Loc. 14 y 15), Juramento 2527, Belgrano. T: 4782-7843.

6) Alfonso y Gerardo Tomsin

Ambiórix, Florida Este.

Alfonso y Gerardo Tomsin, padre e hijo al frente de Ambiórix
Alfonso y Gerardo Tomsin, padre e hijo al frente de Ambiórix Crédito: Eduardo Torres
Francisco Tomsin, su mujer Ivonne y su hijo Alfonso llegaron a la Argentina desde Bélgica en los años 50, temerosos de que la guerra de Corea terminara iniciando una tercera guerra mundial. Ya habían tenido más que suficiente con las anteriores. Francisco era carnicero diplomado e inmediatamente emprendió su negocio en Munro. Alfonso, venía con título en mecánica dental, pero la dificultad de homologarlo lo empujó al mostrador.En los 80, ya sin su padre, pero con su hijo Gerardo como fiel ladero, Alfonso mudó el negocio a Florida, donde decidieron bautizarlo Ambiórix, en homenaje a un guerrero belga que fue eternizado en Astérix y que habla de origen, orgullo y fortaleza. Hoy es Gerardo el encargado de mantener la tradición familiar, pero también le gusta innovar: chorizos de carne de caza, morcillas con chocolate, charcutería para celíacos son algunas de las creaciones que han surgido del intercambio de ideas con clientes y amigos.
Las milanesas. DE BOLA DE LOMO. "Las más tiernas".
Agustín Álvarez 2402, Florida Este. T: 4718-2721.

7) Sebastián, Gonzalo y Alejandro Díaz

Sebi-Zalo, Temperley

Sebastián, Gonzalo y Alejandro Díaz, tres hermanos al frente de Sebi-Zalo, en Temperley
Sebastián, Gonzalo y Alejandro Díaz, tres hermanos al frente de Sebi-Zalo, en Temperley Crédito: Eduardo Torres
Sebastián, Gonzalo y Alejandro son los hermanos Díaz, y se fueron apostando detrás del mostrador en distintos momentos. A los dos mayores, el oficio se los enseñó Díaz padre, que ejercía como carnicero desde los 16. Durante 30 años, estuvo al frente de La Esperanza, y poco antes de morir abrió la actual Sebi-Zalo, a modo de homenaje y temprano legado para sus hijos. Luego se sumaría el más chico, Alejandro, que aprendió a manejar el cuchillo con sus hermanos mayores, pero lo que mejor domina son los mostradores. Lo de él es despachar. Quizás por ser el más joven sigue de cerca las nuevas tendencias de consumo como los cortes con menos grasa y, en lo posible, sin hueso.
Una de las verdaderas razones del éxito de esta carnicería es que cualquiera tiene la plena seguridad de que puede caer un domingo al mediodía, de apuro, y salvar el asado.
Sebastián Díaz
Las milanesas. DE NALGA. "No se desarman"
Dorrego 854, Temperley. T: 4292-5572.

8) Héctor Villarreal

El Emporio, Floresta

Héctor Villarreal hizo de su carnicería un lugar de amigos
Héctor Villarreal hizo de su carnicería un lugar de amigos Crédito: Eduardo Torres
El oficio se lo enseñaron su suegro, y su tío, viejos carniceros, de esos de serrucho en vez de sierra eléctrica. Lo aprendió de ellos y lo aprendió al revés: primero fue al mostrador a enfrentarse con la clientela y luego al desposte. Su forma de despostar también es particular. Lo hace sobre una mesa en vez de hacerlo con la media res colgada. Así le enseñaron y así lo hace. Su tío se retiró, su suegro falleció y ahora anda solo y sin heredero, con treinta y pico de años de carnicero sobre la espalda.
El Emporio es una carnicería de amigos más que de clientes. Entran, compran, todo hace parecer que son clientes, pero una charla de fútbol, un abrazo y un mate, lo distinguen. Héctor clasifica los cortes de verano (milanesa, bife, asado, vacío) y los de invierno (osobuco, falda, espinazo). Dice: "La carne no es dos más dos, cuatro. Por eso, en contratemporada hay que tener la habilidad para hacer que dos más dos sea cuatro y lograr vender osobuco en verano".
Las milanesas. DE BOLA DE LOMO: "Yo te lo digo por el gusto de la carne, muy rica, pero las tres (bola de lomo, nalga, cuadrada) son tiernas".
Bahía Blanca 1202, Floresta. T: 4566-1568.

9) Ariel Argomaniz y Mariano Cafarelli

Amics, Palermo

Ariel Argomaniz y Mariano Cafarelli, amigos desde chicos, ahora comparten Amics, su carnicería palermitana
Ariel Argomaniz y Mariano Cafarelli, amigos desde chicos, ahora comparten Amics, su carnicería palermitana Crédito: Eduardo Torres
Ariel y Mariano se conocieron de chicos, y se reencontraron ya adultos en Barcelona convertidos en chef y publicista, respectivamente. Nada hacía suponer que años después compartirían la pasión por un nuevo oficio, el de carnicero. Las ganas de volver a la Argentina, cierto vínculo colateral con los cerdos y los embutidos los volvieron a juntar con un propósito común. Investigaron sobre productores, carnes, pasturas, mercado y demanda. Tenían todo claro, menos el oficio. Contrataron a un carnicero que les enseñó los secretos del desposte (separar la carne del hueso y la grasa para preparar los diferentes cortes) y, en 2013, abrieron Amics (amigos, en catalán).Tienen el objetivo de promocionar los cortes olvidados, de manera que en su carnicería se pueden encontrar todos los que ofrecen media res vacuna o porcina.
Todo cliente que atesore alguna receta de chorizo u otro embutido, ya sea propia o de sus abuelos, puede confiársela a Ariel para que se la prepare.
Mariano Cafarelli
Las milanesas. DE NALGA. "Bien gruesas, como si fueran un churrasquito".
Santa Fe 5202, Palermo. T: 4775-7776.

10) Julio López

(ex Fénix)

Julio López, cuando todavía estaba en Fénix
Julio López, cuando todavía estaba en Fénix Crédito: Eduardo Torres
Julio López llegó de chiquito con su mamá y alguno de sus diez hermanos desde Concordia, Entre Ríos. A los 13 años ya había dejado el colegio y solía deambular por el mercado Spinetto porque su cuñado era carnicero con puesto propio. Un día, una urgencia lo dejó solo frente al mostrador, y se hizo carnicero en un día. No conocía los cortes, no sabía deshuesar un bife, ni pesar la carne o hacer las cuentas. Pero la fila de compradores no le permitió poner excusas y empezó a vender. Tuvo suerte, y la clientela lo ayudó: "eso es un lomo, cortalo para churrasco así de grueso, ponelo en la balanza, marcá el precio del kilo, tomá cambio". Su cuñado regresó y constató la suerte del principiante. Lo tomó de empleado y le enseñó a ser, más que a parecer.
Un año después el mercado cerró y Julio transitó todos los caminos posibles, de empleado a carnicero independiente ida y vuelta varias veces. "Fénix" fue su último negocio, en el barrio de Núñez. Muy particular era este local que recibió el nombre por la faceta budista de su dueño. En efecto, Julio es budista y carnicero, y mientras perteneció a una organización budista, su misión era guiar a las personas, cuidarlas, y a quienes llevan adelante esa tarea se los conoce con el nombre de Fénix. Fénix cerró sus puertas. Julio ahora trabaja en el barrio de Saavedra.
Las milanesas. DE CUADRADA "La cuadrada no tiene tanta grasa, es más fácil de comer y de preparar. La de bola de lomo es rica, pero se abre toda de abajo y la nalga da una milanesa muy grande y tenés que andar cortándola al medio".
Carnicería Santy, Zapiola 4499, Saavedra. T: 4702-1281.
Link a la nota: https://www.lanacion.com.ar/2148837-10-carniceros-portenos-te-cuentan-la-verdad-de-la-milanesa

Planeta Joy - Comer - Dos restaurantes para comer platos de invierno en familia

Dos restaurantes para comer platos de invierno en familia

El frío pide platos calóricos y repletos de sabor, te contamos dónde podés encontrarlos.
Uno de los placeres del invierno son los plantos humeantes, suculentos y repletos de sabor. Guisos, pastas, pucheros, fondos, comidas que remiten a la mesa familiar, pero a falta de la abuela que los cocine, se los puede disfrutar en un restaurant que siga esa impronta. Aquí nuestros dos recomendados:
Raíces
Emplazado en una esquina de Saavedra, Raíces es uno de esos restaurantes que se mantienen en el tiempo porque se come muy bien -sabroso y abundante- y a precios amigables. 
Cuando el frío aprieta, ponen en carta platos de estación, los cuales están disponibles del 1 de mayo al 30 de agosto. Este año ofrecen guiso de lentejas, locro, fricassé, polenta con ragout de cordero, puchero, polenta con ragout de portobellos a los 4 quesos, ravioles de seso en salsa de morrones ahumados, empanadas con osobuco braseado y sopa tricolor de remolacha, espinaca y calabaza.
Estas opciones se suman a otros clásicos de tinte invernal como los risottos y las pastas; imperdibles los sorrentinos del chef, que vienen en masa de pesto y están rellenos de pollo, panceta ahumada, muzarela y cebolla salteada sobre salsa de champignones, polvos de hongos de pino, panceta, crema y ciboulette, coronado con huevo poché; y los panzotti de humita cebolla salteada sobre salsa de champignones, polvos de hongos de pino, panceta, crema y ciboulette, coronado con huevo poché.
Un clásico de la casa es el pastel de carne, que hasta tiene seguidores que siempre lo piden. Para prepararlo se usan “carnes con grasa porque son más sabrosas, ya que las grasas transportan sabores. ¿Qué pasa cuando uno deja una manteca destapada en la heladera? Al untarla tiene gusto a todo menos a manteca”, gráfica con claridad su chef, Fernanda Tabares.
Además, pican la carne -en lugar de cortarla a cuchillo- porque es más gustosa.
 
Más información:
Av. Crisólogo Larralde 3995, Saavedra.

Jacarandá
Con 9 años de vida, este restaurant ya es un clásico de Caballito. Acá también rige la premisa de ofrecer platos contundentes, sabrosos y accesibles al bolsillo.
Este invierno hay especiales como los sorrentinos de osobuco y el osobuco braseado a las 7 horas en Malbec.
Un plato de tinte invernal que, a pedido de los comensales, sobrevive todo el año es el cordero de los mil sabores. Lo hacen con el gigot, es decir el cuarto trasero del animal. Se lo cocina al horno en su propio jugo durante más de cinco horas y luego se lo saltea con vino blanco. La pieza llega deshuesada y deshilachada, ya que de esa forma la carne puede absorber todos los jugos.
Otras opciones que suben la temperatura son el pastel de pollo norteño (con puré de papas, humita y muzarela) y la cazuela de mariscos.
 
 Más información:
Av. del Barco Centenera 383, Caballito.


Link a la nota: https://www.planetajoy.com/?Dos_restaurantes_para_comer_platos_de_invierno_en_familia&page=ampliada&id=10305

La Nación - Lifestyle - 5 casas de pastas muy tradicionales de Caballito, Belgrano, Flores, San Telmo y Barracas

5 casas de pastas muy tradicionales de Caballito, Belgrano, Flores, San Telmo y Barracas

Sin conservantes y con hasta cien años de historia, son visitadas de generación en generación; sus especialidades y secretos acá
Cada barrio tiene su fábrica de pastas tradicional , esa que los vecinos no cambian por ninguna. Algunas ya cumplieron más de más de cien años y a pesar del paso del tiempo se mantienen intactas. ¿El secreto ? Elaboración artesanal, materias primas de calidad y recetas familiares que van pasando de generación en generación. Ravioles que se rellenan a mano uno por uno, fideos al puro huevo o fusilli al fierrito a los que se les da su forma distintiva con una aguja de tejer como los preparaban las abuelas. Las fábricas de pastas frescas son parte del ADN de los argentinos y en todos los barrios hay una preferida para el ritual de los domingos.

La Torinesa en Flores

Los ñoquis de La Torinesa. Facebook
Los ñoquis de La Torinesa. Facebook
La Torinesa es una de las fábricas de pastas artesanales más tradicionales de Flores. Está en el barrio desde 1910 y aún conserva los mismos mostradores, mármoles y decoración de aquella época. En la vidriera podés encontrar desde un palo de amasar antiguo, una trituradora de tomate con más de 70 años, tablas de corte y hasta botellas de leche "La Vascongada". La tradición la comenzó un inmigrante italiano en honor a su esposa que era de Turín y en 1948 se la vendió a Rafael Francisco y Pedro Zambrino, dos hermanos que no tenían experiencia en el rubro, (uno era tapicero y el otro vendía telas), quienes aprendieron los gajes del oficio. Aún continúan con las mismas recetas de ravioles, tallarines, panzottis y sorrentinos. "Además de los clásicos ravioles, una de las especialidades de la casa son los Riggatones, unos fideos rellenos con ricota, verdura, jamón y queso.
"Uno de los secretos para mantenernos en el tiempo es la calidad de las materias primas. Somos muy exigentes con el producto y estamos en todos los detalles. No utilizamos conservantes ya que como su nombre lo indica, la pasta fresca es para consumirse en el día. La masa la preparamos con harina, semolín, huevo y agua", reconoce Rafael Zambrino, hijo de Rafael Francisco, quien comenzó a trabajar en el emprendimiento familiar a los veinticinco años. Para la pasta rellena Zambrino aconseja no pedir salsas cargadas: "Lo ideal es la fileto hecha con tomate natural o la salsa rosa; y para los tallarines al huevo es preferible pesto o una Scarparo". Otra de las claves es el queso, él reconoce que "lo mejor es rallar el parmesano o reggianito en el momento de servir la pasta". A La Torinesa concurren figuras del espectáculo, el deporte y la política. Durante años se formaron largas filas en la puerta para obtener las afamadas cajas de ravioles. "Los domingos el argentino tiene el ritual de las pastas y cuando hace frío no las cambian por nada", concluye Zambrino.

IERI en Belgrano

Eugenio López tenía tan solo ocho años cuando zarpó en barco desde España hacia el puerto de Buenos Aires. Lejos quedó su tierra natal Santiago de Compostela, pero junto a su familia comenzó a buscar nuevos horizontes. Primero abrieron una fiambrería, luego una panadería y en 1951 junto a su esposa Doña Irma Elsa de Grillo, de descendientes italianos, inauguraron en pleno barrio de Caballito una de las primeras fábricas de pastas frescas de Argentina. Al poco tiempo, empezaron a hacerse conocidos en el barrio y en 1971 decidieron trasladarse a Villa Lugano a un local más amplio. En el fondo armaron su casa y adelante la fábrica de pastas. "Nuestra Señora del Rosario", se convirtió en un clásico y fueron pioneros en la elaboración de pasta casera a la vista. Eugenio además de administrar las cuentas se encargaba de toda la producción. Era fanático de los capeletis y hasta en una oportunidad, por prepararlos con la mayor rapidez y destreza, se consagró campeón en un torneo de pastas. Irma preparaba las salsas caseras y las confituras. Tenía gran habilidad para la cocina, su abuela italiana le había enseñado la mayoría de las recetas y las perfeccionó con el libro de Doña Petrona. La scarparo era su especialidad y en invierno conquistaba corazones con un estofado con osobuco. Para terminar el clásico ritual de los ravioles, ella recomendaba el postre: una torta casera de ricota que le salía como los dioses.
Capelettis de Ieri. Facebook
Capelettis de Ieri. Facebook
La tradición de la pasta casera se quedó en la familia. Su único hijo Omar, también era un apasionado y en el 2004 abrieron su segunda fábrica de pastas IERI, en pleno Belgrano. IERI, significa "ayer" en italiano y no es un nombre puesto al azar. "Las pastas que elaboramos son como se hacían antes, todo casero y a mano. Utilizamos el palo de amasar y los ravioles se rellenan uno por uno en el molde. Las recetas se fueron pasando de generación en generación y las respetamos a rajatabla. Tenemos pasión por cada detalle", dice Santiago López Elías, nieto de Eugenio, quien actualmente trabaja en ambas fábricas de pastas. La especialidad de la casa son los fusillis al fierrito, que se terminan a mano con una aguja de tejer. Una mención aparte, merecen los mini sorrentinos, una creación que lleva su tiempo de producción porque se preparan a mano uno por uno. Las salsas que más salen son las clásicas: el tuco casero con puro tomate natural, el pesto con oliva, albahaca, nuez, ajo y parmesano y también la napolitana con tuco con morrón y ajo. A Santiago su abuelo le enseñó la magia de la pasta casera y la pasión por el trabajo. "Él tenía la costumbre de abrir el 25 de diciembre y el 1 de enero y por supuesto continuamos con la tradición. Todo lo hacemos con la misma dedicación y somos muy cuidadosos con la materia prima", explica López Elías. En Lugano y en Belgrano, las pastas de Eugenio son tan clásicas como los ravioles con tuco de los domingos.

Bologna en Barracas

Todas coinciden en que las pastas rellenas tienen que ir con salsas clásicas para no invadir el sabor
Todas coinciden en que las pastas rellenas tienen que ir con salsas clásicas para no invadir el sabor Crédito: Shutterstock
Todos los domingos sobre la Av. Regimiento de Patricios 1855 en Barracas se vive a pleno el ritual de las pastas. Todos quieren conseguir la plancha de ravioles con un sabor particular: pavita, borraja y nuez, que se ha ganado la fama con el correr de los años. "Ravioles de borraja como los de Bologna no conseguís en ningún lado. En enero siempre cierran todo el mes y como soy precavido compro varias cajas para guardar en el freezer", dice Lucio, un cliente que hace años se viene desde Flores para comprar el manjar. Bologna abrió sus puertas el 11 de noviembre de 1956, sus fundadores fueron Aristides Lisa, Alfredo L. Palacios y la reconocida actriz de cine, teatro y televisión Myriam de Urquijo, desde entonces mantiene su tradición. El éxito radica en la calidad de las materias primas y los productos frescos. El local es un viaje en el tiempo: mantiene las mismas máquinas, cartelería y fotos de época. Es que jamás se le realizó ninguna reforma. "La gente nos sigue desde muy lejos, muchos se vienen desde Zona Norte a buscar las pastas y hasta algunos hacen más de 70 kilómetros. Tenemos una fórmula diferente para la preparación de las pastas y no utilizamos conservantes ni colorantes. La masa de los ravioles es 90% de huevos de campo, algo que le aporta ese color anaranjado, y la hacemos más finita para que se sienta más el sabor del relleno. Los ravioles que despiertan fanatismo son los de borraja, una hierba silvestre que es muy utilizada en España e Italia para las tortillas y los omelettes. Hay también fideos yemitas, al puro huevo", expresa Claudio Abalo, encargado de la fábrica de pastas.
También preparan ravioles más clásicos como los de ricota y parmesano, pollo y verdura o espinaca y parmesano. Así como capelletis, sorrentinos y panzottis, "Mucho entran, se sacan fotos y me dicen: "acá venía a comprar las pastas con mi abuelo. También vienen padres junto a sus hijos y quieren inculcarle las mismas tradiciones. La fábrica de pastas tiene ese lado sentimental y de pertenencia que a la gente le encanta. La clientela está muy fidelizada y no nos cambian por ninguna", dice Abalo, entre risas. Para salsear los ravioles de borraja, nada mejor que el fileto casero. La idea es que sean salsas suaves para no tapar el sabor particular de los ravioles.

La Leonesa en San Telmo

Frente al Mercado de San Telmo se encuentra una de las fábricas de pastas más tradicionales del barrio. Pedro Pose García, llegó a Buenos Aires desde Lage, un municipio español situado en la provincia de La Coruña, en Galicia y aprendió a amasar pastas junto a su tío quien desde hace años estaba en el rubro. Luego comenzó a soñar con la idea del negocio propio y abrió una pequeña fábrica de pastas en un local a la calle en el Mercado de San Telmo. Con el correr de los años sus pastas se hicieron conocidas y en 1962 decidió mudar su local junto enfrente del original. Desde hace más de cincuenta años que en La Leonesa conservan las recetas originales. La fórmula para mantenerse en el tiempo es sencilla: materia prima de calidad y productos naturales sin conservantes. "Me crié en la fábrica de pastas, entre masas, rellenos y salsas. Al principio venía como un juego. Me gustaba mirar cómo se preparaba todo y con los años junto a mis hermanos comenzamos a involucrarnos en el negocio familiar", dice a LA NACIÓN, Norberto Pose, hijo de Pedro. La base de la masa de las pastas está hecha con harina, semolín, huevo y agua. "En los últimos años, se está volviendo a la tendencia de lo artesanal. Nosotros no desviamos el negocio y tenemos la vieja estructura de ofrecer solo pastas, sin productos de rotisería. La idea es no perder la esencia del negocio que fundó nuestro padre. Todos los días se preparan productos frescos", agrega Pose. Además de los clásicos ravioles de pollo y verdura o ricota, tallarines y ñoquis, incursionaron con sabores de pato y cordero.

La Matildita en Caballito

La fachada de La Matildita. Facebook
La fachada de La Matildita. Facebook
Las pastas frescas de La Matildita son un clásico de Caballito. La fábrica es una de las más tradicionales del barrio y los domingos todos los vecinos van en busca de los ravioles caseros. La historia comenzó en 1940, pero en 1959 Emilio Veleiro, un gallego que llegó a Buenos Aires desde Orense, en Galicia, decidió hacerse cargo del negocio junto a su mujer. Desde entonces se mantienen las mismas recetas y la calidad en las materias primas. "Lo fundamental para que una pasta sea fresca es que no se utilicen conservantes, aditivos ni saborizantes. Nosotros continuamos trabajando a la antigua con verdura fresca, carne y pollo. Y sin ningún tipo de producto químico. Así, se logra una pasta con su sabor particular que marca la diferencia", explica Gustavo Fernández, dueño de La Matildita, quien comenzó a trabajar en la fábrica de su suegro a los veinticinco años. Según explica Fernández el gusto del consumidor varió en los últimos años: "actualmente los fideos más vendidos son los fusiles mientras que durante mucho tiempo la delantera la llevaban los finitos". Los ravioles más solicitados son los de pollo, carne y espinaca, pero no se quedan atrás los raviolones llamados "supercaseritos" de ricota, jamón y provolone. En cuanto a las salsas: tuco tradicional, pesto y scarparo. "Las pastas de La Matildita son como las de antes, bien caseras y sabrosas", concluye Fernández.
Link a la nota: https://www.lanacion.com.ar/2150195-5-casas-de-pastas-muy-tradicionales-de-caballito-belgrano-flores-san-telmo-y-barracas