Puede que sean la opción más rápida y apetitosa para una comida, pero cuidado: ver cómo se producen puede causar dolor de estómago.



Existe un acuerdo tácito por el cual no se pregunta de qué están hechos ciertos alimentos con tal de seguir disfrutándolos sin culpa, preocupación o, en algunos casos extremos, sin asco. Así pasan al frente los chinchulines, las criadillas y, a nivel más industrial, las salchichas.

Y como las morcillas son de sangre coagulada y los chorizos están hechos de "todo lo que no es la carne del cerdo", las salchichas son una mezcla de sobrantes de cerdo, ternera y pollo hechas en una fábrica con aditivos a veces poco sanos.

La carne se pica, se le agrega almidón modificado (que estabiliza la preparación y le da más vida útil), agua, sal, mostaza y jarabe de maíz, que funciona como azúcar para darle un gusto dulzón. La pasta resultante es embutida en tubos de celulosa y en pocos segundos hay suficientes salchichas para darle vuelta a una cancha de fútbol.

El siguiente paso es rociarlas con un líquido que les da gusto ahumado y se les da un golpe de horno para cocinarlas. Sólo entonces se enfrían con agua, se les quita la funda y se empaquetan.
Un bocado sabroso<br>
Puede que el proceso se vea poco apetitoso, pero el resultado final sigue siendo un manjar callejero o de cancha, y una solución perfecta para comer cuando hay poco tiempo para cocinar.

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