"Food and craft": restoranes que proponen hacer algo más que comer
Pasa especialmente en locales "jóvenes". Junto con el menú ofrecen talleres, pasatiempos y manualidades.
Entre tendencia y estrategia para ganar comensales, los espacios gastronómicos de San Isidro apuestan a ampliar la oferta y traspasar el límite de platos y menús. En tiempos en los que la situación no está fácil, las propuestas de los restós para esquivar el parate son múltiples pero la táctica es una: sumar pasatiempos y actividades a la comida.
Entre esta variedad de opciones –que va de shows a ciclos de charlas–, el “food and craft” ocupa el primer lugar del podio. Desde pizzerías a bares, son muchos los que se están subiendo a la onda de organizar talleres de artesanías, bordado, tejido y hasta, incluso, pintar con caballete y todo.
Surfeando la crisis, la gastronomía es uno de los rubros más activos y los dueños saben que, además de una buena carta, el plus que puedan brindarles a sus clientes puede a ser la clave del éxito. Y San Isidro tiene muchos locales jóvenes –la Comuna habilitó 50 en la categoría “bar/restorán”, en los últimos tres años y medio– que buscan instalar su nombre.
“Los shoppings es donde hay más recambio. Luego, los lugares que cuantitativamente generaron mayor cantidad de solicitudes son los centros comerciales de Martínez y de San Isidro”, explica el subsecretario general de Inspecciones y Registros Urbanos, Walter Pérez, a la hora de detallar las zonas en las que hay más movimiento y buscan imponerse como verdaderos polos “foodie”.
Con una competencia que crece día a día, chefs reconocidos que llegan para hacer pie en el Municipio, y en un año al que la mayoría define, al menos, como dispar –“hay más pagos con tarjeta y se nota la diferencia entre principio y fin de mes, algo que antes no pasaba”, dicen–, el furor del “hecho a mano” ya se aseguró un lugar entre las mesas.
Cada uno a su manera, respetando su historia e identidad, bares y restós encontraron en las manualidades y otras yerbas la posibilidad de crecer, aprovechar todo su potencial y, especialmente, hacerse conocidos y sumar clientes.
“Lo nuestro son las agujas y las lanas”, aseguran Claudia Capparelli y Patricia Eccel, las dueñas del bar “La buena vida”, una antigua casa restaurada con aires bohemios. Allí, en la esquina de Haedo y Don Bosco, en La Calabria, hay un rinconcito con el material listo para que quienes sepan croché –mientras desayunan, almuerzan o toman el té con escones y tortas caseras– puedan tejer “cuadraditos” que son donados a una ONG que hace frazadas para abrigar a quienes lo necesitan.
Tras una muy buena experiencia, con talleres de tejido, bordado, lettering (caligrafía) y encuadernación, el proyecto de estas amigas es aprovechar el patio que hoy está libre y transformarlo en espacio de cursos.
Otro negocio que nació con un espíritu “food and craft” es “Semilla”, en el corazón del Bajo, en un local de estilo rústico, con mucha madera y hasta una mesa comunitaria en el salón.
Luego de un par de meses de reorganización en los que tuvieron que suspender los cursos, armaron una agenda fuerte para octubre con nuevos talleres de origami (arte en papel), automaquillaje y un ciclo de desayunos astrológicos todos los sábados.
Axel Valles, dueño y chef del espacio, no duda en destacar la combinación y toca dos puntos clave: la generación de propuestas que llamen la atención de quienes no conocen el lugar y la fidelización de la clientela.
“Es una buena ‘pata’ del negocio. Atraídos por la oferta de cursos, la gente se acerca, conoce la onda saludable y casera de nuestros platos y, por suerte, vuelve. Para nosotros es una excelente manera de vincularnos con nuevos clientes”, indica.
En eso de fusionar arte y cosas ricas, “Dulce María Deli + Casa de Artistas” es un símbolo. Poner un pie en la casona de Pacheco y el río es entrar a un lugar tan ecléctico como original en el que conviven muebles de colores, salas intervenidas, un cielo hindú y hasta una Frida Kahlo de aires naíf que sonríe sobre una pared.
“Nosotras no lo hacemos para ganar clientes, siempre lo pensamos de manera integrada como espacio gastronómico y artístico. Acá, los dos ámbitos están al mismo nivel”, indica Mirta Robayna. Ella (que es profesora de pintura) y Dulce María “Loli” Capalbo (responsable de la cocina) llevan adelante este proyecto que une clases de mosaiquismo, pintura, arte en alambre y yoga, entre otras cosas, con pizzas, sándwiches, ensaladas, pastas, postres y tortas, todo casero.
“Nos va muy bien y pensamos seguir creciendo –dice Mirta–. Ahora techamos un sector de la playa para que se pueda comer allí, a los pies del agua y disfrutando de una hermosa vista de la ciudad”.
Comer y leer, un clásico
Parar un rato, comer algo rico y leer un libro tomado de una estantería. “Hace 35 años que estamos es San Isidro, ya somos un clásico”, dicen desde Notanpuán, el espacio que reúne librería, editorial, galería de arte, disquería y una cafetería donde se puede almorzar todos los días y cenar de jueves a sábado.
En "NOTANPUAN", elegir un libro y sentarse a comer es la propuesta.
Como si todo esto fuera poco, organizan charlas –actualmente hay un taller de filosofía política y una clínica de novelas–, encuentros de poesía, y ciclos de música como Notan Gotán (tango), Notan Jam y Notan Son (una fusión de son cubano y jam).
Pinceles itinerantes
“Una salida diferente”, ese el el lema de las “Paint Nite”. La idea es simple: durante poco más de dos horas, mientras toman un trago o pican algo, los que se suman a la propuesta crean su propio cuadro guiados por artistas.
“Fuimos creciendo con el boca en boca y ya tenemos un grupo que nos sigue y espera los encuentros”, detalla Genoveva Aguirre, responsable de la empresa.
Ellos no sólo acercan los caballetes, las pinturas y las telas a los bares o restoranes que se lo piden sino que también se encargan de las reservas previas. En San Isidro, los eventos sueles organizarse una vez al mes en Único Bar y en 28DOCE, un restó de cocina de autor de Beccar.
“Acá lo hicimos por primera vez el mes pasado y ahora lo repetimos. Nos fue muy bien, quienes vinieron al ‘Paint’ se quedaron a comer y a nuestros clientes les encantó la onda y ya se engancharon para la próxima”, afirma Paula Depedri, la dueña del local en Beccar.
Noches de pintura. El restó "28DOCE" es una de las sedes frecuentes de las Paint Nite en San Isidro
Otra posibilidad: la cena junto al chef
De San Petersburgo a Martínez: Mascha es la representante del “Meet and Eat” local. Hija de rusos, esta amante de la cocina abre su casa viernes y sábados para compartir una comida en la mesa de su living.
“Preparo platos típicos de Rusia con las recetas que me enseñó mi abuela”, cuenta. El menú incluye borsch, la famosa sopa de remolachas; blinis –panqueques bien gorditos que cada comensal rellena a gusto–; y una variedad de dulces como postre.
“Todo acompañado por el infaltable vodka, nuestro gran aliado”, asegura Mascha. Quienes quieren sumarse a esta iniciativa de cenar en la casa de la chef deben hacerlo a través de la aplicación “cookapp”.
Link a la nota: https://www.clarin.com/zonales/food-and-craft-restoranes-proponen-hacer-comer_0_H13TtKOc-.html
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