lunes, 5 de diciembre de 2016

La Nación - Gastronomía - Carne vip: la raza japonesa que atrae a paladares exigentes

Carne vip: la raza japonesa que atrae a paladares exigentes

Pese a que son mucho más caros, crece el consumo de cortes kobe


LA NACION
DOMINGO 04 DE DICIEMBRE DE 2016

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Pocas cosas unen más a los argentinos que un asado. Chorizos, vacío, chinchulines y, si alcanza, algunas mollejas. Esa pieza, la reina de las achuras, suele ser la variable de ajuste de todas las compras.
En la mayoría de los casos con unos $ 150 por persona, sin contar la bebida, alcanza para cubrir los gastos, según la división que se hace en plena sobremesa aún con las brasas humeantes. La cifra puede llegar a $ 200 si las mollejas participan de esa fiesta gastronómica. Pero también hay amantes de la carne dispuestos a pagar hasta $ 600 por un bife de chorizo que no supera los 400 gramos, $ 800 por dos kilos de marucha o más de $ 1000 por dos de picanha.
Los precios se justifican porque se trata de carne kobe, que proviene del ganado wagyu. Es un tipo de producto para paladares exigentes, que llegó a la Argentina desde Japón hace más de una década y que, en los últimos años, empezó a ganar lugar en las mesas de las familias. En los primeros tiempos se trataba de un alimento exótico, que podía encontrarse en algunos restaurantes de la ciudad, pero los hábitos lo convirtieron en un producto premium y de consumo hogareño.
La faena se realiza cuando el ganado wagyu alcanza el punto justo de grasa intramuscular
La faena se realiza cuando el ganado wagyu alcanza el punto justo de grasa intramuscular. Foto: Marcelo Manera
Sus seguidores afirman que después de probar kobe se revoluciona la forma tradicional de comer carne por una característica que la hace única: la grasa intramuscular que le aporta mayor sabor y terneza. Sin embargo, también tiene sus detractores: los que defienden los cortes tradicionales y aquellos que alertan sobre algunos riesgos que pueden presentarse ante un consumo excesivo.
"Esta carne rompe paradigmas", dice Lucas Regolo, mientras prende el fuego y espera a tres amigos que invitó al asado en la terraza de su casa. "Cada vez que la pruebo le encuentro cosas diferentes. La característica fundamental es el filtrado de la grasa en las fibras de la carne; eso la hace espectacular", se entusiasma.
Lucas es licenciado en Ciencias Políticas, pero se dedica a la consultoría en informática. Está casado con Agustina y tiene dos hijos mellizos: Ana y Enzo, que se pasea con su pelota de fútbol mientras el padre sala la carne antes de tirarla a la parrilla. Toda la familia consume kobe al menos dos veces por semana. Cuando se trata de eventos con amigos hay dos opciones: el asado para tres o cuatro personas que puede incluir una pieza de wagyu como un ojo de bife o entraña; la otra opción es un encuentro con más integrantes en el que un costillar, que llega a pesar hasta 18 kilos, es la estrella. "Comerla todos los días es restrictivo por su precio", admite.
Los primeros cortes de carne ya están listos y se comen "a la uruguaya", sobre una tabla de madera al lado de la parrilla. Los amigos de Lucas van llegando y se suman a la picada. En pocos minutos no queda nada. "Tiene un sabor diferente. Es un producto distinto a los que conocemos en los cortes tradicionales de carne. Somos pro kobe. Es fabulosa", suelta Carlos Maslatón, un amante de los pescados y de las pastas, pero con debilidad por el wagyu.
Lo escuchan de cerca Esteban Brenman, "El Rulo", y Esteban Safidie, que tienen su opinión sobre este tipo de carne. "Cuando hice asados con kobe la gente quedó muy impactada porque realmente es otro producto. Es como cualquier otra cosa, como el vino, por ejemplo. La gente está dispuesta a gastar más para tener un producto mejor", aporta "El Rulo". "Cuando tengo la oportunidad de comer en algún restaurante donde sirven kobe trato de pedirla porque la diferencia de sabor es..., es comer algo diferente y no lo que habitualmente uno consigue en cualquier lugar", sostiene Safidie.
La producción actual de ganado wagyu en la Argentina se estima en 2250 cabezas de las cuales 250 son ejemplares puros y el resto producto de la cruza con la raza Aberdeen angus. La cifra ayuda a entender que se trata de un producto poco común: está muy lejos de los 53 millones de cabezas de ganado vacuno que existen en todo el país.
"Cuando ingresé el wagyu en la Argentina desde Japón, hace unos 15 años, nadie lo conocía. De un restaurante que vendía cinco bifes de chorizo por semana pasamos a 40 restaurantes que lo tienen en la carta y mucha gente que lo consume en su casa. Se ha instalado por su calidad y características. No hubo promoción, ha encontrado su camino solo", explica Luis Barcos, veterinario y representante de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE)para las Américas.
Muchos de los cortes se faenan en forma artesanal para eliminar cartílagos y grasas
Muchos de los cortes se faenan en forma artesanal para eliminar cartílagos y grasas. Foto: Marcelo Manera
Barcos, ex presidente del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), se topó por casualidad con la carne kobe en un viaje a Japón. "Cuando pregunté el precio me dijeron que valía ¡800 dólares el kilo! Pensé que la traductora se había equivocado, pero era así", recuerda. "En ese momento y lugar decidí dedicarme a la producción de wagyu, porque le veía un futuro enorme en la Argentina. No para desarrollar en grandes cantidades, sino un producto de valor alto al que ponerle mucha dedicación", agrega.

Menos carnívoros

El mercado ganadero argentino tuvo un fuerte retroceso en los últimos diez años y la caída de la producción sigue acentuándose. Según datos del Instituto de la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva) entre 2007 y 2016 se perdieron ocho millones de cabezas de ganado. En julio pasado se faenaron 934.000 cabezas, un 10% menos que el mismo mes de 2015 y representa el número más bajo de los últimos 37 años.
Pese a esta caída, la Argentina, que dudas caben, es un país carnívoro. Aunque el consumo de carne vacuna fue cayendo en los últimos años y está lejos de los 98 kilos que cada persona comió en 1958, nunca faltó carne para tirar a la parrilla o al horno aún en tiempos de vacas flacas. En la actualidad, el consumo anual se ubica apenas por encima de los 55 kilos per cápita, el número más bajo de los últimos 16 años, según la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra). En 2000, 2001 y 2002, la última gran crisis económica que sufrieron los argentinos, se consumieron 66, 64 y 59 kilos de carne por persona.
¿A qué se debió el retroceso en el consumo de carne? "Son varias las razones: el incremento de precios, otros cortes que ganaron el mercado, efectos adversos del exceso de consumo de carnes, la lipofobia (el temor al consumo de grasa o colesterol) y las modas alimentarias que vienen y van", responde la doctora especialista en nutrición, Mónica Katz, y agrega que cereales, panificados, galletitas, grasas y azucares fueron los productos que a reemplazaron a la carne.
Katz explica que lo recomendable es consumir, a diario, un gramo de proteínas por cada kilo del peso personal. Es decir, si una persona pesa 80 kilos deberá ingerir 80 gramos. "Uno de los principales alimentos que aportan proteína es la carne, aunque en los últimos años apareció evidencia científica sobre los riesgos de consumir carnes procesadas o con mucha grasa intramuscular, como el kobe. Comer carnes magras sigue siendo la recomendación", insiste la nutricionista.
Otro detractor de la carne kobe es Pablo Jesús Rivero, el propietario de la parrilla Don Julio. "La carne kobe de la Argentina no es premium, pero a la gente le gusta y la consume. Además, se contrapone a lo que estamos trabajando un grupo de cocineros para tratar de hacer popular la comida argentina. Si introducimos productos de afuera vamos en contra de más de 100 años de producción ganadera extensiva, con crianza a pastura que le da la característica especial a nuestra carne", considera.
Wagyu con palta y pepino japonés
Wagyu con palta y pepino japonés. Foto: Santiago Filipuzzi
En cuanto a consumo de todo tipo de carnes, el país también se encuentra entre los más demandantes. Según el ranking elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en 2015, en la Argentina, cada persona consumió 101,7 kilos al año. Los primeros cinco lugares los ocuparon Nueva Zelanda (126,9), Australia (121,2), los Estados Unidos (117,6), Austria (106,4) e Israel (102).
"En los próximos años pueden pasar dos cosas: el mundo empezará a producir menos carne por una necesidad de eficiencia económica y medio ambiental; y la Argentina se colocará en una excelente posición porque no dejará de producir y su exportación crecerá. Lo negativo es que el consumo interno seguirá bajando porque los precios subirán", pronostica Rivero.

Directo desde Japón

Eddie Castro, chef ejecutivo de Osaka, culmina el "tiradito" de carne kobe
Eddie Castro, chef ejecutivo de Osaka, culmina el "tiradito" de carne kobe. Foto: Santiago Filipuzzi
La genética wagyu viajó los 18.000 kilómetros que separan a Japón de la Argentina para comenzar a reproducirse en la pampa húmeda. En aquel país el consumo de carne roja es de seis kilos al año por persona de los cuales 360 gramos (el 0,5%) corresponde a kobe. Es decir, que un japonés come apenas dos churrascos de wagyu de 180 gramos al año.
"La carne roja es cara en Japón. No se vende de a kilos, como estamos acostumbrados aquí, sino en paquetes, más parecido a un fiambre. Se presenta feteada y se utiliza para hacer platos salteados con verduras", cuenta Mónica Hashimoto, subgerente del Departamento de Cultura del Jardín Japonés de Buenos Aires. "La gastronomía japonesa se caracteriza por usar productos de la temporada, de cada estación. Entonces en otoño, invierno, primavera y verano hay ciertas verduras, pescados, productos de mar, frutos secos, hongos y pollo, todos esos adecuados a cada estación", resume.
La carne kobe toma el nombre de la ciudad que es la capital de la jefatura de Giogo. "Existen, en otras localidades de Japón, el mismo tipo de crianza de wagyu y entonces la carne toma el nombre de esa ciudad o región. Pero el el más conocido, o el de mayor grado de exclusividad, es el de Kobe", apunta Hashimoto.
El origen histórico de esta carne se remonta a mediados del siglo XIX con la apertura del Imperio japonés cuando los mercaderes ingleses y holandeses comenzaron a hacer transacciones comerciales en el puerto de Kobe. "Luego de un viaje muy largo de Europa a Asia [a los mercaderes] les ofrecieron la carne de buey de kobe que hasta ese momento se utilizaba solamente para la labranza. Y vieron que esa carne era deliciosa, del paladar europeo. Ese es el origen histórico", agrega.
Manteca kabayaki para acompañar al kobe
Manteca kabayaki para acompañar al kobe. Foto: Santiago Filipuzzi
El mito de la carne kobe en Japón es que durante la crianza al ganado wagyu se le suministra cuidados y atenciones dignas de un ser humano, como masajes y cerveza para estimular su apetito, aunque la característica especial se basa en la nutrición y la hidratación. En la Argentina, según explica Barcos, el proceso de producción se diferencia del que se aplica en otro tipo de ganado. En cada animal se controla la alimentación, que se divide en tres raciones diarias, para que engorde entre 800 gramos y 1.200 kilos por día. También se procura que permanezca en tranquilidad para no afectar la calidad de la carne. Los cuidados finalizan cuando llegan al matadero donde reciben el mismo tratamiento que todas las vacas: un golpe certero en la cabeza para pasar a desposte.
"Queremos que dejen de matar a animales. Creemos que por más que existen producciones en las cuales sufren menos o procesos menos horrorosos que en las granjas industriales, sufren igual, y se los mata igual, por lo tanto estamos en contra de cualquier clase de producción", opina Paz Pelanda, activista vegana e integrante de Animal Libre, ubicada en el otro extremo de los amantes de la carne. "A las personas que consumen carne les diría: tenemos que respetar a todos los seres que sienten, que merecen respeto, como los animales", sostiene.
Ningún vegano o defensor de los animales, como Paz, soportaría entrar a una carnicería o participar del ritual que significa organizar un asado. Mucho menos estar en la casa de Lucas donde los últimos pedazos de carne se cortan sobre la tabla que chorrea el jugo color sangre. "[A un vegano o vegetariano] le diría: «por favor, amiguito del alma, comé un pedacito de esta carne y fijate si te podés parar de nuevo en el lugar donde estás parado»", intimida el dueño de casa, y pincha un pedazo de carne que después saborea con los ojos cerrados.

A favor y en contra

Mónica Katz
Nutricionista
"Hay evidencia científica sobre los riesgos de consumir carnes con mucha grasa, como el kobe"
Luis Barcos
Productor de wagyu
"El producto se ha instalado por su calidad y características. Encontró solo su camino, no hubo promoción"
Link a la nota: http://www.lanacion.com.ar/1962119-carne-vip-la-raza-japonesa-que-atrae-a-paladares-exigentes

La Nación - Revista - Angelo Visentin: en negro y verde

Angelo Visentin: en negro y verde

El chef italiano eligió las aceitunas de mesa como una marca de identidad de la cocina de su país y las prepara rellenas para ser protagonistas de aperitivos y picadas
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LA NACION
DOMINGO 04 DE DICIEMBRE DE 2016

Foto: Rodrigo Ruiz Ciancia
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Negras, verdes, brillantes, las aceitunas escribieron a lo largo de la historia el libro de la seducción. Como pocos alimentos, tienen la habilidad de reunir los cinco sabores básicos que detecta el paladar: ácido, amargo, dulce, salado y umami. Y eso -no sus orígenes mitológicos- las vuelve divinas y valiosas para la gastronomía. Ancestrales, encontraron en la cuenca mediterránea su lugar en el mundo: su piel verde va cambiando de color al madurar y pasa del violeta al rojo, para tornar al negro final. Por eso el color sólo indica el estado de madurez de la aceituna. Y así, verdes o negras, llegan a la mesa para ser protagonistas de platos diversos en numerosas culturas. Por supuesto, hablar de aceitunas es también hablar de aceite de oliva; pero aquí nos detendremos en este fruto que se volvió fundamental si nos referimos a aperitivos, picadas, pizzas, tapeos, salsas y pastas. Pequeñas, robustas, en salmuera, en aceite, en conservas, rellenas, rotas o servidas con mil ingredientes, el sabor singular de las aceitunas siempre se percibe. Y entonces todo es placer.
"Hay variedades que se utilizan para elaborar aceite de oliva y otras que se usan para aceitunas de mesa. Las de aceite, además de elevado contenido oleoso, tienen más carozo que pulpa. En las variedades de mesa en cambio, la relación se invierte. El proceso de elaboración de una aceituna en conserva implica hacerle un tratamiento para quitarle una sustancia que se llama oleuropeína, que es muy amarga. Por eso la aceituna verde debe someterse a un tratamiento de quemado que se hace con hidróxido de sodio (soda cáustica). Por el contrario, las aceitunas que son elaboradas en negro, como ya han sufrido una maduración perdieron ese amargor de forma natural. Las distintas variedades de olivas determinan su destino: para aceite o para mesa (aunque hay aceitunas que sirven para ambos propósitos, sólo que rendirán de manera diferente para hacer aceite)", cuenta Angelo Visentin, chef ejecutivo de Il Fiume Ristorantino, mientras rellena miles de aceitunas, una por una, con una paciencia envidiable. Prepara una receta auténtica de Ascoli Piceno (olive all'ascolana), ciudad italiana que se ubica sobre la costa del Adriático. "Es un bocado tradicional de esta zona que hoy es famoso, pero sus orígenes tienen que ver con la pobreza. Italia era un país pobre y había que aprovechar la comida que había disponible. Entonces, para no tirar el relleno de los ravioles que sobraba, se utilizaba para rellenar las aceitunas, porque esta es una zona productora. Son gorditas y blandas, permiten rellenarse muy bien. Es un plato relativamente antiguo, aparece por primera vez en escritos de 1800 y se convirtió en emblema de la identidad culinaria de Ascoli Piceno."
Foto: Rodrigo Ruiz Ciancia
Visentin nació en Venecia, se formó profesionalmente y trabajó en distintos restaurantes y hoteles italianos de prestigio. Siempre inquieto; cuando terminaba su horario de trabajo daba unas vueltas por las pequeñas trattorias para seguir aprendiendo recetas, descubrir cuáles eran los productos típicos de las distintas regiones italianas. Llegó a la Argentina en 1994 para trabajar como jefe de cocina de Fellini (Buenos Aires y Punta del Este). Luego pasó por Filo y el mítico Memorabilia. Regresó por un tiempo a Italia y volvió en 2012, ya para dirigir los fuegos de Il Fiume, el restaurante italiano en Puerto Madero del empresario gastronómico José Beraldi (Olga Cossettini 1651, Puerto Madero Este).


"En la Argentina hay unas 100.000 hectáreas plantadas con olivo (para aceitunas de mesa y aceite) y las zonas productoras de mayor importancia son las provincias de La Rioja, Catamarca, San Juan y Mendoza. Entre las variedades más plantadas para mesa se destacan la Arauco, la Manzanilla Real y la Picual, que tienen diferentes características organolépticas: desde distintos contenidos de sal, cierta acidez, diferente textura. Hoy se consumen en nuestro país alrededor de 500 g por persona por año. La variedad Arauco fue introducida por los españoles, pero con el paso de los años se fue adaptando a nuestro país y hoy es considerada como la única variedad nacional (única aceituna argentina que figura en el Catálogo de Variedades Mundiales del Olivo)", cuenta el ingeniero agrónomo Matías Cincotta, de La Rioja. En esa provincia existe un árbol que es considerado el Padre de la Olivicultura, ya que a partir de él se multiplicaron innumerables ejemplares que hoy pueblan el Valle de Arauco. Este olivo fue el único que se salvó de una tala indiscriminada y también se lo conoce como el Olivo Cuatricentenario. En 1946 fue declarado Árbol Histórico y en 1980, Monumento Histórico Nacional.
- Usted estudió Economía, ¿por qué eligió después ser cocinero?
- Yo soy del Véneto, mi generación creció después de la guerra, crecimos con el boom económico, pero con la cultura de gente que había sufrido. Mi papá era doctor, pero pasó por un campo de concentración en Alemania y se salvó porque era médico. Cuando volvió no quería volver al hospital. No había ninguna tradición gastronómica en mi casa. Mi papá pintaba, la vena artística estaba y yo tal vez heredé eso, la cocina es un poco un arte.
- ¿Qué significa dar de comer?
- Es una experiencia muy importante. Que a alguien le guste lo que vos cocinaste es maravilloso, pero no sólo por el reconocimiento. Esa persona eligió nutrirse con tu comida, es toda una responsabilidad y una linda sensación. En Il Fiume hacemos auténtica cocina italiana, seguimos la tradición que es mucho más que pasta.
- ¿Qué es la aceituna a la cocina italiana?
Es fundamental, es una marca de identidad. No sólo la fruta, el aceite de oliva es la sangre de la cocina italiana.

Mediterránea

Preparar una salsa bien italiana mezclando tiritas de anchoas, aceitunas verdes y negras y tomate fresco en cubos. Servir sobre una pasta al dente

Olive Ascolane

1 zanahoria
1 cebolla
1 rama de apio
100 g de carne picada
100 g de carne de cerdo
100 g de pechugas de pollo
1 vaso de vino blanco
1 pizca de nuez moscada
3 huevos
100 g de queso parmesano rallado
Pan rallado
1 kg de aceitunas verdes
Harina, pan rallado
Aceite de oliva
Sal y pimienta
Picar zanahoria, cebolla y apio y saltear en un poco de aceite. Agregar las carnes picadas. Agregar vino y sazonar. Cuando la carne esté cocida, dejar enfriar y procesar hasta lograr una masa lisa. Condimentar con nuez moscada,
2 huevos, parmesano y pan rallado. Amasar. Dejar en la heladera 30 minutos. Deshuesar las aceitunas y rellenar con la masa. Cerrar la piel devolviéndole su forma original. Pasar por harina, huevo y pan rallado. Dejar reposar en la heladera otros 30 minutos. Freír las aceitunas hasta que estén doradas; escurrir y servir con salsa de tomate.
Agradecimiento: Quetec. Av. de Mayo 843, CABA. www.olivaquetec.com.ar
Link a la nota: http://www.lanacion.com.ar/1962105-angelo-visentin-en-negro-y-verde

El Gourmet - Actualidad - la crema de leche

La crema de leche

Por elgourmet

La crema de leche
A la crema de leche también se le conoce como nata. Aunque hay quienes difieren pues dicen que la nata es lo que resulta de hervir la leche. Sea como sea, su capacidad de suavizar el sabor de las salsas encanta a todos los cocineros.
 
El origen de la crema de leche se remonta al siglo XVII cuando gracias a los cocineros de la corte francesa, deja de ser usada solo para hacer manteca y se comienza a apreciar su untuosidad y ligereza.
Ya para el siglo XX se convirtió en el ingrediente básico de muchas cocinas.
La crema de leche debe tener una consistencia líquida más o menos viscosa. Su principal nutriente es la grasa y dependiendo de la cantidad de la misma que contenga, entonces será una crema doble –si tiene más del 50%-. Si es de más de 30%  será apta para batir y si no llega al 20% entonces solo será apta para cocinar.
La crema de leche no debe confundirse con la crema chantilly, la diferencia principal es que la crema chantilly contiene azúcar impalpable y un toque de vainilla, por lo tanto, es más dulce.
Usa tu creatividad o aprovecha todas las recetas que tenemos para ti con la crema de leche como ingrediente. 
Link a la nota: http://elgourmet.com/nota/la-crema-de-leche