jueves, 15 de septiembre de 2016

Clarín - Ciudades - "La vida cultural está muy ligada a la gastronómica"

“La vida cultural está muy ligada a la gastronómica”

Un café con Dolli Irigoyen y Federico Andahazi
Así lo afirman la cocinera y el escritor, listos para oficiar de jurados de un concurso de textos y recetas que se realizará en la feria Leer y Comer este fin de semana. Aquí hablan de los afectos, el placer y otras vinculaciones entre ambas disciplinas.

Cuesta creer que Dolli Irigoyen y Federico Andahazi no se conocieran antes de esta nota. Mientras el fotógrafo prepara las tomas, ellos conversan sobre Guayaquil, ciudad en la que el escritor acaba de dar una conferencia y que la cocinera rememora a través de sus sabores y sus aromas. “¿Probaste las empanadas de morocho, la sopa de papa?”, pregunta. Andahazi asiente y agrega: “Pero allá lo preparan distinto”. “Es que le ponen tomate y lo dejan un poco más de tiempo al limón”, cuenta Dolli. La charla discurre por el mercado central de Guayaquil y las calles de Quito y Cuenca. La entrevista aún no empezó y ya aparece la primera certeza: cocina y escritura hablan idiomas parecidos.
Referentes en lo suyo, la chef miembro de la Academia Culinaria de Francia y el escritor traducido a múltiples idiomas coincidirán –junto a Osvaldo Gross y Jorge Fernández Díaz– como jurados del concurso “Historias de Amor y Recetas”, en el marco de la cuarta edición de la feria de libros y gastronomía Leer y Comer, que se realizará el sábado y el domingo, de 12 a 21, en Concepción Arenal 4865, con entrada gratuita. Hasta el domingo 18, a las 21, hay tiempo para presentar una receta, una historia de amor, una carta o un poema, que en caso de resultar ganadores serán publicados en un libro de la editorial Margen Izquierdo, junto a otras recetas y textos de figuras reconocidas de la gastronomía y la literatura (www.leerycomer.com). Las regalías se donarán a una ONG.
Pero el concurso no es lo único que tienen en común. Pronto se revela la importancia que los orígenes de ambos guardan en sus respectivas vocaciones. Sucede que Dolli está por editar un libro como forma de homenaje a su abuela Teresa, en cuya cocina de General Las Heras disfrutó del cariño familiar transmitido en forma de exquisitos dulces y de conservas. “Son experiencias que me remiten a un espacio de felicidad y de amor profundo”, se sincera. “En las casas de todos los nietos siempre estaban las mermeladas que hacía la abuela y yo actualmente cocino junto con mis nietas. Tiene que ver con las emociones y con el afecto, con los modelos que tomamos”.
Por su parte, Andahazi pasó meses remontando la biografía de su abuelo húngaro. De él sabía que había sido reconocido por la DAIA, en Argentina, por haber refugiado a judíos durante la ocupación de Budapest por los nazis. “Comencé a investigar y encontré que, entre otras personas, mi abuelo había escondido a su ex esposa y al marido de ella, que era con quien ella lo había engañado”, recuerda. A partir de esa trama de su pasado familiar nació su última novela, “Los amantes bajo el Danubio”. Cocina y literatura comparten, también, la capacidad de reunir e identificar al gran público a partir de historias de tipo personales.
¿Por qué creen que los eventos vinculados a la cocina o a la lectura tienen tanta masividad en Buenos Aires?
DI: Creo que los espacios culturales –y la gastronomía es parte de la cultura– interesan muchísimo acá. Buenos Aires es una ciudad muy cultural. Y más si pensamos en un encuentro al aire libre, gratuito, donde se unen los libros y la gastronomía, hay rica comida y la gente puede ver a sus autores y a sus cocineros preferidos.
FA: A la gente en general y a los porteños en particular les gusta leer y comer, ir al teatro y comer, ir al cine y comer. La comida siempre está presente. No casualmente los ámbitos culturales son muy vecinos a los lugares donde se come. La vida cultural está ligada a la vida gastronómica. Lo que pasa es que la cocina en particular es un hecho cultural. En la literatura latinoamericana está muy presente la comida. En García Márquez, Vargas Llosa, todo el tiempo aparecen perfumes, sabores …
¿Qué espera cada uno de ustedes de las creaciones que les toca evaluar en este caso?
DI: Lo que yo quiero de una receta es que sea novedosa, original, que lleve productos de estación, que tenga un equilibrio.
FA: En mi novela “Las piadosas”, uno de los personajes es una mujer tan apasionada por los libros que se los come. Yo espero que, literalmente, me den ganas de devorarme ese texto nuevo que leo. Quiero un texto que me provoque devorármelo de un bocado.
¿En última instancia, lo que importa de una receta o de un libro es la emoción y el placer que provocan?
FA: Es que la literatura siempre fue muy popular. De Boccaccio se decía que escribía “como se hablaba en el mercado”. Al poder no le gustaba la literatura y trató de limitarla. Primero lo hizo con la censura, pero como la censura no funcionaba tan bien, entonces, le construyó un pedestal de mármol y así la controló. Yo espero que a la gastronomía no le pase lo que en su momento le pasó a la literatura.
DI: No creo que ocurra eso, porque jamás va a dejar de existir la comida popular. La alta cocina puede ser una experiencia que alguien tiene una vez al año. Pero en los lugares donde hay mucha cultura, la comida es en la calle. Ya sea en India, en China o en Nueva York.
FA: Eso es lo que yo espero de la literatura. Que se haga en la calle. La cocina y la literatura se hacen en la feria.
Intercambiemos roles por un momento. Dolli, ¿qué le pedís a un libro? Federico, ¿qué buscás en un plato?
DI: Quiero que el libro me atrape, que me emocione, que no pueda dejarlo. Poder meterme dentro del personaje. Como género me gusta la novela. Recuerdo cuando descubrí a Jorge Amado, de más chica, leyendo “Gabriela, clavo y canela”. Me transportaba, me sentía Gabriela.
FA: Por parte de madre tengo una tradición de comida judía. Me acuerdo del gefilte fish que preparaba mi abuela, del krein, del borsch. Cocinaba muy bien. Mi papá era húngaro y de ahí me viene el gusto por el goulash. El perfume de la páprika… Hay tres cocinas en mi paladar: la judía, la húngara y la argentina. Y donde más me gusta comer siempre es en mi casa.
Después de escucharlos, diría que otra cosa en común que tienen la gastronomía y la literatura es la necesidad de viajar, tanto en el tiempo como en el espacio.
DI: Es que viajar te enriquece, te inspira, te abre la cabeza.
FA: ¡Y viajar también te abre el apetito! Se come mucho en los viajes. 
Link a la nota: http://www.clarin.com/ciudades/vida-cultural-ligada-gastronomica_0_1650435103.html

Perfil - Sociedad - El clásico choripán se transforma en un plato gourmet

El clásico choripán se transforma en un plato gourmet

Restaurantes porteños ofrecen versiones con chorizos de lenguado, de conejo y hasta de ñandú. El típico chimichurri también se reconvierte y suma originales ingredientes.

Choripaneria. En el local de Chorix en Palermo sólo venden sándwiches de chorizo y de morcilla.

Choripaneria. En el local de Chorix en Palermo sólo venden sándwiches de chorizo y de morcilla.
Foto:Marcelo Aballay
Está el chori grasoso que se disfruta en la cancha, el que rebasa de chimichurri en un carrito de la Costanera, y ése que la abuela pide bien tostadito en el asado del domingo. El choripán es un ícono de la cocina argentina de todos los tiempos. Pero ahora varios restaurantes porteños ofrecen originales reversiones  con chorizos de ñandú, lenguado, conejo o cordero.

“Hacía falta en Buenos Aires darle una vuelta más original a algo tan típico como el choripán. Creíamos que había que hacer algo con un producto tan popular”, explica el colombiano Pedro Peña, uno de los responsables de Chorix, la primera choripanería que abrió la semana pasada en Palermo. “Nosotros queríamos vender choripanes distintos y nada más. Es algo arriesgado porque ofrecemos un único producto, a lo que le sumamos los gin tonic de Tato Giovanonni, cerveza tirada y vino en copas”, aclara Peña.

“Yo ya probé varios y me encantan. Ayer comí el chori que viene con panceta, maní, repollo y zanahoria. Lo bueno es que también tienen una variante veggie para mis amigas que comen más light”, comenta Dora, una foodie que ya es habitué de Chorix.

Distintos. También en La Mar, la cebichería peruana que abrió Gastón Acurio en Buenos Aires, tienen su propia versión a base de pescado a la que llamaron chorifish. “Nos propusimos hacer honor a un plato tan popular. Comenzamos haciéndolo de lenguado, pero ahora cambiamos de acuerdo con la pesca del día y lo rellenamos con mero, o corvina”, explica el chef Anthony Vázquez.

Claudio Gómez, uno de los dueños de Los Infernales, un restaurante experto en carnes no tradicionales, cuenta cómo desarrollaron sus propias versiones: “Hicimos un trabajo de investigación muy interesante y divertido. Probamos muchas opciones con carnes como cordero, búfalo y jabalí. Finalmente nos decidimos por el choripán de ñandú, el de quijada de vaca y el de hongos”.

“Debo confesar que el chori de ñandú me sorprendió. Es suave, y la criolla con choclo compensa muy bien el sabor”, comenta Facundo, un amante de la gastronomía que disfruta probando sabores nuevos.

En el caso del restaurante Alo’s sirven un chorizo de conejo fabricado por ellos mismos, pero al plato. “Lo presentamos con una guarnición de zanahorias, unas cebollas moradas y quinotos quemados. Lleva panceta y condimentos como pimentón ahumado de Cachi, comino, ajo. Eso le da personalidad”, explica Alejandro Féraud, chef y dueño de Alo’s.

En todos los casos las guarniciones y acompañamientos se alejan bastante del clásico chimichurri. En Los Infernales el choripán de hongos tiene una vinagreta de frutos rojos y polvo de tomates secos; el de quijada viene envuelto en panceta ahumada, y el de ñandú, una criolla con verdeo y choclo.

En La Mar salsean el choripán con una salsa peruana que se llama tari, que tiene ají amarillo, rocoto,  vinagre, mayonesa casera y perejil. A eso le suman una criolla que denominan chalaquita, que a diferencia del clásico chimichurri no lleva vinagre ni aceite, pero sí limón.

Testeo. Tanto Los Infernales como la gente de Chorix y de La Mar probaron sus versiones en ferias gastronómicas y en todos los casos la buena recepción los alentó a seguir adelante. “Hicimos algunas modificaciones a partir de la respuesta del público. Encontramos que una parte de la gente estaba ávida de nuevos sabores. Y en ese sentido el hecho de tomar un formato tan popular en vez de jugar en contra juega a favor. Todo el mundo sabe lo que es un choripán. Después está en que la persona se anime a un sabor diferente”. 

Anthony Vázquez cuenta una experiencia similar: “Lo mostramos el año pasado en una feria para que la gente lo pruebe. Por supuesto que hubo quienes nos dijeron el chori es chori y lo que hacés es una tontería. Pero tuvo un gran éxito y así fue como en la carta entró el chorifish”.  Hoy lograron tan buena respuesta con esta original versión del choripán que están vendiendo envasados al vacío los chorizos de pescado para que la gente pueda prepararlos en su casa, y darle un toque diferente al clásico asado. 


Link a la nota: http://www.perfil.com/sociedad/el-clasico-choripan-se-transforma-en-un-plato-gourmet.phtml

La Nación - Viajes - Estas son las 10 ciudades más amigables para los vegetarianos

Estas son las 10 ciudades más amigables para los vegetarianos

De Nueva York a Nueva Delhi, pasando por Londres y Praga, los destinos más atractivos para los que llevan una dieta libre de carne
JUEVES 15 DE SEPTIEMBRE DE 2016 • 00:15

Londres entra en la lista de las ciudades más queridas por los vegetarianos
Londres entra en la lista de las ciudades más queridas por los vegetarianos. Foto: Shutterstock
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El sitio para viajeros Travel Supermarket comparó las reseñas de 250 ciudades para determinar cuáles resultan más amigables para los vegetarianos. Para llegar al top 10, consideró cuántos establecimientos libres de carne hay por persona, el rating promedio y también recomendaciones extraordinarias de los clientes de más de 20 sitios.

1) Nueva York

Se lleva el podio por tener un promedio de 4,19 estrellas sobre 5 en sus restaurantes vegetarianos. Además, es la cuna de un festival de comida vegetariana que presenta a más de 100 puestos y cuenta con invitados internacionales.
Nueva York es amigable por sus restaurantes y sus ferias de productos naturales
Nueva York es amigable por sus restaurantes y sus ferias de productos naturales. Foto: Shutterstock

2) Portland

La ciudad de Oregon tiene 1 restaurante vegetariano por cada 612 personas. En 2017 también tendrá un Veganz, supermercado alemán con más de 4500 productos libres de carne.

3) Chiang Mai

La ciudad más grande del norte de Tailandia es famosa por sus restaurantes vegetarianos que promedian reseñas de 4,29 estrellas.
Charme tailandés y comidas aptas para todos en Chiang Mai
Charme tailandés y comidas aptas para todos en Chiang Mai. Foto: Shutterstock

4) Berlín

Aunque la ciudad alemana tiene solo un restaurante vegetariano por cada 2384 habitantes, en 2015 fue nombrada como la capital mundial vegetariana en los Saveur Good Taste Awards.

5) Ciudad Ho Chi Minh

Aproximadamente, el 85% de los vietnamitas son budistas. Una de sus prácticas es no consumir carne el primer día y el decimoquinto día de cada ciclo lunar. Por suerte para ellos, tienen donde comer bien y sabroso.

6) Praga

La pintoresca ciudad europea tiene un establecimiento vegetariano por cada 1580 personas. El dato: uno de los platos checos emblema es 100% libre de carne: el smazený sýr consiste en queso apanado, frito que se come con papas y salsa tártara.

7) Londres

Llama la atención que en la capital inglesa, con 8.674.000 habitantes, haya un restaurante vegetariano por cada 939 personas. Lo curioso es que la primera sociedad vegetariana mundial se formó allí en 1847.

8) Seúl

La buena fama de la capital de Corea del Sur viene por sus ratings y también por sus platos emblemáticos: el kimbap (una especie de sushi) y el bibimbap (arroz con vegetales salteados).

9) Nueva Delhi

La comida hindú brilla por sus colores y sus sabores, muchas veces en platos libres de carne
La comida hindú brilla por sus colores y sus sabores, muchas veces en platos libres de carne. Foto: Shutterstock
Muy estricta con la manera en la que etiqueta los alimentos y advierte su contenido, la capital india se gana un lugar en la lista. No hace falta saber el idioma, todos los envoltorios vegetarianos traen un punto verde.

10) Taipei

Si bien solo el 38% de sus restaurantes tienen ratings de 4 o 5 estrellas, Taipei en China cautiva a los vegetarianos con sus platos a base de soja y carne falsa.
Link a la nota: http://www.lanacion.com.ar/1937787-estas-son-las-10-ciudades-mas-amigables-para-los-vegetarianos

Clarín - Gastronomía - El chef argentino que cocinó para Donald Trump y el Chapo Guzmán

El chef argentino que cocinó para Donald Trump y el Chapo Guzmán

Ganó notoriedad por sus platos sin picantes
En su restaurante de México, Cristian Morales tiene reservas hasta 2018. Se fue a los 20 años y ahora es una celebridad.Mirá el video.

A los 20 años dejó Mendoza para recorrer el mundo, con sólo 70 dólares en el bolsillo. Escuchó el consejo de su madre, exiliada chilena radicada en Argentina: “Hacé como Toto (el protagonista de Cinema Paradiso), no mires atrás, vete y no vuelvas nunca más”. Su talento en la cocina lo han llevado a conocer al Chapo Guzmán, a cocinarle a Donald Trump y a preparar una cena íntima para Julia Roberts, Brad Pitt y otras estrellas de Hollywood.
Cristian Morales (38) vivió en 14 países de Latinoamérica y Europa hasta que llegó a Cancún, en la Riviera Maya. Trabajó como lavacopas, mozo y bartender. Ingresó a la cocina de un complejo hotelero cinco estrellas donde realizaban 15 mil raciones de comidas diarias. “Dormía dos o tres horas por día. Y dije: 'si me estreso para ellos, prefiero estresarme para mí', y puse mi pequeño restaurante de cuatro mesas, y al cabo de un año fue un boom: empecé con 300 metros cuadrados, y ahora tengo 5 mil".

Su golpe de suerte fue una nota de dos enviados del New York Times, en 2012, que llegaron de incógnito. Alabaron la comida sin picantes: “México no es sólo frijoles, tortillas y picantes", destacaron. Su restaurante está en el centro de Cancún y lleva su nombre, Cristian Morales chef y creó una marca de catering y confituras francesas que se venden en las principales ciudades mexicanas. Su cocina ha ganado notoriedad, tiene reservas hasta 2018 y sus creaciones ha sido degustadas por celebridades; el temido narcotraficante, ahora recapturado, Chapo Guzmán; la actriz Julia Roberts, el magnate y candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump; el recientemente fallecido cantante de rancheras Juan Gabriel y otros tantos, como Luis Miguel, Brad Pitt, los monarcas holandeses Máxima y Alejandro, el empresario Carlos Slim, Gloria Trevi, Chayanne y los diseñadores Dolce Gabbana.
Invitado a participar del Master of Food and Wine del hotel Park Hyatt Mendoza, el chef volvió a su provincia natal. Mañana presentará algunas de sus combinaciones ingeniosas, como el caparccio de pulpo; el ceviche, la trucha con mole poblan y chocolate blanco; y los ravioles de huitlacoche con carnitas de lechón y cebollín.
Morales creció en el barrio La Estanzuela de Godoy Cruz. Es un poblado del Gran Mendoza con casas humildes, todas iguales, construidas por el Estado después del terremoto de 1985, que obligó a los padres de Cristian y sus cuatro hijos, todos varones, a vivir durante varios meses en una carpa.
A los 12 años lavaba autos en el frente de una clínica, para ayudar a sus padre, un trabajador de imprenta y a su mamá, que ejercía como enfermera. "Era pésimo estudiante. Mi padre nos exigió no ser vagos, y el que no estudiaba, tenía que salir a trabajar", recuerda. Cuenta que en su casa le enseñaron el respeto al alimento: “Un mediodía llegué con hambre del colegio cuando todavía no estaban mis padres. Me puse a hacer una tortilla española pero me olvidé un procedimiento, el de freír las papas. Cuando llegó mi papá y se da cuenta que había arruinado la comida, se enojó mucho. A ellos les costaba y no estaba dentro de sus posibilidades, tirar la comida”. Su padre le dio una lección de vida, los dejó sin comer. “Tuvimos que conformarnos con un yerbeado y un bollo de pan. Jamás lo olvidé”, confiesa.
Estudió la carrera de técnico en control de calidad en Barcelona. Ahí le ofrecieron hacer un curso de Sommelier en Suiza y comenzó a girar por restaurantes de Andorra, Marsella, Lyon, Montpellier y hasta pasó por el afamado “Taller El Bulli” , del legendario Ferran Adriá.
Su anécdota con el Chapo Guzmán parece escrita para un guión cinematográfico. “Estaba tranquilo en mi restaurante, y llegaron dos personas armadas en un par de camionetas negras y blindadas. Tocaron el timbre, entraron y me dijeron: 'prepárese, porque tiene que ir a cocinarle al jefe'.
No tuvo opción: “Ahorita nos vamos”, contó que le dijeron, Cristian no sabía de quién se trataba. Se animó a preguntar qué quería comer. “'Lo que usted quiera”, le contestaron, y le permitieron llevar a unos de sus asistentes. “Sin decirme palabra, nos subieron a la camioneta, y nos dijeron que no nos asustemos, pero que debían hacer algo que era parte del procedimiento... ¡Y nos encapucharon! Nos llevaron al aeropuerto, nos subieron a un avión, volamos más de una hora y media”, recuerda su periplo.
"Luego, hicimos una hora más en auto. Llegamos a una casa, nos quitan las capuchas negras y nos encontramos en una cocina. Pregunté cuántas personas eran los comensales, y me contestaron que 20. Siempre hubo tres personas armadas en la cocina que nos custodiaban. Empezamos a hacer todo tipo de comidas, y la servimos".
"Cuando terminó todo, viene uno de los guardias y me avisa que el jefe me quieren ver. Salgo al salón de la casa, y efectivamente había una mesa de unas 20 personas y el Chapo de espaldas. Me acerco, y me saluda amablemente: "¡Muy rico todo! ¡Lo felicito! Sólo he confiado en su mano", lo cual me pareció una declaración muy fuerte. Me pagaron por la comida, volvieron a encapucharme, y me llevaron de vuelta a mi restaurante de Cancún".
Tres años atrás, lo contrató Donald Trump para cocinar en su yate de tres niveles, los días previos al Año Nuevo. No tenía visa para Estados Unidos, pero de todo se encargó el equipo de Trump. “Me llevaron en avión privado a Miami, nos alojaron el Four Seasons y de ahí a un yate en Bahamas. Me dieron una tarjeta y me dijeron, compre lo que quiera", dice aún asombrado. Pensó, mientras más sencillo mejor, y se inclinó por platos tradicionales como ceviches y pescados a la plancha. Atendió al candidato y otros empresarios que lo acompañaban durante tres días.
Uno de sus recuerdos más preciados fue cuando en 2010 llegó Juan Gabriel, el divo de Juárez, a su restaurante. El chef asegura: “No sabía quién era porque no escucho ese tipo de música. Mis empleados estaban todos como locos, decían que era el cantante”. Cuando terminan de cenar y Juan Gabriel le pasa su tarjeta de crédito, vio que decía Alberto Aguilera. “No, no es le dije a mis empleados. Y sí, ese era su verdadero nombre”, dice entre risas. La charla continuó: “Me pregunta, 'de dónde eres', y cuando le dije que de Mendoza, me contó que había pasado por allí para actuar en Chile. Entonces le recordé que mi mamá era chilena: 'Es tu fan y además hoy es su cumpleaños', le dije”. Y Juan Gabriel, la alentó a darle la sorpresa, la llamaron por teléfono. “Imagínense que mi mamá no podía creerlo. Cuando cortó, fue hasta la verdulería del barrio a contárselo a las vecinas”.
¿Cómo es cocinar para estas celebridades? El chef dice que se siente “mucha presión” por estar en medio de conversaciones privadas. “En ese caso, trato de concentrarme en mi trabajo”, describe.
Repasa su carrera y reflexiona: “Lo que conseguí no lo hice derrochando el tiempo, sino disfrutando cada momento. En los primeros 11 años desde que me fui, sólo vivía de recuerdos. Me acordaba de mi familia, mis amigos y cualquier cosa me hacía llorar. Muy poca gente sabe de dónde vengo, cómo soy. No busco favores, ni fama. Hacemos eventos gastronómicos increíbles, donde la gente se siente cómoda, como a mí me gustaría que me atendieran”.
Arraigado a su tierra, no sorprende escucharlo decir a qué cocinero admira: “Prefiero la comida de mi mamá, la dedicación que le pone al pastel del papa, al pescado empanizado, una buena pasta, una polenta a la bolognesa. Son cosas muy sencillas pero como decía un gran chef amigo mío: 'cuando tengas que darle de comer a alguien importante, dale lo más sencillo posible y con eso te lo ganas'”.
Link a la nota: http://www.clarin.com/sociedad/argentino-Donald-Trump-Chapo-Guzman_0_1650435134.html