La villa Rodrigo Bueno ya tiene su patio de comidas al aire libre
Moisés Pablo, de 53 años, caminaba a paso lento por el nuevo Patio Gastronómico de la villa Rodrigo Bueno, todavía con la ropa naranja que usa para trabajar en la construcción. Miraba sonriente los puestos de comida y a la gente que se acercaba para elegir platos peruanos como causa y ceviche, u otras opciones como sopa paraguaya, chipá o un sándwich de churrasquito.
"Estoy contento. Está muy lindo esto. Todavía no vi los precios, pero ojalá que sean accesibles así la gente del barrio viene y se integra con la de la ciudad. Ahora voy a ver qué puedo comer, los platos tiene mucha pinta", dijo Pablo, que es vecino del barrio.
El patio, que se inauguró ayer, forma parte del proyecto de urbanización impulsado por el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC), que recientemente construyó 46 edificios para relocalizar a las familias que viven en las casas más precarias de esta villa porteña.
Ahora, junto con BA Capital Gastronómica, desarrollaron ese espacio que, hasta el momento, cuenta con 10 contenedores que fueron transformados en coloridos puestos que venden comida y tragos. Cinco de ellos son atendidos por gente del barrio; el resto, por privados que decidieron apostar por ese nuevo espacio que estará abierto todos los viernes, sábados y domingos, de 11 a 23, en la avenida España 2230, en Costanera Sur.
"Hicimos relevamientos para ver cuál era la principal actividad en el barrio y resultó que mucha gente se dedicaba de una forma u otra a la gastronomía. En este barrio hay mucha gastronomía, sobre todo peruana y paraguaya, que son las principales colectividades que acá viven, además de los argentinos. Entonces nos propusimos, junto con una ONG que se llama Pueblo Abierto, a empezar un camino de formalización, es decir, enseñarles cómo se maneja y desarrolla un proyecto gastronómico. Fue un proceso que llevó más de dos años y muchos vecinos que transitaron todo ese proceso hoy tienen un puesto acá", explicó Lucas Randle, coordinador del proyecto Barrio Rodrigo Bueno.
Entre el reggaeton y el aroma a comida estaba Julia Narvaez, de 48 años. Estaba atendiendo su puesto de platos argentinos y peruanos. Frente a ella tenía una de sus especialidades, la torta helada: 10 centímetros de altura, bizcochuelo de vainilla, mousse de frutilla, gelatina del mismo sabor, crema y frutillas naturales. La vendía a 60 pesos la porción.
"Estamos muy contentos de poder recibir a la gente del barrio y del resto de la ciudad. Acá estamos aportando nuestra cultura gastronómica, que es la peruana. Hacemos chicharrón de cerdo, que se vende a $200 el plato. También tenemos platos locales como sándwich de churrasco, a $140", dijo Narvaez.
El Patio Rodrigo Bueno se sumó a los otros tres patios gastronómicos (los Lecheros de Caballito, el de Parque Patricios y el de Costanera Norte) que ya desarrolló BA Capital Gastronómica en la ciudad. Este es un programa que busca impulsar a la ciudad de Buenos Aires como capital gastronómica de la región.
"Desde BA Capital Gastronómica seguimos ampliando la oferta de patios gastronómicos en toda la ciudad, generando nuevas fuentes de empleo y turismo", dijo Héctor Gatto, subsecretario de Bienestar Ciudadano.
Tomasa Peña y Alberto Benítez, ambos de 50 años, están casados. Son paraguayos y ayer estaban cocinando sopa paraguaya, chipá, brochettes de cerdo, lomo y pollo. "La verdad que el IVC nos apoyó muchísimo y estamos muy contentos con todo esto. Creemos que va a funcionar muy bien, hoy vino mucha gente", comentó Peña.
"Vine con mis tres nenes a comer. Nosotros somos del barrio. Al mayor le encanta el ceviche y las rabas. Esos platos están a $200 cada uno. No me parece muy caro, es para darse un gusto", dijo Elizabeth García, de 38 años. "Está lindo todo, pero no veo tanta gente del barrio", agregó Edison Fargón, también de 38.
Entre platos y tragos, estaban las costureras y artesanas de Iapi, un barrio de Quilmes. Junto con la fundación Formar, que las ayuda para incorporar conocimientos sobre costura y diseño, hacen muñecos, mochilas y hasta reciclan botellas de la basura y las convierten en vasos o adornos para la casa.
"Lo que hacemos en la fundación es ayudar a la gente a que aprenda a desarrollarse en distintos oficios. De este modo podrán empezar algún tipo de emprendimiento y vender sus productos. El lema de la fundación es 'formar para incluir, trabajar para crecer'", explicó Violeta De Urquiza, que trabaja en Formar.
"Lo que me dicen los vecinos es que para ellos este lugar significa un punto de encuentro entre el barrio y la ciudad. Estos lugares rompen prejuicios y empiezan a generar una unión. Acá la gente del barrio sirve un producto de excelente calidad. Por ejemplo, acá se come un ceviche de primera, al mismo nivel que el de los mejores restaurantes de Palermo. Esta gente tiene mucho que aportar, solo hay que generar puntos de encuentro para que todos, los del barrio y la ciudad, se den la oportunidad de conocerse", concluyó Randle, coordinador del proyecto.