Este fin de semana vuelve Le Marché, la gran feria de cocina francesa
La más francesa de las ferias gastronómicas Le Marché, feria de cocina francesa llega el sábado 14 y domingo 15 marzo con una nueva temporada en 2020.
Como de costumbre, las festividades se llevarán a cabo en Plaza Francia, lugar que se volvió un ícono para la cultura culinaria francesa y sus amantes a lo largo de las diferentes ediciones que se celebran cada 2 meses.
Con una oferta gastronómica renovada sin olvidar a los clásicos de siempre (Macarons, croissants, éclairs, croque-monsieur, boeuf bourguignon, crêpes, raclette, quiches…) tanto los habitués de Le Marché como sus nuevos visitantes descubrirán un mundo de sabores a través de platos y productos presentados por los chefs miembros de Lucullus y sus invitados.
El mercado de productores también vuelve. Allí se podrán encontrar los ingredientes característicos de la cocina francesa (quesos, fiambres, panes, pastelería…) elaborados por productores para quienes la calidad es el factor más importante en su trabajo. También estarán presentes diferentes productos importados.
CRONOGRAMA DE ACTIVIDADES
SÁBADO 14 :15:30 – El aderezo francés, con o sin mostaza? con el chef Jérôme Mathe 16:30 – Show en vivo de Louise y Santiago, Gypsy Jazz Francés
DOMINGO 15 : 15:30 – Del Cacao al chocolate por Daniel Uria 16:30 – Show en vivo de Paz de la Cruz y Jeronimo Ordenavia, Jazz & swing
TODO EL DIA: Taller de alfarería con @Idearios Instalación de la Torre Eiffel de Ing. Luis Pino. @steelpinedeco
A disfrutar entre amigos y familia de las dulces noches de verano que están por llegar.
Le Marché, feria de cocina francesa Sábado 14 y Domingo 15 de marzo Lugar : Plaza Francia (Av. Del Libertador y Dr. Luis Agote) Desde las 11hs a las 18hs Entrada libre y gratuita
En Chapadmalal: son hermanos y convirtieron un galpón familiar en una exitosa cervecería
Hay emprendedores que dicen alcanzar "el éxito" cuando logran vender lo que hacen de manera masiva. O cuando se "hacen conocidos", en términos menos exigentes. También se cree, a veces erróneamente como en el caso de los protagonistas de esta historia, que todos los que emprenden tienen como principal objetivo expandirse al máximo y conquistar la mayor porción de mercado posible. En este relato sucede otra cosa.
Esteban e Ignacio Bidondo son hermanos, nacidos y criados en Chapadmalal (a 20 minutos de Mar del Plata) y juntos llevan adelante la cervecería Las Cuevas , ubicada en la entrada del barrio La Estafeta, a una cuadra de la ruta 11 y a dos del mar. Hace unos 6 años comenzaron a fabricar cerveza artesanal, primero Esteban y con el tiempo Ignacio, en una cocina donde había funcionado una habitación para recibir a turistas. Arrancaron vendiendo en botellones y siendo un punto "de recarga", pero la demanda creció de manera tan veloz que se animaron a dar un paso más: primero abrieron la fábrica con una modesta barra, y al año siguiente, el local con gastronomía y patio cervecero .
Con la ayuda principalmente de amigos y vecinos encararon los trabajos de refacción en menos de seis meses. Tiraron paredes, pintaron, reciclaron antiguos muebles del lugar, prepararon la cocina de manera industrial y, sobre todo, se dejaron llevar por su impulso creativo. Sería válido pensar que Las Cuevas -nombre que resalta la geografía particular de las playas de la zona -, antes de que abra sus puertas como cervecería ya estaba destinada a ser punto de encuentro de amigos.
Desde entonces reciben en casa (y es literal) a vecinos y turistas de distintos rincones de la costa, amigos de toda la vida, conocidos de conocidos y extranjeros que se enamoraron de la zona y, en particular, de este lugar.
"La mitad de los que llegan viven a 15 cuadras a la redonda, cualquiera que entra conoce al menos a uno de los que trabajamos acá o tiene algún recuerdo del lugar". La meta es genuina, simple, y probablemente eso la transforme en algo mucho más grande: "Nosotros queremos ser un punto de encuentro para que los que viven fuera de la ciudad no tengan que irse hasta allá solo para tomar una buena birra . Y también un espacio donde la cultura local tenga un lugar de referencia, donde los artistas de la puedan exponer sus obras, los músicos mostrar algo de lo que hacen, y los feriantes puedan compartir sus creaciones", explicaba Esteban mientras un mate va y vuelve junto a los recuerdos y las experiencias vividas en esta casona que ya suma más de seis décadas entre sus gruesos y pesados ladrillos.
Por otra parte, comentan al unísono que no está entre sus aspiraciones poner una distribuidora o crecer con franquicias en la ciudad de Mar del Plata. Prefieren mantenerse en el barrio, mejorando la calidad y la propuesta día a día.
"La mitad de los que llegan viven a 15 cuadras a la redonda, cualquiera que entra conoce al menos a uno de los que trabajamos acá o tiene algún recuerdo del lugar".
Un poco de historia.
Lo que ahora es un patio cervecero donde abunda el arte y suena música que varía entre folclore latinoamericano, rock nacional y bandas internacionales de todos los tiempos, antes fue depósito de chatarras, máquinas en desuso y materiales reciclables que Jorge, el papá de los hermanos emprendedores, utilizaba para trabajar. "Junto a él -habla Ignacio, el menor-, repartíamos gas y leña, además de reciclar todo tipo de artefactos".
Pero antes de que Jorge comprara esta casona, acá funcionaba una hostería con cierta relevancia en la historia local por ser uno de los primeros sitios donde se hacían "matinés" y donde se cruzaban turistas con vecinos. Sí, se encontraban a bailar cuando caía el sol y básicamente a intercambiar una charla, o algo más. Como ahora, pero medio siglo después y con cerveza artesanal de por medio.
"El que no fue alumno de mi vieja, que es maestra de toda la vida del barrio, le compraba gas o leña a mi viejo", recuerda Esteban mientras abre la puerta de una habitación ahora convertida en fábrica, cuidadosamente preparada para tal noble fin. Cuenta que hasta hace poco dormía en este lugar y que ahora ya está instalado en un dormitorio en la planta alta, en lo que era un antiguo depósito. Esteban vive literalmente en Las Cuevas, donde el trabajo, la pasión y el ocio conviven con felicidad, y también con algo de caos, porque eso de la armonía y la paz como estado de felicidad alcanzado funciona bien para algunas películas, pero no para la vida emprendedora.
Vivir de la cerveza
La decisión de poner todas las fichas en Las Cuevas ocurrió durante 2017, cuando Esteban dejó de arreglar celulares y decidió dedicarse tiempo completo a la cocción de cerveza junto a un ingeniero amigo, quien a su vez impulsó el negocio potenciando la calidad al máximo, aportando mediciones precisas y recetas impecables. Ignacio, por su parte, todavía vendía leña y carbón con Jorge, y si bien participaba de alguna cocción cervecera, se asoció formalmente al año siguiente.
Durante 2017 se dedicaron a vender "recarga" de botellones a los conocidos y comercios de la zona. Cuando la temporada siguiente llegó, se animaron a vender cerveza en la fábrica y abrir un pequeño espacio de barra. Había cuestiones cotidianas que hacían que verdaderamente uno se sintiera en una casa amiga -si eso es bueno o malo, quedará a criterio de cada quién-: "Como yo vivía ahí y había un solo baño, todos los días, antes de abrir el bar, tenía que sacar el cepillo de dientes para recibir a los clientes", desliza Esteban que no puede asegurar que alguna vez no se lo haya olvidado con la pasta de dientes lista.
Durante 2018 invirtieron en un nuevo equipo para producir cerveza a una escala mayor (100 litros) gracias al dinero ahorrado por la venta del mismo producto. Y también resolvieron ampliar el espacio interno y externo para abrirlo al público con mayores servicios.
Con el mismo impulso, tiraron abajo algunas paredes para ampliar los metros cubiertos y aprovechar al máximo el extenso patio con parque. Con la premisa de "dar laburo al barrio", convocaron a electricistas, albañiles, herreros y amigos con criterio y buenas habilidades para poner la obra en marcha . Las paredes fueron pintadas, además, por artistas locales. Al cabo de seis meses la cervecería estaba lista para abrir sus puertas.
Ahora entran unas 70 personas que pueden optar por sentarse en una barra comunitaria o mesas privadas entre paredes pintadas con arte, luces tenues y la sensación de estar en el comedor de una casa remodelada y con mucha onda, o afuera, con los pies en la tierra y bajo árboles con más de medio siglo de vida. Entre los estilos que ofrecen, se encuentra el tipo Golden, Stout, IPA, Luna Roja y algunos más arriesgados como la Honey que lleva agregado de miel (producida por Ignacio, ya que además de cervecero es apicultor) o la Golden con pimienta de Jamaica, Coriandro y Cardamomo. En la cocina también pasan cosas: además de las clásicas papas, pizzas y hamburguesas incluyen en la carta variedad vegetariana bien casera (a precios accesibles) y postres tradicionales que no fallan como la chocotorta helada o el tiramisú. Además, adecuaron una barra de tragos en el patio para ampliar las opciones a la hora de elegir qué tomar.
Para darse una vuelta . De marzo a diciembre abre los días viernes, sábados y los feriados abre de 19 a 00 h. Más información en IG: @cervezalascuevas
Proyecto Hermanas: la nueva línea de vinos de la Bodega Lagarde
Creada por Sofía y Lucía Perscarmona, propietarias de la bodega, se trata de una nueva línea de vinos de alta gama compuesta por cuatro etiquetas.
Sofía y Lucila Pescarmona son mujeres que se emocionan con la naturaleza, protegiendo los sueños que llegan con cada nueva cosecha. Esa es la esencia de Proyecto Hermanas, la nueva línea de vinos de alta gama de Bodega Lagarde, compuesta por cuatro etiquetas: Chardonnay, White Blend, Pinot Noir y Malbec-Cabernet Franc. La semilla del proyecto se plantó en 2013, al lanzar la línea de partidas únicas Guarda Sisters Selection, que buscó reflejar el gusto personal de ambas hermanas, quienes son tercera generación de viticultores mendocinos y están a cargo de la centenaria bodega, ubicada en Luján de Cuyo.
Esa experiencia iniciática devino en la creación de una línea de vinos exclusivos, que buscan equilibrio y expresividad. El objetivo aquí es descubrir magia en cada Vendimia y producir vinos en consecuencia, que sirvan para compartir la vida, un amanecer y muchas risas. Los vinos Proyecto Hermanas están hechos con uvas que provienen en su mayoría de Gualtallary, en el Valle de Uco. En el caso del White Blend, se trata de un corte que cambia año a año, y justamente, la idea con esta línea es experimentar e innovar constantemente.
“Proyecto Hermanas es el sueño de dos hermanas que lanzaron una pregunta al aire, buscando forjar su propio estilo y acercar la distancia geográfica que las separan. Desde hace algunos años, Lucila vive en Estados Unidos, mientras que yo permanecí en Mendoza. Sin embargo, nuestras personalidades opuestas logran un equilibrio inexplicable al trabajar juntas y eso refleja la complicidad de nuestra hermandad”, explica Sofía Pescarmona, CEO y Copropietaria de Lagarde.
Lucila, por su parte, agrega: “Crear estos vinos fue una oportunidad para extrañarnos menos, pero también para reírnos de las diferencias que nos definen. Es una manera de rendir homenaje a nuestra herencia y a la naturaleza que nos rodea. No hay un motivo exacto para el nacimiento de esta línea, aunque las ganas de compartir nos dejan en evidencia”. La diversidad en los gustos de las hermanas es lo que empuja y motiva la composición de esta gama. Sofía ama los vinos blancos, mientras que Lucila se inclina por los tintos, en ocasiones incursionando en variedades poco exploradas por la familia, como el Pinot Noir. El enólogo a cargo del proyecto es Juan Roby, quien también es el gerente de enología de Lagarde.
Tres de los cuatro vinos de la línea ya se encuentran a la venta en vinotecas y tiendas especializadas a un precio sugerido de $1.650 cada uno, mientras que el blend de Malbec/Cabernet Franc llegará a las góndolas en marzo de 2020.