7 sopas ideales para recibir al invierno
Verduras, carnes, mariscos y condimentos varios, de la mano de versiones de todo el mundo, ofrece una celebración ideal para la temporada más fría del año.
Cuando ninguna fuente de calor externo parece suficiente para romper la barrera que el frío posa sobre la piel, es hora de intentar el camino inverso y lanzarle más leña al fuego interior. Es aquí donde una buena sopa promete al comensal ganas instantáneas de ir quitándose capas y más capas de abrigo. Y, claro, de la mano de una tradición deliciosa que gastronomías de todo el mundo han dotado de reflejos propios.
Keep it Real Ramen en FUKURO NOODLE BARLa cultura japonesa vive en constante superposición de honorable tradición y furioso futurismo. Y fueron también tradiciones, de hecho, contra las que tuvo que pulsear Vanessa Camozzi al momento de comenzar a capitanear este local dedicado al lado más occidentalmente pop de Japón: el resquemor natural de los argentinos hacia la sopa le complicó la largada. Sin embargo, más que una sopa, el ramen es algo levemente diferente: un plato que incidentalmente se sirve nadando en caldo. Y una vez entendida la diferencia, la esencia de la confección hizo sentir su hechizo. Con cinco opciones diferentes, el que busque la experiencia más cercana al verdadero sabor japonés debería inclinarse por los sabores equilibrados y confortables del ramen Keep It Real (185 pesos), donde el caldo tonkotsu de cerdo es el meduloso vehículo al cual se suben los noodles (fideos) caseros, una dosis vegetal de repollo, verdeo y brotes de soja, y otra proteica de huevo poché orgánico más pollo o cerdo a elección.
Costa Rica 5514, Palermo Soho / T. 153-2900912
Costa Rica 5514, Palermo Soho / T. 153-2900912
De zanahoria y naranja en VINOTINTOEl carmesí profundo de su camiseta le trajo a la Selección venezolana de fútbol el apodo de “la vinotinto”. Orgulloso de su nacionalidad, Moisés Dagui tomó prestado el mote para bautizar a su rotisería gourmet pensando también en tender un puente con el país que le dio su nuevo hogar. “El tinto es el vino que más se toma en Argentina”, subraya este chef que se probó en restaurantes de Estados Unidos e Italia para elevar a los cielos de la alta cocina las cenas y almuerzos de los que buscan gambetear el encendido de hornallas. Con su vocación alejada de la quietud y el estatismo, Dagui ofrece a 40 pesos -tanto para llevar como para consumir en la barra del local- una sopa que bien podría estar inspirada en un lassi indio, considerando que la base de su cremosidad se arma alrededor del yogur. El eje protagónico se divide entre la zanahoria y el jugo de naranja y apunta a un potaje que logra ser a la vez sustancioso y delicado, ideal para abrirle la puerta a una de las tiernas bondiolas que la heladera de Vinotinto ofrece selladas al vacío y esperando por un plato que las cobije.
Julián Álvarez 1622, Almagro / T. 4861-4941
Julián Álvarez 1622, Almagro / T. 4861-4941
Rosemarie en MEME
Un nombre de dos sílabas. Un local despojado de artificios. Una carta sencilla. Toneladas de amabilidad y estampa hogareña. Nada en Meme tiene demasiadas vueltas y esa es justamente su fortaleza, con miras concretas que sirven como herramienta para afilar propuestas y platos. Y la sopa Rosemarie (85 pesos) cae en ese esquema con una combinación de sabores familiares empujados a dar lo mejor de sí. Papas y romero son las dos caras de la hermosa amistad que le da vida al corazón de este plato, que tiene como génesis un caldo casero de pollo al que se le agrega un puré de cebollas rehogadas y papa. Un poco de aceite de oliva aparece para emulsionar y darle grosor a la mezcla, que se condimenta con granos de pimienta negra y se perfuma con el romero. Nada se desperdicia en la cocina de Meme y, así, las cáscaras de las papas van al horno y salen en forma de chips que acompañan el plato para darle bordes crujientes a la aterciopelada manta que reposa en el bol de cerámica.
Gorriti 5881, Palermo Viejo / T. 4770-9234
Un nombre de dos sílabas. Un local despojado de artificios. Una carta sencilla. Toneladas de amabilidad y estampa hogareña. Nada en Meme tiene demasiadas vueltas y esa es justamente su fortaleza, con miras concretas que sirven como herramienta para afilar propuestas y platos. Y la sopa Rosemarie (85 pesos) cae en ese esquema con una combinación de sabores familiares empujados a dar lo mejor de sí. Papas y romero son las dos caras de la hermosa amistad que le da vida al corazón de este plato, que tiene como génesis un caldo casero de pollo al que se le agrega un puré de cebollas rehogadas y papa. Un poco de aceite de oliva aparece para emulsionar y darle grosor a la mezcla, que se condimenta con granos de pimienta negra y se perfuma con el romero. Nada se desperdicia en la cocina de Meme y, así, las cáscaras de las papas van al horno y salen en forma de chips que acompañan el plato para darle bordes crujientes a la aterciopelada manta que reposa en el bol de cerámica.
Gorriti 5881, Palermo Viejo / T. 4770-9234
Crema de choclo en CAMPING
Todo connoisseur del invierno sabe que su auténtica gloria vive en los días donde la caricia fría del aire se endulza con un cielo despejado a puro sol. Y Camping le ofrece escenografía a esa postal apuntando a un ideal casi fílmico: mesas comunitarias de madera, mantas y comfort food amigable llevan la imaginación hacia aquellas colonias de vacaciones setentosas del celuloide hollywoodense. Sumándole la pincelada gastronómica a este cuadro bucólico, llega a 60 pesos la sopa crema de choclo, nacida como desprendimiento otoño-invierno de las mazorcas que son todo un éxito entre los habitués del establecimiento que ocupa -a cielo abierto- la terraza de Buenos Aires Design. Franca Ruderman, chef de Camping, le da guarnición y amplitud al dulzor del choclo con ajo y cebolla, profundizando texturas con manteca y papa, y procesando la arrulladora mixtura para posarla en una taza enlosada que toma el papel perfecto de pequeña estufa para manos.
Av. Pueyrredón 2501, Recoleta
Todo connoisseur del invierno sabe que su auténtica gloria vive en los días donde la caricia fría del aire se endulza con un cielo despejado a puro sol. Y Camping le ofrece escenografía a esa postal apuntando a un ideal casi fílmico: mesas comunitarias de madera, mantas y comfort food amigable llevan la imaginación hacia aquellas colonias de vacaciones setentosas del celuloide hollywoodense. Sumándole la pincelada gastronómica a este cuadro bucólico, llega a 60 pesos la sopa crema de choclo, nacida como desprendimiento otoño-invierno de las mazorcas que son todo un éxito entre los habitués del establecimiento que ocupa -a cielo abierto- la terraza de Buenos Aires Design. Franca Ruderman, chef de Camping, le da guarnición y amplitud al dulzor del choclo con ajo y cebolla, profundizando texturas con manteca y papa, y procesando la arrulladora mixtura para posarla en una taza enlosada que toma el papel perfecto de pequeña estufa para manos.
Av. Pueyrredón 2501, Recoleta
Mandu kimchi guk en UNA CANCIÓN COREANA
La página oficial de Facebook del restaurante coreano más merecidamente prestigioso de Buenos Aires funciona como un álbum de recortes donde la familia que motoriza el establecimiento -capitaneada por la matriarca y cocinera Joo Seung Ja- pasa revista mediante fotografías a los comensales que se inclinan ante el canto de sirena de los elogiados platos. Esto es apenas una muestra del enorme gusto con el que el personal de Una Canción Coreana hace suyas las artes del anfitrionazgo, conectadas por venas directas a la abrumadora tibieza familiar de cada una de sus obras culinarias. Y, en especial, a esa especie de droga de iniciación a la gastronomía coreana que es el mandu: empanaditas circulares de kimchi -col china fermentada, de marcado pero amigable picor-, que en Una Canción Coreana consiguen su mejor versión invernal en el mandu kimchi guk (190 pesos), contenidas en caldo de carne vacuna y robustecidas con un acompañamiento de fideos, sésamo y alga nori. Como plato solitario servirá para cubrir un campo más que amplio de sensaciones -todo en él es musculoso, repleto de vigor- pero tampoco viene mal como base de reposo desde la cual partir a alguna de las opciones más aventureras de la carta.
Av. Carabobo 1549, Flores / T. 4631-8852
La página oficial de Facebook del restaurante coreano más merecidamente prestigioso de Buenos Aires funciona como un álbum de recortes donde la familia que motoriza el establecimiento -capitaneada por la matriarca y cocinera Joo Seung Ja- pasa revista mediante fotografías a los comensales que se inclinan ante el canto de sirena de los elogiados platos. Esto es apenas una muestra del enorme gusto con el que el personal de Una Canción Coreana hace suyas las artes del anfitrionazgo, conectadas por venas directas a la abrumadora tibieza familiar de cada una de sus obras culinarias. Y, en especial, a esa especie de droga de iniciación a la gastronomía coreana que es el mandu: empanaditas circulares de kimchi -col china fermentada, de marcado pero amigable picor-, que en Una Canción Coreana consiguen su mejor versión invernal en el mandu kimchi guk (190 pesos), contenidas en caldo de carne vacuna y robustecidas con un acompañamiento de fideos, sésamo y alga nori. Como plato solitario servirá para cubrir un campo más que amplio de sensaciones -todo en él es musculoso, repleto de vigor- pero tampoco viene mal como base de reposo desde la cual partir a alguna de las opciones más aventureras de la carta.
Av. Carabobo 1549, Flores / T. 4631-8852
Soupe á l’oignon en A NOS AMOURSCon una memorable actuación de la hermosa Sandrine Bonnaire, A Nos Amours sigue las aventuras eróticas de una adolescente en escape de un ambiente familiar áspero. Y el restaurante con el que el fotógrafo devenido en gastronómico Constant Anee homenajeó al filme calza en ese espíritu, constituyéndose en un perfecto compás de abstracción de los empujones cotidianos a base de placeres sensoriales. En ese sentido, pocos platos le lanzan tantas flechas a los sentidos como la soupe á l’oignon, que en A Nos Amours sale 110 pesos y aparece en una versión respetuosa que sólo se desvía para hacer ciertos contactos con las materias primas autóctonas. Las cebollas se caramelizan en manteca al fondo de una olla bien caliente, con harina, y un toque discreto y aromático de vino blanco. Caldo de verduras mediante, la sedosa mezcla pasa al bol donde será servida para recibir su corona de croute de pan casero y un gratín final de queso gouda orgánico. Vale seguir el consejo de la sabiduría popular francesa y volcar en la sopa una pequeña dosis de la copa de vino tinto acompañante antes de bendecirla a pura cuchara.
Gorriti 4500, Palermo Viejo / T. 4897-2072
Gorriti 4500, Palermo Viejo / T. 4897-2072
Sinigang na isda en SUNAE ASIAN CANTINALa garra y la elegancia arman riñas estilìsticas constantes en el mundo del fútbol. Sin embargo, de vez en cuando, algún equipo logra unir ambas costas en un mismo viaje perfecto y lo mismo logra Christina Sunae en su cantina palermitana. Es que los expansivos sabores populares de la cocina del sudeste asiático se bañan en una inevitable fineza de la mano de la chef. Muestra cabal es el sinigang na isda (235 pesos), un caldo perfumado de pescado que abraza y contiene un filete de besugo o corvina -de acuerdo a la oferta fresca del día- de piel crujiente, enriquecido con lechuga criolla, tomates cherry y rodajas de nabo. Plato imposible de gambetear en la cocina de Filipinas, en manos de Sunae -quien pasó parte de su infancia en ese país- toma perfumes de sofisticación con ideas como la de sellar el jengibre que condimenta el plato, técnica que le quita poder invasivo al sabor y resalta su costado dulce. La cocina asiática es rica en potajes y, así, la oferta de la cantina no se agota aquí: hay también pho vietnamita con fideos, cerdo y brotes de soja, y (fuera de carta, hay que pedirlo especialmente) el sorprendente xiao long bao, un dumpling tamaño extragrande relleno con sopa de cerdo y leche de coco que se bebe con sorbete.
Link a la nota: http://www.planetajoy.com/?7_sopas_ideales_para_recibir_al_invierno&page=ampliada&id=8780
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