Auge de los mercados porteños: renovación edilicia y buenos precios
Ya reinauguraron el de Belgrano y el de Primera Junta; el 26 de enero comenzarán las obras en el de San Nicolás
El mercado de San Nicolás parece congelado por el paso del tiempo. Muchos puestos permanecen vacíos; algunas heladeras desenchufadas y cajones de verduras se acumulan en el fondo del playón de avenida Córdoba 1750.
"Mientras esperamos a que empiece la obra, seguimos trabajando como hace 50 años", dijo Gastón Julio Casinea, detrás de una de las heladeras que alguna vez estuvieron repletas de cortes de carne.
A partir del 26 de enero próximo, el tinglado en donde funciona el Mercado de San Nicolás, cerrará sus puertas y los pocos puesteros que quedan se trasladarán a la plazoleta Petronila Rodríguez, frente al Palacio Pizzurno, para dar comienzo a las obras de remodelación del espacio. Luego de aproximadamente cuatros meses, los puesteros podrán regresar al espacio de avenida Córdoba.
"Hace 50 años que el mercado no se remodela y hay muchos puestos vacíos porque los dueños se murieron y nunca se otorgaron a otros. La gente dejó de venir y las ventas cayeron mucho", comentó Gabriel Mosquera, dueño de una pollería, a dos puestos de distancia de la carnicería de Casinea.
El plan, a cargo de la Dirección General de Desarrollo Gastronómico de la Ciudad, que se ejecutará a partir de enero en el Mercado San Nicolás, incluirá una estructura completamente nueva con 16 locales, tres islas y una plaza de comidas.
Esta puesta en valor es solo una de las que la Ciudad viene realizando en los diferentes mercados. Además del de San Nicolás, otros tres pasaron por el mismo proceso: el de Belgrano (Juramento 2501), el de Primera Junta (Rojas 11) y el de Bonpland (Bonpland 1660); de los 15 se distribuyen entre la órbita pública y la privada.
La historia
La historia de los mercados comienza con el crecimiento de las ciudades. Su existencia se remonta a 1800, con la llegada de los primeros inmigrantes europeos. A medida que los barrios comenzaron a desarrollarse, los mercados aparecieron como puntos desde los cuales se distribuía la mercadería que llegaba en trenes y carretas.
En 1862, se prohibió por ley el funcionamiento de ferias en plazas públicas y esto generó la construcción de diferentes edificios en donde se instalaron los mercados.
A pesar de esta iniciativa, entre 1970 y 1980, muchos espacios desaparecieron en la Ciudad y otros sufrieron el cierre de algunos de sus puestos.
"Estamos trabajando para poner en valor estos sitios tradicionales de la Ciudad, que además de brindarles a los vecinos una opción diferente para la compra de productos, impulsa el trabajo, el turismo y el desarrollo de la zona", dijo Diego Santilli, vicejefe de gobierno de la Ciudad.
Obras de infraestructura y nuevas propuestas
En agosto de este año, también se reinauguró el Mercado de Belgrano. Allí, las obras consistieron en arreglo de techos por goteras, cambio de instalaciones eléctricas, luminarias y marquesinas, entre otros. Además, se instaló un patio de comidas que, en enero del año próximo, se completará con la instalación de una hamburguesería, una pizzería y la integración de una parrilla ya existente.
"Queremos que los mercados mantengan su clientela y que tengan cada vez más visitantes", dijo Martín Villar Sánchez, responsable de la Dirección General de Desarrollo Gastronómico.
Las mejoras edilicias fueron acompañadas por la incorporación de nuevas propuestas. Entre las incorporaciones, se encuentra Cucina Paradiso, el formato mercado de los restaurantes del chef Donato Di Santis. Desde pastas secas caseras, trufas importadas hasta sándwiches de mortadela se pueden encontrar en ese local.
"Yo fui testigo de la decadencia de este mercado y cuando me ofrecieron venir, ni lo dudé. Los vecinos todavía son algo tímidos. Se acercan, estudian, ven qué onda y, por ahora, siguen eligiendo los precios baratos", dijo Donato Di Santis.
Más allá de las especialidades de Cucina Paradiso, el Mercado de Belgrano también conserva a sus puestos más tradicionales. Justo al lado de Cucina Paradiso, la frutería Don Jorge exhibe su selección.
"La vedette es la cereza", dijo Susana de Yarrouge, nuera de Jorge y tercera generación en la verdulería. "Mi papá iba al Tigre a buscar las naranjas y las traía acá. Eso era cuando las calles eran de tierra y los puestos se desarmaban de noche", comentó Jorge.
"Vengo seguido por la calidad de los productos, pero no soy del barrio. La verdad es que está muy limpio, aunque tendrían que abrir más stands", dijo Silvia Tarrio, vecina de Palermo que compra sus frutas y verduras en el Mercado de Belgrano.
En el otro pasillo, la pescadería de Basilio exhibe salmones, truchas de Cuba, ranas y bacalao. "Recuperamos algunos clientes y también viene gente nueva, de edades muy variadas. Acá encontrás cosas que en otros lados no conseguís. No venís a buscar precios sino variedad y calidad", contó Basilio Ferreyra, que tiene clientes que viajan desde La Plata, Quilmes, y Tigre para comprar sus productos. Él pertenece a la cuarta generación de la familia que trabaja en el mercado. "Hace unos años, la gente hacía cola y entraba corriendo. Mi abuelo me mandaba afuera a contar la cantidad gente para saber si alcanzaba el pescado del día", comentó.
Según fuentes de la Dirección General de Desarrollo Gastronómico, el número de visitantes por fin de semana se cuadruplicó, luego de la renovación.
A una cuadra de las vías del Ferrocarril Sarmiento, el Mercado de Primera Junta también muestra nueva fachada. La obra se inauguró en septiembre de este año y consistió en el recambio de pluviales, aumento de iluminación externa, recambio de cartelería, nuevos toldos, pintura, entre otros. Además, se incorporó una lista de precios fijos para determinados productos .
"Soy del barrio y vengo desde hace mucho tiempo. Antes, la gente no venía después de las 6 de la tarde por la inseguridad. La verdad es que la iluminación era necesaria y está bárbara", dijo Nélida Miranda mientras esperaba su turno en una de las dos fiambrerías del mercado.
En Primera Junta hay 11 locales que dan a la calle y que ofrecen frutihortícola, pescadería, quesos y fiambres, lácteos, panadería, pescados, legumbres y especias, granja y almacén.
"Lo mejor que tiene este mercado es la calidad pero no todos los vendedores se ajustan a los precios", dijo Elsa Niotti, dueña de la granja del mercado hace más de 19 años. Según ella, sus valores sí se ajustan a la lista de precios fijos que se difundió a penas se reabrió el mercado. Un pollo en el puesto de Elsa cuesta $35 mientras que en una cadena que se encuentra en la vereda del frente, cuesta $41.
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