El viaje del gran mercado de Liniers a Cañuelas
Lo que parecía un cuento interminable ha comenzado a reescribirse, ha soltado marras al fin. El antiguo mercado de Liniers levó anclas y partió, desplegó sus velas y emprendió viaje hacia nuevo puerto: Cañuelas. En un predio de más de 110 hectáreas también se creará un polo agroindustrial que generará trabajo para los vecinos y desarrollo para toda la región. Un esfuerzo que comenzó a gestarse con el apoyo del Gobierno nacional y provincial trabajando en conjunto con el municipio.
Con sus más de cien años encima busca expandirse y crecer, multiplicarse, superarse, fijar su horizonte en la diversificación y el futuro, la nueva era en el crecimiento y el ámbito mundial.
Allá lejos quedaron los jornales de reseros y apartadas, gente criolla que marcó una época dorada de nuestro bendecido país y su indeclinable pasión por la ganadería, que ha logrado colocar a nuestra carne argentina en los más altos niveles de calidad mundial.
¿El nuevo puerto? Nuestra querida ciudad de Cañuelas. "La puerta del interior" diría mi amigo Joselo.
Para los que de niños hemos aprendido a amar el campo y creemos en el esfuerzo que lleva consigo agregar valor y tener la paciencia de esperar el fruto, la llegada del Mercado Agroganadero es mucho más que un desafío. Es la posibilidad real de estar a la altura de las circunstancias, es brindar la seguridad y la certeza de que vamos hacia un nuevo modelo de comercialización y desarrollo, hacia nuevas metas, más ambiciosas; estrategias pensadas para durar, para ser cada vez mejores.
En un Cañuelas azotado por una administración tambaleante, sin timón y carente de sentido común desde hace años, esto no va a ser tarea fácil. La corrupción es la enemiga número uno de las políticas a largo plazo; criar un novillo dura poco menos de lo que un mandato de un intendente. Imaginen el pobre papel de la ganadería dentro del oportunismo y la irresponsabilidad del pan para hoy.
No hay destino posible. De las amenazas, las oportunidades; de las debilidades, las fortalezas. He aquí el desafío. Seamos capaces de poner en marcha, en forma directa e indirecta, una política de crecimiento, producción, inclusión (verdadera), empleo, logística, distribución y valor agregado, que nos trascienda.
Un verdadero cambio que traiga certezas a las generaciones venideras, a nuestros nietos y bisnietos si es necesario. Alguna vez nuestros viejos siguieron esa estrella, y nosotros tenemos el deber de no perder el sendero. Seamos dignos de eso.
Hay que poner en marcha la máquina, mirar al frente y, si está encajada, bajamos todos, garrón en tierra y adelante. Vamos a poner el hombro, la cabeza y los brazos firmes, si queremos construir un país que dé que hablar… pero no de bolsos. Que dé que hablar de trabajo, de logros, de frutos, de verdaderas oportunidades de cara al mañana.
Hablemos de producir, y mañana, orgullosos podremos decir que no ha sido en vano.
El autor es presidente del bloque de concejales de Cañuelas (Cambiemos).
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