martes, 5 de junio de 2018

La Nación - Revista - Cómo es la feria de vinos donde se decide el rumbo de la industria

Cómo es la feria de vinos donde se decide el rumbo de la industria

DÜSSELDORF, Alemania.- Son las 8.45 y hace 2 grados bajo cero. El tranvía entra en la estación del predio ferial, el Messe Düsseldorf, en donde está por arrancar el primero de los tres días de la feria de vinos que se posiciona como la más profesional y esperada por la industria: ProWein.
Aún no abrieron las puertas y lo único que se escucha y se multiplica es un intenso tintineo de copas, cuando pasan por los pasillos alfombrados, los carros con los racks de cristales fajinados para cada uno de los más de seis mil expositores.
Divididas por países, las bodegas van ocupando como piezas de tetris cada metro cuadrado de los más de 10 galpones gigantes que la feria ocupa en el predio. En el medio de todo eso, el vino argentino, listo y preparado para mostrar sus mejores vestiduras.
Silencio antes de la largada, con toda la expectativa puesta en lo que podrá ser el éxito o el fracaso de las ventas de cada bodega, cada región y cada país durante el año venidero.
Todas las energías están dirigidas a un solo objetivo: vender el vino y posicionarlo cada vez más en el resto del mundo. Al principio no eran más que 10 bodegas, y los visitantes miraban y decían: ¿Argentina hace vino?. Las bodegas argentinas llevaban malbec, pero nadie les prestaba atención. Hoy son muchas las bodegas del mundo que tienen una etiqueta de malbec de su país. Es que las ferias de vino recién conocieron la producción nacional cuando el extranjero llegó a Mendoza y vio que también se elaboraba cabernet sauvignon, una cepa que ellos conocían y podían comparar. El malbec, en esa época, no los enganchaba. Cuando se empieza a exportar el cabernet, el malbec pasa a utilizarse en los cortes de los vinos que se hacían con las dos cepas.
Fueron los ingleses quienes empezaron a comprar los primeros malbec. El tiempo y la calidad derribaron el mito que se había instalado entre los conocedores, la falsa prédica que sustentaba que había que ser grandes productores de cabernet sauvignon para poder ser legitimados como productores de buenos vinos y que el único camino era el de emular a Estados Unidos con su cabernet y su chardonnay. Sin embargo, el mito quedó desterrado: hoy el mundo reconoce la calidad del malbec argentino.
Los miles de expositores de los 64 países, con sus 6780 etiquetas, también esperan lo mismo, presentar sus nuevas cosechas y ubicarlas en las bateas.
Las agendas están planchadas y perfumadas, aunque no tanto como para no opacar los aromas del vino. Un trabajo de organización de tiempos y reuniones que solo los más profesionales entienden y por eso serán los que mejores beneficios obtengan. Temarios prearmados, reuniones agendadas, vinos a temperatura y degustaciones alistadas. Esa es la forma, muy estudiada, para que los tres días logren dar los frutos esperados.
Es muy importante la previa de la exposición, cuando los encargados comerciales trabajan a pleno, pues se requieren cinco meses de negociaciones para tener a un comprador de Japón en el stand. Llega a las 10 de la mañana y a las 10.30 se va. Para las bodegas, estas reuniones pautadas de 15 o 30 minutos son un punto más de contacto de los tres encuentros que hacen por año: ferias, visita al país del importador y visita del comprador a la bodega. Los clientes llegan con un temario listo, las cosechas que quieren probar, conocer las novedades específicas y también es la oportunidad en la que pueden conocer a los hacedores y enólogos de esos vinos.
Un ejemplo es el stand del grupo Peñaflor, donde los enólogos llegaron desde sus tierras para formar equipo junto a los gerentes comerciales, con el fin de seducir y transmitir su pasión al explicar las características de las nuevas cosechas y las propuestas vínicas: Sergio Casé para Trapiche, Alejandro Pepa para El Esteco, Rodolfo Opi Sadler de La Mascota y la presentación de los vinos de Finca Las Moras y de Navarro Correas.
Los stands son las casas y se visten de fiesta para la reunión. Faltan pocos minutos para que las puertas se abran para dar paso a los compradores e importadores que llegan de Europa, Estados Unidos, Asia, y los más recónditos lugares del mundo. Visitantes de 133 países reunidos con la expectativa de cumplir sus compromisos y ver sus necesidades satisfechas.
LA MAYOR EXPECTATIVA
ProWein es el acontecimiento que todos esperan porque durante esos tres días se decide el comercio mundial de la industria del vino.
Además, este año no se realiza la tradicional Vinexpo de Bourdeaux, Francia, por lo que esta feria concentra al mundo del vino. "Vengo desde hace tres años con stand propio -cuenta Alberto Pepe Zuccardi-; es una feria que en su momento me sorprendió y hoy es mi mayor expectativa porque concentra el mundo del vino en tres días. Esta feria, para un país como Argentina que está tan lejos de los centros de decisión, sirve para verse con los clientes, evaluar cómo vamos, hacer planes para el futuro", aclara Zuccardi desde un stand propio que incluye una barra de degustación y livings para atender todo el calendario de reuniones.
Está claro que las ferias de vinos, sobre todo esta alemana, dejaron de ser un lugar para sentarse a esperar que pasen y entren. Si los expositores no vienen preparados para ir directo al grano, las posibilidades se diluyen entre las 6870 bodegas de 64 países y las 300 zonas productoras de vinos. Hay que entender que de los 60.000 visitantes que llegan del extranjero, el 75 por ciento son directivos de empresas que consideran que no pueden faltar a ProWein porque es una plataforma para realizar pedidos e informarse.
Los transportes urbanos e interurbanos cercanos a Düsseldorf llevan a los visitantes al predio de exposiciones ubicado a 15 minutos en tranvía desde el centro. Al llegar a la puerta principal ingresan como hormigas que se van encaminando por los pasillos de la feria.
Plano en mano, empieza a crecer la expectativa de cómo abarcar la feria. Casi siete mil bodegas, una decena de pabellones gigantes con pasillos que van y vienen, tanta información que hasta con el plano lo único que se logra es perderse.
Se vislumbra en un stand una etiqueta de malbec, pero el pabellón es amarillo y no celeste. Cinco stands más, otro malbec y el mismo color equivocado. ¿Qué ocurre? Italia, España, Francia, Australia y hasta la República de Moldavia ofrecen su malbec. Gracias al posicionamiento de calidad de nuestro malbec, la cepa de origen francés que ganó calidad en Cuyo, viene copando el mundo y subiendo posiciones.
El camino hacia la tierra prometida propone cruzar por las zonas más prestigiosas del mundo, como las francesas, con sus stand acordonados, en donde si no se es cliente, es imposible degustar sus vinos.
Para quienes no están invitados o para quienes no tienen tiempo para largas degustaciones y ya saben qué buscar, las asociaciones vitivinícolas de muchas regiones ofrecen una geniales islas donde se pueden probar todos los vinos del lugar. Los Chenin del Loire, los rosados de La Provence, tintos de La Rioja o los Chianti de La Toscana. Los espacios están organizados con códigos QR y al pasar el celular se obtiene inmediatamente la ficha con la información y el precio del vino. También está la isla de La Champaña, enmarcada en un lounge con espejos, las luces color oro y un clima festivo que indicaba el glamour de las burbujas. Un Champagne Lounge para degustar más de 150 etiquetas de las 40 bodegas más tradicionales.
Imperdible pasar por el espacio de Cataluña, con sus cavas y jamones, antes de llegar a Galicia, a la zona de Rias Baixas y sus albariños, luego de la increíble historia sobre la piratería de Portugal y sus vinos de Madeira.
Botellones enormes, botellitas espigadas, contenedores cónicos, etiquetas de oro y de todos los colores también muestran las tendencias de lo que se viene junto a los originales diseños que visten a las botellas. Hasta una cartera estilo Chanel, que en realidad era una bag in box, una caja de vino con canilla para llevar el elixir a todos lados.
Finalmente aparece el Pabellón 9, donde la representación argentina comparte espacio con Austria, Chile y Estados Unidos.
La Argentina vende malbec en un 70%, y todos en la industria coinciden en que para poder dar a conocer regiones y orígenes, necesita tiempo y varias generaciones de productores, al igual que para conocer a la Borgoña y sus subzonas llevó siglos. Además, se debe perder la perspectiva sobre el tiempo en que llevamos en el comercio internacional ya que recién a principios de 2003 fue cuando Argentina llegó con más fuerza al registro mundial. Hasta ese momento solo se exportaban 4 millones de botellas, y debido a la crisis de 2001 y la competitividad respecto del dólar, entre 2003 y 2010 el crecimiento pasó de 4 a 24 millones en exportaciones, posicionando al país con el 3% de la porción de mercado del vino embotellado mundial. "La Argentina se construye a partir del malbec, que ahora comienza a premiumizarse -explica Pablo Ghiorzi, director de Negocios Internacionales de Grupo Peñaflor, a través de sus marcas Trapiche, El Esteco, La Mascota, Finca Las Moras y Navarro Correas-. La percepción del valor del país es muy buena y con ello aparecen los malbec de gran calidad a precios más caros. La Argentina tuvo la combinación única que hizo que se encuentre en puntos de valor más alto y eso produjo que el valor percibido para los consumidores sea muy bueno. No existe un malbec barato; cuando el extranjero conoce el vino argentino ya espera cierta franja de precio y valor".
Es así como se logró posicionar en una franja de precios que compite en calidad con grandes vinos de Estados Unidos, Francia, España e Italia. Por eso, cuando muchos se preguntan sobre el futuro del malbec o sobre qué viene después del malbec, los referentes de la industria conciden en la frase más malbec y más regiones.
Recién llegado de las remotas tierras al norte de Finlandia en representación de Wines of Argentina, mientras espera en un coqueto sillón a su próximo cliente, Alberto Arizu, de Luigi Bosca, expone su optimismo: "Estamos bien conceptuados y hemos logrado posicionarnos como productores de calidad. Teniendo en cuenta que hace 25 años no se sabía que la Argentina producía vinos, es un logro tremendo. Debemos seguir aprendiendo y mucho, pero hoy nos escuchan y hemos logrado mostrar muchas cosas. El malbec y nuestra capacidad de hacerlo de gran calidad ha sido muy importante para poner a la Argentina en el mapa". Y agrega que nunca le gustó colocar a la Argentina en el concierto del Nuevo Mundo, "porque no lo somos. Tenemos más similitudes con Francia o Italia que con Chile o Australia, ya que no solo exportamos, sino que consumimos lo que hacemos". Arizu aclara que esa división está cambiando porque históricamente Viejo Mundo significaba tradición y Nuevo Mundo hablaba de precio. "Sin embargo, hoy competimos todos contra todos", cierra quien fue elegido nuevamente presidente de Wines of Argentina.
Para imaginar esta premisa del share mundial, el ejemplo de la feria lo demuestra. La Argentina contó con 139 expositores, mientras que Estados Unidos y Sudáfrica tuvieron 111 y Chile 92. Entre los europeos, Francia se presentó con 1555 bodegas, Italia con 1740, Alemania, el anfitrión, con 1000 y España con 620.
"El malbec tiene una posibilidad de crecimiento enorme. En Estados Unidos representa solo el 2 por ciento del total del vino. Su potencial no está solo como varietal, sino como terroir, en esta evolución los varietales dejan de llamarse por su nombre para denominarse por su región, vinos de Altamira, de Pedernal, de Los Chacayes, de Luján de Cuyo, serán malbec pero reflejarán un lugar en el mundo que está solamente en la Argentina", aporta Ghiorzi.
Está diferenciación es lo que incrementará el crecimiento, coinciden los bodegueros, pues los consumidores de todo el mundo se están corriendo al segmento de alta gama, optan por lo cualitativo más que por lo cuantitativo. También buscan propuestas con más identidad, carácter y terroir, algo que la Argentina también es capaz de ofrecer.
Países tradicionales, como España, Francia e Italia también entraron a jugar en este segmento, que ofrece vinos más modernos con nuevos perfiles y estilos más adaptados al consumidor actual.
"Es el consumidor el que hace las elecciones, pero si tenés identidad frente a otros orígenes, tenés tu camino y tu desarrollo propio. Es difícil competir pero se puede. Somos una solución distinta y tenemos mucho para crecer aún. Lo más importante es construir una imagen de valor en el consumidor a través de la inversión en comunicación del vino argentino en ese segmento, comunicar la marca país, sobre todo en los mercados en que no estamos tan desarrollados como China y otros países de Asia" expone el Director de Negocios Internacionales del grupo Peñaflor.
Diez horas de feria por día, reuniones cada veinte minutos y luego del cierre, las cenas para seguir negociando y seduciendo a los clientes. Tren con cajas de vino, subte con vinos, restaurantes con vino, hoteles con vino. Düsseldorf se viste de uva durante esos días. A la hora de los cócteles, la fiesta de ProWein continúa en Altstadt, la ciudad vieja. A metros del Rhin, el Café Madrid es el lugar de encuentro más popular en donde todos piden su gin tonic, con o sin pepino.
Las últimas dos horas de feria son las más esperadas de vendedores y enólogos. Es el momento en que los expositores se relajan y pueden recorrer. Y como nadie se lleva de regreso sus propias botellas, se impone el canje. Malbec de La Consulta por un riesling del Mosel, uno de Saint-Émilion por un Amarone della Valpolicella. Y probar un vino de Grecia, otro de Armenia o descubrir la calidad de los austríacos. El lema es intercambiar y beber. Y luego. googlear el precio para ver quién obtuvo la mejor parte de la transacción.
Antes de la vuelta, un espresso martini en la barra del hotel Derag De Medici, antiguo monasterio y hogar de una de las colecciones de más importantes de los mecenas del Renacimiento. Todo esto en la ciudad fundada hace 730 años que fue testigo de romanos y bárbaros, un final de feria vínica, junto a retratos de los Medici, coronas de reyes más cientos de bastones y pipas del XV.
Link a la nota: https://www.lanacion.com.ar/2139004-como-es-la-feria-de-vinos-donde-se-decide-el-rumbo-de-la-industria

Maleva Mag - Gourmandise - NEW YORK EN BUENOS AIRES: CINCO ESPACIOS FOODIES CON MUCHA VIBRA NEOYORKINA / POR CAMI DE RIENZO

NEW YORK EN BUENOS AIRES: CINCO ESPACIOS FOODIES CON MUCHA VIBRA NEOYORKINA / POR CAMI DE RIENZO

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#TOP5 DE RINCONES EN BUENOS AIRES QUE NOS LLEVAN A NUEVA YORK CON CONCEPTOS, AMBIENTACIÓN, ESTÉTICA Y, SOBRE TODO, COMIDA / DESDE UN BAR TEMÁTICO DE PIES A CABEZA, HASTA UN ESPACIO CON BAGELS AUTÉNTICOS DE NYC / MUCHO STREET ART, COMIDA CALLEJERA Y RECETAS NEOYORKINAS
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Un mundo subterráneo y neoyorkino, así es Uptown, el bar que trajo cada detalle de Nueva York a Palermo
NEW YORK EN BUENOS AIRES: CINCO ESPACIOS FOODIES CON MUCHA VIBRA NEOYORKINA / POR CAMI DE RIENZO
Todo lo que traiga un pedacito de la ciudad que nunca duerme a tierras porteñas nos encanta. La energía vibrante, las luces de neón, el Street art, la comida rápida, los conceptos, la música. Nueva York es mística y enamora a quien ponga pie sobre ella. Por esto, no es raro que se la trate de replicar. Lo que sí es más raro, es que algunos lo lograron muy bien.
Viajar a New York sin subir a un avión es posible en algunos rincones de Buenos Aires. Tanto la comida como la ambientación funcionan como pasajes de ida a esta ciudad mágica y especial que tanto amamos. ¡Animate a conocerlos!
1) UPTOWN: UN BAR QUE LLEVA NUEVA YORK EN CADA DETALLE (SU CARTA FOODIE Y DE TRAGOS ESTÁ DIVIDIDA POR BARRIOS Y ES LO MÁS) / ARÉVALO 2030, PALERMO
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Y sí, más vale que iba a encabezar la lista. Porque desde el vamos que Uptown fue pensado en torno a la gran manzana. Cada detalle refleja algún aspecto de la ciudad que enamora a todos. Para empezar, ingresar al bar es bajar escaleras y caminar por pasillos subterráneos con azulejos y carteles que son una viva representación de los característicos subtes neoyorkinos. El pasillo termina al llegar a un subte – de verdad – y atravesarlo (no sin antes sacarse una foto dentro, por supuesto). Del otro lado, un micromundo a lo New York con una barra que se roba todas las miradas. Una onda un poco hípster, otro poco glam, y un toque cool hacen la receta perfecta para teletransportarnos.
Pero no se trata solo de la ambientación. Los tragos de autor y la amplia carta gastronómica también tienen su impronta, divididas por icónicos barrios. Para tomar, podés elegir dentro de las opciones del Central Park, “tragos frescos y herbáceos”. Los clásicos están en el sector del Times Square, y los premium en el Rockefeller Center (el Morphine, por ejemplo, con Woodford Reserve, Almíbar de chai tea, jugo de limón, jugo de jengibre, whisky y almbumina). En el Brooklyn bridge están los clásicos con una vuelta de tuerca – tremendo el Brake, con ron, licor, jerez, y ristretto nespresso – y al Soho le tocan las creaciones de vanguardia, obvio. En este último capítulo, la estrellita es el 212 Vip Rosé, con Absolut, Chandón Rosé, cordial de sandía, jugo de limón, y un toque del perfume que lleva su nombre.
Si de comer se trata, hay de todo. Little Italy se adueña de las pastas, Midtown ofrece platos bien yankees como una hamburguesa o hotdog, en el Lower East Side está el sushi – que sale bastante -, y también hay alternativas más carnívoras en el Meatpacking. La lista sigue. En definitiva, una opción más que completa para quienes extrañan la vibra neoyorkina.
2) HELLS: PIZZA POR SLICE EN UN AMBIENTE A PURO STREET ART Y CON SABORES MUY NEW YORK (IMPERDIBLE LA OBAMA) / HUMBOLDT 1654, PALERMO
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De nuevo, la intención e inspiración neoyorkina fue la génesis de esta pizzería. Encarado desde los colores, las luces de neón, el estilo street art, los grafitis y la osadía del diseño, Hell’s trajo un rincón que se acerca a Nueva York tanto desde el concepto como desde la estética. Pizza por slice, generosa y con mucho queso derretido, es la vedette del menú. Aunque ahora también incorporaron unas XXL, porque la pizza también se come de a varios y se pide para compartir. El combo incluye birra y sidra tirada.
Sus creadores, Danilo Ferráz – de 1893 y Morelia -, Marcelo Boer, dueño de La Mar, Juan Martín Ferraro, fundador de Sushi Club, y Matías Cabrera, especialista en comunicación; supieron traer una propuesta de espíritu joven y urbano, lleno de luces, colores y buena street food. Un pasaje de ida entre amigos al Soho Neoyorkino. Si buscás tentarte, las variedades en el menú también traen combinaciones de la gran manzana. La Hells, de la casa, incluye jalapeños, mozzarella ahumada, salsa chipotle y, si la querés más potente, está la opción de agregarle bacon. La Obama también es una de las preferidas, con mozzarella y pepperoni. Y, para los más jugados, la BBQ Chiquen Pizza es la opción predilecta: mozzarella, pollo desmenuzado, cebolla morada, queso cheddar y salsa barbacoa. ¡Ah! También suena hip hop para terminar de darle el toque. ¡Nueva York desde todos los sentidos!
3) CORE: PASTA TO GO, LO MEJOR DE DOS MUNDOS, LA COMIDA ITALIANA Y LA VIBRA CANCHERA DEL STREET FOOD DE LA GRAN MANZANA / MAIPÚ 819, MICROCENTROcore 3
Lo mejor de dos mundos. Bien sabemos que tanto el Street food y la comida al paso como la cocina italiana tienen una gran impronta en NYC (esta última con un barrio en su honor, Little Italy). Con esa identidad nació Core. En pleno microcentro – tal vez donde más se siente la energía neoyorkina en Buenos Aires, ese hermoso caos – un pequeño rincón regala este concepto tan delicioso como canchero y original. Paredes de azulejos blancos crean un espacio chico y acogedor, pero moderno y a puro black and white. Con cocina a la vista, ver cómo se cocinan las pastas es hipnotizante.
No hay casi mesas para sentarse porque la premisa es una: acá pedís para llevar. Como en las películas filmadas en tierras neoyorkinas, la pasta to go es un concepto que surge a partir de este frenesí (un poco divertido). Así como es canchero el vaso de café en mano mientras se camina por la calle, también lo es la novedad de pedir pasta en un bowl y comerla tanto en la oficina como en una plaza o donde quieras. Ahora, ¿cómo funciona? Simple. Elegís la pasta, elegís la salsa, y elegís la bebida. De sémola, fresca – son fabricadas ahí mismo – y al dente. Tipos hay varios: spaghetti, conchiglie, fusilloni, casarecce, y más. Y esa variedad aplica también a las opciones de salsas, donde no faltan las clásicas como bolognesa, pesto (dato, va muy bien con los fusilloni), putanesca, pomodoro o crema.
4) WILLIAMSBURG: GENIALES BURGERS EN UN DINER NORTEAMERICANO, CON MÚSICA QUE NOS TRANSPORTA SIN ESCALAS A NYC / ARMENIA 1532, PALERMO
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“Un barrio de Nueva York a la vanguardia del arte inspiró en nosotros un despertar emocional que hace que abramos la casa con las hamburguesas más grandes de Buenos Aires”. Así predica su menú. Razones para incluir a Williamsburg en la lista hay varias. La primera, porque nació como un proyecto neoyorkino. “Surgió de la inspiración estando allá”, nos cuenta Alejo, su creador. Claramente, si lo lleva en su nombre, es por algo. La segunda, porque nada más New York que las hamburguesas, una moda que nos contagiaron hace unos años y nunca dejó de pegar fuerte. La tercera, porque cada creación entre panes fue bautizada tras algún personaje o elemento de esta gran ciudad. La cuarta, porque su segundo local – en el ex Paseo de la Infanta – está abajo del tren, y “nada más Brooklyn que eso”.
La quinta tiene que ver con algo que varios pasan por alto, pero acá cobra especial importancia: la música. En Williamsburg vas a probar una de las mejores hamburguesas de la ciudad mientras suena mucho indie mezclado con un poco de rock. Aunque hay algo nacional en el mix – que se puede escuchar en Spotify – la ambientación y la energía desde los oídos nos lleva a Estados Unidos sin escalas. Y con respecto al toque musical argentino, un adelanto: existe la posibilidad de que incorporen, en su local de Paseo de la Infanta, un ciclo de bandas emergentes. Obviamente, la estética tipo diner norteamericano también aporta a la mística neoyorkina.
5) SHEIKOB’S BAGEL: AUTÉNTICOS BAGELS NEOYORKINOS, CREADOS POR UN NEOYORKINO (EL DE PANCETA, HUEVO Y QUESO ES UN CLÁSICO) / URIARTE 1386, PALERMO
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Ya les hablamos de pizza, hamburguesas, pasta, y tragos. Ahora llegó el turno de algo muy típico de allá, pero novedoso acá: los bagels. Y estos no son cualquiera, porque fueron creados por un neoyorkino y bien a la neoyorkina. Jacob nació y creció en EEUU, y cuando vino para acá, dentro de la gran oferta foodie porteña, no encontraba los clásicos bagels. Por eso, empezó averiguando cómo hacerlos para consumir él mismo. El resto fue historia: siguió vendiéndole a cafés de Palermo, hasta finalmente poner su propio local junto a su socio argentino.
“Los bagel shops de Nueva York tienen un encanto medio parecido a los cafés de barrio. Son más o menos iguales, cómodos y sencillos”, nos cuenta Jacob, con un acento norteamericano marcado. Y esa era la onda que querían: un mix entre bagel shop neoyorkino y café de barrio porteño, sin más pretensiones. “Pero, sobre todo, buscamos dar la experiencia de bagel posta”. El menú incluye desde sándwiches armados con recetas de la casa, hasta la posibilidad de crearlo uno mismo con los ingredientes disponibles, siendo esta última la principal característica de los bagel shops de New York.
El de panceta huevo y queso es una de las estrellitas si de desayunos en NYC se trata, y lo vas a poder pedir acá. “Hacemos todo lo que podemos de cero en el local, con la materia prima, porque nos interesa que sea realmente todo propio del local”, cuenta Jacob. A tal punto, ¡que hasta las gaseosas que ofrecen son caseras! De nuevo, la esencia newyorkina está en todos los detalles, mismo en la decisión de poner café de filtro y no expresso.
Fotos: gentileza lugares mencionados.
Link a la nota: http://malevamag.com/new-york-en-buenos-aires-cinco-espacios-foodies-con-mucha-vibra-neoyorkina-por-cami-de-rienzo/

La Nación - Revista - Paulo Airaudonegra, el cocinero cordobés premiado por su manejo de la merluza argentina

Paulo Airaudonegra, el cocinero cordobés premiado por su manejo de la merluza argentina

La cocina de Chila, en Puerto Madero, está a pleno preparando el banquete de esta noche: se celebra una nueva edición del ciclo Encuentros, en el que Pedro Bargero -el chef ejecutivo de la casa- cocina a dúo con un cocinero invitado. En esta ocasión se trata de Paulo Airaudo, el argentino que realizó su carrera en Europa y ya cosechó 2 estrellas Michelin.
Sobre la mesada descansa un ejemplar de merluza negra, protagonista del menú. Se destaca su piel oscura, su carne clara. "Quise utilizar algo muy local, porque así es mi cocina; siempre que viajo trato de conectar con lo que hay en el lugar", dice el chef. Airaudo tiene 33 años y se fue de Córdoba a los 18 con la idea de viajar por el mundo y cocinar. Se formó con enormes chefs como Berasategui, Arzak, Blumenthal y Colagreco, entre otros. Abrió el restaurante La Bottega, en Ginebra, y en cuatro meses ganó una estrella Michelin. En 2017, abrió Amelia en San Sebastián, España, y en apenas siete meses recibió una nueva estrella. En enero fue destacado como embajador de Marca País Argentina: "He lavado platos, no se me cayó nunca un anillo por hacer nada. Trabajo 16, 18 horas diarias; hoy soy el dueño, pero era igual cuando era pasante. Los premios son un reconocimiento a la calidad, lo agradezco, pero no son mi meta".
Crédito: Rodrigo Ruiz Ciancia
Airaudo dirá frases como máximas, le guste a quien le guste. "Soy muy radical, tengo claro hacia dónde voy. La gente suele confundir eso con arrogancia. Y no es así, simplemente sé lo que quiero". No viene muy seguido al país: "Yo elegí vivir en un lugar donde puedo dejar el teléfono una hora olvidado en una mesa y sigue ahí. No te van a robar; hay reglas y se cumplen. No me gusta la avivada argentina, no me la aguanto. Sí es gratificante ver todo lo que creció la gastronomía. Encontrar a cocineros como Pedro Bargero o Javier Rodríguez en Córdoba (Restaurante Papagallo) es inspirador y digno de admiración".
Habla y dispone las piezas de su plato: "Confito la merluza ligeramente en aceite y ya está. Apenas a la parrilla para realzar el sabor. Su carne ofrece una textura suave en boca, es para comerla con cuchara, tiene esa característica que se desgaja, tiene mucha personalidad".
Este pez puede alcanzar gran porte; vive en el fondo del mar, en aguas oscuras y frías cercanas a la Antártida. "Los ejemplares de mayor talla se encuentran más abajo, hasta los 2500 metros, y los juveniles se distribuyen en aguas más someras. Es una especie con características biológicas particulares, elevada longevidad, lento crecimiento y baja fecundidad, entre otras, que la colocan en una posición vulnerable a la sobreexplotación. La pesca argentina de la especie adquirió importancia en los 90, y se trabaja tanto con red de arrastre como con palangre (anzuelos). Hoy es una de las pesquerías más reguladas de la Argentina", informa Patricia Martínez, de la Dirección de Pesquerías Demersales del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (Inidep).
Crédito: Rodrigo Ruiz Ciancia
Alan Mackern es el presidente de Estremar, una de las cuatro empresas con permiso para pescar merluza negra en el Mar Argentino. "El Inidep es el organismo que todos los años estipula la captura máxima permisible. Este año aconsejó que fueran 3700 toneladas de merluza negra. Si pasamos de eso, corre riesgo su reproducción. No se puede pescar juveniles en más de un 15% de la captura total. Tampoco se puede pescar a menos de 800 metros de profundidad, porque allí viven los juveniles. El cupo permitido para la merluza negra es una cifra muy chica en relación con los volúmenes de otras pesquerías del país. Por ejemplo, langostinos, en 2017, fueron 220.000 toneladas. Una vez en cubierta se desangra para impedir que haya hematomas. Se corta la cabeza, la cola y se le sacan las vísceras. Se clasifican por peso y se empacan. De la cabeza se aprovechan los cachetes y la garganta, pero eso se exporta. Es un producto premium, se congela rápidamente para conservarlo en su mejor estado. Nunca llega fresco porque la distancia del caladero al puerto es mucha y no hay una cadena de distribución que lo permita. Debe haber un total de 25.000 toneladas de merluza negra en el mundo. Si la Argentina tiene 3700 por año, tiene mucha importancia en el mercado. Es un producto escaso, no hay posibilidad de reproducirlo en acuicultura, no hay mayor provisión que esa", describe Mackern. Entre las últimas novedades, se acaba de firmar un acuerdo entre la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, el Centro Austral de Investigaciones Científicas de Ushuaia (CADIC-Conicet) y el Inidep con el fin de evaluar la sustentabilidad del recurso natural. Según los resultados, se podrán generar políticas pesqueras más precisas en el futuro.
Crédito: Rodrigo Ruiz Ciancia
La mise en place sigue a todo ritmo y Airaudo controla todo el proceso.
¿Cómo es tu propuesta en Amelia?
Hacemos cocina argentina con influencia italiana. Simple, no mucho ingrediente, trabajamos con producto local de temporada. Yo hago mi versión de ciertas cosas y ya está. No aceptamos vegetarianos porque hago cocina de estación y a veces, con lo que hay, no puedo llegar al nivel que quiero para cubrir esa demanda, así que prefiero no hacerlo. Esa es mi filosofía y no voy a salir de ella.
¿Te considerás rígido? ¿Exigente?
Es que te toma lo mismo hacerlo bien que hacerlo mal. Esa es mi lucha continua, me frustra la estupidez. Además, hoy todo el mundo opina, todo el mundo sabe... Y el subnormal soy yo, que trabajo 18 horas y no entiendo nada. Tengo una personalidad particular, trato siempre de buscar gente mejor que yo, para crecer. Si no, sería un mediocre.

Merluza, guiso de calamar y botarga

Ingredientes
400 g de merluza negra
Sal
200 g de cebolla en cubos de 1 cm
80 g de tomate concentrado
10 g de ajo
100 g de aceite de oliva virgen extra
1 k de tomate
1 g de tomillo
1 hoja de laurel
8 g de azúcar
3 g de sal
0,5 de pimienta negra
100 g de tinta
de calamar
200 g de calamar
botarga
Flores de ajo
Preparación
Curar la merluza con un 10% de sal durante 10 minutos. Cortar y cocinar a la sartén o a la parrilla. En una olla grande con aceite de oliva, dorar las cebollas hasta que estén traslúcidas, agregar el puré de tomate, cocinar por 5 minutos, agregar el tomate, la tinta de calamar, el ajo, las especias y cocinar por 50 minutos. Procesar y pasar por un colador chino y rectificar sal. Emplatar la merluza, el calamar, la botarga y decorar con flores de ajo.
Agradecimiento: restaurante Chila, www.chilaweb.com.ar
Link a la nota: https://www.lanacion.com.ar/2139548-paulo-airaudonegra-el-cocinero-cordobes-premiado-por-su-manejo-de-la-merluza-argentina