El revival de un ícono de la cocina: Doña Petrona ya tiene su museo
En San Cristóbal, abrió un espacio donde se exhiben los objetos de la cocinera; sus libros llevan más de 100 ediciones
La convocatoria sorprendió incluso a los propios organizadores. El día de la inauguración, poco antes de la apertura de puertas del Museo de Doña Petrona, un grupo de 50 mujeres hacía fila en la entrada para entrar. Y en los dos días que lleva abierto, el desfile fue constante. Así fue como la apertura del espacio que rinde tributo a la número uno de la gastronomía televisiva se volvió un verdadero suceso.
Allí se exhiben, hornos, utensilios, delantales, libros, manteles, recetas, moldes que Doña Petrona les dejó a sus dos nietos como herencia. A 25 años de su muerte, toda esa colección se volvió objeto de culto de una generación que por estos días vive un revivalde la gastronomía que pobló los sabores de su infancia.
Como Natalia Pedersoli, de 39 años, que anteayer fue a la inauguración del museo con una historia emotiva entre sus manos. Elsa, su madre, murió cuando ella tenía 20. Desarmaron la casa y los libros de cocina terminaron en un estante. Hace poco los buscó y cuando se puso a hojear el de Doña Petrona, editado en 1942, se reencontró con aquellas tortas que su madre hacía para sus cumpleaños. "Ésta es la torta de conejo que hizo mi mamá cuando cumplí cinco. Y está en el libro. Fue muy emocionante encontrarla", dice y muestra la foto de su infancia.
La idea de hacer un museo dedicado a Doña Petrona nació de una conversación entre Richard Saavedra, dueño de una empresa de indumentaria gastronómica y la nieta de la ecónoma, Marcela Massut. Él la llamó para invitarla a la inauguración de una sala de exhibiciones gastronómicas a la que le nombró "Doña Petrona". Ella, entonces, le sugirió armar "algo" con la colección de objetos que conservaba de su abuela.
Marcela intuía que había un gran potencial en la nueva generación de seguidoras de Doña Petrona, en general hijas de mujeres que habían aprendido a cocinar con sus libros y programas de TV. No estaba equivocada. Hace dos años, cuando abrió una página de Facebook para compartir las recetas de su abuela, en cuestión de meses ya tenía 360.000 seguidores.Y si convoca a que publiquen su propia foto de una receta, llega a recibir unas 10.000 respuestas en sólo un día.
"Es llamativo porque la manera de cocinar cambió por completo. Hoy son impensadas las proporciones que ponía mí abuela. Ella es famosa porque hacía los bizcochuelos con 18 huevos. Pero, a la vez, hay una nostalgia por esa gastronomía de nuestra infancia, donde las cosas eran mucho más naturales y menos procesadas", dice.
El museo, que tiene entrada gratuita, abre de lunes a viernes, de 10 a 17 y los sábados, de 10 a 12. Está ubicado en Jujuy 1582, en el tercer piso de la casa de uniformes Goody. La zona es un polo de equipamiento gastronómico, donde hay unos 300 bazares que, pese a que tienen los precios más competitivos del mercado, por estos días desarrollan todo tipo de estrategias para paliar la caída de las ventas. Y el museo se encuadra dentro de una de ellas.
Pasión por las recetas
La de Doña Petrona es una historia que apasiona. Y no sólo por su legado culinario. Nació en 1898 en Santiago del Estero. Su apellido era Carrizo y se transformó en sólo una inicial cuando, a los 16 años, se casó con Oscar Gandulfo. Fue uno de esos romances prohibidos . Cuando cumplió los 15, Clementina, su madre quiso que se casara con un hacendado militar de la zona. Sin embargo, ella no accedió. Se fue a trabajar a un campo, donde conoció a Oscar, 30 años mayor y administrador del lugar. Como no los dejaron casarse, se fugaron a Buenos Aires. Petrona tuvo que buscar un trabajo. Vivían sobre la calle Alsina, justo frente a la Compañía de Gas. Allí, vio que buscaban mujeres para dar clases de cocina con gas. Claro que Petrona no sabía cocinar. Eso no iba a ser un problema, le dijeron. A ella y a 17 mujeres más les dieron un curso de economía doméstica. Por eso, siempre renegó del título de chef o el de cocinera. Ella era ecónoma, lo que entonces era todo un título. La idea era que ellas dieran demostraciones a las mujeres que se interesaran en cocinar con gas para, luego, alquilarles o venderles un aparato.
Petrona era creativa. Pronto se destacó y se convirtió en la jefa de las demás. Además, las potenciales compradoras venían y tomaban nota de sus recetas.
Después, las clases que, cada vez convocaban más alumnas, empezaron a darse en un teatro. Al final izar, se repartían señaladores con las recetas. Y años más tarde, la recopilación se convirtió en un libro. Ése que ya lleva 103 ediciones y que en un mes volverá a editar Planeta.
Doña Petrona se hizo famosa porque su libro se vendió más que La Biblia y el Martín Fierro. " Solo hasta los 80, se habían vendido 3 millones de ejemplares", dice la nieta. Y eso que no se contabilizaron los que se imprimieron en los 50, cuando Petrona empezó a hacer sus recetas en vivo en televisión.
Por estos días, se están preparando otros dos libros. Uno, sobre sus memorias y otro que contiene 1700 recetas inéditas.
El amor con Gandulfo duró poco. Catorce años después, murió. Y tres después, ella se volvió a casar con Atilio Massut, con el que tuvo a su único hijo. De todas maneras, Petrona siguió usando el apellido de su primer esposo.
"Mi abuelo Atilio era un santo", dice la nieta. "Cambiaba los autos en función de que entraran los canastos con las cosas que mi abuela llevaba y traía al canal", cuenta.
La relación con Juanita, su eterna ayudante de cocina, es un capítulo aparte. Se la presentó un médico para que la ayudara en la casa. Juanita tenía 18 años y Petrona decidió prepararla para cocinar. Y cuando fue a la TV, se la llevó. "Si, tenía apellido", responde Marcela ante la pregunta de las fans en el museo. Se llamaba Bordoy. Y estuvieron más de 50 años juntas. No sólo en la televisión. De lunes a viernes, Petrona cocinaba en la TV. Y los fines de semana, hacía "laboratorio" en la casa de Olivos, justo frente a la quinta presidencial. Le llamaban "laboratorio" al hecho de probar nuevas recetas.
Ella había decidido publicar su numero en la guía telefónica. Y la gente la llamaba para preguntarle proporciones. Y les contestaba a cada uno.
Juanita nunca se casó. Estuvo toda su vida cerca de Petrona. "En mi casa, la que mandaba era Juanita", dice Marcela. Y recuerda que sus comidas favoritas eran el locro santiagueño y las empanadas santiagueñas. "Cuando la abuela cocinaba, nos ponía a todos a cortar cebollas toda la mañana. Ese era el secreto para que las empanadas fueran deliciosas" confiesa Marcela.
En los últimos años, Petrona se amigó con otro tipo de cocina. La nieta le hacía probar brotes de soja y comida light, y, finalmente, ella adoptó una dieta mediterránea. Más frugal. Incluso en la década del 80, publicó, junto con Alberto Cormillot, un libro de recetas light.
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