Inmigrante: cocina honesta, bien hecha y con amor
Lean Di Mare abrió este restaurant en octubre de 2016; el objetivo, volver a la cocina de sus abuelos, pero en clave rock. Lo visitamos y esta es nuestra review.
Inmigrante abrió sus puertas en una antigua casona de Palermo hace poco más de un año. El eje de la propuesta son los platos de “escencia inmigratoria”, es decir aquellos que los inmigrantes europeos trajeron a la Argentina cuando vinieron a hacerse la América.
Hasta ahí podría decirse que Inmigrante, entonces, ofrece cocina argentina, ya que esa mezcla de preparaciones extranjeras adaptadas a los productos y costumbres locales es el ADN de la gastronomía nacional. También, en esa misma línea, sería acertado asegurar que la propuesta se rige por la cocina de bodegón.
Sin embargo, Inmigrante ofrece algo más. A esa cocina genuina, formada por el repertorio de platos que marcaron a fuego la infancia, y que hoy algunos etiquetan como “comfort food”, se le suman técnicas modernas, una cuidada selección de ingredientes y presentaciones innovadoras. Sería algo así como comer los papardelles con tuco que hubiera hecho tu abuela si hubiese estudiado para chef.
El creador de este concepto es el chef Leandro Di Mare, quien tras 15 años en diferentes cocinas decidió abrir restaurant propio junto a su mujer, Daiana Carena.
La carta es bien versátil, hay opciones de copetines, raciones, entradas y, por supuesto, principales.
La Tortilla de la Bruja ($165) -bautizada así en honor a la receta que prepara la madre de Leandro- es un must, sale bien babé, con cebollas caramelizadas y chorizo colorado. Un manjar que hace de lo simple una oda a lo sabroso.
Por $85 se puede comer una delicia como los croquetones de acelga, con aliloli de mostaza y criolla. Un plato balanceado en el que los sabores se amalgaman como si tratara de un Tetris.
El revuelto gramajo ($245) se reinventa y sale con jamón marinado en chimichurri y cocido al kamado -un horno de barro oriundo de Japón que gracia a su calor envolvente concentra sabores-, lleva un huevo a baja temperatura, papas rejilla -en lugar de las clásicas pay-, salteado de arvejas y cebolla encurtida.
A la hora de los principales siguen los clásicos, como las milanesas de peceto ($315), salen a la napolitana con espaguetis caseros a la manteca y queso parmesano; o el rack de ojo de bife ($560) marinado y y cocido a la parrilla con puré de batata, crema toffee y salsa de oporto con hongos.
Guardarse lugar para el postre es obligación. El flan de veinte yemas ($130) es la estrella de la carta, tal es así que nunca salió de la carta. Y la aclaración vale, ya que la varían con regularidad para priorizar la estacionalidad de los productos.
También hay muy buenos helados artesanales que elaboran en el restaurant; las tres bochas cuestan $130 y hay variedad de sabores, desde el tradicional dulce de leche hasta el de yogurt, Ferrero Rocher o café con leche.
Los enófilos estarán alegres con la selección de vinos. En lugar de carta, se invita a los comensales a recorrer la pequeña vinoteca y elegir botella en mano. Las bodegas rotan, pero la mayoría son de tipo boutique, con grandes nombres como Matías Ricitelli y Alejandro Sejanovich.
Son platos clásicos sí, pero Inmigrante es una bocanada de aire fresco y renovado entres las opciones repetidas de Palermo.
Dónde:
Dirección: Cabrera 4667 Palermo
Teléfono 20832220
www.inmigrante.com.ar
info@inmigrante.com.ar
Por María Paula Bandera.
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