El regreso de las cervezas importadas
Las cervezas importadas vuelven a conquistar el país. Después del boom de las artesanales, hay un público entrenado para beberse el mundo.
- Un selección extranjera que puede jugar en cualquier cancha.
Por Rodolfo Reich
Aquellos memoriosos que tengan los años necesarios lo recordarán: para las cervezas importadas en Argentina, los 90 fueron una edad de oro: era común beber una pinta de Guinness tirada en los bares de la calle Reconquista, o botellitas de Pilsner Urquell y muchas otras marcas, colores y orígenes, en bares de Palermo, Cañitas y San Isidro. El 2001, además de su crisis económica y la posterior devaluación, marcó un quiebre abrupto para la importación de cerveza: las bebidas foráneas dejaron de llegar al país, generando un espacio vacío que pronto comenzó a llenarse con artesanales locales.
"Había cientos de marcas importadas", recuerda Germán Tuma, con casi 30 años de experiencia en el universo cervecero. En la actualidad, Germán está a cargo de On Premise, distribuidora que se especializa en cervezas. "Tras un largo freno, durante el gobierno de Cristina comenzó a importarse nuevamente, si bien con límites y de manera lenta. Eso sí, la demanda existía, lo que producía constantes quiebres de stock. Ahora volvió a cambiar y están llegando muchas más marcas en cantidades mayores", explica.
¿Es esto una amenaza para el creciente mercado de cervezas artesanales? "No necesariamente -dice Germán-, las artesanales ya conquistaron su espacio. Las importadas se hacen fuertes en el segmento de botellas y latas, un lugar que, por ahora, las artesanales no lograron cubrir. De todos modos, hay competencia obvia entre ambas".
Representando a diversos importadores, On Premise distribuye unas 200 variedades de cervezas, incluidos nombres que van de la famosísima Chimay (Bélgica) a la francesa La Goudale y la holandesa Oranjeboom, entre muchas otras. Un número que seguirá en crecimiento con, por ejemplo, cervezas para celíacos y propuestas para el segmento de las tiradas.
On Premise no es el único jugador en este mercado. BevyBar (www.bevybar.com.ar) es una comercializadora online de cervezas y vinos que planea abrirse a más bebidas. Con una oferta de más de 40 variedades importadas, incluye maravillas como la belga Leffe, la china Tsingtao o la checa Czechvar. Tiene envíos directos en todo el país y cuenta con el respaldo de Anheuser-Busch InBev, el mayor grupo de cervezas del planeta (dueña de Quilmes, entre otras).
El grupo multinacional tiene cervecerías en todo el mundo, desde marcas gigantes a microbreweries, un inmenso porfolio del cual proveerse. "Hay diversos tipos de consumidores: gente que viajó y se acerca a BevyBar para buscar una cerveza que le recuerde un lugar o un momento, pero también clientes que quieren conocer más de este mundo y nos piden una recomendación", explica María Eugenia Botta, gerente de e-commerce de esta empresa.
"Hoy, con un mercado artesanal que por suerte ya está establecido, es interesante que vengan marcas emblemáticas de todas partes", dice Gustavo Berman de Almacén Otamendi, una vinoteca de Caballito con buena variedad de cervezas importadas y bien cuidadas por el propio dueño (él mismo productor de una marca artesanal). "Por un lado, les sirve a los propios productores artesanales que pueden probar de primera mano lo que son sus modelos de cerveza y así mejorar la producción local. Por el otro, las importadas marcan un techo al precio de las nacionales, si bien algunas están todavía muy arriba de su valor mundial. En última instancia, la importación derriba el mito que propagan muchos productores de que toda cerveza industrial es mala".
La cerveza en el país está viviendo una nueva etapa, donde diversidad -en estilos, orígenes y formatos- parecería la palabra de moda. Una diversidad que, a simple vista,no conoce de límites geográficos.
CUATRO CERVEZAS IMPORTADAS PARA CONOCER
SCHÖFFERHOFER HEFEWEIZEN
Las cervezas de trigo pisan fuerte en el verano porteño. Marcas como Paulaner y Schöfferhofer muestran la tradición alemana en la materia, ambas deliciosas. La Schöfferhofer Natürtrub no se filtra y trae los sedimentos de la levadura, que la hacen algo turbia y le marcan el cuerpo. Buena espuma blanca, aromas típicos de banana y clavo de olor, no demasiado especiada y bien refrescante. Una tercera de trigo recomendada, de tradición belga, es la Hoegaarden, elaborada con semillas de coriandro y cáscaras de naranja.
WESTMALLE TRIPEL
Bélgica es Disney para los amantes de las cervezas, con una tradición y una diversidad irrepetibles, y marcas presentes en Argentina, desde Leffe a Chimay, pasando por Grimbergen. Esta Westmalle es otro ejemplo: una de las seis marcas de abadía en Bélgica que pueden llevar oficialmente el sello de "trapense". La Tripel (hay también Dubbel) es compleja, con segunda fermentación en botella y aromas donde predomina lo frutal. Con sus 9,5° de alcohol, es perfecta en inverno pero también se disfruta en noches de verano, para acompañar una parrillada al aire libre.
LA GOUDALE
Llegada desde Francia, no lejos de la frontera con Bélgica, esta cerveza da para hablar. Primero, porque rompe con la dicotomía básica que separa a las cervezas entre ales (de alta fermentación) y lagers (de baja), ya que si bien utiliza levaduras para lager, se elabora con fermentación alta. Segundo, porque a diferencia de la mayoría (que cuanto más jóvenes mejor), La Goudale está diseñada como una cerveza de guarda en botella, con buen nivel de alcohol (7,2°), color dorado intenso, y en envase de 750 mm con corcho. Una cerveza con peso en boca, carácter de malta y amargor medio.
FULLER'S ESB
Hablar de Fuller's es hablar de algunas de las mejores cervezas del mundo, nacidas en una pequeña pero muy profesional cervecería en pleno Londres, y de allí exportadas a todo el planeta. La ESB (Extra Special Bitter) es una de sus variedades estrella: una ale de color rojizo, mucho cuerpo, casi 6° de alcohol y un amargor que, más allá de lo que dice su nombre, no es tan potente, pero sí muy presente. Amantes de estilos ingleses, este es un gran ejemplo.
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