Kinky, el glam de los buenos cócteles
Una barra de 14 metros, coctelería impecable y una ambientación con reminiscencias del glam rock son los pilares de este bar que ya se perfila como de culto.
Kinky abrió sus puertas hace pocos meses, pero ya se perfila como un lugar de culto. Es que el bar de Luis Redondo -conocido en el ambiente por haber trabajado en 878 y Los Galgos- es un solo para entendidos de la coctelería y de la música.
Aquellos que amen el glam rock -ese género musical y apuesta estética que encontró en Bowie su máximo exponente- no necesitan leer más, Kinky será su barra preferida, al menos en Buenos Aires. Cócteles que llevan los nombres de canciones icónicas (“Rebel, rebel”, “one way or another”, etc.), cartas forradas en animal print, luces violetas y garnish con mucho glitter les guiñarán el ojo.
Pero, sobre todo, Kinky es de culto para los amantes del buen beber. Es que más allá de la música y la ambientación, el rey del local, como en todo bar que se precie, es el cóctel. La propuesta es de coctelería clásica con una vuelta de tuerca. Dos aspectos a destacar: los destilados que usan son de renombradas marcas -aquí no hay alcohol barato para bajar costos- y los garnish elegidos son 100% instagrameables (con permiso de la Real Academia Española).
Todos preparados por el mismísimo Redondo y su compañera de barra, la barmaid Manuela Ortega Diker. Sin mesas ni sillas, la única posibilidad de beber sentado es la barra, por eso se valora que detrás de ella estén dos profesionales de su calaña, que saben lo que hacen y son buenos anfitriones.
Los usuarios de redes sociales habrán visto esos ositos yummy que hacen equilibrio en un palillo de madera para no sumergirse de prepo en Rebel Rebel (bourbon Wild Turkey, Cinzano extra dry y Drambuie, $200). Otro de los más pedidos es el Spiders from Mars (Campari, Aperol, limón, triple sec Carajo, almibar de jengibre y ciboulette, $180), coronado con un glitter violeta que hace matchy matchy con las columnas rosas del local.
También vale la pena probar “Personality Crisis”, el único cóctel, por ahora, que lleva la firma de Manuela. Una combinación de Campari, ron Flor de Caña oro, lima, naranja y miel de Sichuan (una alimonada pimienta china).
Esos cócteles de la casa se complementan con creaciones ajenas, a los que bautizaron “covers”. Se trata de combinados famosos de Seba García (Amore Milano), Pablo Piñata (Negrete) y Fede Cuco (Bagley Gimlet), entre otros.
También hay una nutrida oferta de gin, alguna que otra botella de mezcal y alrededor de 30 whiskys.
Al ser un bar de cócteles, la comida no es el fuerte. Solo hay unas riquísimas empanadas de matambre, papas fritas y algunos bocados de la cocina judía.
Los que quieren beber largo y tendido también encontrarán un segundo hogar entre sus paredes, ya que el horario de cierre es a las cinco de la mañana.
En definitiva, con Kinky, Redondo parece haber rendido tributo a una frase que su mujer -la sommelier Natalia Beneitez- popularizó en las redes: "Bebamos, nada más queda".
Dónde:
Vera 662, Villa Crespo.
Por María Paula Bandera
@paubande
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