Cómo catar un vino: paso a paso
Mirar, oler y saborear: si fuiste parte de la degustación de Brando+Bon Vivir, ya tuviste la experiencia de iniciarte en el arte de identificar un vino. Si te quedaron dudas o sos de los que prefieren aventurarse por cuenta propia, en esta nota te guiamos en los pasos para empezar a hacerlo.
Fase visual
Uno. Para apreciar el color del vino inclinar la copa sobre un fondo blanco.
Dos. Observar limpidez y brillo.
Tres. En el caso de los vinos blancos, observar su color en el centro de la copa. Puede variar de cristalino con leves reflejos verdosos (vino joven) a amarillo con tonos dorados (de cierta edad) o amarillo dorado intenso (blancos añejos).
Cuatro. En los tintos observar el color en la parte superior que dibuja el vino en la copa. Podremos notar los tonos de tintes violáceos (vinos jóvenes), los tonos rubí de reflejos granates (vinos de cierta evolución) o los rojos teja-ladrillo (tintos añejados).
Cinco. En los tintos es muy importante la profundidad y concentración. Para evaluar esto se debe pasar la mano entre la copa y el fondo de color blanco. Si el vino permite ver nuestros dedos hablaremos de baja profundidad; de lo contrario se trata de un vino profundo.
Fase olfativa
Uno. Acercar la copa, sin agitar, a la nariz para apreciar la intensidad aromática del vino y que no presente olores ajenos a su naturaleza (identificación de posibles defectos).
Dos. Agitar la copa con movimientos circulares para lograr que el vino desprenda sus aromas con mayor intensidad.
Tres. Acercamos nuevamente la nariz a la copa para identificar descriptores. Primero trataremos de distinguir familias aromáticas: frutal, floral, vegetal, especiado, madera, etc. Luego buscaremos reconocer descriptores específicos como los cítricos, o los frutos tropicales, los frutos rojos, las bayas, el paso por barrica, las especias.
Cuatro. Según la calidad y cantidad de descriptores hablaremos de vinos simples, sencillos, jóvenes (con aromas primarios) o bien vinos complejos, elegantes, añejos.
Fase gustativa
Uno. Beber un sorbo de vino, mantenerlo en el paladar durante algunos segundos para que inunde las cavidades del paladar. Hacemos un pequeño "buche" y aspiramos aire para ayudar al vino a intensificar sus aromas de boca.
Dos. Buscamos identificar y describir su ataque (forma en que el vino aborda el paladar). Puede ser dulce o seco.
Tres. Prestar atención a su frescura y a su efecto refrescante, producidos por su acidez.
Cuatro. Evaluar cuerpo y volumen: ligero, denso, estructurado, de buen cuerpo.
Cinco. Apreciar el equilibrio de frescura y carácter, definidos por la acidez y el alcohol.
Seis. Sobre el final de paladar, principalmente en los tintos, identificar los estímulos amargos asociados a los taninos. Son los que definen el vigor del vino y su permanencia. Idealmente deben ser delicados y jugosos.
Siete. Por último, considerar los sabores y aromas retronasales, según la permanencia de su recuerdo en el paladar.
Los espumantes, ¿se catan distinto?
El proceso de degustación es muy similar al de los vinos tranquilos. Es importante percibir que las burbujas sean de ascenso constante. Si son pequeñas delatan una mejor elaboración. Las buenas burbujas brindan un efecto que se define como mousse: con textura y una sensación aireada. En nariz es importante no agitar la copa para evitar una pérdida de la burbuja y gas carbónico. Aromáticamente se aprecian los matices frutales y las notas de las levaduras que recuerdan al pan tostado, pan de brioche, miel y frutos secos. En paladar el ataque debe ser fresco. La acidez es importante, junto al equilibrio de sabores y untuosidad. Así se podrá determinar su largo de boca, regusto y recuerdo.
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