jueves, 27 de febrero de 2020

La Nación - Lifestyle - Puro sabor nacional: los tres sándwiches favoritos de los argentinos

Puro sabor nacional: los tres sándwiches favoritos de los argentinos


Los panes alineados, dispuestos en paralelo, uno por arriba, el otro por debajo. En el medio, el relleno. Eso es todo: así de simple, práctico y eficaz es la definición del sándwich, el gran invento comestible que atraviesa el globo terráqueo, adaptándose en cada lugar a las distintas tradiciones y saberes gastronómicos. La lista de ingredientes que permite el sándwich es interminable, incluyendo carnes y embutidos, verduras de hoja y hortalizas, aderezos y salsas, panes de todo tipo, color y forma. Cada elemento a su vez puede ser trabajado bajo diversas técnicas, como ahumados, parrilla, encurtidos, fermentados y crudos, entre otros. Así, las combinaciones se multiplican literalmente al infinito, donde cada país y cada región interpretan sus propias recetas. Un abanico de posibilidades, de las más modestas a las más imaginativas. En Argentina, más allá de la libertad personal que cada ocasional cocinero pueda sumar, pertenecemos al primer grupo: nuestros sándwiches patrios, tan populares y transversales a toda la sociedad, tienen en general pocos ingredientes, apostando por la simpleza. Aquí, tres opciones para comer los sándwiches más queridos por los argentinos.

Sándwich de milanesa en Café Paulin

El microcentro porteño ofrece la mayor densidad sandwichera por metro cuadrado de toda Buenos Aires. Y es lógico que así sea: cada día circulan por la zona decenas de miles de personas en búsqueda de almuerzos rápidos y económicos, una categoría donde los sándwiches no tienen competencia. Dentro de la enorme oferta disponible, Café Paulin es sin duda uno de los candidatos para llevarse el premio a sandwichería favorita de la ciudad. Un local algo oscuro y angosto, sin mesas sino apenas una gran barra en forma de herradura, con taburetes siempre ocupados.


Las armas que esgrime Café Paulin son simples y contundentes: un servicio muy rápido (una vez hecho el pedido, el sándwich no demora más de dos minutos en salir), materia prima siempre fresca, porciones exageradas y gran variedad de opciones para elegir. Entre los best sellers de la casa está el clásico de milanesa: medio sándwich alcanza para dos personas. Trae milanesa frita, finita y tierna, y sale con lechuga cortada en juliana, rodajas de tomate, mayonesa y una porción de papas fritas al costado. Arquetipo del sabor local, se puede elegir entre distintos panes, pero la tradición demanda que sea con pan francés (ese mismo pan imposible de conseguir en Francia). Dirección: Sarmiento 635, Microcentro

Choripán en Wildranch

Con 20 años de vida, Wildranch es uno de los mejores ejemplos de parrilla autóctona al paso en Buenos Aires. Un local modesto, sin pretensión estética alguna: dos barras pequeñas donde sentarse, una que mira a la pared, la otra a la parrilla, la verdadera protagonista de la casa. Las brasas se encienden a las 8:30 de la mañana, y ya partir de las 11 es posible comer un tremendo vacío jugoso, un bife de chorizo al punto, un churrasco de cuadril o un matambrito de cerdo. Manejado por la misma familia de siempre, en Wildranch se cruzan comensales de todo tipo: desde abogados en estricto traje hasta obreros de fajina, pasando por turistas o comerciantes del centro. Para todos, este lugar ofrece una suerte de permiso, de escapatoria simbólica a la dura rutina laboral: permite acortar la semana, comiendo una carne salida directamente de los fierros, con su deliciosa superficie crocante que esconde los jugos interiores.


En materia de sándwiches, Wildranch tiene mucho para ofrecer: bondiola, cuadril, mollejas, provoleta y, claro, el número uno, el choripán. Un chorizo criollo mixto (vaca y cerdo), elaborado con morrón, que salvo indicaciones contrarias sale cortado mariposa en pan francés. Para aderezar, hay chimi y provenzal. Un golpe a la mandíbula del sabor nacional, que en verano exige ser acompañado con un vaso de vino y golpe de soda. Dirección: Tucumán 907, Microcentro

Triple de miga en Las delicias de Caballito

Herederos directos de los clásicos sándwiches en pan de molde, a lo largo de la historia los sándwiches de miga lograron conformar en Argentina una familia propia y compacta, distinta a la de cualquier otro lugar del mundo (sólo Uruguay tiene sándwiches similares). Presentes en toda buena panadería y también en las confiterías, pueden salir al natural pero también son deliciosos tostados, e incluyen decenas de rellenos posibles, desde queso y aceitunas a pasta de roquefort y nuez, con especialidades como el de matambre, el de cantimpalo y queso o el de atún, entre muchos más. Si la idea es apostar a los clásicos, sin dudas el triple mixto es el que más se vende en el país. Pan de miga blanco sin corteza (se prepara en grandes planchas, luego se descarta el exterior tostado y finalmente se corta con máquina en láminas finas), jamón, queso y manteca (o mayonesa, según la casa).


Si bien la receta es simple, no todos los ejemplos son igual de ricos: todo depende de la calidad del fiambre y de la frescura del pan. En Las delicias de Caballito c ada sándwich se prepara en el momento del pedido, evitando así que la miga se reseque. El jamón, por su lado, es natural, lejos de las paletas sandwicheras de dudosa procedencia. Como opción más paqueta, vale elegir la misma combinación, pero con jamón crudo y pan negro. Simples y adictivos, un clásico nacional. Miró 88, Caballito

Clarín - Ciudades - Arepas, el plato venezolano que gana fanáticos, ya se ofrece en restaurantes top y por delivery

Arepas, el plato venezolano que gana fanáticos, ya se ofrece en restaurantes top y por delivery

La cantidad de inmigrantes contribuyó, pero hay cada vez más porteños que las piden y por eso aumentó la oferta gastronómica. Con qué están hechas y dónde comerlas.


La harina P.A.N. fue lanzada a la venta el 10 de diciembre de 1960, en Venezuela. Ese día, a lo largo y a lo ancho del país, se vendieron 5.280 kilos. Doce meses después ya se vendían más de 12 millones de kilos por año. En la era de las compras virtuales, ese mismo producto, que prácticamente ya representa a las arepas, que a su vez son un símbolo de Venezuela en todo el mundo, hasta empezó a ofrecerse por Amazon.
En los últimos tres o cuatro años apareció en muchos barrios porteños. En almacenes, supermercados chinos, kioscos, verdulerías o panaderías. Puede que aún muchos vecinos de Buenos Aires no sepan qué se puede hacer con el contenido de esa bolsa amarilla con una mujer con un turbante y un choclo como logo, llamado Harina P.A.N. Pero otros sí. Y también son muchos. Tanto, que en abril del año pasado se festejó “La noche de las arepas”, donde más de 20 restaurantes porteños ofrecieron sus productos a mitad de precio. O sea que el cliente puede comprarlo en un local y cocinarlo en la casa. Y, también, pedirlo listo para comer. 
“Venezuela es muy noticia en la Argentina”, reflexiona Féliz Ovalles, gerente de Caracas Bar, el primer restaurante de venezolanos en la Ciudad, ubicado en Palermo. Y sigue: “Eso genera que el porteño esté muy pendiente del venezolano: se le acerca para preguntarle sobre el país. Y uno ofrece mate y el otro, arepas. Cuando existe un fenómeno migratorio nace la mezcla: ya existen parejas de argentinos y venezolanos, o tienes un compañero de trabajo venezolano, o un vecino. Eso también hizo que la arepa haya ganado tanto terreno en Buenos Aires”. 

Felix Olivares, de Caracas Bar, uno de los pioneros en incluir arepas en su carta. Antes iban venezolanos; ahora, entre los clientes, dominan los porteños. .
Foto: Germán García Adrasti
Felix Olivares, de Caracas Bar, uno de los pioneros en incluir arepas en su carta. Antes iban venezolanos; ahora, entre los clientes, dominan los porteños. . Foto: Germán García Adrasti
Las arepas, tanto colombianas como venezolanas, no solo se ofrecen en comercios a la calle. También pueden encontrarse en distintos rincones de Buenos Aires. Están, y se pueden comprar, en los bolsos térmicos de los vendedores ambulantes del subte y la vía pública. Están, además, en las cajas de los ciclistas y motoqueros que entregan pedidos a través de aplicaciones para teléfonos. Otra opción es la de los microemprendimientos independientes, que cocinan en departamentos y venden por redes sociales. Todas se cocinan con Harina P.A.N., que llegó a Buenos Aires por un argentino, cocinero, que vivió en Venezuela y en su regreso abrió un restaurante en Almagro. Que finalmente cerraría, para dedicarse a la importación del producto.
Ovalles, de Caracas Bar, dice que el comercio ofrece la experiencia completa. Se refiere a que no es lo mismo comer una arepa en la calle, o en una casa tomando fernet, que hacerlo escuchando salsa y con un vaso de ron, como se consume en Venezuela. “Muchos porteños rompieron el hielo pidiendo unos tequeños, que son deditos de queso. Sienten que es imposible que no les guste eso”, cuenta. “Y a partir de allí sí se animaron a las arepas y a las empanadas nuestras. La experiencia comienza con el acento de la mesera. Buscamos que el cliente se lleve una experiencia 360: con salsa y ron o los tragos típicos”.

Las arepas se hacen con harina PAN, un producto creado en Venezuela en los años 60
Las arepas se hacen con harina PAN, un producto creado en Venezuela en los años 60
“Arepas, arepas; arepas rellenas, arepas; arepas con queso, con pollo; arepas...”. La tonada, en un ambiente de ruidos feos, es hermosa. Suena en una de las escaleras de la Estación Lima, del subte A. Es de Glorimar Romero, que es abogada, lleva dos años en Buenos Aires, y 10 meses al frente de “Full Arepas”. Los comentarios típicos de los clientes que le compran por primera vez son “mi compañero venezolano me vive hablando de las arepas pero nunca me trae”; “quiero saber qué es la arepa”; “te voy a comprar porque te escucho siempre y me generaste curiosidad; me llamaste la atención”. 

Glorimar, abogada venezolana, hizo varios trabajos en Buenos Aires antes de crear su emprendimiento de arepas. Las vende en el subte y por la calle. 
Foto: Martín Bonetto
Glorimar, abogada venezolana, hizo varios trabajos en Buenos Aires antes de crear su emprendimiento de arepas. Las vende en el subte y por la calle. Foto: Martín Bonetto
Eso le dicen. Y ella dice que “al porteño le encanta lo nuevo, le gusta probar; se lo nota interesado en conocer nuestra cultura”, cuenta, ya afuera de la estación. Son las nueve de la noche de un jueves y Clarín la acompaña a hacer las compras a una galería de la calle Lavalle, que parece una mini Caracas: por los locales del frente, que ofrecen todo tipo de productos típicos, y por las vendedoras ambulantes que están a puro grito, demostrando que la arepa no es lo único que se vende: “empanadas venezolanas, a la orden”; “chichas venezolanas, chichas”. Hasta postres típicos ofrecen.  
Glorimar comenzó vendiendo pebetes en la zona comercial de la avenida Avellaneda. Compró la mercadería después de trabajar tres días en un local de ropa. Con ese pago empezó. Antes había hecho de todo: fue moza, cocinera, bachera, vendedora de ropa en un shopping, atendió el bar de una estación de servicio. Pero recién encontró algo de progreso y estabilidad con las arepas. Por eso ahora anhela sumar más vendedoras que ofrezcan lo que cocina en su departamento y abrir un local a la calle. Esa es su próxima meta. Cree que hay un mercado para hacerlo y animarse.
Esteban Gregoriadis cocinó arepas hasta para Mauricio Macri y su gabinete. Lo habían contactado en su local de comidas venezolanas de Lavalle al 900. Pero ahora son las tres de la tarde del sábado en el Mercado de San Telmo y habla con Clarín con música llanera (típica de Venezuela) de fondo. Está contento. Acaba de inaugurar un nuevo proyecto. Se asoció a un argentino que meses atrás visitó su restaurante y probó las arepas. Ese argentino es productor de cerveza artesanal.

En el mercado de San Telmo ya hay un local que ofrece arepas con cerveza. Foto:  Constanza Niscovolos
En el mercado de San Telmo ya hay un local que ofrece arepas con cerveza. Foto: Constanza Niscovolos
Un día se les ocurrió servir una cerveza artesanal con una arepa. Fue una prueba interna, entre ellos. El plan les gustó, y pensaron y abrieron el local que representa una fusión argentina y venezolana: pintas y arepas. Se llama "Pecadora Craft Beer & Parados Urban Food Fusión". "El concepto es el de los españoles con las tapas. Es lo mismo: pedís una cerveza y tenés distintas opciones para acompañarlo con arepas", dice Javier Soriano, el socio argentino. 
Para Gregoriadis, el cliente venezolano ya casi que pasó. Prefiere cocinarse arepas en su casa. Y habla sobre nosotros: "Antes el argentino era un cliente que venía una vez a probar la arepa y no volvía. Pasó de ser un cliente ocasional a uno frecuente: viene y pide arepas con propiedad. Lo mismo con la salsa de ajo", asegura. Y sigue sobre el plato típico: "La arepa es la pizza del futuro, porque va con lo que sea. Le puedes poner corderito patagónico, chorizo, lo que se te ocurra. Cada nacionalidad hace un relleno propio, con sus productos típicos. En Argentina ya se instaló. El porteño es un cliente constante. La arepa hoy ya es como el sushi".

Salpimenta - Se Bebe - The Wine Bar: abrió en Palermo el primer bar de vino tirado

The Wine Bar: abrió en Palermo el primer bar de vino tirado

Nacido en Mar del Plata, The Wine Bar inaugura su segunda sucursal en el barrio porteño de Palermo para realzar la imagen de la bebida emblema de nuestro país.
Bajo el lema “Vino sin tabú”, The Wine Bar propone un acercamiento al vino sin etiquetas, con la mente y el paladar abiertos para descubrir todas las virtudes que ofrece esta bebida. El sistema de vino tirado permite al consumidor a animarse a salir del Malbec y el Cabernet Sauvignon para explorar un Cabernet Franc, un Criolla o un Tannat, sin miedo a las reglas del más experimentado.
El arribo a Palermo propone una experiencia integral basada en la sustentabilidad, la gastronomía y el arte. El objetivo es que el público se vaya del lugar con un conocimiento nuevo respecto a este apasionante mundo de la uva. En cuanto a la sustentabilidad, el sistema Wine On Tap minimiza los desperdicios, prolonga la conservación del vino por más tiempo, no requiere la producción de botellas y corchos para el envasado del producto, lo que contribuye, también, a la reducción del precio de cara al público.
En cuanto a la propuesta gastronómica, la misma está basada en tapas de autor y street food, y apunta al maridaje libre para que los clientes elijan los sabores que mejor vayan con su paladar. The Wine Bar cuanta además con una variada propuesta de aperitivos, cocktails y cervezas. En lo que respecta al ambiente, se destacan los murales, DJs y bandas en vivo que completan el ritual que nació en Mar del Plata y hoy continúa dando grandes pasos.
Los precios de las copas de vino van desde los $100 en Happy Hour y $130 en horario normal. Lo suficientemente atractivos para darle pelea a la cerveza.
The Wine Bar
Gorriti 5646
http://www.thewinebar.com.ar/

La Nación - Lifestyle - De Perú a tu cocina: cómo hacer una buena causa limeña en casa

De Perú a tu cocina: cómo hacer una buena causa limeña en casa

Esta torre de papa es un infaltable entre las entradas de este país desde tiempos precolombinos

La causa es uno de los grandes pilares del recetario de la gastronomía peruana. Con palta, tomate, vegetales, huevo, langostinos, ceviches varios, atún o pollo (solo por nombrar los rellenos más frecuentes), esta torre de papa es un infaltable entre las entradas de este país desde tiempos precolombinos. Fresco y contundente, el plato sigue sumando fanáticos en todo el mundo.
Como sucede en estos casos, hay muchas versiones sobre su origen. El nombre viene del quechua "kausay", que quiere decir "lo que alimenta": así se le decía a la papa, la materia prima de este plato. Bien seca y amasada, forma la base que se intercala con el relleno (algunos también la preparan enrrollándola como un gran pionono).
"Lo importante es que la mezcla quede totalmente homogénea, sin que quede con una textura suelta ni seca. El punto es que se puedan formar bolitas y no se rajen o se deformen", describe Gustavo Montestruque, chef de La Mar.
En las historias sobre el origen del plato, el punto en común es que se popularizó durante algún período de guerra. Tal vez la gesta del general José de San Martín; tal vez la Guerra del Pacífico, que enfrentó a Perú con Chile. Las mujeres peruanas tenían el doble desafío de generar un buen plato para alimentar a las tropas hambrientas y recolectar fondos para solventar los gastos de la campaña militar. El slogan era "por la causa", sí.
Nació en la región de Lima y se fue expandiendo por el resto del país, así pasó de causa limeña a causa peruana. O causa, a seca. Lo más común es prepararlo con papa amarilla, que tiene una textura más suave, pero se puede usar cualquier tipo de papa.
"Puede ser papa blanca, negra o cordobesa", aclara Luis Martínez Hizo, chef de Puerta del Inca. Originalmente solo se mezclaba con ají triturado y con los años se incorporó el limón a la receta básica. "Son productos que pueden cambiar el estado de la masa. Por eso, lo ideal es consumir este plato en el día que se prepara", recomienda Montestruque. "Por eso una buena opción es reservar el puré neutro e incorporar el resto de los ingredientes al momento de preparar", apunta Martínez Hizo.
Rellenos y presentaciones hay tantas como cocineros. Van tres ejemplos diferentes para probar en casa.

La torre de papas es el plato infaltable entre las entradas peruanas.
La torre de papas es el plato infaltable entre las entradas peruanas.

Causa de pulpo por Dangelo De La Cruz, La Causa Nikkei

Masa: 1 kilo papa amarilla, 100 g ají amarillo, 10 g aceite, 200 g jugo de limón, 10 g sal fina. Lavar las papas, colocarlas en una olla con abundante agua a temperatura natural y cocinar hasta que estén blandas. Retirar, pelar y pisarlas aún calientes para que no se hagan grumos. Agregar el aceite y mezclar hasta que quede muy suave. Agregar el jugo de limón y seguir mezclando. Por último condimentar con sal y ají amarillo, y mezclar hasta que quede completamente homogénea. Tip: Para saber el punto hay que armar pequeñas bolitas y pisar con el dedo: si no se hace una grieta, está lista.
Ceviche para el relleno: 60 g pulpo, 20 g cebolla morada, 7 g jugo de limón, 5 g leche de tigre, 5 tomates cherry, 20 g mayonesa de oliva (procesar dos huevos, 8 ml de aceite de girasol, 20 ml de aceite de oliva, aceitunas negras, sal, pimienta y jugo de limón). Paltas para el armado. En un bowl colocar el pulpo fileteado previamente cocido en agua. Agregar sal, jugo de limón, cilantro, cebolla cortada en pluma, leche de tigre y un poco de picante y mezclar todo.
Armado: en un molde circular o cortador colocar una base de masa de causa. Cubrir toda la superficie y los bordes con palta cortada en gajos. Colocar una cucharada de mayonesa de oliva. Otra capa de masa de causa. Coronar con el ceviche de pulpo.

En Puente del Inca la causa sale bien colonial y con langostinos
En Puente del Inca la causa sale bien colonial y con langostinos

Causa colonial por Luis Martínez Hizo, Puerta del Inca

Ingredientes: 350 g papa amarilla, 2 ají amarillo, media cebolla colorada, medio tomate, media palta, 250 g mayonesa, 3 langostinos, jugo de un limón; pasta de ají panca, cilantro, pimienta, sal y aceite a gusto.
Hervir las papas peladas y cortadas con un toque de sal hasta que estén al dente. Escurrir bien, tapar con una bolsa y colocar sobre una plancha caliente para que se terminen de cocinar con el vapor. Prensar 2 a 3 veces, hasta que queden sin grumos. Agregar sal, pimienta, chorrito de limón, aceite y pasta de ají amarillo. Amasar y estirar sobre papel film (como el sushi, puede ser con esterilla o mano).
Para el armado, colocar primero la mayonesa y sobre ésta el tomate, la cebolla y la palta cortados en brunoise. Hacer un roll.
Tip: Servir con salsa de escabeche peruana. Cocinar pasta de ají amarillo, ají panca, cebolla cortada en juliana, vinagre blanco, vino, orégano, comino y cilantro. Saltear allí los tres langostinos en la salsa.

Con tomate, palta y huevo duro, es la propuesta de La Mar
Con tomate, palta y huevo duro, es la propuesta de La Mar

Causa super nikkei por Gustavo Montestruque, La Mar

Ingredientes: 1 kilo papa milla o blanca, 200 g pasta de ají amarillo, jugo de 2 limones, 100 ml de aceite de girasol, sal (cantidad necesaria).
Para el relleno: palta, tomate, huevo duro.
Pelar las papas, hervir en una olla durante 30 a 40 minutos. Colar y dejar reposar hasta que estén tibias. Colocarlas en un bowl y aplastarlas hasta hacer puré. Limpiar el ají, quitarle las venas y las semillas. Hervir por 30 minutos, escurrirlo, licuarlo y tamizarlo hasta conseguir la pasta de ají amarillo. Exprimir los dos limones y reservar el jugo. Unir la pasta de ají amarillo, el jugo de los limones, el aceite, la sal y el puré de papas. Mezclar hasta lograr una masa homogénea. Armar el plato capa por capa, intercalando con un relleno hecho con tomate, palta y huevo duro, hasta completar el molde seleccionado.

Salpimenta - Se Come - Arte y paladar: estos son los mejores museos con restaurante

Arte y paladar: estos son los mejores museos con restaurante

En sintonía con una tendencia mundial, cada vez son más los museos de Buenos Aires que ofrecen una experiencia gastronómica en su propio restaurante. Estos espacios se caracterizan por su cálido ambiente y su atmósfera siempre alineada con la oferta cultural de los museos. Las propuestas culinarias van desde desayunos y meriendas con delicias de la pastelería artesanal, hasta almuerzos más elaborados y platos típicos de la cocina local. Hacemos un repaso por 3 de los espacios que mejor han sabido fusionar arte y paladar.

Croque Madame


Croque Madame es uno de los casos más representativos de esta tendencia. Fundada en 2005, la cadena de confiterías de estilo bistró francés cuenta con 3 locales propios dentro de importantes museos. Tal vez el que está ubicado dentro del de Arte Decorativo sea el más famoso dada la majestuosa arquitectura del Palacio Errázuriz que lo acoge. A este se suman el del Museo Larreta y la Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat, todos dueños del mismo ambiente sofisticado. En cuanto a la propuesta gastronómica, se destacan los Croques, aquellos sándwiches tostados típicos de Francia que le dan el nombre al restaurante. También hay ensaladas, platos del día e imperdibles creaciones de la pastelería. 

Café Proa


Otro lugar que combina arte y cocina en una ubicación privilegiada es el Café Proa, parte de la homónima Fundación del barrio de La Boca. Ubicado a metros de Caminito, este museo de arte contemporáneo alberga un restaurante que ofrece una inmejorable vista al río y exquisitos platos típicos de la cocina porteña. Algunos hits son los ravioles de ossobuco con salsa de tomates o el “Fugazzetín” una pizza fugazzeta personal hecha el molde. Aquí, la materia prima es prioridad por lo que los platos se elaboran con carnes de pastura, pollos pastoriles y verduras agroecológicas. Un espacio muy visitado por turistas pero también por locales gracias a su propuesta simple, rica y a precio justo. 

Museo Evita Restaurant


Por supuesto el listado no estaría completo sin el restaurante del Museo Evita, un espacio que cuenta con trece salas de exposición permanente dedicadas a conocer la historia de Eva Duarte de Perón. Su hermoso y amplio patio con pisos de damero, pérgolas e incluso algunos árboles lo han convertido en uno de los refugios preferidos por el público. Ofrecen desde desayunos y meriendas hasta platos más elaborados entre los que se destacan los risottos, carnes y pastas caseras. Tiene una buena relación precio-calidad y lo que es mejor – y casi inédito en la Ciudad-, ¡acepta mascotas!

Coordenadas:

Croque Madame:
Museo Nacional de Arte Decorativo – Av. del Libertador 1902
Museo Larreta – Vuelta de Obligado 2155
Colección Amalia Lacroze de Fortabat – Olga Cossettini 141
Café Proa:Av. Pedro de Mendoza 1929 – Tel. 4104 1000 – La Boca, Caminito.
Museo EvitaJuan María Gutiérrez 3926, Palermo.