6 consejos prácticos para aplicar cuando salís a comer
En Cartas sobre la mesa, las periodistas gastronómicas María De Michelis y Elisabeth Checa revelan los secretos que tienen en cuenta al visitar un restaurante.
“Comieron en todos lados, probaron un sinfín de vinos deliciosos y se acercaron a cada creación de los mejores cocineros”, explica Julián Díaz en la contratapa de Cartas sobre la mesa, el libro para salir a comer y beber bien en Buenos Aires de dos grandes del periodismo gastronómico local como Elisabeth Checa y María De Michelis.
En la publicación ($369), las expertas revelan los secretos que aprendieron a lo largo de su carrera para asegurarle al lector una mejor experiencia gastronómica. Desde los consejos a la hora de elegir si decantar o no un vino hasta reseñas de sus 70 restaurantes preferidos de la ciudad, divididos por barrios con datos claves, el libro es una verdadera guía para los amantes de la comida.
Cartas sobre la mesa brinda consejos y herramientas claves al momento de sentarse en la mesa de un establecimiento gastronómico para vivir la mejor experiencia. A continuación, te resumimos alguno de los más interesantes:
EL PAN. El pan es algo serio”, dicen las expertas, pero no en todos los restaurantes lo toman de esa forma. Todavía en Buenos Aires, hay “paneras melancólicas”. No obstante, en muchos lugares se le da la importancia debida y hasta en algunos son un paso más del menú. La importancia del pan radica en que, además que nos guste picotearlo, puede mejorar un plato o hasta opacarlo.
LA CARNE. La carne es una pasión argentina –ninguna otra materia prima que sostenga tanto nuestra identidad gastronómica- y la demasía en su cocción, una de nuestras deformidades históricas”, explica el libro. Pero no es sólo el punto al que hay que prestar atención, también hay que ver si fue madurada para mejorar su sabor o no, o si se lo hizo en demasía y la calidad de la materia prima. Al respecto, las especialistas dicen: “algunos dueños de parrillas argentinas se preocupan por el origen y la genética” y busca “que sea de un animal de entre 380 y 500 kilos, un macho adolescente de dos y medio a tres años de vida” y que sea de pastura y no de feedlot.
El ACEITE DE OLIVA. No hay vuelta que darle. El bueno es el aceite de oliva extra virgen, puro jugo de aceitunas. “Los virgen no alcanzan los parámetros de calidad de los extra. Y los aceites de oliva a secas –mezcla de productos defectuosos que fuero refinados y de aceites de olivas vírgenes- pueden liberar vahos a aceituna de pizza, entre otros rangos indeseables, como tono avinagrado, rancio, el dejo metálico. A estos últimos, mejor perderlos que encontrarlos”. En el libro, explican cómo detectar cuando es de calidad y recomiendan algunas marcas como Oliovita, Miditerra, Olivos patagónicos, Olium, Zuccardi, Tapiz, Laur, Vistalba Corte V, Molino Le Tebaida y Colinas de Garzón.
EL VINO. Aunque los vinos argentinos son cada vez mejores”, cuentan las periodistas, hay defectos muy comunes que justifican devolver una botella en el restaurante y aprovechar ese momento en el que sirven muy poquito en una copa para degustarlo. ¿Cuáles son? Que este oxidado –que sea de color turbio o teja y que tenga aroma a jerez- que tenga gusto a corcho o que esté avinagrado.
LOS PLATOS. sí como el vino, la comida también puede fallar. “Hay argumentos que le permiten al comensal devolver un plato sin que le tiemble la voz o el pulso”. Entre ellos, que no esté a la temperatura adecuada, que la ensalada esté mal lavada, que el pescado tenga olor a pescado, el pollo o el cerdo crudo, que nos vendan “gato por libre”, que esté muy salado, que el plato esté preparado con aceite rancio y los riñones con gusto a amoníaco.
EL CAFÉ. Ante un mal café, más vale pedir la cuenta”, dicen las expertas. Afortunadamente, en Buenos Aires “hoy no es misión imposible acceder a arábicos de acidez y dulzor sutil y aromas conmovedores” y ya se pueden probar en la ciudad ristrettos, espressos, lattes, flat white y cappuccino que nada tienen que ver con esos cafés quemados amargos que solíamos tomar.
Sobre las autoras
Elisabeth Checa es periodista especializada en vinos, gastronomía y viajes. Trabajó en diferentes medios, como Cuisine & Vins, Ámbito Financiero, El Cronista y La Nación. Condujo durante 13 años El club del buen beber en el canal elgourmet. Hace diez años publica guías de vino. Actualmente, conduce Checa en la radio en Radio Palermo, está a cargo del contenido periodístico de la pagina El Gourmet y colabora con la Revista del Teatro Colón, Cuisine & Vins y Sólo por gusto.
María De Michelis es licenciada en psicología y periodista especializada en gastronomía y viajes. Dirigió la revista el gourmet, y en 2010 estuvo a cargo de su relanzamiento. Fue asesora periodística del canal elgourmet. Colaboró en medios gráficos y digitales nacionales e intencionales. Es la creadora del suplemento gastronómico Sólo por gusto que sale con el diario Perfil. Editó la revista Entrecasa y el libro Al Natural de Pedro Lambertini. Escribe en La Nación y es corresponsal para Argentina de Gastroactitud. Da clases de periodismo gastronómico para la revista Anfibia de la Universidad de San Martín.
En la publicación ($369), las expertas revelan los secretos que aprendieron a lo largo de su carrera para asegurarle al lector una mejor experiencia gastronómica. Desde los consejos a la hora de elegir si decantar o no un vino hasta reseñas de sus 70 restaurantes preferidos de la ciudad, divididos por barrios con datos claves, el libro es una verdadera guía para los amantes de la comida.
Cartas sobre la mesa brinda consejos y herramientas claves al momento de sentarse en la mesa de un establecimiento gastronómico para vivir la mejor experiencia. A continuación, te resumimos alguno de los más interesantes:
EL PAN. El pan es algo serio”, dicen las expertas, pero no en todos los restaurantes lo toman de esa forma. Todavía en Buenos Aires, hay “paneras melancólicas”. No obstante, en muchos lugares se le da la importancia debida y hasta en algunos son un paso más del menú. La importancia del pan radica en que, además que nos guste picotearlo, puede mejorar un plato o hasta opacarlo.
LA CARNE. La carne es una pasión argentina –ninguna otra materia prima que sostenga tanto nuestra identidad gastronómica- y la demasía en su cocción, una de nuestras deformidades históricas”, explica el libro. Pero no es sólo el punto al que hay que prestar atención, también hay que ver si fue madurada para mejorar su sabor o no, o si se lo hizo en demasía y la calidad de la materia prima. Al respecto, las especialistas dicen: “algunos dueños de parrillas argentinas se preocupan por el origen y la genética” y busca “que sea de un animal de entre 380 y 500 kilos, un macho adolescente de dos y medio a tres años de vida” y que sea de pastura y no de feedlot.
El ACEITE DE OLIVA. No hay vuelta que darle. El bueno es el aceite de oliva extra virgen, puro jugo de aceitunas. “Los virgen no alcanzan los parámetros de calidad de los extra. Y los aceites de oliva a secas –mezcla de productos defectuosos que fuero refinados y de aceites de olivas vírgenes- pueden liberar vahos a aceituna de pizza, entre otros rangos indeseables, como tono avinagrado, rancio, el dejo metálico. A estos últimos, mejor perderlos que encontrarlos”. En el libro, explican cómo detectar cuando es de calidad y recomiendan algunas marcas como Oliovita, Miditerra, Olivos patagónicos, Olium, Zuccardi, Tapiz, Laur, Vistalba Corte V, Molino Le Tebaida y Colinas de Garzón.
EL VINO. Aunque los vinos argentinos son cada vez mejores”, cuentan las periodistas, hay defectos muy comunes que justifican devolver una botella en el restaurante y aprovechar ese momento en el que sirven muy poquito en una copa para degustarlo. ¿Cuáles son? Que este oxidado –que sea de color turbio o teja y que tenga aroma a jerez- que tenga gusto a corcho o que esté avinagrado.
LOS PLATOS. sí como el vino, la comida también puede fallar. “Hay argumentos que le permiten al comensal devolver un plato sin que le tiemble la voz o el pulso”. Entre ellos, que no esté a la temperatura adecuada, que la ensalada esté mal lavada, que el pescado tenga olor a pescado, el pollo o el cerdo crudo, que nos vendan “gato por libre”, que esté muy salado, que el plato esté preparado con aceite rancio y los riñones con gusto a amoníaco.
EL CAFÉ. Ante un mal café, más vale pedir la cuenta”, dicen las expertas. Afortunadamente, en Buenos Aires “hoy no es misión imposible acceder a arábicos de acidez y dulzor sutil y aromas conmovedores” y ya se pueden probar en la ciudad ristrettos, espressos, lattes, flat white y cappuccino que nada tienen que ver con esos cafés quemados amargos que solíamos tomar.
Sobre las autoras
Elisabeth Checa es periodista especializada en vinos, gastronomía y viajes. Trabajó en diferentes medios, como Cuisine & Vins, Ámbito Financiero, El Cronista y La Nación. Condujo durante 13 años El club del buen beber en el canal elgourmet. Hace diez años publica guías de vino. Actualmente, conduce Checa en la radio en Radio Palermo, está a cargo del contenido periodístico de la pagina El Gourmet y colabora con la Revista del Teatro Colón, Cuisine & Vins y Sólo por gusto.
María De Michelis es licenciada en psicología y periodista especializada en gastronomía y viajes. Dirigió la revista el gourmet, y en 2010 estuvo a cargo de su relanzamiento. Fue asesora periodística del canal elgourmet. Colaboró en medios gráficos y digitales nacionales e intencionales. Es la creadora del suplemento gastronómico Sólo por gusto que sale con el diario Perfil. Editó la revista Entrecasa y el libro Al Natural de Pedro Lambertini. Escribe en La Nación y es corresponsal para Argentina de Gastroactitud. Da clases de periodismo gastronómico para la revista Anfibia de la Universidad de San Martín.
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