Cinco imperdibles del boulevard de los sueños porteño
Es el Caseros, entre San Telmo y Barracas. Desde un edificio de 1910 con 120 metros de frente hasta un flamante bar, restaurante y salón de antigüedades: lo viejo y lo nuevo de un clásico reciente.
Es precioso el boulevard Caseros. Uno puede mirar la calle ancha y, este martes a mediodía, luminosa y tranquila. Y evocar el perfume de los viejos tilos y las quintas elegantes de principios del siglo XIX.
Pero también puede enfocar en la fachada del edificio Schindler, 120 metros irregulares con una cúpula en cada esquina. Lo mandó a construir en 1910 el ex propietario del predio, Alberto Anchorena, para jefes de los Ferrocarriles del Sur. Y a partir de esa postal del mix de estilos de la Belle Époque porteña, uno puede redescubrir el mundo de los inmigrantes que llegaron después y que bautizaron “conventillo de los ingleses” a esa mole tan distinguida.
Monumental. El edificio que Schindler construyó para los jefes de los Ferrocarriles del Sur. Está en Caseros, entre Bolívar y Defensa. / Diego Waldmann
Es más: hay vecinos que se acuerdan que en 2007, cuando inauguraron el boulevard, hubo sueltas de globos, desfile de vehículos antiguos y representaciones del pasado protagonizadas por un organillero, el "tano" del mercadito y compadritos bajo las luces de las farolas nuevas.
Puntos de vista. Del boulevard Caseros, desde dentro de uno de sus locales./ Diego Waldmann
Además, uno puede tentarse con los restoranes que empezaron a instalarse un par de años después de la apertura del boulevard, con platos de bodegón, veggies y gourmet. Y desde hace cuatro meses, con un mega espacio en la ex cochera para carruajes de los Anchorena: el bar, restaurante y salón de antigüedades Nápoles, donde sirven Campari, pastas y pizzas entre autos de colección, esculturas de guerreros asiáticos y ropa vintage. “Pasiones”, según define su creador, el anticuario Gabriel del Campo, dispuestas para crear un escenario donde lo exquisito y lo popular se llevan de maravillas -igual que en la ciudad del sur de Italia de la que el local toma el nombre-.
"Nápoles". Una mega salón, con antigüedades y buenas barra y cocina, ambas inspiradas en las del sur de Italia. / Sol Díaz Couselo-Nápoles
Algunos definen al boulevard Caseros, que se extiende entre Defensa y Montes de Oca, como un mini barrio donde se rozan San Telmo y Barracas, casi La Boca y un poco más distante, Constitución. Un rincón al sur que mantiene, como muy pocos en la zona, ecos europeos aristocráticos junto con algunos del apogeo fabril.
Otros lo identifican como un nuevo Palermo, por las noches concurridas y los planes inmobiliarios -algunos de los cuales ya encendieron luces rojas entre los vecinos-.
Ahora que el sol se diluye en Parque Lezama, tras la fachada de la ex quinta de los Lezama y actual Museo Histórico Nacional, justo ahí donde el boulevard se termina, no hay dudas: es uno de los rincones más lindos de la Ciudad. Soñado, para soñar, por donde se lo mire.
Market. Del restaurante Hierbabuena, donde venden productos orgánicos. / Diego Waldmann
Desde el cantero. En la calle del boulevard Caseros. De noche, se llena y hay quejas. / Diego Waldmann
Inauguración. Suelta de globos durante la apertura del boulevard, el 20 de marzo de 2007. / Archivo Clarín
Desfile. Chicas con looks de los años 50 desfilaron en marzo de 2007 para festejar la inauguración del boulevard Caseros./ Archivo Clarín
Posible recorrido:
1) “El conventillo de los ingleses”. Así llamaron a este edificio con 120 metros de fachada ondulante, diseñado por el suizo Christian Schindler en 1910 para los directivos de los Ferrocarriles del Sur, que se convirtió en el corazón del boulevard Caseros.
Fachada. Del edificio que diseñó el suizo Schindler en 1910./ Diego Waldmann
En el interior de sus cinco cuerpos, Schindler colocó escaleras de mármol y ascensores tipo jaula, también de sueño. Pero desde afuera se disfruta igual. En Casco Histórico de la Ciudad apuntan que Schindler -quien trabajó en buena parte de los edificios para la apertura de la Avenida de Mayo-, en este caso, usó hasta la pendiente de la calle para jugar con las líneas. En Caseros, entre Bolívar y Defensa.
2) Polo gastronómico. Crece desde 2007, cuando inauguraron el boulevard con veredas y calles nuevas y farolas preciosas. Entre los locales pioneros está Caseros (blanco bistró, al 486), Club Social Deluxe (al 442, también con aires parisinos y ritmos de jazz) y Hierbabuena (al 454, veggie). Otros clásicos son La Popular (al 500, cantina) y Bacán (al 499, cocina porteña de autor). A ellos se sumaron la cervecería artesanal On Tap (al 482, que convoca a jóvenes que salen con las bebidas a sentarse en la calle y generan polémica) y un gigante flamante, Nápoles (ver ítem 3).
Atardecer mágico. Pese al frío, hay gente que trata de quedarse sentada afuera de los locales del boulevard. / Diego Waldmann
Ícono blanco. Caseros, uno de los locales clásicos del boulevard./ Diego Waldman
3) "Nápoles”. En unos 2.000 m2, este local, mix de galpón de antigüedades, restó y gran barra, abrió hace 4 meses “con rasgos que van cambiando”, dice a Clarín su creador, el anticuario Gabriel del Campo. “Lo único para nosotros claro era que, tal cual su nombre, debía ser un espacio donde convivieran todo tipo de personas, todo tipo de objetos y todo tipo de pasiones”, explica.
Salón. El restó Nápoles, tierra de anticuarios y mix de tradiciones del sur de Italia. / Gentileza Sol Díaz Couselo-Nápoles
Vintage. Los percheros, otro emblema de Nápoles./ Gentileza Sol Díaz Couselo-Nápoles
¿El menú? La pizza para dos vale $250. "Y las hay de frutti di mare, funghi de pino y un sinnúmero de combinaciones -agrega Del Campo-. Un buen plato de pastas caseras tiene un costo similar". La carta de tragos se inspira, como todo el espacio, en el rico cruce de influencias del sur de Italia. En Caseros 449. Para reservas y más info, consultar su Facebook.
Barra. Amplia, rodeada de maquetas de barcos y "custodiada"./ Gentileza Sol Díaz Couselo-Nápoles
4) Orgánicos y ricos. El almacén del restó Hierbabuena ofrece delicias con ese sello: peras (una por $13) y otras frutas (manzana, a $16), infusiones, miel y salsas, o panes (una focaccia con alcaparras, aceitunas y tomates secos vale $30) y pastelería (el muffin de frutillas y arándanos, $55), entre otros productos. Además, con sus cajoncitos de madera, pizarras y una antigua balanza, el lugar resulta cálido y cool al mismo tiempo. En Caseros 458. Abre de martes a domingo de 9 a 21. Más info en su página web.
Dulces tentaciones. En el market de Hierbabuena. / Diego Waldmann
Cálido. El ambiente del market de Hierbabuena, entre estantes de madera y una antigua balanza. / Diego Waldmann
5) Bicis. La bicicletería Mila abrió en 1961 en Caseros 400 (antes funcionaba a metros). La fundó Carlos Milasanaskas, quien arrancó a los 18 años como mecánico en una empresa inglesa, y hoy es de sus hijas. Fabrican y arreglan. Entran y salen del local ciclistas con cascos aerodimámicos pero pasaron quienes andaban en modelos de madera.
El mundo en dos ruedas. Mila, la histórica bicicletería que da la bienvenida al boulevard Caseros, atrapa. / Diego Waldmann
Manos a la obra. En Mila, el negocio de la familia Milasanaskas, donde fabrican y arreglan bicicletas. / Diego Waldmann
Link a la nota:https://www.clarin.com/ciudades/imperdibles-boulevard-suenos-porteno_0_S1y9OQf_Z.html
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