viernes, 5 de enero de 2018

Clarín - Cultura - Secretos de esas comidas que nos hacen argentinos

Secretos de esas comidas que nos hacen argentinos

El locro sólo está en el folclore y la empanada está en pleno cambio, analiza el autor de "Filosofía Gourmet"
Secretos de esas comidas que nos hacen argentinos
El chori. En la calle precisa determinación y coraje, dice el autor. /Martín Bonetto
Parece que la picada no ha sido inventada al calor de un picnic aquí y ahora sino en tiempos de Homero, siglo VII antes de Cristo. Y que el locro tan tan típicamente argentino no es. Datos como estos aparecen en Filosofía gourmet: apuntes para una gastrosofíarioplatense, un libro de Mariano Carou, que ganó el premio Heterónimos.
“Creo que la identidad de cualquier pueblo se puede analizar en torno a la comida, aun cuando ese pueblo tenga una gastronomía pobre. Cuando la riqueza es tan grande, muestra mucho más la comida que la producción literaria o los bienes culturales "canónicos", por así decirlo, porque tiene más llegada", analiza este licenciado en Letras, nacido en Buenos Aires en 1969. "En todo el país se comen empanadas, de Ushuaia a La Quiaca, pero no en todas partes se escucha la misma música, y sobre todo es difícil encontrar algo tan cotidiano, tan a la mano, como la comida. Que tomemos mate en Mendoza y apenas cruzás a Chile ya casi no se lo tome es un símbolo: Mendoza está más cerca de Santiago que de Buenos Aires, pero hay algo que se ingiere, algo que entra por los 'sentidos inferiores' (gusto, tacto, olfato) que dice mucho más de nosotros que la obra completa de Borges o de Juan L. Ortiz.”
Secretos de esas comidas que nos hacen argentinos
Para todos los gustos. Las empanadas, una pelea regional. Andrés DElia
La escritura de Carou es amena, al punto que el lector comienza a sentir un poco de hambre. En el país existe una cantidad de material sobre el tema: sus autores no son chefs de la alta ni la baja cocina, sino historiadores, periodistas, críticos de cine, sociólogos, antropólogos como Felipe Pigna, Daniel Balmaceda,Víctor Ego Ducrot, Soledad Barruti, Raquel Rosemberg, Mariana Koppmann, Nicolás Artusi, Javier Porta Fouz. Con ellos el lector aprenderá desde cuándo tomó helado por primera vez el General San Martín, cómo no hacer volar la cocina por los aires cuando ponemos algo en el fuego, cómo condimentaba la salsa un jefe de la mafia, cuándo nació el helado de crema del cielo y en qué heladería de Buenos Aires se vendía.
Mariano Carou abordó en su libro los platos tradicionales argentinos desde su origen hasta la actualidad: el asado, el locro, el choripán, las empanadas, las facturas, la pasta, el fernet. La picada, por ejemplo, que no significa una “tabla de fiambres”, sino que es un plato premoderno, según el autor, propio de los tiempos homéricos, donde cada uno aportaba un elemento distinto para comer.
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El vermouth lo tomamos porque pega rápido y pega mal
Mariano Carou
La picada, dice Carou se acompaña con el vermouth. Y cita dos acepciones, el Fernando (creado a fines de los ’80 en la provincia de Córdoba por Milton Fernández) o el Cuba libre -ron con una bebida cola- que nació en la guerra hispano-estadounidense cuando en Cuba se luchaba por la libertad. Escribe el autor: lo tomamos porque pega rápido y porque pega mal: es un trago del romanticismo; los argentinos queremos siempre “atravesar el Aqueronte sin pagar el viaje”.

Secretos de esas comidas que nos hacen argentinos
Locro. Más en las tradiciones que en las mesas.
El locro, a pesar de ser un plato típico de los argentinos, en realidad sólo es típico desde el folclore, porque no está presente en nuestra cotidianeidad. Como sí lo está el choripán, “la avanzada salvaje en la jungla de cemento”, Carou dixit. El “morcipán” al lado suyo es un producto bastardo, y el pancho no tiene consistencia. El autor agrega que “entrarle al choripán callejero” supone una fuerte dosis de identidad y de coraje. El comensal pasa por encima de bromatología al echarle el bocado, y lo convierte así en algo sagrado, a tal punto que aun cuando sí se hacen razzias en pancherías, nadie se atrevería hacerla en los puestos de choripán.

Comerse un asado es la argentinidad misma; el autor narra en qué consistía el rito del asado entre los gauchos, donde la vaca tenía la mayor jerarquía -el cordero y el cerdo vinieron después y eran considerados de menor valía; aun hoy cuando alguien se refiere a “asado” está hablando de carne de vaca-, y las vísceras se echaban a los perros. El texto fundacional de la literatura argentina, El Matadero de Esteban Echeverría, precisamente habla de la faena de la vaca y la desesperación de los humildes negros y mulatos por sus vísceras, que en aquel entonces se descartaban. Recién cuando el asador cambió la estaca de los gauchos por la parrilla horizontal, cuenta Carou, se empezaron a comer entrañas y achuras, o sea, chinchulines, mollejas y riñones. El único aditamento es el chimichurri, y el asador, siempre un hombre, quien marcará así su territorio.
La empanada es un auténtico alimento en cambio: el autor relata desde su introducción al continente por los conquistadores (que la habían copiado de los moros), su devenir lleno de variaciones -con pasas, con huevo, con papa-, que dio origen a las tucumanas, las santiagueñas, las salteñas. Cada paisano defiende las suyas con tal apasionamiento que Carou citó con mucho tino una arenga de Domingo Sarmiento en la que sentenció: “Señores, para hacer valer cada uno la empanada de su predilección hemos hecho caso omiso de la empanada nacional. Esta discusión es un trozo de historia argentina, pues mucha de la sangre que hemos derramado ha sido para defender cada uno su empanada”.
Secretos de esas comidas que nos hacen argentinos
La argentinidad, al asador. Aquí, el campeonato federal, en agosto. /Mario Quinteros
El autor lleva la historia de la empanada hasta el paroxismo del hoy en día: empanadas con los rellenos más insólitos -cebollas caramelizadas, champignones, mostaza dulce-. El ser de la empanada es la sorpresa: el comensal no sabe a priori qué sabor tendrá, cómo se maridará un alimento con el otro; es de alguna manera, un enigma cuyo develamiento puede resultar también muy desagradable. Tal vez por eso en los últimos tiempos se está dando un cambio: muchas casas de empanadas ofrecen ahora las empanadas abiertas, en forma de niditos, canastitos, triangulitos que develan el relleno. El autor se pregunta a qué nos llevará esto: ¿se tratará acaso de una intención de sinceramiento social?
Sobre algunos alimentos y consumos que quedaron fuera del libro Filosofía gourmet, Carou cuenta: “Me quedaron afuera, sobre todo las golosinas, el helado o muchas otras cosas ligadas a la infancia. Por ejemplo: en Europa las golosinas hechas en base a regaliz son el non plus ultra del sabor; acá, lo más parecido son los caramelos Media Hora, que son el epítome del castigo, casi como tragar aceite de ricino. Ahí hay un gesto de resistencia, igual que en la reciente imposición de malvaviscos en los quioscos y los cumpleaños infantiles. Las nuevas generaciones están siendo invadidas por dulces inconsistentes, blandengues y con demasiado colorante. El color está primando por sobre el sabor. Cuando yo era chico, las golosinas eran blancas, marrones, y los colores aparecían sólo en los caramelos y los confites. La forma más osada era la del paragüitas de chocolate. Ahora pareciera que si no comés pseudo caramelos de goma con forma de pizza y sabor a alquitrán no tenés infancia...”
Mariano Carou sabe que el lector no lo olvidará tan pronto después de leerlo, de modo que ya está planeando un próximo libro: “Estoy revisando algunos proyectos de narrativa que quedaron en un cajón, por un lado, y por otro, en la misma tónica de Filosofía Gourmet estoy planeando una antropología literaria: buscar en textos de la narrativa, la poesía, y sobre todo en letras de canciones, rasgos que nos describan.”

Antecedentes
La ruta por la que transita en sus análisis tiene varios precursores a los que se podría revisitar para profundizar el tema. Por ejemplo, La Argentina fermentada: vino alimentación y cultura, de Matías Bruera, un libro de hace diez años con un enfoque diferente: el contraste en nuestro país entre el nivel de pobreza y la afición a la comida gourmet de los que tienen más. O el trabajo de Patricia Aguirre, antropóloga, quien escribió Una historia social de la comida. O el de la santafesina Graciela Audero en S/T Sabores versus tiempo, donde se explayó sobre cómo impactaron en América los alimentos europeos y cómo lo hicieron en Europa, los americanos. Hoy por hoy nos resulta difícil imaginar que el tomate fuera considerado una fruta venenosa, como cuenta Audero, o que la primera manera de servir la papa haya sido en un soufflé dulce.
El noviazgo de comida y ciencia dio en Argentina uno de los libros más vendidos del género: El cocinero científico de Diego Golombek y también de él, uno más “argentino” El parrillero científico.
Link a la nota: https://www.clarin.com/cultura/secretos-comidas-hacen-argentinos_0_S1D--cKQM.html

La Nación - Vida & Ocio - Del garrón de cordero al ojo de bife premium: propuestas y precios del circuito gastronómico de Pinamar

Del garrón de cordero al ojo de bife premium: propuestas y precios del circuito gastronómico de Pinamar

Pasaluca, uno de los lugares para cenar en Pinamar
Pasaluca, uno de los lugares para cenar en Pinamar. Foto: Matías Aimar
Un veterinario y su esposa, un experto en marketing y un empresario retirado hace diez años. Guillermo y Josefina; Walter y Jorge son algunos de los hombres y mujeres que, pasados los 50 apostaron a Pinamar para lanzar sus primeros emprendimientos gastronómicos. El panorama gourmet se amplía cada año en esta ciudad. A continuación, tres nuevas propuestas de parrilla, hamburguesas y cocina de autor para saber cuánto sale comer en Pinamar.

Pasaluca

Jorge Arana tiene 61 años y recién empieza con Pasaluca, una parrilla ubicada en pleno centro cuyo nombre está compuesto por las primeras letras de los de sus hijos, Pablo, Sabrina, Lucas y Carolina. Empresario retirado, pasó los últimos meses ultimando detalles y abrió sus puertas el 15 de diciembre. Desde entonces pasa sus noches -por ahora no abre al mediodía- detrás de la barra ubicada en el centro del salón de paredes blancas y revestimientos en madera oscura.
Jorge Arana, dueño de Pasaluca, uno de los lugares para cenar en Pinamar
Jorge Arana, dueño de Pasaluca, uno de los lugares para cenar en Pinamar. Foto: Matías Aimar
En Pasaluca los platos son simples y de calidad: cortes de carne premium (entre $160 y $220), además de achuras y guarniciones ($80-1$20); pizza a la parrilla ($110- $130), tres entradas ($40- $90) y tres postres ($70- $95). Un dato no menor: no cobran el descorche ( no tienen que pagar extra quienes llevan su vino) y ofrecen agua filtrada sin cargo.
"Encontré el mejor proveedor de carne de la ciudad y la llevo al lugar, pero tengo una adecuada ecuación con los precios, esa es la clave del éxito", dice Arana. Su local funciona en el mismo lugar donde estuvo, durante 20 años, la peluquería Guardia's, que se mudó este año. "Mucha gente, sobre todo mujeres históricas que vienen para acá cada año, se acercan para arreglarse y se encuentran con la parrilla. Se sorprenden y después vuelven a la noche con sus familias para ver lo que hicimos con el lugar", dice Arana entre risas.
Dirección: Simbad El Marino 74.

Fuegos

Sobre avenida Bunge, a dos cuadras del mar, crepitan todas las noches dos fogatas en el interior de sendas estructuras de hierro que parecen estirarse hacia el cielo oscuro. Son parte de la llamativa decoración de Fuegos, un restaurante que abrió este año bajo la conducción de Guillermo y Josefina, esposos, ambos de 63 años. Él es veterinario y tienen campos en Madariaga, pero este año decidieron dar un volantazo e invertir en gastronomía. A fines de diciembre, emocionados, abrieron las puertas de su primer restaurante acompañados por sus cuatro hijos y sus doce nietos.
Fuegos uno de los lugares para cenar en Pinamar
Fuegos uno de los lugares para cenar en Pinamar. Foto: Matías Aimar
Tapas y small plates (entre 210 y 280 pesos); sándwiches ($180- $220), ensaladas ($195- $210), pizzas ($170- $190) y burgers ($170- $195) con una vuelta gourmet son las claves de la carta. Los platos se ofrecen en un salón rectangular con esmerada decoración entre tonos grises, detalles de cobre y cuadros emblemáticos de Klimt y Miró. La comida se sirve en tablas sobre manteles de papel y se ofrece cerveza tirada de las principales marcas.
"Apuntamos a un público exigente y la verdad que nos está yendo muy bien. La gente se acerca porque ve la decoración, que llama mucho la atención por el fuego. Si seguimos así, nuestra idea es ampliar la marca hacia otros horizontes, pensamos en hacer bakery y abrir una parrilla", dice Guillermo a LA NACION con una sonrisa satisfecha frente a una de las mesas altas del local.
Dirección: Av. Bunge 324

Rada Beach

Desde Fuegos, unas cuantas cuadras más en dirección al mar y camino hacia el norte por la costa, en una esquina se levanta Rada Beach. Uno de sus dueños, Walter Zenobi, experto en marketing, decidió lanzarse el año pasado con este proyecto gastronómico propio junto a dos socios. Inauguraron el año pasado y hoy, ya afianzados, se consideran "el parador más cool de la ciudad". El chef y dueño del restaurante, que lleva el mismo nombre del parador, es Pedro Demuru.
Rada uno de los lugares para cenar en Pinamar
Rada uno de los lugares para cenar en Pinamar. Foto: Matías Aimar
Ofrece cocina de autor, preparada con la técnica de envasado al vacío, tanto para el mediodía -en la playa o en las mesitas del deck de madera-; como por la noche, cuando el parador se transforma en un restaurante con luces bajas, música suave y manteles blancos. El garrón de cordero ($390 pesos) y la bondiola ($380) son los platos destacados de la carta nocturna; durante el día, recomiendan las hamburguesas ($225- $250).
Rada uno de los lugares para cenar en Pinamar
Rada uno de los lugares para cenar en Pinamar. Foto: Matías Aimar
"No se encuentra algo como esto en Pinamar, con una cocina tan elevada y una decoración, construcción, y atención como la nuestra, por eso estamos repletos todas las noches. Nuestros clientes nos dicen que les hace acordar a la noche de Punta del Este", dice Zenobi a LA NACION desde una de las mesas del exterior de Rada mientras pasa una tormenta y el sol empieza a colarse a través de la media sombra del deck en colores claros, playeros. Durante el día, el restaurante llega con sus platos a las carpas del balneario, donde además se ofrecen degustaciones, cocina en vivo, aparte de las clases de gimnasia y los típicos servicios de playa.
Dirección: Av. del Mar y Odisea
Link a la nota: http://www.lanacion.com.ar/2097503-del-garron-de-cordero-al-ojo-de-bife-premium-propuestas-y-precios-del-circuito-gastronomico-de-pinamar

Clarín - Sociedad - La rosca de Reyes se renueva

La rosca de Reyes se renueva

A la clásica versión con pastelera, se le suman nuevas opciones. Dos chefs y una nutricionista comparten sus recetas para disfrutar mañana.    
La rosca de Reyes se renueva
La rosca: un infaltable que acompaña la llegada de Los Reyes Magos (Guillermo Rodriguez Adami)
Aunque hayamos comido pan dulce todo el mes de diciembre y las calorías estén a full, sabemos que enero es el turno de la Rosca de Reyes, que antaño acompañaba a los Magos de Oriente para endulzar sus visitas que alegraban a millones de niños. Es una tradición que se mantiene gracias al hábito familiar y a la mano de los buenos pasteleros.

La clásica, por supuesto en forma circular, lleva una cubierta de crema pastelera bien espesa, lluvia de azúcar grana y puede o no tener algunos higos. La masa es a base de manteca y leche, de sabor suave y textura esponjosa. Se diferencia de la rosca de Pascua por la ausencia del huevo.
Los más memoriosos y los nostálgicos recuerdan que hace muchos años ya, los panaderos escondían en la masa un muñequito que era descubierto por el agraciado que recibía la porción. Por cuestiones bromatológicas –y prevención de accidentes- las roscas ya no traen sorpresa, pero no por eso resignan sus nuevas ofrendas pasteleras, acorde al estilo de los Reyes Magos, sus inspiradores.
La modernidad en materia alimenticia y el afán por consumir productos integrales hizo que el salvado también fuera parte de esta mesa de Reyes. Las que tienen un touch europeo están rellenas de mazapán o pasta de almendras y no llevan crema pastelera, sino almendras fileteadas, y suelen estar trenzadas. Actualmente hay también variantes que incluyen dulce de leche y crema de avellanas.
Cristian Aquila es el creador del blog de cocina “Cocinar en casa” y cuenta que una vez realizada la masa (sin leudar) se puede guardar en una bolsa plástica en la heladera durante 2 o 3 días. Cuando se desee hornear hay que colocar la masa a temperatura ambiente y luego seguir el procedimiento normal. Un buen consejo para los que por cuestiones de tiempo no pueden hacerla de un tirón. “Con este tipo de masas relajadas por un período de 12 horas dentro del refrigerador se obtienen mejores resultados”, agrega Aquila y deja otro consejo: “Durante el amasado hay que tratar de añadir el mínimo posible de harina adicional para lograr una rosca con buena humedad y esponjosa”.
Sofía de Elías es licenciada en nutrición y desde su cuenta @sofi.deli comparte con su comunidad recetas propias cumpliendo con tres principios: fáciles, deliciosas y saludables. Para cambiar un poco la tradicional rosca, Elías propone darle una oportunidad a la masa de salvado y comenta que la gran diferencia radica en la calidad nutricional, ya que las harinas integrales son moliendas de granos enteros y al consumirlas aportan no sólo el almidón característico de las harinas sino que también micronutrientes (vitaminas y minerales que están contenidos en el germen del grano, que es la parte más interna del mismo). Y además es una buena forma de incorporar fibra a la dieta. La licenciada aconseja, si la rosca no se consumió en su totalidad, envolverla en papel film y conservarla en la heladera para seguir disfrutándola los días subsiguientes. En el freezer dura hasta 3 meses dentro de un recipiente hermético.
“Siempre que pensamos en las clásicas piezas festivas, no podemos escaparles a sabores clásicos europeos porque, en definitiva, desde el viejo continente traemos esas costumbres. Lejanos al frío que se vive en estas épocas en Europa, nosotros no les escapamos a las masas ricas en manteca y frutos secos”, comenta Luciano García, chef pastelero en Ott Educación Superior.
Para “argentinizar” la receta, el chef ideó una rosca con crema de dulce de leche y chips de chocolate, dos sabores a los cuales nuestro paladar está muy acostumbrado y los recibe gratamente. También puede rellenarse con crema pastelera, frangipane (mezcla de crema de almendra y pastelera) y saborizarla con frutos secos o fruta fresca de estación como higos o peras cocidas. Los saborizantes pueden alejarse de los tradicionales --como la naranja en este caso-- y proponer especias como el cardamomo, coriandro, canela y clavo de olor. Luciano aconseja servirla tibia con crema batida y helado de vainilla.
Aunque haga calor, ¡tomemos coraje! Honremos a nuestro modo el rito de la infancia, como cuando escribíamos la cartita a los Reyes. Cocinemos una rosca bien casera para mañana.
Rosca clásica (Cristian Aquila de cocinarencasa.net)
La rosca de Reyes se renueva
Rosca clásica con crema pastelera (prensa)

Ingredientes
La esponja
Leche. 100 gramos
Levadura. 25 gramos
Harina. 125 gramos
La masa
Harina 0000. 350 gramos y 50 gramos más para utilizar durante el amasado
Azúcar. 100 gramos
Miel. 15 gramos
Sal. 1 pizca
Huevos. 3 unidades y uno más para pincelar
Ralladura de 1 limón
Esencia de vainilla. 1 cucharadita
Manteca a temperatura ambiente. 125 gramos
La crema pastelera
Leche. 500 cc
Almidón de maíz. 50 gramos
Azúcar. 120 gramos
Huevos. 2 unidades
Esencia de vainilla. 1 cucharadita
La decoración
Almíbar, almendras picadas y azúcar impalpable.
Preparación
La crema pastelera
Mezclar en un bol el azúcar y el almidón de maíz. Colocar los huevos y con un batidor mezclar hasta formar una pasta homogénea. Añadir la leche tibia y mezclar. Colocar la preparación en una cacerola a fuego medio y sin parar de revolver, cocinar hasta espesar. Añadir la esencia de vainilla. Colocar la crema en una manga descartable o envolver en film para evitar se forme una costra en la superficie. Dejar enfriar.
La esponja
Mezclar la leche a temperatura ambiente con la levadura y la harina. Tapar con film y dejar fermentar hasta que duplique el volumen.
La masa
Colocar en la mesada la harina y hacer una corona. Añadir en el centro la sal, el azúcar, los huevos, la miel, la ralladura de naranja y la esencia de vainilla.
Comenzar a mezclar los ingredientes incorporando de a poco la harina. Agregar la manteca blanda y amasar hasta que se hayan integrado todos los ingredientes.
Añadir la esponja y amasar varios minutos hasta que ambas masas estén totalmente integradas. Es una masa blanda y pegajosa.
Una vez amasada, agregar un poco de harina, dividir la masa y realizar dos bollos.
Dejar reposar tapado con un plástico hasta que duplique el volumen.
Con un extremo del palo de amasar o con el codo hundir el centro. Realizar la forma de rosca estirándola con las manos desde el interior hacia afuera. Dejar reposar hasta que duplique su volumen. Pincelar con huevo. 
Colocar con una manga la crema pastelera sobre toda la superficie de la rosca. Pueden agregarse frutas abrillantadas como cerezas o higos.
Hornear a 180º durante 20 a 25 minutos. Retirar del horno y en caliente, pincelar con almíbar frío y colocar en la superficie las almendras picadas.
Dejar enfriar y espolvorear con azúcar impalpable.

Rosca de dulce de leche (Luciano García, Ott College)
La rosca de Reyes se renueva
Rosca de Luciano García
Ingredientes
La masa
Harina. 500 gramos
Sal. 10 gramos
Azúcar. 50 gramos
Levadura fresca. 15 gramos
Huevos. 4 unidades
Agua. 65 cc
Manteca. 200 gramos
La crema de dulce de leche
Manteca. 100 gramos
Azúcar impalpable. 100 gramos
Huevos. 2 unidades
Polvo de almendras. 100 gramos
Dulce de leche repostero. 150 gramos
Inclusiones
Chips de chocolate. 200 gramos
Ralladura de 1 naranja
Preparación
La masa
Realizar una masa con todos los ingredientes excepto la manteca.
Incorporar la manteca blanda hasta que se integre. Amasar hasta que quede una masa bien lisa.
Dejar descansar en la heladera durante 3 horas.
La crema de dulce de leche
Batir la manteca blanda y el azúcar hasta lograr una crema lisa. Añadir los huevos y seguir batiendo. Incorporar el polvo de almendra y la fécula. Terminar con el dulce de leche y reservar en la heladera.
Estirar la masa con palote en forma de rectángulo y untar la crema de dulce de leche dejando un borde limpio para poder cerrarla.
Esparcir la ralladura de naranja y los chips de chocolate
Enrollar y realizar un corte en sí misma. Torcer logrando una trenza, unir las dos puntas. Pincelar con huevo y dejar fermentar hasta que aumente un 50% su volumen. Decorar con almendras y nueces.
Hornear a 170° hasta que dore, aproximadamente unos 30 minutos. Dejar enfriar sobre una rejilla.

Rosca de Reyes saludable (de Sofía De Elías, @sofi.deli)
La rosca de Reyes se renueva
Rosca saludable rellena con pera. (Prensa)
Ingredientes
La masa
Harina integral. 450 gramos
Azúcar mascabo/integral. 100 gramos
Leche descremada o leche vegetal. 100 ml
Aceite de girasol alto oleico o aceite de oliva extra virgen. 4 cucharadas soperas
Levadura fresca. 30 gramos
Huevos. 2 unidades
Sal. una pizca
Ralladura de 1 naranja
Esencia de azahar. 1 cucharadita ( opcional)
El relleno
Azúcar mascabo. 2 cucharadas soperas colmadas
Peras tipo Williams deshidratadas cortadas en cubos pequeños. 100 gramos
Mix secos triturados (nueces, almendras y avellanas). 100 gramos
Canela en polvo o mix de 4 especias para repostería. Opcional, cantidad a gusto
Preparación
Desgranar la levadura en un poco de la leche tibia con un poco del azúcar, dejar que se active (va a crecer y formar burbujitas, esto sirve para asegurarse de que la levadura esté buena y para acelerar el proceso de leudado).
Mezclar en un bol los huevos ligeramente batidos con el resto de la leche, la ralladura de naranja y la esencia de azahar.
Colocar la harina en un bol grande y profundo y formar una corona, en el centro colocar los líquidos, el resto del azúcar y la mezcla con levadura activada.
Mezclar desde adentro hacia afuera integrando la harina a los húmedos, por último colocar el aceite de girasol e integrarlo a la masa.
Amasar por lo menos 5 minutos, hasta que se forma una masa lisa, que no se pegue en las manos ni en la mesada y que sea suave.
Idealmente dar algunos golpes en la mesada con la masa para ayudar a la formación del gluten.
Formar un bollo y dejar dentro de un bol ligeramente enharinado en la base y tapado con film por lo menos por 60 minutos o hasta que duplique el volumen.
Desgasificar la masa (liberar el gas carbónico del leudado) y formar un rectángulo prolijo y amplio, si es necesario recortar los bordes para que quede bien formado.
Colocar sobre la masa esparciendo muy bien y “aplastando” para que se pegue, el mix de frutos secos previamente mezclados con el azúcar mascabo, la canela y las peras deshidratadas en cubitos.
Enrollar a la ancho dicho rectángulo, comprimiendo muy bien para que el relleno se adhiera a la masa.
Cortar longitudinalmente al medio con un cuchillo bien afilado dejando unido al final, trenzar con mucho cuidado ambas tiras de masa enrollada y unir ambas puntas de la rosca. Si es necesario, unir con ayuda de los dedos humedecidos con agua.
Colocar sobre una placa de silicona en una fuente para horno (ideal redonda, tipo pizzera) o colocar papel manteca sobre la fuente y dejar tapado para que pueda leudar mínimo 40 o 50 minutos (ideal colocar una tabla de madera y sobre ella la fuente con la rosca) con el horno precalentado al mínimo para que dicho calor ayude a leudar más rápido.
Antes de hornearla, pincelar muy bien con leche descremada y espolvorear con un poquito de azúcar mascabo para que se caramelice la superficie durante el horneado.
Una vez que casi duplicó el tamaño, llevar a horno de 170° por 30 minutos aproximadamente
Dejar enfriar antes de porcionarla.
Link a la nota: https://www.clarin.com/sociedad/rosca-reyes-renueva_0_HkuKetSGz.html#cxrecs_s