martes, 16 de agosto de 2016

La Nación - Gastronomía - Patricia Ramos: se lleva todos los aplausos

Patricia Ramos: se lleva todos los aplausos

Experta en asado, opta por el costillar a la cruz. Tiempo de cocción, secretos del calor de la leña y una marinada especial
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LA NACION
DOMINGO 14 DE AGOSTO DE 2016

Foto: Rodrigo Ruiz Ciancia
Foto: Rodrigo Ruiz Ciancia.
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Ella domina el fuego. Y el calor de las brasas. Y el humo. Sus brazos exhiben las marcas de las batallas que peleó para lograrlo. Concentrada, engancha un costillar a la cruz del asador y ya frente al calor, deja que se cocine muy lento -porque también controla el tiempo- hasta que carne, huesos y grasa se fundan con el aroma perfumado de la leña. "Adaptarme al fuego fue lo más difícil. Al principio tenía miedo de que se apagara, entonces lo armaba con muchas horas de anticipación y lo alimentaba todo el tiempo. Me apasiona la cosa mítica del fuego, lo teatral. Es sin duda el corazón de la cocina, el gran transformador que brinda colores, aromas y sabores especiales cualquier alimento. Cuando Juan Gaffuri (chef ejecutivo del Four Seasons Hotel Buenos Aires) me propuso ocupar el puesto de chef de Nuestro Secreto (la excelente parrilla del hotel) lo pensé un momento y dije: «¿Por qué no?». Sí, culturalmente la parrilla es un lugar de hombres, pero acepté, porque siempre voy para adelante", cuenta Patricia Ramos, la asadora que se lleva todos los aplausos.
Eligió el costillar de la vaca, uno de los cortes emblemáticos del asado nacional. "Me gusta porque es una pieza que invita al encuentro con la familia y los amigos -explica Ramos-. Y también por esa costumbre tan nuestra de comer carne frente al fuego, hasta pelar el hueso. En el restaurante usamos lo que se llama el corte ventana o corazón, de raza Aberdeen angus: es el costillar del centro, cortado a siete costillas (el animal tiene trece) y se caracteriza porque toda la carne tiene un marmolado homogéneo, hay un balance entre grasa y carne. Lo sometemos al proceso de maduración durante 21 días, para que concentre sabor y se vuelva más tierno. El rito del asado tiene su encanto: hay que prender la leña, preparar la marinada con la que se va mojando la carne despacito, armar la cruz y esperar. Con las horas, la grasa se va derritiendo y cae sobre las brasas y el humo va aromatizando la carne. Al final, se desprende de la costilla sin ningún esfuerzo, es una delicia total."
La costumbre de cocinar el costillar al asador es propia de gauchos nómades. Si no se comía entero, a fuerza de serrucho se cortaban la famosa tira (angosta o ancha) o el asado banderita. Otra tradición era marcar los huesos para que luego fuera más fácil porcionarlos; pero en el campo suele comerse la costilla entera. "Así la servimos en el restaurante", dice Patricia en la cocina de Nuestro Secreto (Cerrito 1455, en el Four Seasons Hotel).
Ella domina las llamas en todas sus formas: abre las puertas del horno de barro -el fuego ruge- y el pan sigue perfecto, crocante e inflado. O, una por una, con mucho cuidado, da vuelta las verduras al rescoldo que luego serán la guarnición. "Cuando tenía 13 ya había hecho un curso de repostería con una profesional de Monte Grande, donde nací. Vengo de familia portuguesa, mis abuelos eran de allá. Y siempre cocinaban, todos los sábados a la noche había reunión familiar. Comíamos bacalao en Navidad, se hacía todo el proceso en casa", recuerda. Estudió en la Escuela Superior de Hotelería y tuvo de profesor al chef Martín Carrera, uno de los fundadores. "Hice una pasantía en el hotel Hyatt (actualmente Four Seasons). Empecé en banquetes y estuve cinco años, luego me ofrecieron quedarme. Como Juan Gaffuri se iba a México, ocupé el puesto de chef de partie en Le Mistral, que se convirtió en el restaurante Elena cuando regresó Juan. Al año que abrió Elena me pidió que me hiciera cargo de Nuestro Secreto. Todavía hoy se acerca la gente y me dice: «¡Qué raro que te hagas cargo de la parrilla!» Siempre les digo lo mismo: «¿Por qué no?» La gastronomía tiene esto, a las mujeres les cuesta más. Acá hay que poner el cuerpo, pero hay que animarse e ir para adelante. Es un oficio que te tiene que gustar, porque acá no existen las uñas pintadas, tenés que tener el pelo siempre atado con gorro; gran parte del día estoy con la chaqueta puesta. Alguna vez entro vestida de civil y mis compañeros no me reconocen", sonríe.
¿Tips para cocinar al asador?
Respetar los tiempos, fundamental. El calor llega despacio, hay que poner el costillar del lado de los huesos primero, para que se cocinen y aporten su sabor. Y después, cuando del lado de la carne ya está con temperatura, recién entonces se da vuelta. La noche anterior dejo el costillar en salmuera (al 7 por ciento de sal por litro de agua). Eso le da un sabor justo al asado, que no está ni salado ni pasado de sal; porque considero que la sal cruda, en el momento de la cocción es más agresiva. Y para ir rociando la pieza mientras se cocina al asador, hago una marinada especial
¿La marinada es secreta?
No (risas). Lo tradicional es ir mojando el costillar con salmuera, usando una rama de romero. Yo hago una marinada que lleva alga kombu, que también sirve para ablandar la carne. Es una receta sencilla: por litro de agua, pongo dos cabezas de ajo machacados y unas tiras de alga kombu. Hiervo todo junto y luego lo filtro y lo coloco en un rociador. El alga kombu también aporta su sal marina, es muy suave. Con ese líquido voy humedeciendo cada tanto el costillar. Cuando la costilla se despega del hueso, está listo.
Si no se tiene asador, ¿cómo se cocina el costillar a la parrilla?
Igual, siempre del lado del hueso primero. El carbón debe hacer brasa, tiene que estar rojizo. Porque un carbón sin encender larga un gas tóxico.
¿Leña o carbón?
La leña aporta mucho más calor, pero lleva más trabajo. A veces viene húmeda, no prende, hay que esperar que haga brasa. Yo uso quebracho colorado, que aporta mucho calor. El humo también tiene lo suyo, por eso a veces uso alguna leña especial, como el manzanillo, para que sume sabor. ¡Ah! Antes de que me preguntes: Yo le pongo sal a la carne antes de asar.
Link a la nota: http://www.lanacion.com.ar/1928092-patricia-ramos-se-lleva-todos-los-aplausos

Perfil - Turismo - Neuquén se afianza como un gran polo gastronómico

Neuquén se afianza como un gran polo gastronómico

Para el sector turístico, la gastronomía neuquina es fundamental porque en sus sabores se transmite el legado cultural y la calidez de los pueblos.

Ficha

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(13 de agosto de 2016) La oferta de laProvincia de Neuquén tiene un alto grado de regionalidad en su cocina. Para el sector turístico el producto es fundamental porque en sus sabores se transmite el legado cultural y la calidez de los pueblos. La identidad de los pueblos, el respeto a la tierra y la magia de la cocina se conjugan en cada plato que se degusta en Neuquén, y es por ello que la subsecretaría de Turismo trabaja en el fortalecimiento del producto gastronómico propiciando y acompañando una serie de iniciativas, pensadas exclusivamente para el visitante.
En este marco, el 13 y 14 de agosto se realizará el Neuquén Semilla Market, una iniciativa de cocineros y productores de la región para mostrar sus productos al público. Será un encuentro de sabores, aromas, productos y costumbres reunidos en una feria (entrada es libre y gratuita). En consonancia con la iniciativa de la subsecretaría de Turismo, la feria busca incrementar la identidad cultural colectiva y revitalizar la creación y comercialización de productos gastronómicos regionales. La sede será el complejo Casa de la Costa, en Leguizamón 2.500 de Neuquén capital, a partir de las 12.
Durante este mes, también se realizará en Villa La Angostura el tercer encuentro provincial de representantes de la gastronomía neuquina, donde se dará continuidad al trabajo desarrollado durante jornadas anteriores en la ciudad de Neuquén y en Junín de los Andes. En las dos primeras reuniones se definieron los cinco productos distintivos de la identidad culinaria neuquina: la trucha, el chivito, el ciervo, el piñón y la pera. Además se establecieron otros productos característicos del territorio neuquino como la manzana, frutos rojos- finos, cordero, ñaco, jabalí y ahumados.
Link a la nota: http://turismo.perfil.com/51127-neuquen-se-afianza-como-un-gran-polo-gastronomico/

Revista Planeta Joy - Descubrí a Foodini, la impresora 3D de alimentos

Descubrí a Foodini, la impresora 3D de alimentos

Pizzas, pastas, papas fritas, galletitas y chocolates son algunos de los platos que ya se prepararon con esta máquina.

Junto con el futuro, parece haber llegado la combinación perfecta entre lo saludable y lo fácil. Natural Machines, una compañía española con sede en Barcelona inventó, Foodini, la primera impresora 3D de alimentos.

La máquina dispone de una pantalla táctil en su parte frontal desde la cual se la gestiona. Una vez elegida la receta que se desea imprimir, Foodini indica los ingredientes frescos y triturados que se deben colocar en las distintas cápsulas (tiene cinco y son de acero) y, al cabo de un rato, la comida está lista.
 
¿Increíble no? Algunos de los platos que ya han sido impresos son pizzas, pastas, papas fritas, galletitas, macarons y figuras de chocolate, y están trabajando para que la máquina sea capaz de elaborar alimentos más complejos.  
Para encargar la tuya, entrá al sitio web de la empresa, que anunció que antes de fin de año se entregará la primera tanda. Quienes estén interesados en imprimir sus comidas, pueden comprarla por u$s 4.000.   
Link a la nota: http://www.planetajoy.com/?Descubri_a_Foodini%2C_la_impresora_3D_de_alimentos&page=ampliada&id=8791

Clarín - Ciudades - Puchero: un plato de larga historia

Puchero: un plato de larga historia

Secreta Buenos Aires.
Asociado al invierno y pariente del cocido madrileño, es poco conocida su raíz judía y árabe desde al menos el siglo XV. 

Si uno escucha la palabra, enseguida piensa no sólo en una comida tradicional sino también en que esa expresión puede tener una raíz vinculada con los pueblos originarios. Pero no. Lo cierto es que viene de una expresión del latín que hace referencia a una olla para guisar que puede ser de distintos materiales, aunque en su origen era de barro cocido. Aquel elemento, de panza abultada y redonda y con un ancho considerable, se llamaba pultarius. Con el tiempo esa palabra derivó en la expresión que identifica a un clásico de muchos lugares del mundo y en especial de las mesas argentinas. Aquí, a esa comida la llamamos puchero.
Siempre se dijo que su origen tenía relación con el cocido español y que llegó a estas tierras de la mano de aquellos colonizadores que empezaron buscando una ruta hacia las Indias y se toparon con este Nuevo Mundo al que llamaron América. Pero el famoso cocido ¿era un “invento” de la gente ibérica? Parece que no. Los historiadores dicen que hay un antecedente llamado adafina o adefina, una preparación muy popular, en especial entre los judíos de origen sefardí. Cuentan que el término es una derivación de la palabra árabe dafinah que significa algo así como enterrado o escondido. Y que eso es porque la olla para la cocción se dejaba “enterrada” en el rescoldo del fogón para que se cocinara despacio.
La adafina, a la que algunos consideran “madre de todos los cocidos” porque ya se la conocía en el siglo XV, es una preparación cuya base son los garbanzos y la carne de cordero. En escritos y cantares de aquella época aparece citada como “olleta adefina”. Primero, en una olla de barro y con un poco de aceite de oliva, freían cebolla y después, agregando agua, se colocaba la carne y los garbanzos que habían sido remojados en la noche anterior. Luego agregaban verduras y se condimentaba con especias (sobre todo canela y comino) y se dejaba toda la noche en el rescoldo del fogón. Eso generaba una cocción muy lenta. La preparación se hacía especialmente los viernes para que estuviera lista al día siguiente. De esa manera, en el sabbath (día santo del descanso) no se violaba la prohibición de realizar actividades y sólo dedicar esa jornada al alma y el espíritu.
Con los años, la preparación empezó su “gira” por el mundo y se convirtió en clásico manjar al que muchos cocineros consideran como muy completo porque aporta proteínas animales (se usa vaca, cerdo o pollo) y vegetales y nutrientes que quedan en el caldo de la cocción. El consumo habitual indica que primero se toma el caldo (del latín caldus, que significa caliente), después se sigue con la carne y luego la verdura. El aporte de productos de origen americano sumó el maíz, las papas, las batatas y el zapallo. Así se convirtió en puchero para la Argentina ybollito pentola para los italianos; topf para los alemanes; pot au feupara los franceses; sancocho en algunos países de América; ropmokpara los rusos; kruka para los suecos; stew para los ingleses y cozido ochamberete para los portugueses. En nuestro país las carnes preferidas para el puchero suelen ser la falda y el ossobuco (significa hueso con agujero, en italiano). Si se usa esta última, además de la carne que rodea al hueso, entre los comensales suele generarse una disputa por el caracú.
Muchos piensan que la creación de estos preparados tiene relación directa con los presupuestos y la necesidad de cocinar con lo que había en la casa. Como sea, el puchero siempre está, sobre todo en invierno. Y eso no sólo vale para la comida hogareña porque en Buenos Aires todavía hay muchos restaurantes (especialmente los dedicados a la cocina española) que lo tienen como plato estrella y lo promocionan como tal. En la Ciudad hubo uno que fue famoso porque un tango lo menciona con especial énfasis y que en la voz de Edmundo Rivero se popularizó para siempre. El tango es de Roberto Medina y se titulaPucherito de gallina, aquel que se acompañaba “con viejo vino Carlón”. El lugar para comerlo era el restaurante El Tropezón que estaba en la avenida Callao 248. Ya no existe. Pero esa es otra historia.
Link a la nota: http://www.clarin.com/ciudades/Puchero-plato-larga-historia_0_1631836941.html

Clarín - Gastronomía - Lección de cocina en el restaurante

Lección de cocina en el restaurante

Exploraciones

En la prehistoria fue Doña Petrona. Desde las páginas de Clarín Revista primero y en Viva después, Blanca Cotta nos enseñó a cocinar de todo. La masificación del cable convirtió a los cocineros en estrellas y las escuelas de gastronomía proliferaron. Ahora vivimos épocas de cocineros instagramers. Pero siempre hay más. Y los que quieren aprender a cocinar, ahora, van directo a las fuentes: al restaurante.Cada vez más locales abren sus puertas para dictar clases in situ, como ya se contó en esta sección y más gente se suma a una propuesta diferente: aprender y comer. 
Llego puntual a Casa Borja, el restaurante que Borja Blázquez tiene hace un año en San Telmo. El cocinero vasco saluda a cada alumno personalmente y nos da cuatro hojas con las recetas impresas de su clase de cocina mediterránea, la que toca hoy. En otros módulos, también enseña a preparar tapas y pescados. Subimos la escalera y nos acomodamos en las mesas dispuestas como raros pupitres, con copas y servilletas. Delante, su escritorio, una mesada completa con cocina, pileta y una botella magnum sobre la que está enganchada una camarita de video que nos permitirá seguir la clase en una pantalla. Porque Borja, figura de El Gourmet, tiene un gran manejo de la cámara, claro.



¿Por qué venir a aprender a cocinar un martes a las 7 de la tarde, después de un día de oficina y con este frío? ¿No es más fácil comprarse un libro? Los que están aquí buscan experiencias nuevas y, fundamentalmente, enriquecer su bagaje gastronómico. De la decena de personas que pagaron los $ 850 para tomar la clase con degustación, los hombres son mayoría y no es su primera vez. Hay un chico colombiano que vino a estudiar gastronomía, es la excepción. Dos señores --que con sus preguntas precisas se revelarán como los mejores alumnos-- siguen al chef desde hace tiempo, son habitués del Barrio Chino y uno hasta averiguó dónde compran los cocineros famosos para imitarlos. Todos quieren llevarse ideas para poner en práctica en las cenas con amigos y deslumbrar con ese “tip” que “me enseñó Borja”.



Primer consejo para quien quiera aprender a cocinar en un restaurante: la ropa se impregna de los aromas de la sartén porque, por más que haya extractores, estamos en una cocina. Segundo consejo: vaya en taxi o transporte público. El mozo llena las copas con los vinos de Catena Zapata elegidos para esta degustación y, si bien el agua tiene mil propiedades, beberla con estos platos es imperdonable. Tercero: pruebe todo, incluso lo desconocido o lo que cree que no le gusta, que se puede sorprender. Cuarto: también anote todo porque ese consejo que estaba esperando llega cuando menos lo imaginaba.
Borja empieza hablando de los beneficios de la cocina mediterránea y uno no puede menos que pensar en abandonar el asado y comer pescado, tomate, frutos secos y oliva todos los días. Arriba el colesterol bueno, abajo el malo, antioxidantes. “Dieta está asociado a prohibir, pero no hay que prohibirse nada. Si esta semana comí 20 alimentos diferentes, tengo que subir a 40”, propone. Buscarse un buen proveedor es clave: él se hace traer las hojas verdes de Tres Arroyos, pero uno puede establecer una relación de confianza con el verdulero de la esquina.



El primer plato prueba que menos es más. Borja saca una burrata que, cuenta, se hace estirando la mozzarella y rellenándola con trocitos de la misma pasta y de crema. “Es mozzarella con esteroides”, afirma. La prepara con jamón crudo crujiente (puesto en una sartén a fuego bajísimo) y los tomates de su mamá: los corta en cubos, los mezcla con ajo, sal y aceite de oliva y los deja media hora. Lo emplata con hojas verdes y más oliva. ¿Así de fácil? Probamos. Descomunal.
En los siguientes platos, el nivel de complejidad sube. Pero no es nada que, con paciencia, un cocinero amateur no pueda hacer. Borja une langostinos y molleja en una combinación “muy interesante” (sí, lo repite una y otra vez, como en la tele) junto con avellanas tostadas. “La gastronomía es un cúmulo de pequeñas combinaciones que nos gustan. Hay recursos que funcionan seleccionados, y también fundidos en una misma receta”. Aconseja meter la molleja agua fría, cuando llega al hervor apagar, dejar 8 minutos y cortar con agua con vinagre.



Después, confitará abadejo y papas en una olla de aceite y trozará un conejo (todos atentos a la pantalla intentando memorizar cómo) para cocinarlo en un salmorejo, preparación típica española similar al escabeche. Borja pregunta qué nos pareció. Recibe aplausos. “Cuando abrí el restaurante tenía casi 100 cubiertos, pero las cosas se iban de mi control. Por eso ahora servimos sólo las 30 mesas de la planta baja y armé estos seminarios en los que comes de mi mano”, nos dice. Quizás esa sea la clave del éxito de esta gastronomía-escuela: más que aprender, disfrutar de la alta cocina con otra excusa, solos, tomando vino, un martes a la noche en invierno.
Link a la nota: http://www.clarin.com/ciudades/Leccion-cocina-restaurante_0_1630037091.html