lunes, 10 de junio de 2019

Clarín - Ciudades - La restauración del Mercado del Progreso de Caballito: al rescate de su herencia art déco

La restauración del Mercado del Progreso de Caballito: al rescate de su herencia art déco

Buscan que su gran cartel recupere las líneas y el color de los '30. Y, bajo la mampostería, descubren otras huellas de ese estilo. Mirá.


Es el símbolo de un símbolo de la Ciudad de Buenos Aires. El monumental cartel que muestra el nombre del Mercado del Progreso de Caballito (1889), con sobrias letras art déco, se instaló hace rato como un emblema del lugar. Y se viene plantando como un ícono del barrio y como más: una huella clave de la historia de esos espacios de compra que marcaron la vida cotidiana de los porteños desde fines del siglo XIX. Se sabe: un supuesto detalle puede ser algo sin importancia o, como en este caso, un rasgo clave. Neto y precioso.
Pues bien: ahora fuentes oficiales informaron a Clarín que, en el marco de la obra para poner en valor el Mercado, llegó la hora de devolverle al cartel sus características originales. Que exhiba las líneas depuradas y el color que tuvo en la década de 1930, cuando lo instalaron.
Plan. Este render muestra cómo proyectaron que luzca el frente del Mercado del Caballito tras seis meses de obras. / GCBA
Plan. Este render muestra cómo proyectaron que luzca el frente del Mercado del Caballito tras seis meses de obras. / GCBA
Reloj. Una maravilla "escondida" en el Mercado del Progreso de Caballito. / GCBA
Reloj. Una maravilla "escondida" en el Mercado del Progreso de Caballito. / GCBA
Históricas. Las letras art decó que forman el nombre del Mercado de Caballito son un emblema del lugar y de la época. / GCBA
Históricas. Las letras art decó que forman el nombre del Mercado de Caballito son un emblema del lugar y de la época. / GCBA
No es tarea sencilla. El Mercado está ubicado en avenida Rivadavia y Del Barco Centenera, frente a la Plaza Primera Junta, en el ajetreado corazón comercial de Caballito. Y cada letra mide 1,6 metro de alto por 1,2 de ancho promedio, de acuerdo con fuentes oficiales.
"Ya pusimos los andamios en la fachada que da a Rivadavia -al 5400- hasta la ochava. Y ahora nos enfocamos en la limpieza. Ahí mismo, en el parte superior, están las letras art déco y vamos a despejar capas de pintura hasta encontrar el tono original", indicaron fuentes del equipo de arquitectos que realiza la restauración.
No es todo en ese rinconcito del art déco porteño. "En uno de los primeros locales que aparece al entrar al Mercado, una pizzería, descubrimos aristas dentadas típicas de art decó detrás de mapostería. Vamos a rehacerlas", agregaron.
Deterioro. En el cartel del Mercado del Progreso de Caballito. /GCBA
Deterioro. En el cartel del Mercado del Progreso de Caballito. /GCBA
Clarín ya lo contó acá: el Mercado abrió en 1889 y a las verdulerías, panaderías y carnicerías tradicionales, se sumaron barcitos, entre otros espacios de reunión "modernos". Así que conserva su antiguo corazón de barrioaggiornado. Por eso, con sus más de 170 puestos y 17 negocios a la calle, con el cartel art decó, es una joya de la Ciudad, que para muchos debería figurar en las guías turísticas.
La empresa HIT gano la licitación para los trabajos de puesta en valor del Mercado, indicaron desde el Ministerio a cargo, el de Ambiente y Espacio Público porteño. La inversión es de $19.970.754,21. Y prevén que todo esté terminado en noviembre.
La obra no se agota en el frente del edificio. "Se trabaja paralelamente en el basamento comercial, a nivel de ochava y en el ordenamiento de los locales: hacemos las carpinterías nuevas, unificamos alturas, movemos las cortinas hacia adentro -muchas dan al exterior-, entre otras tareas. Es una tarea enorme porque se trabaja con el Mercado abierto", agregaron desde el equipo de expertos. "Cerramos ventilaciones, sacamos equipos en desuso. Quitamos instalaciones del alero voladizo que sobresale alrededor de 1,5 metro en el primer piso para consolidarlo", concluyeron.
Visitado. El Mercado del Progreso de Caballito, imán para vecinos. /  Emmanuel Fernández
Visitado. El Mercado del Progreso de Caballito, imán para vecinos. / Emmanuel Fernández
En tanto, desde el Ministerio contaron que los trabajos de iluminación “jerarquizarán los elementos significativos de frentes y torres”. Proyectaron, por ejemplo, colocar instalaciones de alimentación de artefactos en el exterior y aseguraron que estarán ubicadas “en las condiciones de menor impacto y visión”.
Productos frescos. Un sello del Mercado del Progreso de Caballito. / Emmanuel Fernández
Productos frescos. Un sello del Mercado del Progreso de Caballito. / Emmanuel Fernández
“Con la puesta en valor del Mercado del Progreso de Caballito se van a beneficiar las más de 195.000 personas que transitan el lugar a diario y se le va a devolver atractivo al sector”, resumió el ministro de Ambiente y Espacio Público, Eduardo Machiavelli. “Queremos destacar su valor patrimonial e histórico y como espacio de reunión", subrayó. Y explicó: "En 2010, la Legislatura porteña sancionó la Ley 3.536, que establece la catalogación del Mercado del Progreso comoedificio singular y nivel de protección estructural. Desde el Gobierno de la Ciudad, se ha elegido trabajar en sus fachadas dado su alto valor urbanístico, arquitectónico, histórico-cultural y patrimonial".
Colores. En uno de los 174 puestos del Mercado. / Emmanuel Fernández
Colores. En uno de los 174 puestos del Mercado. / Emmanuel Fernández
Carnes. Cuando abrió, a fines del siglo XIX, el Mercado del Progreso fue un ejemplo para su conservación. / Emmanuel Fernández
Carnes. Cuando abrió, a fines del siglo XIX, el Mercado del Progreso fue un ejemplo para su conservación. / Emmanuel Fernández

Los mercados porteños, hitos para los barrios

Al Mercado de Caballito lo inauguraron el 9 de noviembre de 1889, con dos bandas de música y brindis con puesteros y vecinos. Fue una obra pensada por la Sociedad del Progreso de Caballito y realizada con un diseño que para su época resultaba ejemplar. Las prioridades: higiene y ventilación. En ese momento había 53 puestos y el pabellón central estaba dedicado sólo a carnes. En una galería lateral, ofrecían pescado fresco, con mesadas de mármol y fuentes con circulación de agua. En otras, frutas y verduras frescas y, hacia el frente, productos de almacén.
Los trabajadores del Mercado eran, en su mayoría inmigrantes, y el lugar abastecía también a vecinos de Almagro y de Flores. Ya en los años ‘20 se integró el pasaje Coronda, una antigua calle de servicio para carruajes. Allí pusieron cámaras frigoríficas. Y en los ‘30 la fachada adquirió los aires art déco.
En 2001 el Mercado fue declarado de interés cultural por el Gobierno porteño, debido a la actividad comercial, la oferta gastronómica y las propuestas artísticas, entre ellas, shows de tangueros jóvenes.
Hoy el lugar cuenta una superficie tres veces más grande que cuando abrió: unos 3.600 m2 . Sin embargo, conserva mucho de aquellos primeros años: algunos de los que atienden son nietos de los primeros puesteros.  ¿Tienta visitarlo? Abre de lunes a sábados de 8 a 20 y los domingos de 8 a 12.
Hay más. Espacios como el Mercado del Progreso de Caballito pueden ayudar a contar la historia de la Ciudad. En Buenos Aires, los mercados pasaron de las calles y plazas a lugares cerradosen la segunda mitad del siglo XIX, a la par del crecimiento de las ciudades y el reconocimiento de la necesidad de políticas de higiene y salubridad.
“Se construyeron 36 en diferentes partes entre 1856 y los primeros años del siglo XX”, dicen las arquitectas Graciela Aguilar y Mónica Sanjurjo y el historiador Leonel Contreras en el libro Mercados de Buenos Aires (Olmo Ediciones, 2014). Fue en el marco de las oleadas de inmigrantes y del cambio de la antigua forma de venta directa del productor al comprador –que hace unos años vuelve, en pequeña escala– a la de intermediación comercial, explican.
Además, los mercados de este tipo fueron “puntos referenciales a la hora de la consolidación de los diversos barrios”. De hecho, cuando el de Abasto (1893) cerró, en el ’84, dado que la Corporación del Mercado Central limitó la instalación de ese tipo de espacios a 60 km de la Ciudad, Luca Prodan escribió la canción Mañana en el Abasto sobre “bares tristes y vacíos” y “tomates podridos por las calles”.
Según el libro Mercados... cerraron más de 110 en Buenos Aires, 64 se transformaron –el de Abasto reabrió como shopping en el ’98–, al menos 13 quedaron abandonados y funcionan unos 20.

Clarín - Sociedad - Sushiwoman: la cultura japonesa no las admite pero en el país son las reinas del sashimi

Sushiwoman: la cultura japonesa no las admite pero en el país son las reinas del sashimi

Serán parte de la primera edición de la “Gastro Japo Food Week”, entre el 12 al 19 de junio.


Argentina. 1966. Una pareja de Inmigrantes japoneses abre el primer local de comidas en el barrio de La Boca. Hacía sólo cinco años que Hajime y Misao habían llegado en barco desde el pueblo de Shimonoseki y se convirtieron en los pioneros en incursionar en la gastronomía tradicional japonesa en el país. ¿Cómo hicieron? Ella, Misao, fue la clave.
Años después, una japonesa llegó desde Hiroshima para su matrimonio arreglado. Sólo sabía el nombre de quien iba a ser su marido, un floricultor de Florencio Varela. Tanto extrañó la cultura nipona que la mantuvo viva en la cocina. Las dos hacían todo casi a escondidas. 
Es que en Japón está la tradición de que el hombre hereda el negocio familiar. Y las mujeres no pueden hacer sushi. Acá pasaba lo mismo. Hasta que llegó la última generación de josei-tachi (mujeres) a estas dos familias.
Sashimi moriawase, un plato muy japonés, especialidad de Alejandra Kano (Foto: Luciano Thieberger)
Sashimi moriawase, un plato muy japonés, especialidad de Alejandra Kano (Foto: Luciano Thieberger)
En Balvanera, Ichisou mantiene intacta la tradición de esa pareja de japoneses. Setsuko Kaneto, la hija, y Alejandra Kano, la nieta, se aferran al legado de las recetas familiares. Silvia Sakiko Yamamoto, la hija de esa "novia asignada", desde hace casi dos décadas tiene un restaurante en Olivos.Y lleva su nombre. Las dos son las sushiwomande referencia en Argentina. 
Están preparadas para la primera edición de la "Gastro Japo Food Week" (del 12 al 19 de junio). Junto a otros 46 restaurantes, escuelas y deliveries darán a conocer la riqueza de la cocina nipona tradicional con menúes especialmente diseñados. Pero el objetivo de ambas es mostrar, con la delicadeza de cada corte y contra todos los pronósticos culturales y de género, que la mujeres  pueden preparar el mejor sushi.
Alejandra Kano empezó a hacer sushi hace 16 años. Es la menor de tres hermanos. El mayor, hombre, debía convertirse en el sushiman. Pero no pasó. Prefirió irse a Europa a probar suerte. Ahí su madre dijo: “Ya está, hay que cerrar si tu hermano no sigue. Se fue la última generación que podía dedicarse a esto”. Pero tampoco pasó.
“Me pareció muy triste que cerraran. Y les propuse ayudarlos mientras estudiaba Cine”, cuenta a Clarín mientras filetea. Su hermano, antes de viajar, le enseñó todo lo que tenía que saber. “Fue un entrenamiento militar.” Un entrenamiento militar japonés.“Todo en muy poco tiempo. Pero debe ser que en mi familia tenemos el gen del sushi”. Después. como la frase nipona que dice que en la vida se toma una única y gran decisión, dejó la facultad y asumió un rol que para toda una cultura ancestral no merecía.
En Japón una mujer no “debe” hacer sushi. Porque no “puede”. Sus manos son muy calientes, por lo que al tacto terminarían descomponiendo el pescado. También porque por el ciclo menstrual termina modificando a través de la piel el sabor de esa carne. Además, si está con el período, el paladar cambia y no sabe identificar cuando un pescado es perfecto para sushi. Eso dicen.
Todos esos prejuicios nipones fueron importados a la Argentina. “Fue muy duro al principio porque los clientes que venían por primera vez me veían a mí y no querían pedir. Me miraban raro. Hasta escuché que en vez de decirme ‘máster’ a mí, le decían 'máster' al mozo, sólo porque él era hombre”, recuerda.
Pasaron 8 años hasta que los clientes japoneses la tomaran en serio. Empezaron a saludarla. A mirarla. “Antes era como un fantasma con las manos en el arroz”, dice. Hoy es reconocida. “Conozco casos en los que a las mujeres las han rechazado para aprender, incluso cuando el sushiman era argentino. Recién se está abriendo un camino para nosotras. Hace 16 años éramos Sakiko y yo”, reafirma. 
Sakiko y Alejandra Kano. (Foto: Luciano Thieberger)
Sakiko y Alejandra Kano. (Foto: Luciano Thieberger)
En su restaurante, que es de cocina tradicional japonesa, es especialista en sashimiSu madre está a cargo de la cocina caliente. Mientras habla de desigualdades de género, prepara sashimi moriawase, un plato muy japonés que consta sólo de cortes de distintas variedades de pescado crudo. 
También hay un orden para emplatar en el restaurante Sakiko (Foto: Luciano Thieberger)
También hay un orden para emplatar en el restaurante Sakiko (Foto: Luciano Thieberger)
El corte más característico es el sogizukuri (削ぎ造り). El cuchillo japonés (hôchô 包丁) se inclina a 45º. El filo es en una sola cara, por eso el corte es de derecha a izquierda. Otro corte es el usuzukuri (薄造り), o "corte fino", que lleva a láminas casi transparentes. El sashimi cortado así se emplata en espiral como los pétalos de un crisantemo, la flor japonesa.
Sakiko Yamamoto, sushiwomen del restó de Olivos que lleva su nombre (Foto: Luciano Thieberger).
Sakiko Yamamoto, sushiwomen del restó de Olivos que lleva su nombre (Foto: Luciano Thieberger).
El sashimi es lo primero que debe colocarse en el plato. Le siguen los nigiris. “Todo esto lo aprendí de mi mamá. Pero jamás pensé en dedicarme a hacer sushi”, cuenta Sakiko. Para hacer un nigiri moldea el arroz con la mano derecha y con la izquierda lo cubre con la lámina de salmón. Siempre con las manos húmedas. “Esto es lo que nos dicen que las mujeres no podemos hacer, manipular los pescados. Podemos. Y todo el resto, lo de la menstruación, es un mito”, aprieta.
Las manos de Sakiko.(Foto: Luciano Thieberger).
Las manos de Sakiko.(Foto: Luciano Thieberger).
En Japón las mujeres sí hacen sushi en sus casas. También en los locales, en la preparación de los ingredientes (nunca en el armado). Los clientes no deben verlas. Nunca. "Las sushiwoman no existen en Japón. Como profesión -aclara- es algo que no pueden concebir". En Tokio hay un único local famoso -furor en Instagram- en el que las mujeres son las que hacen sushi (jamás las llamarían sushiwoman). Son veinteañeras vestidas como un animé. Polleritas de colegialas, dos colitas y medias arriba de la rodilla. “Los clientes son hombres. Van por ellas. No es sushi profesional”, dice Alejandra. Eso, aclara Sakiko, "no es la revolución".

La Nación - Lifestyle - Cine y gastronomía, en una vivencia sensorial

Cine y gastronomía, en una vivencia sensorial

Un cronista participa de la primera edición de Festín, ciclo que propone una forma distinta de viajar por otras culturas

Osamu y Shota, padre e hijo, hacen dos escalas en el camino que los lleva desde el supermercado donde han robado algunos alimentos hasta su humilde hogar en los suburbios de Tokio. Primero paran en un puesto callejero a comprar unas croquetas de papa, luego deciden llevarse a Yuri, una niña que en la noche helada juega sola en el balcón de su departamento. Palabras más, palabras menos, así comienza Shoplifters, film de Hirokazu Koreeda que el año pasado ganó la Palma de Oro del festival de cine de Cannes y que incluso fue nominado al Oscar como mejor película en habla no inglesa.
Shoplifters -traducida como Un asunto de familia o Somos una familia- es el film elegido para la primera edición del ciclo de cine y gastronomía Festín, que una vez por mes se realizará en el hotel Anselmo Buenos Aires Curio Collection by Hilton, en San Telmo. La experiencia se completa en esta ocasión con la cocina callejera japonesa de Sergio Asato, chef a cargo de Social Sushi Izakaya y uno de los fundadores del Club Gastro Japo, que reúne restaurantes japoneses en la Argentina.
"La propuesta de Festín no es el mero hecho del entretenimiento porque sí, sino un encuentro placentero y lúdico donde exista la posibilidad de hablar con quien está al lado aun siendo extraños, disfrutando de una experiencia sensorial que va más allá de la solitaria y anónima que ocurre en un cine", me explica durante el momento de la recepción en el jardín interior del Anselmo Pablo Mazzola, programador artístico, distribuidor de cine y uno de los creadores de Festín (junto con Bernadette Laitano, Rocío Ferrín y Leonardo Raduazzo).
Mientras charlamos, el increíble jardín del hotel -un espacio a descubrir en pleno corazón de San Telmo- va llenándose con los 50 asistentes al primer encuentro. Hay cerveza japonesa, una versión sin burbujas del kir royale, maní japonés y unos rolls para ponerse a tono con lo que viene: una película que, lejos de ofrecer una mirada cándida y apta para turistas de Japón, muestra su lado menos amable, invitando a reflexionar sobre los vínculos humanos que se tejen en la trama que se desarrolla en una cultura diferente a la nuestra (pero, merced a la globalización, con más de un punto de contacto).
"La idea es que cada película del ciclo tenga un distintivo de calidad artística incuestionable para que todos encuentren aquí un buen cine, pero que también sea un disparador de reflexiones y sensaciones", precisa Mazzola, poco antes de invitar a los asistentes a bajar al salón donde se proyectará el film. De un lado del salón, la pantalla donde se proyectará Shoplifters; del otro, una hilera de puestos de comida callejera japonesa adornados con farolitos. En el medio, varias líneas de cómodos sillones que harán las veces de butacas en esta proyección que comienza luego de una muy breve presentación del ciclo. Las luces se apagan.

Izakaya

Recuerdo pocas funciones tan silenciosas como esta. No hay ruidos de pochoclo ni de papeles de caramelo, nadie habla y la atmósfera es de profundo interés y disfrute. Ninguno de los organizadores ha pedido -como sucede en el cine- que les saquemos el sonido a los celulares, y sin embargo durante la proyección estos ubicuos dispositivos languidecen silenciosos en el fondo de algún bolsillo, de las carteras o sobre los sillones.
La trama atrapa. El trágico devenir de los personajes acapara la atención durante los 121 minutos del film, que, cuando termina, deja en los rostros de muchos espectadores una sensación de desamparo en torno a la suerte de los personajes. No es un película más, tampoco un mero hecho estético. Es una experiencia movilizante que invita a poner en palabras lo visto; de ahí que ni bien las luces de la sala se encienden comienza a oírse un pequeño murmullo de opiniones compartidas.
El chef Sergio Asato dialoga con los participantes de Festín
El chef Sergio Asato dialoga con los participantes de Festín Fuente: LA NACION
Los anfitriones nos invitan a trasladar la charla a los puestos de comida callejera montados en la parte de atrás del salón, donde Sergio Asato y su equipo de cocina comienzan a ofrecer los primeros platos: unos triángulos de arroz sellados con miso y alga nore (Yaki Oniguiri) y una sopa de miso wakame con tofu (Miso Shiru), dos comidas que tranquilamente podrían haber sido elegidas por Osamu y Shota en su deambular por las afueras de Tokio.
"La idea era que los espectadores vengan del mundo de la película y sigan en Japón a través de su street food. Que se encuentren con el espíritu del film que refleja la parte informal de Japón, que no es la que la gente que va suele visitar -comenta Asato-. Porque en Japón está el Palacio Imperial, pero también los callejones donde están los farolitos torcidos y las plantas que crecen solas".
El concepto detrás de su propuesta se encuentra en la palabra izakaya, que, explica, significa licorería: "Es un lugar para descontracturarse y tomar algo con amigos después del trabajo, donde venden cerveza y sake, y donde cruzás la mesa con tus manos para agarrar un bocadito de acá y otro de allá, y estás codo a codo; algunos parados, otros sentados, todo muy informal, como acá".
Algunos espectadores se acomodan parados en torno a los puestos, otros en los sillones, todo bien estilo izakaya. Hay cerveza Asahí, una gaseosa muy popular en Japón de nombre impronunciable y los sí reconocibles vinos de Saint Felicien. A los primeros platos les siguen unas brochetes de pollo con salsa teriyaki (Yakitori), pickles de vegetales (Tuskemono), arrolladitos primavera (Harumaki) y unas croquetas de papa con panko (Korokke con salsa tonkatsu).
-Sergio, estas croquetas son las que compran Osamu y Shota antes de llevarse a Yuri, ¿no?
-Sí, son esas comidas urbanas y rústicas de Japón, como puede ser acá una milanesa. Pero lo ves en una película y querés probar cómo es.
Mientras mastico la croqueta pienso si la historia no hubiese tenido un final distinto -uno más feliz, tal vez- si en su camino de Osamu y Shota no se hubiesen cruzado el puesto de croquetas.

Infobae - Tendencias - ¿Dónde quedaron el “Pantera rosa”, “Chacho” y “Tequila sunrise”? El presente de las barras argentinas

¿Dónde quedaron el “Pantera rosa”, “Chacho” y “Tequila sunrise”? El presente de las barras argentinas

La evolución de la coctelería llegó para quedarse, y los clientes están ávidos de las nuevas propuestas que los bartenders tienen para ofrecer. El paso a paso de los clásicos y los nuevos
Una salida con amigos, en pareja, la excusa ideal para descubrir nuevas propuestas
Una salida con amigos, en pareja, la excusa ideal para descubrir nuevas propuestas
Mucha granadina, tragos de colores bien frutales, con mucho licor y pocos ingredientes frescos. Las barras de fines de los '90, tanto en bares como en boliches, fue una meseta de la que se logró salir luego de años de consumidores pidiendo "Destornillador", "Séptimo regimiento", "Nafta súper" o experimentos calientes denominados "Llamarada Moe" o similares.
El acceso a la información, tanto por el público como para los barman, fue una de las razones que logró el cambio, como lo asegura Ludovico De Biaggi, bar manager de Oh No Lulu, y dueño de una extensa trayectoria en pocos años de vida. "En esa época, si no comprabas un libro, no te enterabas de qué se trataban las recetas, si no estabas suscripto a una revista no podías enterarte de qué pasaba o si no seguías un newsletter. Hoy contamos con mucha más información y esa información nos hace poder crear cócteles más ricos", asegura.
Ludovico De Biaggi
Ludovico De Biaggi
En la misma senda opina Santiago Lambardi, también de extensa trayectoria y actualmente brindando cursos y consultorías para aquellos locales que necesiten encontrar su identidad, que recuerda que "el cliente estaba en pañales en esa época, se animaban a dejarse llevar, pero por ejemplo les dabas un mojito con menta fresca y decían que le faltaba licor, pero tiene que ver con que el público venía de una coctelería con mucho color, licor y pocos productos frescos. En los últimos años, el consumidor fue adentrándose y es muy valorable, sobre todo para aquellos que trabajamos para que eso suceda".
De Biaggi desde muy joven sabía que la coctelería sería lo suyo, como lo explica Inés de los Santos, referente indiscutida en la materia, que a los 13 años ya lo recibió para tomar sus primeras clases (previa carta firmada por su madre, donde lo autorizaba a preparar tragos sin alcohol), después llegó el momento de ser parte de Gran Bar Danzón, de ganar premios internacionales, de BASA hasta este presente que lo tiene al frente de un bar con impronta hawaiano donde ningún detalle está librado al azar.
El hermano mayor de Santiago Lambardi trabajaba como bartender, y desde chico a él le interesó también por el hecho de ver los libros con lindas fotos de bebidas de colores. Así fue como de a poco se adentró en el tema y comenzó a invitar a sus amigos para degustar cómo le salían esas preparaciones. Entendía que la carrera de Contador no lo terminaba de llenar, hasta que el aviso de un amigo de que abrían un bar y buscaban gente fue el detonante para que se presentara, sin más estudios que los tragos que preparaba para sus amigos.
Santiago Lambardi
Santiago Lambardi
Lambardi es conocido por lograr un trago que trascendió en el tiempo y volvió a la masividad una bebida que se encontraba "olvidada", como él mismo aclara: "El Cynar Julep estuvo desde mis primeras cartas y nació en un momento de creatividad, esos momentos en que me ponía un anotador al lado de la mesita de luz y se me ocurrían cosas a mitad de la noche. Una madrugada desperté con un sueño extraño y necesitaba crear un cóctel que pareciera un campo. Llegué a la barra y visualicé un verde, con el cielo y una cadencia de colores y automáticamente vi un julep, porque la menta tenía que estar presente. También había una botella de Cynar, que en esa época casi nadie la pedía y un poquito del ego de proponer cosas nuevas y animarme a explorar sabores me llevó a usarla".
En la actualidad, la información y las nuevas tendencias están al alcance de la mano, y el desafío es lograr una carta atractiva para el consumidor, que lo lleve a la necesidad de descubrir nuevas propuestas, y del otro lado de la barra, a no estancarse, y a no perder la esencia. "Buenos Aires es una ciudad cada vez más cosmopolita, con bares y propuestas de todo tipo, a la gente le gusta el hecho de sorprenderse y vivir una experiencia nueva. Creo que todos están dispuestos, especialmente la generación millennial, más abiertos a distintas propuestas y quizás aunque no sea algo que en un principio pueda gustarle, por lo menos probar y abrir la cabeza a nuevas experiencias", afirma De Biaggi.
Los tragos de autor encontraron su lugar en las barras
Los tragos de autor encontraron su lugar en las barras
Lambardi, en tanto, asegura que "el cliente actual está ansioso de tener conocimientos y animarse a hacer cócteles en casa, que no sucedía antes. Hoy están ávidos de conocimiento y gracias a ello se está levantando el nivel de la coctelería y es un público que te obliga a crecer, a que el bartender sea profesional y no dé una respuesta sonsa, te pone a prueba, y para aquellos que nos gusta es un desafío". Del lado del barman, en tanto, "se mejoraron las técnicas, se mejoró la profesión, tenemos muchas oportunidades y mucho por trabajar, y por sobre todas las cosas se comprendió que hay que cuidar la calidad de los productos y ser consistentes al momento de elaborar un cóctel. Estábamos acostumbrados a ir a bares en que se hacía mucho volumen de trabajo y a medida que iba pasando la noche la calidad del cóctel iba bajando, y hoy los chicos y los lugares entienden que en todo momento y bajo cualquier circunstancia lo importante es la manera en que uno representa al bar y es a través de los cócteles".
Para De Biaggi, el desafío es "salir a flote", porque "hoy por hoy estamos haciendo malabares con muchos de los productos que tenemos para que den los costosporque ni la empresas de bebidas ni la gastronomía rinden como rendían en una época y también la gran mayoría de las botellas que se usan del otro lado de la barra son importadas y eso está directamente ligado al precio del dólar". Según detalla, "nuestra política siempre ha sido la de no achicarse en época de vacas flacas y mejorar en todo lo que se pueda, tanto a nivel servicio como atención, todas cosas que son medio intangibles, pero se redobla la apuesta en ese sentido. La idea no es dar un producto de inferior calidad y cobrar lo mismo, para nada. Es inflar el pecho y jugárnosla para que la gente nos siga eligiendo, y a nivel coctelerístico pasa lo mismo. Uno tiene que tratar de hacer cócteles cada vez más ricos para que la gente se quiera tomar un segundo, de eso se trata".
Oh No Lulu, un oasis en medio de la Ciudad
Oh No Lulu, un oasis en medio de la Ciudad
En Oh No Lulu, el primer tiki bar de la Ciudad, la idea es entrar y transportarse a un ambiente distinto, un oasis hawaiano en Villa Crespo, cultura que a De Biaggi le venía llamando la atención hace un tiempo: "La idea se propuso y creció como la maleza.Investigamos mucho en internet, tuvimos la posibilidad de viajar a lugares con bares tiki para buscar inspiración y después de un año de obra nació".
Los tragos históricos
Pantera rosa
Pantera Rosa
Pantera Rosa
3 medidas de vodka
1 medida de granadina
6 medidas de piña colada
Batir todo en una coctelera con cuatro hielos y servir en un vaso de trago largo.
Chacho
Chacho, en una presentación especial
Chacho, en una presentación especial
1 medida de whisky
1 medida de licor de chocolate
3 medidas de licor de huevo
Volcar los ingredientes en una coctelera y agitar bien
Tequila sunrise
Tequila sunrise
Tequila sunrise
60 ml de tequila
180 ml de jugo de naranja
15 ml de granadina
Llenar con hielo un vaso de trago largo, verter el tequila y luego el jugo. Finalizar con el chorrito de granadina. Decorar con una rodaja de naranja
Cynar julep
Cynar Julep
Cynar Julep
½ oz de jugo de limón o lima
1 cucharada de azúcar negra
2 o 3 ramitas de menta fresca
4/10 partes de Cynar
Jugo de pomelo rosado.
En un vaso de trago largo machacar suavemente la menta, el jugo de limón o lima, y el azúcar. Agregar abundante hielo partido, el Cynar y completar con el jugo de pomelo. Montar todo y revolver con una cuchara larga para integrar los ingredientes.
Los mejores tragos de Oh No Lulu
Shark (chan, chan, chan, chan…)
Shark
Shark
50ml de Oh' No Lulu's Rum Mix
15ml de amaro Montenegro
35ml de jugo de anana
25ml de jugo de lima
25ml de almíbar de frambuesas
3 golpes de tropical Bitters
Colocar todos los ingredientes en una coctelera, agregar hielo y batir. Colar a nuestro tiki muy en forma de tiburón. Completar con hielo picado y agregar un sorbete.
Dr. Jones
Dr. Jones
Dr. Jones
50ml de scotch whisky
25ml de vermouth dry
25ml de maracuyá
25ml de limón
25ml de almíbar simple
Colocar los ingredientes en una coctelera con hielo y batir energéticamente. Colar en el contenido a un tiki mug y llenar el resto de este con hielo picado. Decorar con un penacho de menta y un gajo de limón. Utilizar sorbete.
Zombie
Zombie
Zombie
35ml de ron blanco
35ml de ron dorado
25ml de Velvet Falernum (almíbar a base de especias y lima)
25ml de jugo de lima
25ml de jugo de pomelo
15ml de almíbar de canela
3 golpes de bitter angostura
Colocar los ingredientes en una coctelera con hielo y batir energéticamente. Colar en el contenido a un tiki mug y llenar el resto de este con hielo picado. Tomar media lima previamente exprimida y colocar un terrón de azúcar, embeberlo en ron y angostura y prenderlo fuego. Esta lima es la decoración del cóctel. Utilizar sorbete.