Ahora los vinos argentinos se inspiran en Borgoña y Loire
Justo cuando parecía que el varietalismo y la racionalidad productiva a la californiana ganaba la pulseada, nuevas botellas llegan a la góndola para homenajear la tradición francesa de Terroir y estilo local.
Un viejo enfoque se renueva en el vino argentino. Y si decimos viejo es porque se trata de una tradición centenaria, ahora reinventada y aggiornada con el color local: el terroir, los estilos regionales y la valorización de la finca forman un nuevo paradigma que las bodegas comienzan a abrazar en la alta gama. No es un invento de acá, sino un fenómeno que a gran escala marca la vuelta del péndulo de la historia: desde Burdeos a California y de vuelta a Francia, pero ahora a Borgoña y al Loire.
Hasta hace dos décadas, los vinos comenzaron a ser varietales. Se hablaba del nuevo Malbec Luigi Bosca, de la cantidad de meses de crianza que tenía Altavista Premium o de cómo una sangría mejoraba el paladar de Yacochuya. Bien visto, se hablaba de enología. Y los enólogos se transformaron en los voceros de una tendencia: su ciencia atravesada de palabras difíciles servía para prestigiar a las etiquetas en nombre del conocimiento y, al mismo tiempo, para que las bodegas tuvieran un expertise. Todos las aprendimos felices. Conceptualmente, era el modelo que impuso California, a falta de historia y terroir, con la Universidad de Davis al frente de la difusión de contenidos. Y funcionó.
Ahora la cosa es muy diferente, sin embargo.
En la alta gama, los vinos no llevan mención varietal aunque sean varietales. Ya no importa: a diferencia de lo que se pregonaba antes, hoy el enólogo no debe hacer nada o casi nada. Es más, mejor si lo único que hace es dejar que la naturaleza hable su lengua de piedras y arcillas. Y que el paisaje y el misterio fabuloso del terroir –algo que por más que se estudie, no se acaba nunca de comprender– sea la llave que abra las puertas de la percepción al vino. Para eso, hay que emprender un viejo camino. Uno que fue establecido por las principales regiones de Francia entre el siglo XVIII y el XIX.
Bodegas como Catena Zapata, Familia Zuccardi, MP Wines –porfolio de marcas de Salentein y Callia– o Doña Paula lanzan líneas de vino en este sentido. Y lo hacen en la muy alta gama, de forma que empiecen a prestigiar un nuevo viejo camino. Sería, como el título de esta nota anticipa, una suerte de revancha histórica de Francia. Por un lado, porque las bodegas se inspiran en el modelo de la Borgoña y Loire, donde el terruño determina la calidad del vino y para eso invierten miles de pesos en conocer los secretos de cada parcela de viñedos plantados en suelos vírgenes. Por otro, porque supone la confirmación de la forma francesa de acercarse al vino, en el que hay que conocer las regiones para saber qué elegir y qué beber. Una nueva lengua incluso se despliega para el bebedor de vinos, que ahora tiene que incorporar parcela y desclasificación de viñedos, tipos de suelos –calcáreo, arcilloso, gravas y caliches–, nombres de localidades como Paraje Altamira o Gualtallary y hasta descriptores para poder referirse a esta nueva movida. Todos contentos, sin embargo: el vino vuelve a reinventar su mundo y hay algo nuevo y fascinante para conocer. Para probarlo, en cambio, tenés que apuntar a alguno de estos vinos que listamos a continuación.
Canal Uco Paraje Altamira (2011, $1200). El viñedo está ubicado en lo que hoy se conoce como la IP Paraje Altamira, Valle de Uco. Es decir, una zona delimitada por la calidad y singularidad de la uva. Sobre esa finca, a su vez, la bodega realizó una selección de parcelas vinculadas por el tipo de suelo y elabora este Malbec de frescura elevada y boca musculosa, con un trazo balsámico muy atractivo. El planteo reivindica el vino de terroir y de finca, muy a la francesa.
Per Se Le Craie Red Blend (2012, $950). Los enólogos Edgardo del Popolo y David Bonomi elaboran un blend de finca, cuya selección de uvas proviene por un recorte de suelos calcáreos. El origen es Gualtallary, Tupungato, y el corte es Malbec-Cabernet Franc en plan bordolés. Resulta balsámico en la nariz, apretado de frescura y taninos polvorientos. Raro y sabroso.
Doña Paula Parcel El Alto (2010, $870). Plantada en 1969, la finca de El Alto, en Ugarteche, Mendoza, es una singularidad. Sobre un suelo profundo y arcilloso, el Malbec desarrolla aromas frutales y especiados, taninos musculosos y amplios, que generan una sensación de boca llena. Rico ejemplar, ofrece un perfil muy amable y se inscribe en esta tendencia terroirista por ser una selección de suelos. Malbec amable y cordial, de sabor profundo.
DV Vineyard Designated (2010, $635). Los años demostraron que los franceses habían dado en el clavo: para el Cabernet Sauvignon hace falta un suelo con algo de arcilla. Y con la larga experiencia que tiene Catena Zapata elaborando la variedad, la casa elige del viñedo La Pirámide, en Agrelo, un sector cuya expresión es demoledora en este vino: aromas frutales y levemente especiados, con paladar jugoso, de taninos muy finos y larga frescura en el fondo.
Lote Agrelo (2010, $820). La Borgoña ofrece muchos terroirs diminutos, delimitados por la orientación respecto del sol y el tipo de suelo en torno a los valles o las colinas. Eso es lo que rescata Bodega Norton con sus Lotes. Aquí la diferencia es la cercanía al río Mendoza, que delimita suelos cortos o profundos. Así, la bodega embotella los mejores Malbecs de terroir cada año. Y, de paso, el consumidor y la prensa luego dicen cuál es el más rico.
Altos Las Hormigas Appelation Altamira (2011, $515). Antonio Morescalchi, uno de los fundadores de esta bodega, cree que el camino natural del vino es ir hacia las parcelas. Eso lo dice desde Francia, donde en Cahors está buscando la expresión nativa del Malbec. En la Argentina, en cambio –junto con Alberto Anotonini– , apuesta por armar, algún día, un mapa de terroir tan complejo como la Borgoña que adoran. Y este Malbec sería el primer paso. Tinto frutado e intenso, con boca de textura de tiza y frescura como columna vertebral, profundo y largo.
Pyros Single Vineyard, Bodega Pyros (2012, $300). ¿Cómo saber cuál es la mejor parte de una finca cuando tiene pocos años? Se la estudia al detalle para parcelarla siguiendo criterios de suelo y productividad. Eso se hizo con este Malbec de Pedernal, San Juan, perfumado y de cuerpo, que se distingue de su compañero Pyros Barrel Selected, por la profundidad e intensidad del vino. Pensado desde el día cero en esta línea, es un exponente moderno.
Atrevida Red Blend, (2011, $249). Para los franceses, la variedad es lo de menos. Manda el lugar y el nombre del vino. Ese es el concepto de Atrevida. Las uvas provienen de Paraje Altamira y el plan del vino es contar exactamente eso. En términos reales, podría ser un varietal –92% Malbec, el resto Cabernet Franc– pero se desestima. Tinto de intensidad notable, con trazos vegetales y boca de cuerpo y frescura, es un rico ejemplar para paladares extremos.
Amor Seco Merlot, Bodega Chacra (2012, $240). Una de las técnicas que sirven para delimitar un terroir y que es de raíz netamente francesa es la desclasificación de viñedos: a un vino se lo descompone en las parcelas más singulares para hacer otro vino. Ese es el caso de Amor Seco, una desclasificación de Mainque, el vino de Bodega Chacra. Resulta un tinto fragante y frutado en rojo, con una boca algo austera en cuerpo, delgada y de taninos moderados que llena el paladar de sabor y frescura.
A LA MANERA DE BURDEOS
Elaborado con uvas de la Consulta, El Vuelo del Chamán, de Viña la Delfina (2012), es obra del enólogo Luis Reginato y el resultado de un corte de finca: dos variedades cultivadas en un mismo terroir, a la manera de Burdeos. Malbec y Petit Verdot, son 500 botellas de un perfil balsámico y frutado, con taninos firmes y un andar apretado y jugoso. Un tinto de alto impacto, con gratas consecuencias. Lo conseguís a 450 pesos.
Elaborado con uvas de la Consulta, El Vuelo del Chamán, de Viña la Delfina (2012), es obra del enólogo Luis Reginato y el resultado de un corte de finca: dos variedades cultivadas en un mismo terroir, a la manera de Burdeos. Malbec y Petit Verdot, son 500 botellas de un perfil balsámico y frutado, con taninos firmes y un andar apretado y jugoso. Un tinto de alto impacto, con gratas consecuencias. Lo conseguís a 450 pesos.
Por Joaquín HidalgoFotos Santiago Ciuffo
Link a la nota: http://www.planetajoy.com/?Ahora_los_vinos_argentinos_se_inspiran_en_Borgona_y_Loire&page=ampliada&id=8381
No hay comentarios:
Publicar un comentario