4 lugares para comer, beber y bailar como en Perú
Hay una forma de vivir Perú sin salir de Buenos Aires. Desde el ceviche más exclusivo, hasta bailar una buena chicha o cerrar la jornada con un pisco sour en La Catedral del Pisco. Como en Lima pero sin salir de la ciudad.
- Frutos de mar, una especialidad de la casa
Por Fermín Huisman
Con la cocina peruana en pleno auge, su música y sus cócteles comienzan a invadir parte de la noche porteña. Los reductos que hasta hace poco eran exclusivos de la comunidad comenzaron a abrirse a curiosos. Sara Roldán, encargada del restaurante La catedral del pisco, lo dice así: "La noche es más nacionalista, solo se escucha música peruana. Es un ambiente en el que no siempre circulan muchos argentinos". En Almagro, los locales bailables existen desde hace tiempo, pero el argentino recién está dejando de mirarlos con estupor. "Chofercito carretero/ llévame lejos", cantan Los Shapis. A la noche peruana se le puede pedir lo mismo. Que nos lleve lejos. Aquí un recorte arbitrario de las múltiples opciones porteñas de la noche peruana.
La flor de la canela Disco
Aguero 449
La flor de la canela se hizo célebre primero como vals y después como boliche. Es una canción y también una expresión utilizada para ponderar una exquisitez, algo así como la francesa crème de la crème. Y el boliche, La flor de la canela es, con sus veinte años en la ciudad, algo así como la flor de la canela de la noche peruana porteña.
Está en el centro del Abasto, el barrio peruano por excelencia, aunque Aldo, el encargado, diga: "En los últimos años la concurrencia es más que mixta. Tenemos compatriotas tuyos y míos. Incluso hay parejas establecidas de peruanos y argentinos".
- El color de la siempre ascendente comida peruana
En sus orígenes, cuando la colectividad peruana todavía no estaba ni tan establecida ni tan abierta, el local pasaba música del Perú. Hoy es más variado, aunque la buena cumbia, y los espectáculos de danza del país no faltan, sobre todo para los festejos del 28 de julio, el día de la independencia. En la actualidad la multiculturalidad latina es lo que domina, además de música electrónica, cada tanto. El boliche cuenta con dos pistas de baile, salas acondicionadas y un sonido digital con la más alta tecnología en luces láser. Si uno no pasa por las pistas de La Flor de la canela no se puede decir que conozca la noche peruana.
La catedral del pisco
Av. Corrientes 3126
Como todas las catedrales, esta también es amplia. Las paredes y la mantelería son rojas y blancas, como la bandera peruana, y apenas se entra llama la atención la cantidad de mesas.
Sara Roldán vive en el país hace 16 años y está encargada del restaurante hace dos años. El fundador fue el señor Jorge Vidal, quien la creó en 2011 con el objetivo de transformarla en el mejor espacio de Buenos Aires para tomar pisco. Sara cuenta: "Acá tenemos todas las variedades, de todas las uvas y algunos diferentes". Desde las 12 del mediodía hasta la 1 de la mañana, a veces con shows, el lugar sirve cientos de piscos en todas las formas posibles.
Para comer, la carta es muy amplia y está a cargo de el chef Julio Marín, quien trabajó en la Rosa náutica: todos sus cocineros son peruanos. Hay ceviches, tiraditos,, leche de tigre, sudados y chupes, chicharrones, tacu tacu, anticuchos, papa a la huancaína, y más. Sara comenta que la virtud del espacio, y la razón de su éxito entre argentinos, es su cocina bien, bien peruana. "No hay ningún tipo de fusiones, que es lo que suele venderse por peruano", dice.
El rey del pollo
Olleros 4172
El rey del pollo es un restaurante discreto y pequeño, ubicado a metros de la estación Federico Lacroze. Se trata de un gran reducto para combinar comida y un poco de emoción nocturna. Diego, el mozo, dice que ahí van argentinos, pero que la mayoría son peruanos. Las paredes están por un lado espejadas y, por el otro, tienen un gran mural en el que un pez espada flota en un atardecer costero sobre un vaso de pisco y una ensalada de frutos marinos. Tiene varias mesas, una barra que parece abandonada y, al fondo, un retrato de San Martín y una rockola, los elementos clave del local.
El restaurante promete un 100 por ciento de peruanidad y el plato que se lleva los honores el pollo a las brasas, un clásico. Después lo siguen las rabas y el bistec a lo pobre. El ambiente, a medida que car el sol, suele ser amenizado por la rockola, que funciona con fichas y arenga al público a bailar.
- A la hora de beber los sabores complejos también dicen presente
Rawa
Talcahuano 447
Rawa está a metros de la avenida Corrientes, en Tribunales, y abre todos los días hasta media noche. El cocinero a cargo es Ángel Ubillus, quien vino de las costas de Trujillo hace casi dos décadas. También es dueño de Chan Chan, otro clásico peruano del microcentro que está a espaldas del Barolo. María Capristán, su mujer, es la encargada de Rawa. A diferencia de otros peruanos, en este la clientela suele ser local en su mayoría. No es tanto un restaurante peruano para peruanos. "Los compatriotas casi no vienen", dice Ángel.
La cocina es tradicional y su plato insignia es perfecto para el calor: "En el verano, con las altas temperaturas, todo el mundo te pide ceviche". Se destaca el mixto y su degustación. Hay papas a la huancaína, tamales y platos criollos como el estofado de pato y el arroz con pollo. También mariscos, pulpo al olivo y un famoso ají con langostinos. Ángel advierte: "Ahora estamos lanzando nuestra famosa ronda marina, que es un piqueo peruano. Viene con pulpo al olivo, mariscos, rabas, ceviche, causas limeñas de salmón o langostino. Estupendo para que piquen varias personas y degusten".
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