Personalidades como el escritor César Aira, que apela a su Mont Blanc negra para escribir en hojas cuadriculadas, o aquel misterioso personaje que al ser consultado confesó que era traductor de la obra de Stephen King, son algunos de los habitués del lugar. El notable cantor de tangos Ariel Ardit presentó aquí su primer disco, y las centenarias baldosas no se privaron de contener al historiador Osvaldo Bayer o a la periodista Canela, vecina de la zona. Es que este refugio de impronta intelectual, es sumamente inspirador para dejar volar la imaginación, la creatividad estética y predispone bien para el intercambio de ideas.
La Farmacia fue declarado bar notable en 2010 Fuente: LA NACION - Crédito: Patricio Pidal/AFV
Del tiempo aquel
El 18 de febrero de 1883 se inauguró la Basílica de San José de Flores. El edificio, de estilo románico, se convirtió en el centro neurálgico de un barrio de quintas que comenzaba a ver florecer palacetes art decó y art nouveau. Frente al templo, la plaza Pueyrredón, conocida popularmente como plaza Flores, enmarcaba esa zona que, de a poco, se iniciaba en la vida comercial y daba signos de un inminente trajinar incesante. Poco tiempo después de la apertura de la Basílica, a tan solo 400 metros, se levantaba en la esquina de Directorio y Rivera Indarte una vivienda con local que albergaría a una de las farmacias más reconocidas de la zona. "Cuando necesité planos para las habilitaciones, el único existente era el de Obras sanitarias de 1900, porque en la época en que se construyó este edificio no era usual el diseño de planos para las habilitaciones", explica el actual propietario del coqueto local que aún preserva el piso damero de mosaicos calcáreos.
Así es el café-bar La Farmacia Fuente: LA NACION - Crédito: Patricio Pidal/AFV
"Hace un tiempo, llegó un hombre de 77 años para mostrarme fotos suyas y contarme que había trabajado en la farmacia en la época previa a la masificación de los laboratorios". Cuando la farmacia se inauguró, lo usual era que el propio farmacéutico elaborara y fraccionara los medicamentos que se ofrecían encapsulados o en frascos pequeños: "Por eso la cantidad de frascos que tenemos. Son más de 500 y están en perfecto estado de conservación. En aquellos tiempos, la tarea del farmacéutico era muy importante y compleja. La gente llegaba a ver a mi suegro antes que al médico, confiaban en él". Los frascos estuvieron arrumbados en el sótano durante los pocos años en los que permaneció cerrado el local. Potassium, Tintura de Benjui, Clorato, Acido Benzoico, son algunas de las nomenclaturas que se leen en las etiquetas de esos frascos tornasolados que hoy conviven con las botellas de vinos y espumantes. Todo a la vista del comensal. La barra está enmarcada por un letrero que testifica el rubro anterior y para poner en tensión esa convivencia entre afiches de remedios y propagandas de café. Una cabeza con pinches vuelve el tiempo atrás y recuerda la famosa imagen de Geniol. Varias balanzas de precisión que se utilizaban para fragmentar los medicamentos; una balanza para pesaje humano; mostradores centenarios; y una caja registradora de notable volumen permiten imaginar lo pretérito y fundacional.
Frascos de cuando el local funcionaba como farmacia Fuente: LA NACION - Crédito: Patricio Pidal/AFV
Como en botica
A solo cuatro cuadras del ajetreo de la avenida Rivadavia y del populoso centro comercial de Flores, La Farmacia Bar ofrece hacer una pausa. Su ritmo cansino invita a degustar un buen café o comer algo sabroso lejos de la muchedumbre apura. Tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. Es que en Directorio y Rivera Indarte se respira ese aroma de los árboles añosos y se vivencian aquellos tiempos plasmados por vecinos ilustres como Roberto Arlt o Baldomero Fernández Moreno. Zona de guapos era aquel Flores que aún se percibe, se intuye, en las construcciones todavía de pie como la casa de la familia Marcó del Pont o el edificio de La Farmacia que esquiva la urbanidad millennial.
Fernando Vidal, dueño de La Farmacia
Fuente: LA NACION - Crédito: Patricio Pidal/AFV
Bajo esa atmósfera saludablemente cansina, en La Farmacia se puede comenzar el día con sus tradicionales desayunos. Para los que buscan arrancar con todo, el Café La Farmacia conjuga crema, chocolate y canela. Una de las especialidades de la casa es elDesayuno en Frasco que incluye cereales, yogurt y frutas. Un manjar. Al mediodía y a la noche, las picadas se convierten en estrellas consagradas, sobre todo para los que se acercan en grupo. "Las picadas nos identifican. Sucede que, cuando abrimos, nadie sabía cocinar, así que hacíamos unas picadas fabulosas, solo teníamos que cortar fiambre. De todos modos, rápidamente hicimos cursos, mi hijo se recibió de chef, y mi señora se especializó con las tortas", explica el orgulloso propietario del único bar Notable de Flores. Ahora, las picadas se sofisticaron y hasta contienen cazuelas calientes. "Muy pronto ofreceremos picadas patagónica y vegetariana". Los platos veganos también se sumarán a la carta en poco tiempo, atendiendo las necesidades de la clientela. "Nuestra variedad de productos es amplia y la calidad de la mercadería es impecable. Todos los productos con los que preparamos los platos son bien frescos porque tenemos una gran rotación de gente, todo el mundo nos conoce", se ufana Vidal.
Milanesas y pollos de gran tamaño son la especialidad de la casa Fuente: LA NACION - Crédito: Patricio Pidal/AFV
Panqueques y waffles, dulces o salados, llevan un sello propio y hasta exótico a partir de ingredientes como las arvejas que le confieren textura y sabor especial. Las milanesas son gigantes y, al igual que los pollos, se dan la mano con guarniciones no convencionales. " La Pechugona es nuestra especialidad y se suele acompañar con dados de mozzarella empanados". La fondue de queso es un manjar imperdible para compartir entre varios.
A la hora de los postres, la carta ofrece los títulos tradicionales, pero también se luce con la creativa Torta en Frasco que, en capas superpuestas, alterna mousse de limón y maracuyá con una base de masa.
"Me entusiasma mucho innovar, no soy de los que se quedan en las fórmulas exitosas. ¿Será por eso que no tengo un peso? Los platos van variando. Aún aquellos que salen mucho, a veces los dejo de ofrecer. Lo nuevo tapa lo que ya es exitoso", explica Vidal con un dejo de broma y otro poco de replanteo.
Frascos que recuerdan a otras épocas Fuente: LA NACION - Crédito: Patricio Pidal/AFV
En el 2000 la Farmacia Santa Elena cerró sus puertas definitivamente. Una pena vivenciada por los Giwnewer y por Fernando Vidal, el yerno aquerenciado que es casi un arquitecto: "Me faltan pocas materias para recibirme, por eso trabajé siempre en la construcción. Me fue muy bien y llegué a tener 200 empleados. Pero, como le sucedió a muchos, en 2001 quebré. Tenía dos opciones: irme del país o crear algo nuevo. Me decidí por lo último y así comencé a transformar el local. Durante los ocho meses de obras, durante el día vendía frutas y verduras en la puerta para poder sostenerme económicamente", recuerda este activo hombre emprendedor que no se amilana ante nada. "Entre venta y venta, me ponía a lijar los muebles. En 2002, el día previo a la inauguración, organicé un almuerzo familiar. Lo traje a mi suegro que ya estaba postrado. Cuando vio su farmacia convertida en un bar, no lo podía creer. Se emocionó mucho. Curiosamente, al otro día, falleció. Es como que esperó ver el local nuevamente de pie. Lo adoraba a mi suegro", Fernando se emociona al recordar a ese hombre galante para atender a la clientela; servicial para aconsejar ante un catarro inesperado; y un Don Juan que más de una vez se metió en problemas de polleras. Aún así, era uno de los personajes más queridos de Flores. "Luego del cierre de la farmacia, no se vendió un solo mueble, ni un solo frasquito. Acá no hay nada que no sea del lugar. Todo es genuino. Es más, cuando abrí tenía tan poco dinero que algunas lámparas las fabriqué con los esterilizadores de gasa porque no podía comprar lámparas nuevas".
Todos los años, Fernando Vidal pone a punto el edificio centenario que siempre pide una lavada de cara sin, desde ya, perder su esencia. "El bar es un sello que nos identifica a todos los argentinos, una especie de casa paralela. Desde el 2010, La Farmacia es Bar notable. Si bien somos nuevos, el edificio tiene más de cien años, y una historia que lo vincula al barrio. Ese valor patrimonial conservado es lo que se nos reconoce. Es una farmacia vieja en la que se toma café. Esta calificación es un orgullo y, por supuesto, atrae a mucha gente. Los que llegan por primera vez se sorprenden. Acá es hasta simpática la pata despintada de la silla", concluye el locuaz emprendedor de este refugio de muebles eclécticos, mesas despintadas, y balanzas que atestiguan el paso del tiempo. La esquina de Directorio y Rivera Indarte está destinada a darle a sus vecinos servicios imprescindibles. En el siglo pasado, los medicamentos para la sanación física. En el XXl, el espacio para la charla distendida, la lectura o la escritura placentera, matizada con muy buenos sabores. Y vaya si esto no es sanador también.
¿Dónde? Avenida Directorio 2400, Flores.
¿Cuándo? Lunes a sábados, de 8 a 24 hs.
Link a la nota: https://www.lanacion.com.ar/2157077-la-curiosa-historia-de-la-farmacia-de-flores-que-se-convirtio-en-un-bar-notable
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