miércoles, 23 de mayo de 2018

La Nación - Lifestyle - Nada de locro: estos eran los platos que se comían durante la revolución de 1810

Nada de locro: estos eran los platos que se comían durante la revolución de 1810

El puchero de rabo
Mientras unos doscientos vecinos debatían en el Cabildo los destinos del virreinato del Río de la Plata y el futuro del virrey Baltasar Cisneros, la ciudad colonial seguía su rutina como si la Revolución de Mayo fuera un hecho ajeno sin demasiado impacto en el menú cotidiano de los porteños de la época.
Las ollas recostadas sobre el fuego seguían burbujeando entre carnes y porotos y el aroma a mulita asada impregnaba de a poco los pasillos de una ciudad donde oscurecía y se comía temprano, apenas entrada la tarde.
Dentro de las casas, lo que humeaba no era locro sino olla podrida, de los pastelitos y los churros ni noticias aunque sí se bebía, en las residencias más acomodados, chocolate caliente, de acuerdo con los cronistas de la época.
"No hay fuentes documentales que digan que se comía locro en la Buenos Aires de 1810. La gente que vivía en el centro de la ciudad, los criollos de clase alta y los españoles, comían a la española", cuenta Carina Perticone, semióloga especializada en alimentación y cultura.
Basada en el testimonio de los "memorialistas", la investigadora reconstruye el menú menos conocido de las familias durante mayo de 1810. Los potajes de cocciones largas como la olla podrida donde entraban todo tipo de cortes animales y vegetales hacían de la comida de cuchara la opción diaria, y la carne asada con una estaca, el antecedente más próximo del asado tal como lo conocemos.
"Comían carne de vaca y de cordero, que se podía comprar en el mercado de la plaza, lo que hoy es Plaza de Mayo; el vegetal más esperado era el choclo de verano, y durante los banquetes, el menú se componía de aves asadas, mucha perdiz, pato y pollo. El pavo era el plato de lujo", reconstruye Perticone.
"También se comía mucho pescado de río: surubí, dorado, pejerrey, los mismos pescados de río que comemos ahora, de acuerdo con lo que citan los cronistas, que era un plato de mesa, porque también estaban las comidas de calle, como las empanadas".

La revolución se hace con vino o no se hace

Las sesiones del Cabildo se pusieron intensas durante la semana de mayo de 1810, en especial la jornada del 22, cuando el general Pascual Ruiz Huidobro propuso que Cisneros debía renunciar de inmediato, cuenta el historiador Daniel Balmaceda en Historias Inesperadas.
"Los discursos secaron las gargantas y fue necesario ir en busca de provisiones. Diez botellas del básico vino de Carlón, seis botellones del buen tinto de Cádiz, más chocolate caliente y bizcochos sirvieron como refrigerio a los hombres que tomaban, además de una copita, graves decisiones".
¿Qué bebían los porteños de la época? Vinos de Mendoza y de San Juan. En los banquetes virreinales, vino francés de Burdeos, o el más común Carlón, importado de Catalunya. Para lo más pudientes, y solo en ocasiones especiales, champagne.
La jalea de vaca
La jalea de vaca Crédito: Eduardo Torres
Una costumbre importada del campo se iba haciendo popular: tomar mate con chorritos de aguardiente, de dudosa destilación, como para calentar el espíritu.
En un artículo de la época publicado en el periódico Correo del Comercio se anunciaba la llegada de un barco al puerto de Santa María de los Buenos Aires cargado con una docena de botellas de cerveza, lo que por entonces era decididamente un lujo, de acuerdo con la cita de Víctor Ego Ducrot en los Sabores de la Patria (1998).

Los sabores de la calle

Los barcos traían especias, vajilla, ollas y sartenes muy apreciadas, y también, azúcar proveniente de La Habana y Río de Janeiro.
Las naves embarcaban a cambio tasajo, tiras de carne seca, curada con sal, que "no la comían lo ciudadanos porteños", cuenta Perticone "sino que se exportaba a Cuba y a Brasil a las haciendas azucareras" como alimento de esclavos.
Por cierto, de aquéllos destinos venía el azúcar para endulzar los paladares de 1810 y los "bollitos dulces" que ofrecían los vendedores ambulantes a la salida de la Iglesia.
"La comida de calle y la de mesa no tenía que ver tanto con clases sociales, si no con las circunstancias: aparentemente la empanada era algo que se comía al paso; es lo que sabemos por reconstrucciones a partir de memorias tardías de la época virreinal, los memorialistas hablan de la empanada no como una comida casera sino como algo que se podía comprar en la calle".
Consultada por LA NACION acerca de qué otra cosa se podía comer "al paso", la semióloga especializada en alimentación cuenta que "los vendedores ofrecían pastelería, las llamadas tortas, que eran como unas masas a las que también les decían 'bollitos dulces`. No era necesariamente un consumo de clases bajas, porque cuando las señoras salían, por ejemplo, de misa, compraban empanadas y bollitos dulces".
De postre, queso y dulce (de membrillos), una fruta como el durazno, la más codiciada por el porteño de la época, o jalea de pata de vaca.
Sí, leyó bien, jalea de pata de vaca.
Las recetas , a continuación.

La olla podrida, carbonada o puchero

"Esta preparación nos ha acompañado a lo largo doscientos años y le debemos sin dudas el método a los primeros inmigrantes. La receta cambia según los cultivos, las carnes y lo que llegaba a cada región. No hay una preparación de puchero que sea la original ya que este plato tiene registros desde 1574, aunque se asume que es más antiguo y tiene su origen en el cocido español", cuenta el cocinero uruguayo Esteban Briozzo Bettinelli.
Puchero de Rabo (con pirón y porotos tape)
  • 300 gr. Porotos tape 24 hs hidratados
  • 300 gr. Papas enteras peladas
  • 300 gr. Batatas enteras pelados
  • 350 gr. Zapallo criollo cortado en trozos
  • 2 mazorcas de choclo
  • 250 gr de Fariña (harina gruesa de mandioca)
  • Laurel
  • 1 cabeza de ajo
  • 1 rabo vacuno
  • Ramito de perejil
  • Sal a gusto
Preparación:
Colocamos en una olla el rabo con agua fría y completamos la misma hasta ¾ de su capacidad. La llevamos al fuego, acompañada de las hojas de laurel, la cabeza de ajo pelada y un pequeño bouquet de perejil.
Cuando rompe el hervor, agregamos los porotos tape previamente hidratados en agua y dejamos cocinar hasta que el poroto esté al "dente".
Agregamos las papas, las batatas y los choclos, cocinamos durante 8 minutos aproximadamente según el tamaño de los mismos y agregamos los trozos de zapallo.
Controlamos que todos los ingredientes hayan llegado al punto de cocción deseado y apagamos el fuego para dejar reposar. Es muy importante espumar y desgrasar durante la cocción.
Para el Pirón, colocamos la Fariña en una olla y la mezclamos con el caldo caliente sobre el fuego, la dejamos tomar punto hasta que quede como un puré y lo servimos en un recipiente aparte como acompañamiento de nuestra receta.
Servimos las verduras y el rabo en un fuentón profundo y el caldo se puede tomar solo o ser la base de otras sopas.

El pescado de río asado

Dorado, pescado de río
Dorado, pescado de río Crédito: Eduardo Torres
"Si bien de esta receta no la he obtenido de un dato histórico, sí hay relatos de los consumos del mismo manteniendo la técnica de cocción más tradicional de nuestras raíces que son las brasas. El Arazá es un fruto del bosque nativo que se está reflotando para redescubrir algo que se había olvidado".
Dorado a las brasas con batatas al rescoldo y Arazá
  • 1 Dorado
  • 4 un batatas pequeñas
  • Frutos de Arazá
  • 150 gr Alubias 24 hs hidratadas
  • 2 un. Cebolla de verdeo
  • Pimienta de Anacahuita
  • Mazorca
  • Sal a gusto
Preparación
Limpiamos el Dorado, lo salamos y lo llevamos a la parrilla. Antiguamente se hacía también en una estaca y se cocinaba con el calor del fuego. Lo cocinamos de cada lado cuidando que tenga una cocción pareja logrando que se cocine manteniendo sus jugos.
Cuando llega a su cocción total, esparcimos la pimienta de anacahuita sobre los lados.
Las batatas las colocamos sobre las brasas directamente y las vamos girando para lograr una cocción uniforme. Para la mazorca, la colocamos sobre la parrilla o pincho y la vamos girando hasta lograr su color caramelo claro.
Las alubias hidratadas las hervimos hasta que estén tiernas y luego las colamos y las salteamos en grasa con cebolla de verdeo finamente cortada.
El Arazá lo trabajamos en el mortero hasta formar una pasta ligera que acompañará el Dorado junto con los frutos cortados en mitades.

El dulce (de vaca) menos pensado

"Tuve la suerte de ser jurado en el evento tradicionalista y encontré esta receta, que también se acostumbraba a hacer en la Buenos Aires colonial, y quedé realmente impactado por el valor histórico de la misma, y por un producto final realmente bueno. Existen otras variaciones, pero esta es una que me gusta mucho. Aquí también utilizamos frutos de monte nativo como es el Guayabo".
Jalea de pata de vaca
  • 1 Pata de vaca
  • 400 cc Leche
  • 100 gr. Azúcar
  • 100 gr de Guayabo de mi país
  • 100 gr Azúcar para el Guayabo
  • Vainilla vaina
Procedimiento
Hervimos la pata de vaca durante muchas horas según su tamaño, hasta que haya liberado todo el colágeno y los tendones se encuentren tiernos. Durante el hervor, espumamos y desgrasamos continuamente.
Luego filtramos el líquido en un tamiz fino y llevamos a refrigerar para desgrasar.
En otro recipiente hacemos un dulce de leche casero con textura cremosa utilizando la leche, el azúcar y la vainilla. Una vez que el dulce de leche baja de temperatura, desgrasamos la gelatina de pata de vaca y disolvemos a fuego 500 cc mezclando con el dulce de leche.
Colocamos en un molde y enfriamos hasta que la misma se encuentre sólida.
En una sartén, colocamos las pulpas del Guayabo y formamos un jarabe liviano, manteniendo la forma de las pulpas.
Desmoldamos la jalea y bañamos con el Guayabo.
Link a la nota: https://www.lanacion.com.ar/2136925-puchero-de-rabo-y-jalea-de-vaca-el-menu-olvidado-de-la-revolucion-de-1810

Clarín - VIVA - El comedor de Narda Lepes

El comedor de Narda Lepes

Cocinar para la tele no es lo mismo que tener un restaurante. En su nuevo espacio, la chef mediática Narda Lepes logró materializar sus ideas.
Un espacio grande y luminoso, con una cocina amplia y a la vista, el escenario de Narda Comedor./Clarín
Un espacio grande y luminoso, con una cocina amplia y a la vista, el escenario de Narda Comedor./Clarín
Una cosa es preparar un plato delante de las cámaras de televisión, con el soporte de productores gastronómicos, sin la presión de los pedidos de los comensales y otra es trasladar a un restaurante real un modelo culinario virtual.
Es frecuente que esa transferencia de ámbito no resulte. Es un desafío. Narda Lepes, la cocinera mediática, no se amedrentó. Quiso materializar su idea estética, su modelo de servicio y sus convicciones culinarias.
Surgió un lugar grande y luminoso. Su cocina es amplia, abierta y a la vista. Es el centro del escenario.
El deus ex maquina es el chef Martín Sclippaencargado (con su brigada) de decodificar las consignas de Narda: pocas harinas, productos de temporada y legumbres, lenguaje culinario globalizado y proveedores elegidos con buen criterio.
Los platitos de entrada permiten un primer abordaje. En el de cebolla, crema de papas y jugo de carne un pequeño atolón de puré cremoso está rodeado por un intenso y aromático jugo de carne vacuna bien concentrado. Un dulce y tierno gajo de cebolla está en el centro de la escena. Piñones tostados y ciboulette completan la combinación.
El emparedado de Medio Oriente (el arais) mezcla, con éxito, texturas y sabores. El pan tipo pita es crocante y encierra la carne de cordero. Yogur, hojas de perejil, cilantro y eneldo y remolacha en concasse ofrecen frescura, sabores y perfumes.
crocante, panceta dorada y caramelizada, huevo y minuciosos chips de cebolla fritos, repollo, kimchi, pequeñas rodajas de berenjenas y algas se mezclan en un ping pong organoléptico que se desencadena en el paladar.
Cierre con el postre étnico y sensual de dulce de leche, goloso final de un recorrido muy real.
Ficha
Narda Comedor
Dirección: Sucre 664 - CABA.
Teléfono: 15-6131-0664.
Horarios: Lunes a viernes, de 8.30 a 23.30; sábados, de 9 a 00; domingos, de 9 a 19.
Formas de pago: Efectivo y Tarjetas.
Relación precio / placer: Buena.
Precio promedio por persona: $ 850 con bebida.
Link a la nota: https://www.clarin.com/viva/comedor-narda-lepes_0_H1jsFl90G.html

La Nación - Brando - Dónde comer buenas empanadas en Buenos Aires

Dónde comer buenas empanadas en Buenos Aires

¿En búsqueda de empanadas jugosas para este fin de semana patrio? Acá hay cuatro opciones muy tentadoras con historias que valen la pena.

La Carbonera

En charlas telefónicas, por mensajes y audios de WhatsApp. Así recuperó Lucía Arias las recetas de infancia que hacía su tía en Coro, estado de Falcón, Venezuela. "Ella hacía los guisos del relleno y yo las armaba, eran un clásico de la cena todos los martes". Veinte años después, en Buenos Aires, la idea de elaborarlas comenzó en 2015 como una propuesta mensual, hasta que este plato le fue ganando a la oferta de parrilla con la que originalmente habían abierto el negocio. "Empezamos a ofrecerlas los fines de semana, para hacer algún plato de cocina venezolana, y nuestros clientes terminaron convenciéndonos de que eran el mejor producto del local".
Ramón García, marido y socio de Lucía, asocia las empanadas con dos rituales: uno familiar y otro social. "Recuerdo que en mi casa rara vez se hacían porque llevan bastante tiempo de elaboración y, al freírse en el momento, era difícil hacer coincidir a todos los comensales en la mesa al mismo tiempo. Después a las empanadas las encontrás en puestos o kioscos en la calle y, en general, se consumen a la hora del desayuno".
Fuente: Brando - Crédito: Xavier Martín
La masa es de maíz pisado blanco, no se repulgan, son fritas y se comen acompañadas por salsas. "Se hierve el maíz, se muele y a partir de allí se hace la masa. El tamaño es más grande del que se come en Venezuela, pero nos gustan así y con abundante relleno," apunta Ramón.
Entre las favoritas se encuentran las de carne mechada (que se hacen con tapa de asado) y la cazón (un pescado que en Buenos Aires se conoce con el nombre de gatuso o pollo de mar, el cual se pigmenta con los granos de achiote, dándole un tinte amarillo). Otras para probar son las de pollo (con vegetales), la dominó (de porotos negros y queso semiduro), la pabellón (carne mechada, queso y plátano), tajada y queso (con plátano maduro frito). La sazón se realiza con vegetales sofritos y una base de especias, de comino y curry. Se acompañan con mayonesa de ajo, picante casero o salsa guasacaca (cilantro, perejil y limón).
Fuente: Brando - Crédito: Xavier Martín
En esta esquina de Palermo, alegre y colorida, el pedido se hace en la caja y se come en mesas altas o bajas. Para tomar ofrecen cerveza artesanal ($85, la pinta); chicha, una bebida a base de leche, arroz y canela ($55) y papelón, limonada con azúcar mascabo ($50).
Ramón cuenta que muchos venezolanos se enteran del local por sus amigos argentinos. "Se ve que a los porteños les gusta lo que hacemos".
El Salvador 4401, Palermo.
4832-9801
De lunes a viernes de 18 a 24. Sábados y domingos de 12 a 24. Martes cerrado.
Instagram: @lacarbonerarg
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De Rosa

"¡Salgamos de aquí!", dijeron los hermanos italianos Da Rosa, en enero de 2002, cuando una tormenta de nieve los empujó al aeropuerto J.F.K. de Nueva York. "No teníamos claro adónde ir, solo que no soportábamos el clima y compramos los primeros tickets que nos llevarían a un lugar más cálido". Así, los napolitanos Maurizio, maestro pizzero y economista, y Bruno, cocinero y abogado, llegaron a Buenos Aires. "Yo sentí amor a primera vista por esta ciudad", recuerda Maurizio, quien se asoció en varios comercios gastronómicos y desde hace dos años vive en Buenos Aires.
Fuente: Brando - Crédito: Xavier Martín
Su apuesta personal es De Rosa, una pizzería "con los platos clásicos que se sirven en este tipo de locales en Argentina, como empanadas, fugazzeta y fainá, pero revisitados a la manera italiana". Las empanadas, por ejemplo, son fritas. Como los panzerotti de Apulia, un calzone pequeño que en Nápoles se llama piscitielli, o las empanadas dulces de ricota de oveja con licor de miel que Maurizio probó en Sicilia.
Los rellenos traen a cuento recetas italianas, y gustos argentinos. El maestro pizzero dice que los porteños adoran la cebolla caramelizada en las comidas, por eso la sirve en una empanada con pategrás. Un sabor estacional es la de hongos de pino de la Patagonia y queso cuartirolo. Pero el hit es la de carne de búfala preparada como en Nápoles. "La carne alimentada a pastura tiene cuatro horas de cocción, cebolla, morrón y anís estrellado. En Italia, para tapar el sabor fuerte de la carne, mi mamá le ponía cacao o café; yo elijo un poquito de cacao amargo".
Fuente: Brando - Crédito: Xavier Martín
Para los veganos se ofrece la empanada de polenta, acelga, cebolla y morrón (de una masa elaborada con margarina). "Los ingredientes son lo más naturales posibles, elegidos con cuidado. En ese sentido, agradezco a los colegas cocineros, muy generosos, que me recomendaron productores locales de calidad, desde los tomates de Mendoza hasta la leña para el horno".
La carta posee entradas, 12 variedades de pizza (desde $150, las chicas), algunos platos (como la milanesa de carne con hueso) pastas y postres. También cervezas artesanales tiradas (desde $69)y una selección vinos, algunos de ellos orgánicos (por copa, desde $65).
En De Rosa preparan una de las comidas preferidas por los argentinos pero con corazón italiano.
Lafinur 3275, Palermo.
4807-3809
Todos los días de 13 a 15 y 20 a 23.

The Stand

La falta de picante en las comidas fue la excusa. Así como el hecho de extrañar en Buenos Aires el acceso fácil a productos, platos y sabores indios, mexicanos y norteamericanos. "Es que en San Francisco tenés una gran oferta de cocina del mundo", explica el estadounidense Mark Schwerin, quien comenzó a cocinar sus platos favoritos hace seis años, para él y sus amigos.
Fuente: Brando - Crédito: Xavier Martín
El negocio llegó en septiembre de 2017, cuando este licenciado en administración de empresas, su mujer argentina y un socio decidieron dedicarse a la elaboración y venta de hamburguesas y sándwiches. Lo de las empanadas surgió casi de casualidad, un día que Mark hizo la prueba de utilizar los mismos ingredientes para rellenar la masa. Y desde ese día la oferta se renueva cada semana. Las propuestas son inusuales: chili con carne; bacon cheese burguer, curry de pollo picante, de queso y pepperoni estilo pizza de Estados Unidos, enchilada de pollo, de papas con especias de India, curry de cordero con damascos. "Mark trabaja por la noche y yo a la mañana; y cuando llego me entero si se agregó algún sabor en la pizarra", dice Dolores Herrero.
Para elegir el nombre, Mark reunió sus libros favoritos. Ganó The Stand, de Stephen King, de 1978. "El local no tiene nada que ver con la trama de la novela, lo que me interesó fueron los significados aplicables al nombre. The last stand, en inglés, es la última batalla, en la que ponés todo. Y como proyecto, en nuestras vidas, es lo que pasa con The Stand".
Fuente: Brando - Crédito: Xavier Martín
El lugar es sencillo, con bancos de madera, mesas bajas, una barra larga, taburetes y heladeras para servirse la bebida. De adorno, quedó una parrilla de ladrillos que deschava la actividad gastronómica de los inquilinos que ocuparon anteriormente el negocio.
Las empanadas son grandes y bien rellenas. Al horno son ricas, pero más sabrosas aún son las fritas en aceite. Tres recomendaciones: la pulled pork (de cerdo desmenuzado con salsa barbacoa), la cheese burguer (de carne picada y queso tipo cheddar), y la eggplant parm (de berenjena, salsa marinera, queso mozzarella y tipo parmesano, desde $30). Otras opciones de la pizarra son las hamburguesas, los sándwiches y las ensaladas. Para beber sirven cervezas industriales (de litro, $120), tirada artesanal (la pinta, $80), gaseosas y agua ($35). También se puede llenar el growler por $140 (1l). Una apuesta de la que salen bien parados.
Av. Córdoba 3528, Almagro.
4863-1235
De lunes a viernes de 10 a 15:30 y 18:30 a 24. Sábados y domingos 19:30 al cierre.
Instagram: @thestand.palermo
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La Morada

Manuel García Ferré dibuja en lápiz el personaje de Calculín, rodeado de fanáticos de más de 30, que lo filman y le sacan fotos. Fue durante un almuerzo que transcurrió en La Morada, en diciembre de 2009, y el video está en YouTube. El creador de la revista Anteojito solía almorzar allí con su secretario desde que descubrió que un trío de coleccionistas -los dueños del lugar- exhibían vitrinas con juguetes de sus personajes, revistas, sobres de figuritas y muñequitos de los chocolates Jack.
Fuente: Brando - Crédito: Xavier Martín
Entre todo eso, José Luis González atesora una pieza que le costó años conseguir: una lata de chocolate en polvo Nutri Súper Hijitus. "Cuando decidimos decorar el negocio se nos ocurrió empezar a mostrar nuestros recuerdos de infancia, así nació lo que llamamos el museo retro con la idea de darle al lugar la imagen de almacén de barrio". Comenzaron con latas de galletitas, botellas de vidrio de leche, crema y yogur, fotos de revistas antiguas y cartelería. "De visitar amigos en los pueblos conseguimos muchas cosas: una caja registradora de los años 20, relojes, muebles. Son de negocios antiguos de Urdapilleta, 25 de Mayo, Bolívar, Baradero."
La recolección "fue un trabajo de hormiga", dice el cocinero Carlos Bernal, quien llega cada mañana al local 5:30 para hacer la masa y los rellenos de las empanadas. Su receta de este plato típico sintetiza usos y costumbres del norte del país. Y si bien Carlos es de Misiones, donde la empanada se hace con carne molida, cebolla de verdeo y perejil, para todo público, él prefiere ofrecer la empanada de carne cortada a cuchillo y papa, condimentada con comino, y al horno. La masa es de color amarillo, porque posee huevos y un jarabe de vegetales rehogados.
"Las empanadas son suaves por eso me pidieron que hiciera alguna que fuera picante. Hicimos pruebas hasta que llegamos a una empanada en la que mezclamos dos tipos de quesos con ají locoto y pimienta de Cayena. La llamamos Picachu y son el diferencial de la casa", explica Carlos, quien inauguró el primer local de La Morada en 1999, en Larrea y Juncal, y unos años después el de Montserrat. Su mujer y sus hijos trabajan con él en la cocina.
La carta ofrece otros platos de comida regional como el locro, además de empanadas ($30), también ensaladas y milanesas. Para beber se ofrece cerveza (en lata, desde $60, de litro $146), agua ($48), vinos (la copa, $56). Recuerdos y comida regional al plato.
Av. Hipólito Yrigoyen 778, Montserrat.
4343-3003
Lunes a viernes de 10 a 16.
Link a la nota: https://www.lanacion.com.ar/2135413-donde-comer-buenas-empanadas-en-buenos-aires