jueves, 12 de mayo de 2016

Clarín - Entre Mujeres - Debate: ¿Cocinar es un acto de amor?

Debate: ¿Cocinar es un acto de amor?

El mundo está dividido en dos bandos: quienes aman la cocina y quienes la odian. Ambos tienen sus causas emocionales, prácticas, fundamentadas. Todas son válidas. Vos, ¿de qué lado estás?
Cocinar con amor. Foto: iStock Photos.

Hay quienes evitan el mismísimo acto de cocinar porque les aburre, les da fiaca, les molesta limpiar los cacharros, les parece complejo, les da miedo elaborar hasta el más simple plato porque desconfían de su resultado, o por miles de razones más. Yo me ubico en la vereda de enfrente. En la de quienes disfrutan desde el momento mismo de la compra o de la cosecha pasando por la inevitable limpieza de lo que se cruza por el camino, hasta el fin, el sublime instante en que la comida se aprecia con todos los sentidos y aflora el sutil aroma de las especias, la paleta de colores en el plato, la particular textura de cada preparación, el intenso sabor de la frescura elaborada y el sonido del manjar en boca.


Porque el acto de cocinar involucra un proceso extenso, un acto de amor para nosotros mismos y para quienes alimentaremos. Desde el momento en que elegimos qué comprar o qué cosechar, porque nos atrae el aspecto o porque tenemos ganas de comer eso, hasta en diseñar cómo lo elaboraremos: lavarlo, cortarlo, condimentarlo, cocinarlo, emplatarlo, y consumirlo.


En la cocina intervienen muchas emociones. La misma transformación de los alimentos genera, en quien los tiene entre manos, un sinfín de sensaciones. Ni que hablar cuando de ingredientes bien frescos se trata. De esos que hace un rato estaban en la huerta o en la granja. Transmiten su energía. En algún momento, todo se toca: al lavarlo, al cortarlo, al amasarlo, al cocinarlo... Se toca con las manos o con utensilios, pero se toca. Y ahí se siente su amabilidad, su delicadeza, su nobleza. Se huele su perfume. Se disfruta su color. Se oye su sonido. Se degusta en su estado intermedio. El cocinero que ejercita sus sentidos, disfruta de cada emoción que se le presenta en ese momento. Y entonces se cuela el ingrediente más importante: el amor.

Esa es la diferencia entre un bando y otro. La misma receta aplicada a rajatabla puede salir manjar de los dioses o espectacular suela de zapato al plato. Muchas veces repito: tiene la onda del momento. En esos días en que todo es color de rosas, la comida nos sale como para banquete privilegiado. El cansancio, los problemas, el estrés juegan como golazo en contra, hacen del resultado de cocinar una experiencia para no repetir. Y quienes consumen lo sienten: se te quemó, se te pasó la pasta, el arroz está crudo, tiene demasiada sal, está insulso y tantas otras cosas más.


Falta amor. Falta pasión. Falta onda. Por la razón que fuera. Falta sentir la magia de lo que ofreceremos en la mesa. Falta transmitirle respeto hacia su esencia, ese respeto que hace que el cuchillo lo troce perfecto, el fuego lo dore increíble, la salsa maride armoniosa. Ese respeto que sólo se logra con los sentidos atentos y con la pasión en danza. Porque el amor es el ingrediente único y más importante de cualquier comida. Cocinar es un acto de amor. ¿Ya te cambiaste de bando?

Por Andrea Jatar, creadora de Viandas de la Olla.

Link a la nota: http://entremujeres.clarin.com/rincon-gourmet/Cocinar-acto-amor_0_1574842570.html

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