Tras tomar el acceso Oeste y antes de llegar a Luján, se arriba a la ruta 5. Unos 60 kilómetros más adelante, un aroma delicioso penetra por las narices. Allí se encuentra Suipacha, la ciudad creadora de la deliciosísima ruta del queso, y ubicada a tan sólo 126 kilómetros de la Capital Federal.
Diferentes establecimientos invitan a pequeños grupos a deleitarse con sus productos, muchos influenciados por la propia ruta del queso de Francia. Incluso hay un guía para entender mejor toda la mística que hay detrás de este delicioso recorrido.
Primero un desayuno, que nuclea a muchos de estos productos. Luego un almuerzo para seguir saboreando de esta carta, que incluye lo más atractivo de la industria láctea. Y también alguna picadita para merendar. Ese es básicamente y a grandes rasgos el recorrido de este circuito.
Todo tipo de conservas y algunos hermanos del queso como los salames, fiambres y dulces, pueden degustarse en los establecimientos de Suipacha que abren sus puertas a todos los visitantes. Incluso, sus comerciantes se reinventan constantemente con productos llamativos, como la leche de cabra en polvo. Quien alguna vez probó los quesos provenientes de este animal, podrá esperar un sabor similar de este lácteo.
"De pastas duras o blandas, untables o rallados, en lonchas o en porciones; de vaca, de cabra, de oveja, o de búfala; solos o combinados con otros sabores o productos", así se presenta la ya famosa ruta, que tiene una web de lo más interesante, con la historia de los primeros pobladores vascos que llegaron a la zona y su posterior desarrollo que derivó en este circuito del queso.
Para el recorrido se pueden contratar diferentes tipos de visitas, o hacerla por cuenta propia, aunque se recomienda ir acompañado por algún conocedor de la zona. Existen planes diferentes de mediodía, día completo, con alojamiento o bien para ir a pasar una jornada.
Cada establecimiento aporta charlas, explicaciones sobre los procesos de producción y degustaciones deliciosas que luego quedan en la memoria. El circuito suele concluir con una visita a un criadero de corderos y ovejas, que le imprimen un moño final al maravilloso recorrido.
Suipacha es definitivamente un lugar donde aprender, donde saborear los mejores quesos y otras comidas hechas en base a ellos. Muy recomendable para un fin de semana de vacaciones.
Link a la nota: http://www.minutouno.com/notas/1543561-circuito-sabores-suipacha-el-paraiso-los-amantes-del-queso
Marcha blanca: la carrera contra reloj antes de la apertura de un restaurante
Cómo es la intimidad de un ensayo general en el que se pone a prueba el servicio, el menú y el equipo de un bistró de alta cocina; el estrés y la presión, denominadores comunes de la experiencia
Hace casi un año, y como parte de su tour gastronómico por Buenos Aires, la actriz de Hollywood Gwyneth Paltrow subió una foto a su cuenta de Instagram que decía: "Podría acostumbrarme a la vida argentina... #CasaCavia". Apenas unas semanas antes del posteo de Paltrow, la primera dama, Juliana Awada, y su entonces par de Estados Unidos, Michelle Obama, se habían reunido allí para charlar e intercambiar experiencias. Tomaron limonada y jugo de naranja sentadas en los sillones de gamuza verde que componen uno de los livings del coqueto enclave gastronómico frente a la plaza Alemania, en Palermo Chico. Pero si hoy volvieran a sentarse allí, todo sería diferente.
Tras meses de remodelación -donde gran parte del cambio se concentró en la nueva cocina, mucho más grande y equipada con alta tecnología-, anoche Casa Cavia reabrió sus puertas al público. Sus dueños, confiesan, apostaron al cambio con una sólida aspiración: convertirse en el mejor restaurante de Buenos Aires. Por eso, y desde que volvió al país luego de comandar los fuegos del restaurante vasco Mugaritz -reconocido como uno de los mejores del mundo y con dos estrellas Michelin-, la chef barilochense Julieta Caruso trabaja sin descanso. Durante los últimos 15 días, contra reloj y tal como lo exige el código de la alta cocina, Casa Cavia estuvo de marcha blanca.
¿Marcha blanca? En la jerga gastronómica, explican a LA NACION eximios cocineros como Julieta Caruso; Anthony Vázquez, de La Mar, y Alejandro Feraud, de Alo's, se llama así al período de ensayo general de un restaurante. Un ejercicio donde todo se pone a prueba: desde el equipo de cocina hasta la persona encargada de la recepción. Desde el armado del salón hasta el tiempo que demora un plato en llegar a la mesa. "Es una gran oportunidad de medir el pulso de todo, de recrear la situación de un restaurante lleno y revisar cuáles son los errores que se cometen. Que el chico de la plancha no funciona, que el jefe de sala se quiebra o que el tiempo de un plato no es el correcto. Y para eso se invita a los amigos y colegas más cercanos de la casa para que te critiquen y te digan qué cosas no les han gustado. En una marcha blanca no quieres que te digan que todo ha salido bien. Buscas que te pinchen el globo, y sobre los errores se trabaja", dice Anthony Vázquez, que durante esos 25 días de ensayo en La Mar, su restaurante palermitano, tuvo que tomar la decisión de cambiar a casi todo el equipo de cocina.
A una marcha blanca, insisten los cocineros, se invita a gente amiga, conocidos de la casa. "Nunca a la prensa -dice Vázquez-. A los periodistas los invitas luego, cuando ya todo está más aceitado." Siempre hay una excepción a la regla, y antes de su reapertura LA NACION participó de una de las primeras marchas blancas en Casa Cavia, donde aún los invitados eran pocos.
"No me gusta el seteo [cómo están dispuestos las copas, los cubiertos y los vasos] de las mesas", fue una de las críticas que recibió Julieta Caruso esa noche. "Cada observación que recibí la tuve en cuenta. Cuando uno se sienta en Casa Cavia a comer a la mesa sólo hay una servilleta y un vaso. ¿Para qué voy a poner los cubiertos si lo primero que servimos se come con la mano? ¿Por qué tiene que haber una copa de vino si no lo voy a tomar? Cada mesa se va armando a medida durante el transcurso de la comida. No es capricho ni es moda. En Casa Cavia todo tiene un sentido, y desde el momento en que uno se sienta la experiencia es diferente. Eso es lo que pretendemos transmitir."
Para Caruso, los casi 20 días de marcha blanca también le dieron la posibilidad de rectificar recetas, cambiar cocineros y, sobre todo, adaptarse a los cambios. "La remodelación fue muy grande, y de trabajar en un espacio muy reducido donde te chocabas con el otro se pasó a una cocina inmensa, donde hay que correr de una punta a la otra", grafica la cocinera, que al momento de definir la nueva propuesta gastronómica del lugar la describe como "una cocina simple, noble, con lo mejor que ofrece la tierra en cada temporada y donde a cada producto se le aplica la mejor técnica para sacarle todo su potencial".
En Alo's, el bistró de cocina de autor en La Horqueta, las marchas blancas fueron a puertas cerradas durante la primera semana, pero hubo una segunda etapa en la que su creador, el chef Alejandro Feraud, abrió las puertas y tomó el riesgo de invitar a los vecinos. Quería escuchar a la gente del barrio, muchos de sus futuros comensales, y que le dijeran qué cosas no les gustaban. "Cuando el salón estaba lleno la acústica era muy mala, y gracias a la crítica de la gente pudimos hacer una modificación estructural antes de la apertura", confiesa Feraud. La marcha blanca, coinciden todos, es una inversión necesaria y, además, un momento de mucho estrés. Como dice Vázquez, "los que saben lidiar con esa locura son los que generalmente se quedan. Trabajar bajo presión es difícil, y el que se quiebra... se va".
Link a la nota: http://www.lanacion.com.ar/2000658-marcha-blanca-la-carrera-contra-reloj-antes-de-la-apertura-de-un-restaurante
Hamburguesas vegetarianas, máxima paradoja de la vida gourmet
Símbolo inequívoco de la dieta carnívora, la hamburguesa tiene su opción saludable: vegetales y legumbres toman el lugar de la carne... y son cada vez más pedidas. ¿Nos volvimos todos locos?
Se acerca el mediodía, Flor Vital (27) y Nico Gutiérrez Cervetto (31) -compañeros en una agencia publicitaria de Belgrano- quieren salir a almorzar con el resto de sus colegas. Pero su menú es limitado: son vegetarianos desde hace años y las comidas al paso no suelen respetar los parámetros veggie. Sin embargo, desde hace unos meses encontraron un fast food saludable, con onda y que no los deja afuera. Insólitamente, su opción está en la hamburguesería.
Pierre Chacra, dueño de Burger Joint.
"Dame dos hamburguesas veggie con limonada de jengibre y menta", pide él, en el mostrador de Mi Barrio (Olazábal 1422), una cadena que cuenta con 12 variantes, una apta para personas que no consumen carne. La que ellos degustan minutos después se llama Agronomía y cuesta $135. El medallón es de vegetales y legumbres, y está acompañada con mozzarella, tomates confitados, cebolla morada, brotes de soja frescos, champiñones salteados y mayonesa de calabaza. "Nos encanta. Además de ser rica, nos incluye ya, que podemos compartir con el resto un hecho tan social como juntarse a comer", coinciden los publicistas, y confiesan que en sus casas repiten la misma receta.
Gabriel Di Trapani (49), chef y socio del restó, explica que, si bien la carne vacuna es su insignia, desde un principio les pareció relevante abarcar a ese pequeño público naturistas. La misma visión del negocio gastronómico tuvo Pierre Chacra (41), dueño de Burger Joint, cuando regresó de Washington a principios de 2013 para abrir su primer local en Jorge Luis Borges 1776, Palermo. El maestro de cocina tenía en claro que su fuerte era la hamburguesa convencional de alta calidad, pero no podía obviar la movida healthy food que desde la década pasada ya pisaba fuerte en los Estados Unidos y se había trasladado a la Argentina.
Flor Vital y Nico Gutiérrez Cervetto trabajan en publicidad. Ella es vegetatiana hace cuatro años; él hace uno. Van a almorzar a Mi Barrio.
"La primera hamburguesa vegetariana la lanzamos unos meses después de haber inaugurado. Notábamos que ciertos comensales venía y pedían sólo papas, pero les faltaba algo más. Entonces, empezamos a inventarles sándwiches en el momento hasta que probamos con nuestra propia versión. Nos costó lograr el punto justo de consistencia para que no se desarme. Hoy, nuestra veggie burguer está a la altura de las de carne", se enorgullece el chef, y revela su receta: garbanzos, hongos, tomates secos, cebolla caramelizada, queso y un par de pasas de uva. Se sirve con pan de campo, rúcula, guacamole y salsa de pepino. El precio es $90; en combo con bebida $160.
En Burger 54 -otra compañía que cuenta con sucursales en la ciudad, Nordelta y San Isidro-, la hamburguesa Vegetarian es una combinación de quínoa, arroz integral, porotos negros y remolacha. Esa es la que elige Paula Vecchiarelli, una joven de 21 años que a los 16 se hizo vegetariana y dos años después se pasó al veganismo. "Ir a comer afuera resulta difícil porque muy pocos restaurantes ofrecen una opción vegana. Pero este boom de las hamburgueserías que incluyen su versión saludable está buenísimo. Me simplifican la vida cuando estoy de paso y necesito comer algo para seguir camino a la facu", argumenta la estudiante de Artes Visuales, y reflexiona que la novedad del plato ayuda a difundir la importancia de alimentarse mejor. "Muchos amigos lo ven como una curiosidad y eso es positivo. Les interesan los ingredientes y la quieren probar", refuerza.
Paula tiene 21 años. A los 16 se hizo vegetariana y dos años después se pasó al veganismo.
En ese camino va Inés Desinano (29), dueña de una óptica en Recoleta, que por lo menos una vez a la semana se acerca al local de Av. Santa Fe 1946, y se lleva una. Le agrega extras que van variando, puede ser huevo y queso azul (el menú ronda los $100). "No soy vegetariana, consumo carne y pollo diariamente. Pero sumar legumbres y verduras a mi dieta me parece súper importante. Además de ser sabrosa, me cae mucho más liviana que cualquier otro combo y me ayuda a continuar con todas mis obligaciones del día sin tanta pesadez", considera.
Inés Desinano, comerciante, dueña de Casa Óptica en Recoleta. No es vegetariana pero le gusta la opción que ofrece Burger 54.
Para los que quieren probarla por primera vez, a continuación hay otras opciones muy buenas (ver abajo). Caso contrario, se pueden cocinar en el hogar. Agustina Martínez Alcorta (36), comunicadora social y dueña del sitio Ponete el Delantal, las enseña desde hace seis años. "Las consultas son muchísimas, me llegan mails preguntando cómo reemplazar la carne por legumbres, cómo ligar y combinar los ingredientes", admite la food blogger, y reconoce que su preferida tiene una base de lentejas y arroz yamaní (ver receta).
"La realidad es que son re fáciles de hacer, tiene mil variantes y se puede utilizar perfectamente las sobras de otras comidas. A veces también me gusta consumirlas en hamburguerías o ferias callejeras. Comer bien es un plan en todo sentido", suma.
Otras buenas opciones saludables
Hamburguesa Veggie. De Williamsburg Burger bar, Deltoro Burgers, The Burger Company y Mi Barrio.
Williamsburg Burger bar. De arroz yamaní y cereales, mozzarella, palta y espinaca. Precio $160. Armenia 1532, Palermo.
Hamburguesa Veggie. De Williamsburg Burger bar, Deltoro Burgers, The Burger Company y Mi Barrio.
Deltoro Burgers. De quínoa con queso cremoso light, calabaza, tomates confitados, albahaca y lechuga. Ronda los $105. Bernardo de Irigoyen 366, Monserrat.
Hamburguesa Veggie. De Williamsburg Burger bar, Deltoro Burgers, The Burger Company y Mi Barrio.
The Burger Company. De garbanzos, lechuga, queso cheddar y tomate. Sóla, sin combo, $70. Honduras 4733, Palermo.
Producción: Daniela Gutiérrez
14-03-2017 suplemento SpotHamburguesas VeggieBurger Joint en el barrio de PalermoFoto David Fernandez buenos aires restaurante hamburgueseria Burger Joint Hamburguesas Veggie vegetarianas nueva tendencia comida sana
Una receta para probar en casa: hamburguesas de lentejas y arroz yamaní
Ingredientes para 12 porciones: Lentejas 250 grs / Arroz yamaní 1, taza / Ajo, 1 diente / Queso rallado / Queso blanco / Huevos, 1 ó 2 / Semillas de sésamo y lino tostadas, 2 cucharadas / Pan rallado o rebozador de arroz / Sal / Cúrcuma / Aceite de oliva
Preparación: en una cacerola, saltar el ajo previamente picado con un chorrito de aceite. Agregar el arroz yamaní y dejar un minuto para que se tueste. Sumar tres tazas de agua, las lentejas (remojadas la noche anterior), una cucharada de cúrcuma, sal y pimienta a gusto. Cocinar todo a fuego lento por 40 minutos hasta que el arroz quede cremoso. Dejar enfriar. Luego, sumar a la preparación huevo, una cucharada de queso rallado y otra de queso blanco, semillas de sésamo y lino tostadas, pan rallado o rebozador de arroz (lo que le dará la consistencia). Dejar reposar en la heladera por una o dos horas para que se compacte. Cuando esté firme, armar las hamburguesas con dicha pasta. Si es necesario, agregar más pan rallado. Por último hornear en una placa con aceite o rocío vegetal por 10 minutos. También se pueden freír o guardar en el freezer para después.
"Son re fáciles de hacer, tiene mil variantes y se puede utilizar perfectamente las sobras de otras comidas", enseña Agustina Martínez Alcorta.
Una gran oportunidad
Las hamburguesas vegetales son una gran oportunidad para incorporar alimentos saludables que no son de nuestro consumo habitual. En su receta suelen utilizarse ingredientes como las legumbres (lentejas, garbanzos, soja), los cereales (arroz yamaní, mijo), los pseudocereales (quínoa) y las verduras de siempre (zanahoria, remolacha, hojas verdes); todos muy beneficios para la salud. Porque, por ejemplo, no contienen colesterol, dan mayor saciedad, aumentan el aporte de fibra (bueno a nivel intestinal y metabólico), de vitaminas (especialmente del complejo B) y minerales (hierro, magnesio), así también como los hidratos de carbono de absorción lenta (evitan los picos de azúcar en sangre). Por otro lado, no hay que perder de vista que las hamburguesas veggie hechas en casa son libres de aditivos y conservantes, nos permite combinar las verduras que nos gusten y sabemos exactamente lo que contienen, algo que no sucede en los productos del supermercado. Sin duda representan una opción súper nutritiva y más económica para el menú familiar.
Link a la nota: http://entremujeres.clarin.com/entremujeres/rincon-gourmet/maxima-paradoja-vida-gourmet_0_Hk-tvzV2l.html
Primero fueron los estilos de cervezas que desconocíamos. Ahora hay quienes dicen quea cada uno le corresponde un vaso en particular. La pregunta se nos hace inevitable:¿cuánto hay de verdad y cuánto de verso en el purismo copero?
Desde los tradicionales a los modernos, hay tantos vasos como tipos de cervezas.
Por Nicolás Salvarrey
Si se quiere entender el motivo por el que tal o cual cerveza se corresponde con tal o cual vaso, es necesario prestar atención no solo a las características de la bebida, sino también a la tradición de su país de origen. Los vasos más utilizados en bares, por ejemplo, provienen de las Islas Británicas y son las pintas. Sus dos diseños más populares son el irlandés, curvilíneo, y el nonic, recto con una protuberancia cerca del borde superior. El irlandés es ideal para retener la espuma espesa y cremosa de las stouts. El nonic genera un poco de turbulencia en su protuberancia en cervezas con poco gas, como las tradicionales real ale inglesas. Y eso funciona así: la misma cerveza en una pinta irlandesa y en una nonic se percibe con más gas en la segunda. Pero poco les importa a los dueños de los pubs británicos la turbulencia o la espuma cremosa. Las pintas, en cualquiera de sus diseños, son ideales para apilarlas de a miles, una sobre otra, y ahorrar el valioso espacio del bar.
Y las copas, ¿desde cuándo se aplica semejante fineza a una bebida que muchos aprendieron a tomar del pico y en la vereda? Desde hace cientos de años. En Bélgica, donde la cerveza es religión, la copa manda. Si bien muchas marcas tienen su diseño exclusivo, hay dos formas básicas: el cáliz y la copa cerrada. El cáliz se usa para las cervezas elaboradas por los monjes trapenses (dubbel, tripel, quadrupel), y tiene una boca abierta y ancha, en la que se disipan los intensos aromas a especias y alcohol que en una copa cerrada pueden volverse invasivos.
La cerrada retiene aromas y favorece el encaje de Bruselas, nombre que le dan los belgas a los restos de espuma que quedan adheridos al cristal después de terminado el vaso. Una cerveza que no deja encaje es aguada y está elaborada con ingredientes mediocres, y eso en Bélgica es un crimen del que ningún fabricante quiere ser hallado culpable.
Entre las tradiciones foráneas más adueñadas por los argentinos está el famoso chopp o mug. Es un vaso alemán que tiene un mango, para no calentar con la mano una cerveza como la lager, que se debe tomar fría.
Está hecho de vidrio grueso porque los alemanes entonados tienden a ponerse agresivos con los brindis y no hay presupuesto que aguante la reposición de tanto vaso roto. De allí viene también el vaso weiss, alto y estilizado, coronado por un balón ancho. Está pensado para tomar cervezas de trigo (weissbier), dueñas de la mejor espuma de la selección teutona. Esta se concentra en el balón y queda flotando mientras el líquido corre hacia la garganta del comensal. Cuando el vaso vuelve a su posición recta, la espuma, densa y compacta, sigue ahí.
Otra costumbre lejana que se reinventó en Argentina es el liso santafesino. Se trata de un vaso chico y, como su nombre lo indica, liso. Su tamaño apunta a que la cerveza no se caliente y su textura a que se aprecien el color
y la transparencia. Si bien tiene su origen en la ciudad alemana de Colonia, donde se usa para tomar la cerveza local kölsch, en Santa Fe se volvió un hábito muy arraigado. Pero no todo es tradición centenaria. La copa IPA, pensada para cervezas muy lupuladas, tiene forma de huevo con una base cilíndrica. Cuando se agarra la base con la mano se le da temperatura a la parte inferior y se desprenden partículas aromáticas que quedan contenidas en la parte superior. La Teku, creación italiana, emula una copa de merlot pero con una forma más angulosa. Es la más preciada por sommeliers en todo el mundo y les saca varios cuerpos de elegancia a la mayoría de sus ompetidoras. Ambas nacieron en los últimos 10 años. Pero cuidado: nada de esto quiere decir que haya que maravillarse porque sí ante cualquier recipiente inusual. Por ejemplo, esos cilindros altos y transparentes que contienen dos, tres o más litros de cerveza y que cuentan con una canilla en su extremo inferior. Esos tubos son todo lo que está mal. En ellos la bebida entra en contacto con la luz y con el oxígeno, y su sabor empieza a deteriorarse desde el segundo en el que toca el vidrio. Vidrio que, por cierto, no siempre se limpia de un modo adecuado. Sí sirve si quieren obtener la misma cerveza que se les podría servir en cualquier recipiente, pero peor. Para eso es preferible -dios me perdone- un vaso de plástico.
El mejor rincón de Buenos Aires para entender la relación entre una cerveza y su copa o vaso característico es Bélgica, un bar en Pedro Goyena y del Barco Centenera creado bajo ese preciso concepto. Ahí se pueden tomar cervezas de estilos ingleses, belgas, alemanes, checos o estadounidenses, ales añejadas en barrica de roble o cervezas ácidas que todavía son una rareza en nuestro país, cada una en el recipiente que corresponde.
Link a la nota: http://www.conexionbrando.com/2000313-hay-un-vaso-para-cada-cerveza
Qué se puede comer en el restó de Nadal, Enrique Iglesias y Pau Gasol
Tatel Miami trae el sabor español, con lo mejor de lo clásico y toques de sofisticación y modernidad.
Una de las novedades en Miami en estos momentos fue la inauguración de Tatel, un restaurante de cocina española, propiedad de Rafael Nadal, Enrique Iglesias y el basquetbolista Pau Gasol. Està ubicado en la planta baja del Hotel Ritz Carlton de South Beach.
El Chef Ejecutivo de Tatel Miami es Nicolás Mazier, que viene nada menos que de NOBU para elaborar el menú creado especialmente por el equipo de Madrid.
Hay una variedad de opciones creadas con productos de estación, incluyendo la famosa tortilla trufada. Croquetas de leche fresca, otra de las estrellas ademàs del Pulpo a la Gallega con mojo rojo, y su plato estrella: la milanesa de ternera con huevo y trufa. También el chef elaboró platos exclusivos para Tatel Miami como el Ceviche Mediterráneo de Dorada que viene con salsa de mango. Tampoco podían faltar las gambas al ajillo y postres como las torrejas o el flan de queso. Por supuesto no falta el mejor jamón de Jabugo.
En cuanto a la barra, está a cargo de Angelo Cansino que ofrece tragos tales como Verano De TATEL (Vodka, limonada, berries, cítricos y un Rivera del Duero). Tampoco falta el Martini en la carta de tragos.
Tatel Miami, 1669 Collins Avenue, Reservaciones al (305) 604-0523.
Link a la nota: http://www.perfil.com/perfil-usa/que-se-puede-comer-en-el-resto-de-nadal-enrique-iglesias-y-pau-gasol.phtml