La hora del comfort wine
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Joaquín Hidalgo
DOMINGO 18 DE SEPTIEMBRE DE 2016
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En el mundo crece la idea de la comfort food, ni más ni menos que una comida que nos dé gusto entrarle. Ni esferas de olivas, ni espumas de espárragos: olivas y espárragos, punto. Y de la mano de esta nueva-vieja tradición de sabores, el vino también parece experimentar con esa vuelta a los gustos de otro tiempo.
Hoy se habla mucho de vinos gastronómicos y vinos de sed -basta con haber asistido a la última Premium Tasting en Mendoza para ver el ascenso del descriptor piletero- para referirse a una de las condiciones más deseables y al mismo tiempo menos comentadas de los vinos: la simpleza del sabor y la maravilla de la desnudez que viste bien la comida.
Así es que tenemos por delante un horizonte conocido, en donde campean milanesas y canelones, donde las papas al romero y el pollo al horno con sabor a pollo al horno viven su reivindicación, y en donde esos comfort taste se vuelven objetos de culto y de añoranza presente, ahora pasteurizados al inglés.
Y en esa nueva planicie de sabor, ¿qué vinos beber?
Están los históricos, pensados para la comida diaria, donde la ausencia varietal es reina y las marcas clásicas son cortesanos: desde Cepa Tradicional ($ 130) al más aggiornado Don Valentín Lacrado (70) y otros clásicos como Marcus Merlot (2014, $ 77), la excepción varietal a la regla. Tres ejemplares que ofrecen, remozados en parte, la sensación de lo conocido y el gusto por lo que ya es.
Y están los modernos, que a fuerza de haber dado la vuelta al mundo del vino apuestan por ofrecer un sabor cordial y definido: Portillo Malbec (2015, $ 90) en la base, Saurus Pinot Noir (2014, $ 120) y el flamante Finca La Colonia Cabernet Sauvignon (2015, $ 113) en las gamas medias, los menos conocido pero igual cumplidores bonardas Durigutti Clásico (2014, $ 190) o Colonia Las Liebres (2015, $125). Ahí hay un drink team que, sin ser los únicos, representan cabalmente la idea de que un vino fue elaborado para beber en la mesa y para, de paso, quitar la sed y perfumar la experiencia con fruta y frescura. Puede resultar nostálgico, es verdad. ¿Pero qué otra cosa es sino la bien ponderada vuelta a la comida de la abuela?
Link a la nota: http://www.lanacion.com.ar/1938685-la-hora-del-comfort-wine
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