Coronavirus en la Argentina | El drama de los gastronómicos en primera persona: "Nos agarró una guerra sin balas"
Los trabajadores de un famoso restaurante porteño contaron a TN.com.ar cómo atraviesan la crisis desatada por la pandemia.
Las épocas doradas quedaron atrás. La aparición del coronavirus golpeó a cientos de rubros, entre ellos, al de los gastronómicos, que en estos días piensan cómo reinventarse para superar la crisis. Pero nada parece alcanzar. "Nos cayó una guerra sin balas", expresó José Manuel Álvarez Álvarez, dueño de un famoso restaurante porteño.
Quienes alguna vez caminaron por las calles que rodean al Congreso de la Nación lo conocen. En la intersección de las calles Combate de los Pozos e Hipólito Yrigoyen está "La Gran Taberna", un restaurante que trabaja desde 1976.
"A la noche laburaba a full. Hubo épocas buenas, regulares y malas, pero los últimos años fueron catastróficos. Pasamos de hacer 200 cubiertos por día a 70", explicó Álvarez Álvarez.
Con la llegada del coronavirus la crisis se profundizó. "Nos cayó esta guerra sin balas. Estamos con delivery y también algunos vienen a buscar pedido, pero no sacamos ni para los gastos", dijo el hombre.
"Yo no pienso en mí sino en los 20 que están conmigo. No sé hasta cuándo tirar... el día que no podamos más nos vamos todos juntos. Yo no soy millonario, invertí todo acá", contó entre lágrimas.
Ulises Ciccone, encargado del lugar, aseguró a TN.com.ar que reciben entre 15 y 20 pedidos por día: las ventas no se acercan a lo que trabajaban antes de la cuarentena. "Con los números estamos ajustados. Apenas alcanzamos para cubrir los gastos. Por suerte teníamos bastante mercadería en stock", relató.
"Esto es ver como a un monstruo dormido. La taberna era un lugar increíble, siempre lleno de vida, de gente, de mozos corriendo de un lado para el otro...", contó Ciccone. "Nunca hicimos delivery, esto es muy nuevo para nosotros", agregó el hombre, que pasó de atender el salón a distribuir los pedidos en bicicleta.
Para los trabajadores de "La Gran Taberna" solo hay una opción posible que mantiene despiertas sus esperanzas: que pronto les permitan abrir el salón para atender ahí a la gente con los protocolos sanitarios correspondientes.
El dueño del famoso bodegón tiene miedo de que en dos meses tengan que bajar las persianas definitivamente. Sin embargo, se mantiene firme: "Yo luché para seguir acá y voy a morir acá".
Los trabajadores de un famoso restaurante porteño contaron a TN.com.ar cómo atraviesan la crisis desatada por la pandemia.
Las épocas doradas quedaron atrás. La aparición del coronavirus golpeó a cientos de rubros, entre ellos, al de los gastronómicos, que en estos días piensan cómo reinventarse para superar la crisis. Pero nada parece alcanzar. "Nos cayó una guerra sin balas", expresó José Manuel Álvarez Álvarez, dueño de un famoso restaurante porteño.
Quienes alguna vez caminaron por las calles que rodean al Congreso de la Nación lo conocen. En la intersección de las calles Combate de los Pozos e Hipólito Yrigoyen está "La Gran Taberna", un restaurante que trabaja desde 1976.
"A la noche laburaba a full. Hubo épocas buenas, regulares y malas, pero los últimos años fueron catastróficos. Pasamos de hacer 200 cubiertos por día a 70", explicó Álvarez Álvarez.
Con la llegada del coronavirus la crisis se profundizó. "Nos cayó esta guerra sin balas. Estamos con delivery y también algunos vienen a buscar pedido, pero no sacamos ni para los gastos", dijo el hombre.
"Yo no pienso en mí sino en los 20 que están conmigo. No sé hasta cuándo tirar... el día que no podamos más nos vamos todos juntos. Yo no soy millonario, invertí todo acá", contó entre lágrimas.
Ulises Ciccone, encargado del lugar, aseguró a TN.com.ar que reciben entre 15 y 20 pedidos por día: las ventas no se acercan a lo que trabajaban antes de la cuarentena. "Con los números estamos ajustados. Apenas alcanzamos para cubrir los gastos. Por suerte teníamos bastante mercadería en stock", relató.
"Esto es ver como a un monstruo dormido. La taberna era un lugar increíble, siempre lleno de vida, de gente, de mozos corriendo de un lado para el otro...", contó Ciccone. "Nunca hicimos delivery, esto es muy nuevo para nosotros", agregó el hombre, que pasó de atender el salón a distribuir los pedidos en bicicleta.
Para los trabajadores de "La Gran Taberna" solo hay una opción posible que mantiene despiertas sus esperanzas: que pronto les permitan abrir el salón para atender ahí a la gente con los protocolos sanitarios correspondientes.
El dueño del famoso bodegón tiene miedo de que en dos meses tengan que bajar las persianas definitivamente. Sin embargo, se mantiene firme: "Yo luché para seguir acá y voy a morir acá".
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