Vacaciones entre picantes, chapulines, mezcal y hasta hamburguesas de león
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Un recorrido por los sabores y colores típicos de Ciudad de México.
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Salir de lo obvio que es Teotihuacán, esa inmensa ciudad prehispánica donde, según su nombre, los hombres se convertían en dioses. Tampoco ir a los mainstream, como la casa azul de Frida Kahlo y Diego Rivera, punto obligado en toda primera visita a la ciudad de México. La propuesta acá es otra: recorrer la superpoblada y polucionada metrópolis latina a través de sus mercados, comidas y bebidas. Adentrarse en esos lugares llenos de gente, con pasillos estrechos, donde el calor y color humano se mezclan. Allí, uno puede encontrarse con comidas, artesanías, mezcales y hasta hamburguesas de carnes exóticas como león. Sí, en México, por poco menos $ 200 uno puede degustar una Big Mac hecha con partes del rey de la selva.
MERCADO DE SAN JUAN: atestado de personas que llegan hasta ahí todos los días en busca de ingredientes para cocinar, es el lugar elegido por los chefs más famosos de la ciudad de México a la hora de buscar insumos frescos de buen precio y calidad. Con solo dar unos pasos, la postal de bienvenida se repite: troncos gigantes hacen las veces de tablas donde carniceros, algunos subidos a banquitos, ablandan distintos cortes, los pican o faenan para venderlos en sus góndolas.
Decenas de variedades de chiles y picantes, todos los cortes de cerdo y vaca que se pueda imaginar, frutas, verduras, dulces, frutos secos, y demás ingredientes de la gastronomía mexicana se intercalan con puestos de comida al paso en pasillos donde los aromas, entre agrios, dulces y penetrantes, son la esencia. Como en un souk de Medio Oriente, es recomendable sentarse algunos minutos a degustar las delicias de la comida mexicana, pero recordar siempre lo importante: preguntar cuán picante es cada plato.
MERCADO DE CARNES EXÓTICAS: para una experiencia más extrema, a pocas cuadras del Mercado de San Juan se encuentra otro homónimo, ubicado sobre la calle Enrique Pugibet cuya especialidad son las carnes exóticas. Dependiendo de la entrada elegida, uno puede chocarse con gigantescos pavos reales totalmente desplumados colgados de sus patas; pulpos, calamares, langostinos, salmones y tiburones pequeños posados sobre hielo picado; o pollos, jabalíes,venados. La lista es infinita.
En el corazón de ese mercado se encuentra la carnicería “Los Coyotes”, sin dudas el lugar más impactante de todos. “Expendio de cabrito. Cocodrilo. Cordero Newzelanda. Avestruz. Conejo. Iguana. Lechón. Faisán. Tepexcuientle. Venado. Perdiz. Jabalí. Armadillo. Chinicuiles. Codorniz. Escamoles (huevos de hormiga, una delicia mexicana). Búfalo. Gusano Maguey todo el año”, dicen los letreros que adornan sus aparadores.
Carne que se pueda comer, carne que vende este particular lugar que le hace honor a su nombre. Pero no hay solo de animales, sino también de insectos. Alimento clave en la cultura prehispánica, en el mercado y en este local en especial, uno puede comprar y comer chapulines (grillos), alacranes, chinicuil, hormiga chicatana y acosiles (langostas miniaturas de 3 cm de largo).
Otro detalle, “Los Coyotes” tiene su propios restaurante, donde se pueden degustar todas las carnes exóticas que vende la carnicería a precios módicos. El plato más caro es el más extraño: hamburguesas de carne de león a 170 pesos mexicano, es decir unos 130 pesos argentinos, casi lo mismo que cuesta un combo en McDonalds o Burguer King.
Recomendación: comer escamoles en El Cardenal, uno de los más tradicionales restaurantes del DF. Vienen con tortillas de maíz y un molcajete de palta, salsa verde y queso. Un delicia.
PASEO POR MEZCALERÍAS: Con los años, el mezcal se ha convertido en la bebida patria de México. Desplazando al Tequila, una marca registrada del país azteca a nivel mundial, la cultura mezcalera se revalorizó y es otro de los atractivos de la ciudad de México. La oferta de mezcales es, sin dudas, abrumadora. En toda licorería ofrecen al menos 50 variedades distintas, pero es en los pequeños lugares, que hacen de esta bebida y su elaboración un culto, donde se puede apreciar realmente el sabor -etílico- del país.
Mezcalería Mundana es uno de esos reductos para los amantes de esa bebida. Su especialidad son los cocteles con mezcal. Hay ocho variedades a probar: el mezcal tonic (tónica - albahaca - mezcal); el Tlatoani (Jamaica - sal de gusano - mezcal); La Monja (torona - mezcal); el Mundano (ciruela - jengibre - mezcal); el Chai de la casa ( Té chai - mezcal); el mojito alameda (hierbabuena - mezcal - fresas), el fresco (pepino - mezcal) y el bufalo (clamato - cerveza - chapulines - mezcal). Esta última opción es extrema por la cantidad de insectos que lleva. No apto para impresionables. (Barrio La Alameda)
Un poco más lejos, en Coyoacán, Corazón de Maguey es otro templo dedicado al mezcal. Este restaurante con comida tradicional del país es una de las mezcalerías de Alipus, un proyecto social que a través de la elaboración y comercialización de mezcal artesanal, busca generar economía rural en Oaxaca y que además es una delicia. Lo imperdible: saborear un chile en nogada con un sabroso mezcalito.
Para darle un toque cultural a la degustación etílica conviene visitar el Museo del Tequila y el Mezcal Garibaldi (MUTEM) a pocas cuadras del Palacio de Bellas Artes.
MERCADO DE ARTESANÍAS: emplazado a pocas cuadras del centro histórico de la ciudad, este laberinto de pequeños puestos es el lugar ideal para conseguir todos los regalos necesarios para la familia. Además de elementos de decoración para el hogar y las típicas “calacas” mexicanas (calaveritas de cerámica pintadas de todos colores), se puede conseguir ropa y tejidos típicos, artesanías con motivos indígenas, y hasta estatuillas de los personajes de Roberto Gómez Bolaños -como El Chavo, el Chapulín colorado y más- y Cantinflas, dos míticos artistas mexicanos.
Dos consejos: ir con tiempo para recorrer una y otra vez el complejo hasta encontrar los objetos deseados. Otro: regatear los precios nunca está de más.
MERCADO DE BRUJERÍA: sin lugar a dudas, el Mercado de Sonora es uno de los más controvertidos de la ciudad, porque allí se comercializan todo tipo de insumo para la brujería. Sapos para llevar a cabos todo tipo de hechizos, polvos ya sea para llamar al amor o ahuyentar a personas; fragancias, velas y figuras de santos y demonios pueden encontrarse en sus pasillos, decorados con ristras de ajo. En cierto punto, es creer o reventar. Los ritos paganos son, para algunos, parte de su vida y, para otros, una estafa perpetrada a la fe de algunas personas. Lo concreto es que el pase vale la pena caminarlo, siempre en busca de magia blanca, claro.
Atención: no apto para impresionables o ir con niños pequeños. Se venden colibríes muertos como amuleto de la buena suerte, una imagen que puede resultar shockeante para muchos.
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