¿Renace el Bar Plaza Dorrego? Hay guardias de mozos por las noches y salón lleno de día
Desde hace cuatro días, el bar histórico de Defensa y Humberto 1° volvió a funcionar. Pero las deudas acumuladas siguen sin solución. Los mozos se turnan en parejas de a dos para pasar allí las noches y evitar el cierre.
El teléfono suena y suena, por más de ocho veces, hasta que atienden: "Bar Plaza Dorrego", dicen. De fondo se escucha ruidos de platos y conversaciones difusas. Son las 14 del domingo y el salón del bar histórico lleva cuatro días abierto, después de un cierre abrupto y una situación de crisis y deudas que todavía se mantienen.
"Por suerte, estamos llenos desde las 11. Hay mucho trabajo y la gente nos está acompañando", dice Adrián, que atendió desde atrás de la barra, con el ruido de fondo del salón colándose en la conversación telefónica. Desde el jueves, los empleados -siete hombres y una mujer- intentan abrir pese a todo.
Con el comienzo de octubre, la situación decantó en crisis. Rubén Yufera, administrador del espacio, bajó las persianas del histórico bar de Defensa y Humberto 1° y admitió frente a todos sus deudas. Deudas con el grupo de trabajadores, quienes no cobraron agosto ni septiembre y tienen sus aportes jubilatorios y obra social impagos. Deudas con el verdulero, el panadero y hasta el diariero de la cuadra. Deudas de alquiler con el dueño del inmueble.
Uno de los mozos que atiende el bar de día y duerme allí de noche. Este domingo tuvo mucho trabajo: Foto: Enrique García Medina
El panorama es complicado y los empleados siguen en el limbo. Rubén Yufera, no pagó ni paga salarios ni aportes pero tampoco despide a sus trabajadores, según ellos cuentan. Por eso, siguen yendo a cumplir con su jornada laboral y las noches las pasan durmiendo entre las mesas, en turnos de dos personas por madrugada.
"Vamos a seguir así hasta que nos den una solución. Queremos cuidar nuestro trabajo. De ahí que decidimos juntar entre todos plata, comprar mercadería y abrir al público", describe Adrián.
Para el domingo pensaron un menú de milanesa con puré y gaseosa o agua mineral. Es la opción más económica de almuerzo y la más pedida. "Todos se acercan y nos dan su apoyo. Nosotros lo notamos: algunos compran un café o una medialuna, lo que pueden, aunque sea una pavadita, pero lo hacen para ayudarnos".
La mayoría trabajaba en el bar desde hace diez, veinte o hasta treinta años. Conocen a sus clientes por el nombre y por sus gustos. Y esa relación se nota al recorrer las mesas.
Ubicado desde hace 140 años en la esquina de Defensa y Humberto 1°, frente a la Plaza Dorrego -de ahí su nombre-, es un emblema de San Telmo y de la Ciudad de Buenos Aires. A sus mesas, en la década del 70, se sentaron Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato, en un reencuentro después de décadas de distancia.
La foto de ese momento es icónica. Borges con su bastón, apenas encorvado. Sábato inclinado hacia adelante, con una mano agarrando la mesa y mirando fijo a Borges a través de sus lentes gruesos. Abajo, el piso damero: característico del bar y donde se tiraban las cáscaras de maní, que luego mozos pasaban a barrer con escobillones enormes. Era tradición. Como también lo era, y si todo mejora, lo seguirá siendo, escribir con alguna llave o objeto punzante el nombre propio en la madera de algún rincón.
Por todo lo que el espacio significa, en 2004, fue declarado bar notable y en 2011 la Legislatura porteña lo proclamó símbolo identitario de San Telmo y sitio de interés cultural. Amparándose en esos antecedentes los trabajadores pidieron la intervención del Ministerio de Cultura porteño. Además, ya iniciaron los trámites para conformar una cooperativa que pueda llevar adelante el bar, pagándole el alquiler al propietario.
“Para hacer la solicitud de intervención, nos apoyamos en la Constitución de la Ciudad y sobre todo en la ley 5.213 de promoción de cafés notables. Pero aún no obtuvimos una respuesta formal del ministerio”, explicó la semana pasada Luis Palmeiro, abogado de los trabajadores a Clarín. Entonces se refería al artículo 10 de esa ley, que establece que la autoridad de aplicación u otra área del Gobierno porteño puede buscar los mecanismos para revertir las circunstancias que amenacen la continuidad de un café notable.
Mientras tanto, la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos ya inició los trámites para declarar al bar Bien de Interés Histórico Nacional y, así, protegerlo.
"Disculpame, te tengo que dejar porque el local está lleno", se despide Adrián y vuelve al lío de las comandas. Adentro, el bar sigue con vida.
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