El rock y las pastas se adueñan del Bajo Belgrano
Bruni, el restaurante de Fabián “Zorrito” von Quintiero, ofrece los platos más clásicos de la gastronomía italiana en medio de un ambiente cool. El músico vuelve a establecer un sello culinario en un barrio porteño, tal como lo hizo en Las Cañitas con Soul Café
Está ubicado en pleno Bajo Belgrano, en la esquina de Sucre y Castañeda. Presenta una ambientación elegante y sofisticada. Tiene un amplio salón en el cual se puede encontrar un menú variado. Sus especialidades son las pastas, el risotto clásico de la casa y las albóndigas con polenta. Hasta posee en el primer piso una barra de sushi con un especialista, que trabaja a la vista de los clientes y también ofrece una barra de tragos. El Bruni es un restaurante con cientos de cualidades, pero en la escena pública pareció reducirse hasta el momento en un solo nombre, el de su dueño Fabián "Zorrito" von Quintiero.
El músico y amante de la cocina está consolidado desde hace dos décadas como el adalid de la fusión entre el rock y la gastronomía en la Argentina. Desde su ciclo Gustock, en la MTV de 1996, cuando invitaba a músicos a un estudio para preparar platos, o el boom del desaparecido restaurante Soul Café, con el que se instaló el boom de Las Cañitas, hasta el presente actual, que conduce junto a Fernando Gruppo uno de los establecimientos más "cool" del barrio.
Desde pequeño su vida giraba alrededor de la comida, ya que su padre había abierto su primer restaurante en una cantina de Villa Urquiza. Sus orígenes italianos de la rama paterna y los criollos, de la materna, lo ayudaron a fusionar lo que hoy es Bruni.
"Yo me crié cerca de la cocina del restaurante. Que es distinto que la cocina de las casas. Es otra mano, otra terminación. Es distinto", relató el "Zorrito".
"Me empezó a gustar de chico la idea de estar en la cocina de un restaurante, opinar y no ser cocinero", agregó.
Glamour y delicias, todo en un lugar
Las entradas como prosciutto, sopresatta, aceitunas, mozzarella con pimienta y aceite de oliva nunca faltan en Bruni. Se las puede acompañar de un pan casero con semillas y los famosos grisines. Luego, a la hora del plato principal, la idea es poder apostar a recursos clásicos pero con el toque de una cocción perfecta, cuidada y una presentación emblemática.
"Un plato típico de Bruni son las milanesas napolitanas con papas fritas. Al igual que el pomodoro, otro clásico, que acompaña a la polenta, las pastas y las milanesas".
Los chefs de Bruni producen las propias pastas caseras. En el segundo piso hay un salón especial donde se amasan tallarines, fideos, ravioles y ñoquis en un ambiente de buena música y con una vista imponente de la Ciudad de Buenos Aires.
Para Von Quintiero, el lema de Bruni es "comer rico hace bien". El músico siempre se mostró ávido de revolucionar zonas porteñas con una gastronomía buena, creativa y con estilo. En 1995, Soul Café le brindó un espíritu culinario a Las Cañitas, que luego se consolidó como centro neurálgico de bares y punto de encuentro para los jóvenes.
"Las Cañitas ya no es un lugar asociado sólo al buen comer. Está bien para salir y tomar algo con amigos, pero las grandes marcas se fueron y buscaron otras zonas", dijo Von Qiuntiero. Ese mismo espíritu fue el que lo condujo a abrir Bruni.
Hoy en día, ya se puede hablar de una nueva ola gastronómica en el Bajo Belgrano. Sitio de cabecera, en Bruni siempre hay mucho movimiento, la gente no deja de llegar, como si la actividad siempre hubiera estado allí. Como si el rock que se percibe en los platos no pudiera dejar a nadie quieto.
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