¿Obra de arte o comida? Almorzar en un restaurante tres estrellas Michelin
Zona Franca
Una experiencia gastronómica de vanguardia en el restaurante Quique Dacosta, en Denia, España.
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Quique Dacosta está de viaje, nos dice Giovanni quien nos hace pasar al patio donde, bajo unas sombrillas y en un entorno acogedor, nos servirán el aperitivo. Estamos en el restaurante Quique Dacosta, en Denia, Comunidad Valenciana, España, un establecimiento con tres estrellas Michelin, presente en la lista World’s 50 Best Restaurants y con varios premios más.
No somos conscientes, nuestras expectativas son altas, pero ingenuas frente a los que nos espera: una jornada única de experimentación de sabores. Son las 14.30, hora de almuerzo tardío, pero no tanto en tierras españolas. Para cuando terminemos con el menú “Fronteras” habremos degustado extrañas preparaciones distribuidas en seis “actos”, más de diez vinos diferentes... y serán las 18.30.
Ante nuestras miradas atónitas circulan alcachofas (alcauciles) fritas, cuencos de sopa verde, buñuelos de bacalao y un carbón –en serio, es un trozo negro, un carbón– de pericana. Colores y sabores conocidos –algunos más que otros– adoptan formas desafiantes.
Con el trabajo de 25 personas en la cocina y 8 más atendiendo las mesas, la ceremonia continúa puertas adentro.
Cuando te ofrecen agua no se trata, simplemente, de decidir si querés con o sin gas, sino de elegir entre Manantial de Benassal (un municipio de la provincia de Castellón) o aguas de Noruega, de Cuenca, de Alsacia o de Florencia. A medida que se suceden los platos, con vajilla adaptada a cada creación, uno entiende el asunto de los “actos” que figuran en el menú: aquí hay una verdadera teatralización de la comida, la imaginación llevada al límite culinario, un lenguaje propio de los sabores, sensibilidad artística, adrenalina en cada bocado. Aquí hay un chef que es, a la vez, director de arte y creativo de una obra que se repite cada mediodía, cada noche, frente a una mesa.
Pasamos del “pulpo seco a las llamas” y “hueva de mújol acariciada de curación y sal” en el segundo acto, al “tomate aplastao” y el “huevo de sepia”, entre otros platos del tercer acto. De los “langostinos a la parrilla, al guiso de curry verde, aguacate y maíz”, las “yemas de erizos de las rotas al cardamomo y hojas de pepino”, “anguila en llamas” o “gamba roja de Denia Twombly” del cuarto acto, al “cocido de gallina vieja” del quinto.
Hay sexto acto con postres: nieve de melocotón, café en el chocolate, pétalos de rosa, cóctel de manzanas de oro.
Pasamos toda la tarde comiendo y bebiendo. Almorzamos experimentando. Entreteniéndonos gastronómicamente. Entendiendo que aquí no se llega para saciar el hambre, sino para apreciar una obra de arte y vivir una increíble experiencia sensorial y vanguardista.
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