lunes, 23 de diciembre de 2019

Clarín - Sociedad - El hijo miraba al padre hacer asados y ahora se recibieron juntos de cocineros profesionales

El hijo miraba al padre hacer asados y ahora se recibieron juntos de cocineros profesionales

Ariel de 43 años trabaja en una empresa alimenticia. Lautaro, de 22, desde chico lo veía cocinar. Estudiaron a la par y ya sueñan con tener su propio establecimiento familiar de gastronomía.


Hay muchas profesiones que pasan de padre a hijo y muchos emprendimientos en los que se involucra a la familia. Sin embargo no son tantos los casos en que ambos estudien la misma carrera y se reciban juntos. Por eso, Ariel y Lautaro Arcos, padre e hijo, no podían disimular el orgullo y la emoción tras los nervios de la ceremonia de entrega de diplomas que los acreditó como Cocineros profesionales del Instituto de Superior de Enseñanza Hotelero Gastronómica (ISEHG).
A la salida del auditorio de la sede del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en Parque Patricios, y rodeados de sus flamantes colegas y compañeros, se felicitaban mutuamente mientras agradecían a sus profesores -tras dos años de alta capacitación- en los fogones del instituto modelo que funciona en la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC).
El rector del ISEHG Fabián Pereira, junto a Ariel, Lautaro y el profesor Cristian Caffa.
El rector del ISEHG Fabián Pereira, junto a Ariel, Lautaro y el profesor Cristian Caffa.
Ariel, de 43 años, vive en Canning, provincia de Buenos Aires, y trabaja en una empresa alimenticia extranjera que funciona en San Isidro. "Cuándo me llegó la propuesta desde la empresa de capacitarme no lo dudé, a pesar de las distancias y el esfuerzo e inversión en viajes, me animé a cursar lo que es la pasión de toda la vida: cocinar". Y agrega: "Saber cocinar es importante, siempre me gustó y la practico diariamente en casa, pasando mis tradiciones de padre a hijo".
Lautaro, de 22 años recién cumplidos, observó desde chico a su padre hacer los asados y otros platos. "Mi viejo me apoyó en esto, yo vivo en Lanús ahora - explica- y a pesar que se hace difícil combinar las distancias con el trabajo y el estudio me fijé como objetivo recibirme". Y reflexiona: "Al fin de cuenta, lo que cuesta tiene el doble de mérito a la hora de saber más de una profesión tan exigente como esta".
"Quise venir a capacitarme en serio al instituto que apoyan los empresarios de la gastronomía -conozco por mi trabajo a algunos de los socios de la AHRCC- agrega Ariel, el padre-. Eso ayudó a que me decidiera por el ISEHG, además de por sus modernas instalaciones".
Lautaro se suma a la charla y explica: "Combiné en paralelo al estudio mis primeras experiencias en gastronomía. Empecé desde abajo en una cafetería importante del centro porteño -desde bachero hasta llegar a cafetería y producción de calientes- y tras ese trabajo me convocaron para la fábrica de producción de un local de comida árabe".
"Pero mi mayor sueño es seguir conectado al ISEHG; este verano colaboraré en las clases de cocina que el instituto dicta en las Estaciones Saludables de las plazas públicas de la Ciudad. Y para el año que viene, quién sabe, pueda cumplir el sueño de participar de los eventos internacionales de cocina promovidos desde el mismo instituto".

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