lunes, 23 de octubre de 2017

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Cocina para la foto: los restaurantes adaptan sus rutinas a las redes sociales

La moda de compartir imágenes de comidas, especialmente en Instagram, obligó a cambiar, por ejemplo, la presentación de los platos y hasta los tiempos del servicio
Un grupo de amigos cumple con el ritual de sacarles la foto a los platos antes de empezar a comer
Un grupo de amigos cumple con el ritual de sacarles la foto a los platos antes de empezar a comer. Foto: LA NACION
Llegó a la mesa el pacú a las brasas para compartir. Un plato abundante y uno de los que hacen la diferencia en la carta de La Brasería, en Núñez, que suma a los clásicos de la parrilla porteña algunos platos de fuerte protagonismo. Pero antes de hincar el tenedor en el sabroso lechoncito de río -como se lo conoce a este pescado de alto valor proteico- ellos manotearon rápidamente el celular. No hizo falta decir nada. Antes de empezar a comer, había algo más importante: la foto.
Primero él, que acercó la copa de vino blanco al plato y empezó con la ráfaga de instantáneas. Después ella, que se soltó el pelo y le pidió a su pareja que la retratara junto al irresistible manjar todavía humeante, mientras se mordía el labio inferior. En cuestión de segundos, la imagen del pacú había sido retocada, compartida y había cosechado decenas de "me gusta" en Instagram, la plataforma predilecta para los amantes del food styling.
No es novedad que la moda de fotografiar y compartir las comidas en las redes es un hábito instalado en el universo foodie. Pero de la mano de esta tendencia que se impuso entre los comensales, también llegaron nuevas exigencias para los restaurantes. Desde la ambientación del salón, la vajilla, la presentación de los platos, la iluminación y hasta los tiempos del servicio. El fanatismo por compartir las fotos de comida en las redes sociales cambió las reglas del negocio gastronómico.
"Los clientes se transformaron en promotores y críticos del servicio, la comida y todo lo relacionado a un local gastronómico -dice el chef Federico Miró, director del Departamento de Gastronomía de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE)-. Muchos dedican su tiempo durante la cena a subir fotos, opiniones y comentarios en redes y blogs, y algunos con muchos seguidores terminan convirtiéndose en verdaderos influencers".
¿Cuáles son las nuevas exigencias a las que debieron adapatarse los restaurantes porteños? De acuerdo con el perfil del lugar y el público al que apuntan, los dueños de varios locales gastronómicos confesaron a LA NACION que hicieron algunos ajustes para potenciar los beneficios -y mitigar los males- de los nuevos críticos gastronómicos de las redes sociales.

1 El logo, hasta en los lugares más insospechados

Pensando en la foto que sacará el cliente, Tomás Caruso, socio de La Brasería, Solomía y The Burger Company, reconoce que la impresión del logo de la marca se coló en lugares insospechados. "Si no existieran las redes, el sobre donde servimos la hamburguesa en The Burger Company sería blanco, y las servilletas también. Pero ahora todo el packaging descartable que se usa tiene el logo de la marca impreso. Y con la vajilla pasa algo parecido. Los platos y los manteles también están grabados", comenta.
Aunque el cliente haga referencia en su posteo al lugar donde está comiendo, Nicolás Papazian, de Burger Mood, en Palermo, cree que no se puede desaprovechar la oportunidad de difusión y publicidad que se da de manera espontánea. "Fue para un festival gastronómico que tomamos la decisión de imprimir el logo en el papel de base de la bandeja donde servimos la comida, y fue un boom. Y después lo replicamos en todas partes", confiesa Papazian, que asegura que el 70% de su clientela tiene la costumbre de sacar fotos de la comida y compartirla en las redes.

2 Primero me conecto,y recién después pido

Condición número uno para recibir a un público foodie y millennial: el Wi-Fi. Si la conexión a Internet no es buena, pueden suceder dos cosas. El comensal decide retirarse en busca de otro sitio, o quizá mucho peor, el posteo puede ser negativo por esta misma razón, y los beneficios de la publicidad puede darse vuelta como un boomerang.
Por eso, Adrián Merino, uno de los socios del bar Buller, en Recoleta, revela que contrataron a Botbit, una empresa de marketing automático para maximizar el negocio, fidelizar clientes y conseguir más followers. "Lo primero que hacen cuando se sientan a la mesa es pedirte el acceso a Wi-Fi -asegura Merino-. Nuestro sistema le permite al cliente conectarse sin clave y lo lleva directamente a nuestra página, le propone participar de un jackpot para ganarse media pinta de cerveza, una votación sobre su cerveza favorita y algunas cosas más. Ya que lo primero que hacen es conectarse a la Red, aprovecho esto para mostrarle en su teléfono novedades e información sobre la marca."
Sobre este tema, Papazian cuenta que debieron hacer algunas modificaciones para aumentar el ancho de banda. "Teníamos algunos problemas, incluso el sistema de pedidos y de cobro se volvía lento cuando había mucha gente conectada, así que separamos el circuito de red interno del local y ampliamos la red para los clientes".

3 Platos más calientesy mejor presentados

"La primera aproximación de la gente con el plato es una experiencia visual. Cuando uno va a un restaurante no sólo se elige un lugar para comer, también se muestra un estilo de vida, y en el caso de Casa Cavia les sirve como símbolo de estatus. Les gusta decir: Yo estuve ahí", señala Guadalupe García Mosqueda, encargada del marketing y la comunicación del restaurante. Por eso, asegura, la presentación del plato debe ser impecable hasta el mínimo detalle.
Martín Blanco, asesor de Bar de Carnes, en Recoleta, coincide en la importancia de la presentación en función de los posteos de la gente. Y si bien reconoce que hoy es mucho más fácil y económico llegar a potenciales clientes, la contrapartida del fenómeno puede ser muy peligrosa. "La capacidad de hacer daño también es enorme, porque la gastronomía forma parte de una categoría donde la gente no suele perdonar una experiencia no tan buena -señala Blanco-. Las redes sociales y los sitios de recomendación, como Foursquare o TripAdvisor, tienen un poder cada vez más grande."
En algunos restaurantes, agrega Miró, las temperaturas del servicio se adaptaron al tiempo de las redes sociales y por eso los platos deben salir de la cocina más calientes que antes. "Luego de sacar las fotos y hacer toda la publicación, el comensal debe percibir que no se enfrió. De otra forma, la misma publicación puede convertirse en un arma de doble filo".

4 Rotación lenta y servicios más largos

¿Cómo influye la actividad online de los clientes en los tiempos de sobremesa? En Il Quotidiano, dicen que los turnos son más largos y, por ende, la rotación se hace más lenta. "No solo se usa el celular para compartir fotos de platos en las redes, sino en todo momento", argumentan desde el restaurante.
"La verdad es que no lo tenemos calculado, pero tengo que reconocer que sí. Y pasa en mesas de familias de cinco o seis personas, que de repente los ves a todos con el teléfono en la mano. Muchas veces les reclamo a los mozos que vayan a tomar el pedido a tal mesa y ellos me responden que no pueden hacerlo porque ni siquiera vieron la carta. Están tan enfrascados en sus teléfonos que no les importa qué van a comer", dice Merino.
Para Miró, con tanto protagonismo de la tecnología en la mesa, el servicio tiende a hacerse más largo. "Este hábito puede beneficiar a aquellos locales que no requieren o no pueden tener reposición de mesas. Pero sí perjudica a los que tienen gente esperando en la puerta para sentarse a comer".

5 La alfombra roja gourmet, ese rincón "instagrameable"

Los estencil y los murales de fondo son el escenario perfecto de Benaim, un local de comida callejera en Palermo, donde a todos les gusta sacarse fotos. Su dueño, Nicolás Wolowelski, asegura que nada se hizo con la intención de ser "instagrameable". Pero este joven empresario gastronómico admite que la gente "elige ciertos rincones del local para las selfies".
En Buller, la alfombra roja está en las escaleras del local, decorada con afiches y grafitis. "La gente se saca tantas fotos ahí que se nos ocurrió hacer un concurso para elegir la mejor foto con el hashtag #EscaleraBuller, y el premio era una cena", detalla Merino.
En La Brasería, Caruso pensó en ese spot publicitario incluso antes de inaugurar el local. "Tiene que ser icónico, un lugar que la gente detecte de manera intuitiva como un buen escenario para la foto. Tiene que ser llamativo, estar bien iluminado y que identifique el espíritu del lugar. Eso siempre funciona", aconseja.
Germán Torres es el chef de Salvaje Bakery, y reconoce en las redes sociales un aliado involuntario en la difusión de su negocio y de sus manjares, como los rolls de té verde o las medialunas salvajes recién horneadas. "Todos quieren retratar cada momento vivido -dice Torres-. Es la norma. Tanto que hoy pareciera un lujo dejar de lado el celular para disfrutar de una comida".

Los ineludibles influencers culinarios

Cada mañana, el empresario gastronómico Tomás Caruso se encuentra con dos o tres mails con un mismo contenido: "Me escriben para ofrecer sus servicios de influencers culinarios. Gente que tiene más o menos seguidores en Instagram y quieren hacer canje a cambio de posteos sobre mi restaurante". El impacto de las redes sociales traspasó la frontera de la publicidad, y los cocineros y emprendedores consultados entienden que hoy resulta imposible quedarse fuera de esta tendencia: la gente valora mucho la recomendación espontánea.
Link a la nota: http://www.lanacion.com.ar/2074445-cocina-para-la-foto-los-restaurantes-adaptan-sus-rutinas-a-las-redes-sociales

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