Alemania gastronómica: un recorrido por sus platos más emblemáticos y deliciosos
Más allá de las salchichas, las papas y el chucrut, este país cuenta con una amplia oferta culinaria. Los manjares imperdibles en un viaje para vivir con todos los sentidos
Por Silvina Reusmann
Cuando empezamos a pensar en nuestras próximas vacaciones, Alemania no suele ser uno de los destinos que aparece fácilmente. Cuesta imaginar este país más allá de Berlín, la ciudad que mejor rankea entre los latinoamericanos. Sin embargo, en los últimos años el turismo creció muchísimo en Alemania quedando segundo entre los países más visitados de Europa, por detrás de España y antes que Francia.
Alemania es un país económico en tiempos de crisis, ya que hay mucha oferta de alojamiento, un sistema de transporte público que llega a todos lados sin necesidad de gastar una fortuna y se puede comer por menos de 10 euros (sin contar el supermercado que aún es más accesible).
Muchos se preguntan si en Alemania se come bien, si hay algo más allá de las salchichas, las papas y el chucrut, y la respuesta es que sí, se come muy bien.
Más allá de los platos tradicionales y más representativos de su cocina, la ola migratoria de las últimas décadas -en especial la de Medio Oriente-, enriqueció mucho su recetario original.
Uno de los platos más populares es la bratwurst, la famosa salchicha de cerdo que se come tanto en los restaurantes como en la calle, la versión alemana de nuestro choripán. En muchos lugares se sirve con una salsa de kétchup y curry o con cebolla y mostaza, hay distintas opciones según la región pero todas son deliciosas. En el Kleinmarkethalle, uno de los mercados más importantes de Frankfurt, hay un pequeño local llamado Schreiber que hace las mejores wurst del país. Pueden ser las 4 de la tarde de un martes muy tranquilo pero el mostrador de Ilse Schreiber siempre va a tener una cola de gente esperando probar sus especialidades.
Otros platos, con nombres muy simpáticos, que pueden encontrarse en las cartas de los restaurantes tradicionales son el Himmel und Ääl (cielo y tierra en dialecto de la ciudad de Colonia) que es un plato que lleva puré de papa y compota de manzana con morcilla, o el Handkäse mit Musik (que hace alusión a una variedad especial de queso que se dice que viene con música), típico del sur de la región de Hesse, y viene con una vinagreta de cebollas picadas y semillas de alcaravea, un tipo de comino.
La salsa verde también está presente en muchas preparaciones pero es imprescindible probar las schnitzel, las clásicas milanesas de cerdo. Uno de los acompañamientos más comunes es el spätze, una suerte de versión alemana de la pasta con forma de pequeños ñoquis que suelen acompañar las milanesas o los guisos, por ejemplo, que también suele servirse con Hering (arenque).
Otro plato típico es el Rouladen, un arrollado de carne que lleva mucho tiempo de preparación pero es absolutamente delicioso.
En las grandes ciudades es común ver locales de comida rápida, que venden por muy pocos euros algún sándwich de carne halal. La inmigración musulmana en Alemania trajo entre otras preparaciones este tipo de carne que, como la kosher, pertenece a animales que fueron faenados de una manera especial siguiendo determinados requerimientos religiosos. Es común ver cerca de la estación principal de trenes de Frankfurt una gran cantidad de negocios que vende este tipo de carne.
Entre los dulces, hay varios mundialmente famosos. Uno de ellos es el strudel de manzanaque, aunque no hay una versión oficial sobre su lugar de origen, nació en Europa central y se exportó al mundo. Este arrollado de manzanas asadas y masa filo ya podría considerarse patrimonio de la humanidad.
Lo mismo el Stollen, típico de navidad, un pan dulce alargado y lleno con frutos secos. En la misma época, en la ciudad de Aachen, se multiplica la producción de las Printen, unas galletitas que nacieron con los peregrinos que viajaban de pueblo en pueblo y era uno de los pocos alimentos que podían llevar sin que se echara a perder.
Pero para muchos, la estrella dulce alemana es el Mazapán, los bombones de pasta de almendras. El mazapán de la ciudad de Lübeck es tan famoso y respetado que forma parte de la lista de alimentos protegidos con indicación geográfica. En Wiesbaden, la capital de Hesse está Maldaner, una tradicional confitería fundada en 1859 para muchos sirve la mejor Sachertorte de Alemania (aunque originalmente esta torta sea de Austria). Y en la misma ciudad, a pocas cuadras, está Kunder, una chocolatería familiar que hoy atiende Jürgen Brand y desde 1898 vende uno de los pralinés más aplaudidos de la región además de todo tipo de bombones.
En Rüdesheim, un pueblo que parece sacado de un libro de los hermanos Grimm, servir elcafé es toda una ceremonia. Viene en una taza especial donde se colocan primero un par de terrones de azúcar con un tipo especial de Brandy que se flambea hasta evaporar el alcohol. Luego se añade el café, la crema batida y el chocolate rallado. Una bomba de dulzor.
Las bebidas son un capítulo aparte en Alemania. Si bien la cerveza es la bebida más popular, también es famoso su Riesling, su cepa blanca más emblemática; el sekt, el espumante alemán y la sidra.
En Colonia, considerada la más latina de todas las ciudades del país, la gente habla, grita y se ríe en voz alta, los autos tocan bocina y hay que mirar para ambos lados antes de cruzar. Al ser una ciudad universitaria y por ende con mucha población joven, tiene una gran vida nocturna y lugares muy modernos para ir a comer y tomar algo.
La ciudad está plagada de cervecerías que venden solo kölsch, única cerveza con denominación de origen. No solo eso, cada cervecería vende solo la kölsch que ellos hacen, las marcas no se mezclan así que es habitual salir de bares para poder tomar diferentes. Una vez sentados, los mozos traerán un vaso de alrededor de 100 ml que será llenado cada vez que lo vean vacío. Es necesario que el comensal lo tape con el apoyavasos para que el continuado refill termine (es importante recordar este código si no quieren retirarse borrachos después de haber pagado una abultada cuenta).
El Kloster Eberbach en Eltville es un antiguo monasterio donde se filmaron algunas de las escenas de la película El Nombre de la Rosa. Ubicado en un valle, lejos de la ruta y rodeado de viñedos, allí todavía están las antiguas prensas utilizadas para hacer vino, uno de los más famosos de la región por su excelente nivel. Y también siguen produciendo sus propias etiquetas que son muy populares.
Muy cerca de allí, en Biebrich, nació Henkell, la mayor productora de espumante del mundo desde su asociación con Freixenet. Henkell produce sekt, prosecco, crémant y champagne y está ubicado en una fastuosa mansión que recuerda los salones donde reyes y reinas discutían sus próximas invasiones.
Ya sea en la calle o en un fastuoso salón, en un pequeño pueblo rodeado de flores o en una ciudad moderna y cosmopolita, comer en Alemania es una fantástica aventura. Y ese, entre muchos otros, es un gran motivo para visitarla.
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