lunes, 27 de agosto de 2018

Clarín - GPS - Cuatro bares porteños de tango y un pasaje de cuento

Cuatro bares porteños de tango y un pasaje de cuento

Son La Poesía, de San Telmo, y Los Galgos, La Academia y Mar Azul, de San Nicolás. Además, la Galería Güemes, donde cantó Gardel, escenario de un relato de Cortázar. Mirá los videos.

La presentación del café notable La Poesía (1982), de San Telmo, dice: “Entre sus reliquias se encuentran el mural de Juan Manuel Sánchez, la galería con 120 retratos de maestros de las letras argentinas, la chopera de bronce, las chapas con recordatorios en las mesas, el mostrador de madera y las colecciones de antigüedades, de latas y botellas”. Es decir, en pocas líneas, esboza varios mundos para evocar y disfrutar. Sin embargo, elegir uno y hacerle zoom puede resultar igual o más encantador que curiosear entre varios, que andar de aquí para allá, que pasar del piano centenario a las variedades de sifones que tan bien propone recordar este bar.

La Poesía.  Este miércoles apenas comenzaba la tarde, sin bullicio. Desde 1982, atrae desde bohemios hasta turistas. En Chile al 500. / Germán García Adrasti
La Poesía. Este miércoles apenas comenzaba la tarde, sin bullicio. Desde 1982, atrae desde bohemios hasta turistas. En Chile al 500. / Germán García Adrasti
Y las visitas guiadas gratuitas Bares Tangueros, que acaba de presentar el Ente de Turismo porteño, son una buena oportunidad para comprobarlo. En ese marco, una de las claves para re-conocer a La Poesía es la historia de Horacio Ferrer -quien fue homenajeado esta semana en el Mundial de Tango por los 50 años de su obra Chiquilín de Bachín- y la artista plástica Lulú Michelli, su mujer durante 33 años. Es que se encontraron en ese café el 7 de junio de 1982, casi dos meses después de que lo inauguraron. Y una década más tarde él le escribió Lulú, el vals -con música de Raúl Garello-. “¿Te acordás del café La Poesía,/ esa mágica noche en San Telmo?/ Buenos Aires urdió nuestro encuentro... Y te amo, te amo, te amo...
En Los Galgos (1928, con otro nombre)Enrique Santos Discépolotenía una de las “mesas que nunca preguntan”, que aparecen en Cafetín de Buenos Aires (1948). “Era prácticamente vecino del bar, ya que está en Callao 501 y él vivía en el 765. De hecho, solía decir que las cosas le iban tan mal que hasta los números de su casa estaban invertidos”, cuentan desde el Ente de Turismo.
La década de oro del tango tiene una joya en la Ciudad: el bar Mar Azul. En Rodríguez Peña y Tucumán, entre estudiantes de instituciones vecinas, conserva paredes cubiertas de azulejos, vidrios pintados y otras marcas originales de fines de la década de 1940.
Las nuevas visitas guiadas incluyen además historias de lugares que ya no están. “En Avenida de Mayo y Perú se encontraba la Casa Tagini, donde Gardel registró sus primeras grabaciones en 1912. Temas folclóricos. Recién en 1917 interpretaría su primer tango canción”. También incluyen cruces con la ficción que no se circunscriben a bares: “Entramos al pasaje Güemes -Florida 165, uno de los rincones Art Nouveau más lindos de Capital- con el cuento El otro cielo (Todos los fuegos el fuego, 1966), de Cortázar, y nos encontramos con la descripción perfecta del lugar. Épocas de las orquestas de tango. Y es probable que al atravesar el portal al final de la galería -con salida a la calle San Martín- nos encontremos en París”, como pasa en el relato. Y las nuevas visitas incluyen misterios: “¿Quién es Malena la del tango? Intentaremos averiguarlo en la calle Balcarce, donde funcionaba la tanguería de Lucio Demare”.
Las visitas fueron organizadas en cinco circuitos: San Telmo, Avenida de Mayo, Avenida Callao, San Nicolás y Retiro. La agenda completa y cómo anotarse, acá
Posible recorrido:
1) La Poesía. Acá se conocieron en 1982 Horacio Ferrer -autor de Chiquilín de Bachín- y su mujer Lulú. Él lo recordó en el vals “Lulú” (1992): “¿Te acordás del café La Poesía,/ esa mágica noche en San Telmo?/ Buenos Aires urdió...” Un paraíso de recuerdos, en Chile 501.

Bievenida. La entrada al caserón donde funciona La Poesía desde 1982. / Germán García Adrasti
Bievenida. La entrada al caserón donde funciona La Poesía desde 1982. / Germán García Adrasti
2) La Güemes. Esta galería fue encargada por los salteños Emilio San Miguel y David Ovejero al italiano Francisco Gianotti e inaugurada en 1915 (un año después el mismo arquitecto trabajaría en la Confitería del Molino, a las puertas de una restauración tras dos décadas de abandono). Conecta Florida al 165 con San Martín y tiene 87 metros de alto que la hicieron rascacielos pionero en la Ciudad. No sólo la visitó Cortázar y escribió sobre ella en El otro cielo. En el subsuelo cantó Gardel en 1917 y entre 1929-31, en el piso 6°, vivió Antoine Saint Exupéry, autor de El Principito.
Los negocios tienen que esmerarse en las vidrieras: hay competencia. La cúpula encandila, igual que los vitraux y los farolitos. La decoración de los ascensores también vale la pena. Y, con atención, se pueden ver, asomando en las paredes, relieves que representan ejemplares que podrían integrar un bestiario magnífico.
3) Mar Azul. Van jóvenes y grandes con la laptop. No falta televisor. Pero ahí están la antigua pizzara negra, el ventilador, los azulejos. Lugar de encuentro de tangueros y poetas desde los ‘40, este local conserva decoración original. Y, enmarcados, fotos y otros documentos. Tesoros, en Tucumán 1700.
Entrada. Sencilla, como el bar. Ricos en historia. / Germán García Adrasti
Entrada. Sencilla, como el bar. Ricos en historia. / Germán García Adrasti
4) Los Galgos. Discépolo tenía una de esas “mesas que nunca preguntan”, de “Cafetín de Buenos Aires” (1948). “Era prácticamente vecino del bar, ya que está en Callao 501 y él vivía en el 765. Solía decir que las cosas le iban tan mal que hasta los números de su casa estaban invertidos”.
Puertas vaivén. Madera, vidrio y fileteado: viaje a otras épocas en Los Galgos. / Germán García Adrasti
Puertas vaivén. Madera, vidrio y fileteado: viaje a otras épocas en Los Galgos. / Germán García Adrasti
5) La Academia. Abrió en 1930 y fue clave para la bohemia tanguera de los ‘40. Iban Troilo y los cantores Ángel Vargas y Francisco Fiorentino. Es uno de los clásicos que dio a Corrientes, ubicada a pasos, el apodo de "la calle que nunca duerme". Al fondo cobija otro mundo: el del billar. En Callao 368.
Link a la nota: https://www.clarin.com/arq/bares-portenos-tango-pasaje-cuento_0_r1F7HO2L7.html



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