Tesoros americanos: papa, tomate y cacao, en la mesa de los reyes
Más allá de la plata y el oro, por qué fueron (y son) objetos de deseo tal vez más valiosos que los metales preciosos. La profesora de historia Patricia Lasca hace un recorrido milenario.
El alimento, esa sustancia vital para todos los seres vivos, era difícil de conseguir para nuestros antepasados. Los hombres y mujeres del Paleolítico se agrupaban en bandas de número reducido, así marchaban juntos, según la temporada, a los lugares donde podían aprovechar al máximo los vegetales y animales que la naturaleza les ofrecía: frutos silvestres, hojas tiernas, nueces, raíces, cereales y huevos. Cuando estaban cerca del mar o ríos también comían pescados. Si estaban en la montaña, consumían leche y carne. Los hogares primitivos de estos nómades, cuando el clima era cálido, eran los árboles o salientes de piedra que servían como aleros. En época de frío, su refugio eran las grandes cavernas o viviendas que fabricaban con los elementos que tuvieran a mano, por ejemplo, tiendas de pieles con armazones de varas de madera y piedra.
Las mujeres, precursoras del gran cambio
En los inicios del Neolítico, alrededor del 10.000 a.C., algunos grupos de cazadores comenzaron a retener a los animales en terrenos cercados. Esta práctica, la domesticación de animales, les permitía asegurarse la provisión de carne y de leche fresca por más tiempo.
Simultáneamente, empezaban a darse los primeros pasos hacia la agricultura. Es muy probable que las mujeres -que se dedicaban a la recolección de semillas, hierbas, raíces y frutos- fueran las que observaran cómo germinaban las semillas caídas. Así comenzaron a experimentar con semillas y plantas. El resultado final de este proceso fue el desarrollo de la agricultura, clave en la alimentación de la humanidad y en la forma de vida. Gradualmente, algunas comunidades se unieron y formaron grupos colectivos: fue el origen de las primeras aldeas.
De América a Europa
Cuando se habla del "encuentro entre dos mundos" o del "descubrimiento" de América, siempre se hace referencia, entre otras cosas, al objeto del deseo de los europeos: el oro y la plata americanos. Poco se habla de otros grandes tesoros, tal vez más valiosos, originarios de este suelo, como la papa, la batata, el tomate, la quínoa, el cacao, el maíz, la palta, entre otros.
En la región de Los Andes Centrales se desarrolló entre los siglos XV y XVI el brillante imperio de los incas o quechuas, que se centró en Perú y se extendió por Bolivia, gran parte de Ecuador, noroeste de Argentina y norte de Chile. La base de su alimentación fue la papa.
Para obtener el máximo del rendimiento del suelo montañoso, construyeron andenes y terrazas de cultivo en las laderas de las montañas. Así, la Pachamama otorgó nutrientes a millones de habitantes americanos. Para asegurarse alimento en invierno los incas deshidrataban la papa, este polvo deshidratado se llamaba chuño. En su versión moderna viene a ser la base del actual "puré chef".
Durante la Segunda Guerra Mundial se usó como ración alimentaria para los soldados y, en la actualidad, es la solución rápida como acompañamiento a muchos de nuestros menús.
En la mesa de los reyes
Las primeras papas viajaron en barco desde la tierra del Machu Picchu a España, según se cree con Don Pedro Cieza de León, en el año 1537. Allí se empezó a conocer con el nombre de "patatas" porque "papa" ofendía a los pontífices. También por motivos religiosos, no se consumió hasta entrado el siglo XVII, porque como su nombre no figuraba en la Biblia, se consideraba un producto poco fiable.
Lo cierto es que la papa, ese tubérculo tan desvalorizado por esa época en la vieja Europa, salvó de las hambrunas a gran parte de su población. Por ejemplo, durante la Guerra de los Treinta Años, (1618-1648) cuando, debido a las malas cosechas de los cereales tradicionales, el cultivo de la papa fue un alimento imprescindible.
El rey de Prusia, Federico II el Grande, de la dinastía Hohenzollern, fue quien impuso el consumo de la papa de manera masiva en el siglo de la Ilustración. Una versión cuenta que cultivó papas en sus tierras, a las que puso una estricta vigilancia con el fin de que sus súbditos se preguntaran: "¿Qué tesoro cuida el rey con tanto esmero?" Entonces, cierto día hizo que los soldados custodios se alejaran para que los vecinos ansiosos fueran a descubrir el "secreto". De allí al consumo popular hay un camino muy corto que puede resumirse así: si el rey valora la papa en su corte; el pueblo también la quiere en su mesa.
Hoy por hoy, la costumbre de comer papas está tan arraigada en Alemania que es el complemento preferido en casi todos los platos de su cocina. Y, en el palacio de Sans Soucis, en Potsdam, donde vivió y murió Federico el Grande, sigue vigente la costumbre, a modo de reconocimiento, de dejar papas en su tumba.
Con la guerra de los Siete Años (1754-1763), la papa se conoció como alimento en Francia, ya que hasta el momento solo se usaba como adorno floral de la reina María Antonieta, en la frivolidad del palacio de Versalles.
Libre de gluten y súper alimento
Es una planta andina, originaria de los alrededores del lago Titicaca, ubicado en Bolivia y Perú. Según estudios arqueológicos, ya era utilizada entre el 3.000 y 2.000 a.C. Este "seudocereal" (porque no es una gramínea) era uno de los alimentos esenciales en las culturas precolombinas como los incas, mayas y aztecas. Su distribución geográfica abarcaba desde Colombia, hasta Tucumán en el actual territorio argentino.
La quínoa es conocida desde nuestros ancestros como el "grano de oro" o "grano madre"; fue calificada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) como el alimento ideal para el ser humano por su alto valor nutricional, ya que posee proteínas de alta calidad, aminoácidos, vitaminas, hierro, fósforo, calcio, magnesio y es libre de gluten.
Pomodoro
Este fruto rico en vitamina C es originario de los bajos Andes, y era cultivado en América, sobre todo, por los aztecas. Llegó a España en el siglo XVI, sin embargo, al igual que el resto de los productos americanos, no se popularizó hasta el siglo XVIII.
Ni bien llegó a Europa, a raíz de una descripción, se lo empezó a considerar afrodisíaco, por eso se lo conoce como "pomodoro" en italiano, "pomme d´amour" en francés y "love apple" en inglés.
Alimento de los dioses
Theobroma cacao es el nombre del árbol del cacao o cacaotero. Este precioso árbol de cuyas semillas se extraen el cacao y la manteca es originario de Mesoamérica, área que abarca el centro y sur de México y el norte de América central. Theobroma viene del griego y significa "alimento de los dioses".
La mayoría de las investigaciones dicen que la primera civilización en usar los frutos del cacaotero fueron los olmecas (los mismos que inventaron el juego de la pelota hace tres mil años). Según el antropólogo John Henderson, en el siglo VIII a. C. la gente comenzó a utilizar las semillas fermentadas para una bebida no alcohólica; es de suponer que fueron los primeros chocolates bebibles.
En el siglo XVI los exploradores españoles la llevaron a Europa. Sin embargo, el chocolate en su versión sólida se presenta recién a fines del siglo XIX. De esta manera, una vez más, América le regalaba al mundo uno de los placeres más populares.
Por Patricia Lasca, profesora de historia.
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