viernes, 20 de diciembre de 2019

La Nación - Lifestyle - Experiencia gourmet: "Así viví una noche en el Patagonia Sur de Francis Mallmann"

Experiencia gourmet: "Así viví una noche en el Patagonia Sur de Francis Mallmann"

se viernes al mediodía, comí en un local por peso. Mientras me armaba la ensalada "por pasos", pensaba en lo paradójico de mi día: esa misma noche, iba a comer un menú de pasos, pero nada más y nada menos que en Patagonia Sur. Eran dos conceptos parecidos pero diametralmente opuestos y lejanos en esencia. "¿Hay algún dresscode?" Se me ocurrió preguntarle por whatsapp a Nicolás Cordeiro, manager y director del restaurante de Francis Mallmann. "No hay" fue su única respuesta. ¿Qué ponerme para pasar una noche en un lugar tan inclasificable, que juega tanto con la sofisticación como con la simpleza? Al llegar la noche, después de unas tres pruebas de vestuario, cosa que nunca suelo hacer, improvisé un look y me embarqué hacia una de las orillas del Riachuelo, en La Boca. En una de esas esquinas, existe una casa roja italiana de los años '20, que de afuera solo se ve como un largo pasillo rojo, con una puertita, y a simple vista nadie pensaría que esconde una de las grandes joyas de la gastronomía de Mallmann desde el año 2004.
Junto al fotógrafo y nuestro "chofer" atravesamos el barrio y todas sus particularidades: una murga de unas 200 personas que ensayaba en una plaza gigante; los murales de La Boca, que de noche es como si cobraran una fuerza particular y se despertaran. Después de dar unas cuantas vueltas llegamos a la casa de Francis -porque más allá de ser uno de sus cinco restaurantes, usa la parte de arriba para vivir cuando viene a Argentina-. Eran las nueve de la noche, y apenas cruzamos el umbral de esa puerta angosta, el tiempo pareció detenerse. En este lugar, nadie sabe qué hora es ni dónde está. Los detalles exuberantes, la decoración que no sigue ninguna tendencia, ningún patrón ni estilo, el hecho de no poder ver lo que pasa afuera, porque unas pesadas cortinas de terciopelo lo cubren todo, más la música de jazz envolvente hacen que enseguida uno pierda la noción de tiempo y espacio. Y esa sensación, ya es algo bello.
Nicolás Cordeiro, el manager del restaurante
Nicolás Cordeiro, el manager del restaurante Fuente: LA NACION - Crédito: Diego Spivacow / AFV
Nicolás nos recibe sonriente y calmo, como todos los anfitriones del lugar, y nos hace transitar este pasillo eterno, cargado de estímulos de todo tipo. La recepción ya te sorprende con los típicos limones que Francis tiene como fetiche en cada uno de sus restaurantes, dispuestos en fuentones de plata, ya abriendo juego a esta mezcla, entre la naturaleza más salvaje, y la sofisticación más elevada. Se escuchan voces en inglés, más que voces, murmullos, porque esta atmósfera te invita a hablar bajito. Son solo unas mesas: dos mesas con dos parejas, y unas dos mesas más con cuatro personas. "Hoy está llenísimo", nos cuenta Nico. Hay algo muy particular en esto de que solo unas doce personas puedan vivir la experiencia cada noche. Una sensación de intimidad, de ser parte de algo secreto, una especie de logia del goce.
Nos sentamos en el living, en unos sillones que parecen abrazarte. Todo lo que nos rodea, de alguna manera pareciera invitarte a que lo tomes, lo comas, lo uses. Casi como cuando Alicia cae en el pozo y llega a ese extraño lugar en el que todo tenía etiquetas: "Cómeme, tómame". El piso damero, las pesadas cortinas de terciopelo bordó, libros con tapas adorables como uno llamado "Dirty Poem" (de Ferreira Guilar), grandes y antiguas enciclopedias de gastronomía francesa, cuadros gigantes que cuelgan de las paredes, y parecieran mirarte, interpelarte, la colección de vajilla de Astier de Villate inspirada en el Louvre exhibida en una gran vitrina: todo es excesivo y atractivo, dispuesto para que lo mires y pierdas el eje. Federico, otro de los anfitriones, nos trae una copa de champagne con un appetizer: una vieira de Ushuaia con pesto y unos brotes. Nos sorprende el traje abotonado que lleva puesto, y al halagarlo, nos cuenta que son telas de Francia, y que lo confeccionó Romina Savastano.
En Patagonia Sur, Francis Mallmann no sigue tendencias
En Patagonia Sur, Francis Mallmann no sigue tendencias Fuente: LA NACION - Crédito: Diego Spivacow / AFV
Nicolás pasa con un velador en mano. Es el que va a iluminar nuestra mesa. Todo está casi oscuro, pero al mismo tiempo perfectamente iluminado. Se escuchan frases como: "this is panqueque?"; "there is no secret". Llegamos a nuestro lugar: una mesita justo al lado de una pareja que desde ya nos advierte: "La merluza negra es lo mejor". Ella es de Olivos, pero desde hace ocho años vive en Zurich, Suiza, con él, que es belga. El trabaja en tecnología informática y ella en galerías de arte; ambos vinieron de visita por unos días y aprovecharon para conocer el lugar. "Todo el mundo allá en Europa tiene el libro de Los siete fuegos de Mallmann y todos vieron la serie de Netflix", nos cuentan. Él dice que allá han ido a comer al Shauenstein Schloss, de Andreas Caminada, un restaurante de tres estrellas Michelin, y aclara: "Yo le pondría una estrella Michelin a este, sin dudas". Ambos comen y cocinan pescado muy seguido en Suiza, y están realmente sorprendidos por el sabor y la textura logrados.
Hay algo en la comida por pasos, y en el no saber qué es lo que te va a tocar, que enseguida te predispone a una situación lúdica, de azar ¿qué vendrá ahora, qué vendrá después, cómo será el paso uno, el dos y el tres? Si bien Federico se encarga de contarte en qué consiste el menú de esa noche, es realmente difícil prestarle atención entre tantos otros estímulos y detalles para observar. En sus palabras: "la onda es estilizar la cena, hacerla más elegante y divertida, que vos tengas más tiempo para disfrutar. Vos no elegís nada, nos encargamos nosotros". Cada uno de los platos de la vajilla está modelado especialmente por la artista Jimena Amaya. De acuerdo a los ingredientes en juego, ella diseña una pieza específica, que parece recién modelada. Las copas también llaman la atención por su fragilidad, y la delgadez del cristal; parecen haber salido de algún palacio francés.
Algunas de las personas leen algún libro de la biblioteca mientras comen
Algunas de las personas leen algún libro de la biblioteca mientras comen Fuente: LA NACION - Crédito: Diego Spivacow / AFV
Llega el primer paso: una ensalada de remolachas baby con queso crema natural y chips de ajo fritos. Una composición tan bella que daba pena desarmarla en la boca. Algo que descubrí, es que al combinar todos los sabores del plato de un solo bocado, la experiencia es aún mejor, se termina de entender la combinación de sabor, textura y color. El crocante del ajo frito, combinado con la cremosidad del queso crema y la dulzura de la remolacha baby hervida y luego cocida a la plancha, junto a la emulsión de miel, generaba una fusión interesante. Todas las verduras y frutas son de proveedores orgánicos.
El baño del Patagonia Sur es otro "paso" interesante de descubrir. Está todo empapelado, o invadido por cuadros gigantes con serigrafías de Gustav Klimt hechas en lápiz, casi como bocetos de lo que después fueron sus cuadros. Las paredes amarillas cortan un poco con la oscuridad de todos los demás espacios, y apenas salís te topás con una biblioteca gigante, llena de libros de todos los tiempos. Si pudiéramos definir el estilo de la decoración, podríamos decir que no hay un estilo, porque, como dice Federico "Mallmann no sigue ninguna tendencia". Pero hay algo del concepto del barroco, en ese claroscuro de la iluminación, bien teatral y drámatica, y en el "horror vacui" o miedo al vacío, que puede verse en la obsesión de llenar cada rincón con algo que sorprenda, y te haga preguntarte, ¿y eso de dónde salió? "Es que Francis es un curioso bárbaro, es muy romántico" afirma Fede.
El segundo paso, esta ensalada con patas de centolla e hinojos
El segundo paso, esta ensalada con patas de centolla e hinojos Fuente: LA NACION - Crédito: Diego Spivacow / AFV
Mientras escuchamos "You don't know what love is" de Chet Baker, Renata, otra de las anfitrionas, nos trae el segundo paso: una ensalada de pata de centolla con hinojos, rúcula, apio y alcaparras fritas, marinada con limón y agua fría. La centolla es de Ushuaia, como ella, que nos cuenta que cuando vino a Buenos Aires a trabajar en el restaurante, en la primera mesa que atendió estaba Bono de U2. Los mozos son muy reservados en cuanto a contar anécdotas, noches locas o situaciones que han vivido en este lugar: todo queda entre esos pocos que lo vivieron. Pero sí nos contaron que han ido bandas como Green Day, Rammstein, y artistas como Roger Waters, Katy Perry, Abel Pintos, Jack Johnson, Shawn Mendes. La música que suena siempre en el Patagonia es el jazz. A Francis le gusta mucho el saxofonista Stan Getz, y también suenan mucho Miles Davis, Bill Evans y John Coltrane.
Un ochenta por ciento de los clientes son norteamericanos, y los demás, europeos, brasileros, y un mínimo porcentaje de argentinos que vienen todos los meses, comen rápido y se van. "El americano se queda más tiempo, y se va como más fascinado" cuenta Federico. Les ha tocado que algún que otro extranjero fuera a festejar su cumpleaños en soledad, parejas que se leen en voz alta los libros de la biblioteca mientras comen, y gente que realmente necesita charlar con alguien, así que los toman a ellos, estos anfitriones de lujo, para contarles de sus vidas. Ellos escuchan, y se interesan por lo que te pasa, por cómo te sentís, si te gusta el plato; parecen realmente disfrutar de ese intercambio.
Patagonia Sur, el restaurant de Francis Mallmann en La boca.
Patagonia Sur, el restaurant de Francis Mallmann en La boca. Fuente: LA NACION - Crédito: Diego Spivacow / AFV
El tercer paso, una milanesa de berenjena -glorioso su sabor ahumado- con tapenade y huevo frito de codorniz. Todo esto maridado con una de las siete mil etiquetas de vino que tiene la carta. De Malbec, son cuatro páginas; tienen muchos blends, reservas, y los mejores chardonnay del país. No tienen torrontés. Nicolás es el sommelier y encargado de la selección de las bodegas. Nos cuenta que tienen botellas de diferentes tamaños, de litro y medio, de tres litros, de cinco y hasta de seis litros. Y que trabajan con pocas bodegas, pero mucha variedad. Petit Caro es el que tomamos, de Nicolás Catena. Cuentan con muchos vinos de bodegas como Catena Zapata, Catena Rothschild y Chacra. Intentan tener ediciones de varios años de cada vino.
Merluza con espárragos, otro de los pasos
Merluza con espárragos, otro de los pasos Fuente: LA NACION - Crédito: Diego Spivacow / AFV
El cuarto paso, un pulpo espectacular, el mejor del mundo, traído de España, con salsa romesco y boñatos fritos. El quinto, un tortellini de calabaza con manteca de salvia y queso cheddar argentino, acompañado por la máxima expresión del panificado porteño: una cremona. "Esa es para mojar en la manteca del plato", aclara Nicolás. Todo cobró sentido al hacerlo. Ya para el sexto, podríamos decir que no necesitás comer mucho más, pero cuando llega, el entusiasmo vuelve a vos: una merluza negra de Ushuaia, a la plancha con un poco de manteca y habas, espárragos a la parrilla, avellanas tostadas en el horno, limón quemado y alioli. ¡Todavía hay un séptimo! La carne argentina, en esta ocasión de La Pampa: una marucha Wagyu llega en un plato con manijas de cuero, acompañada con chimichurri, papas y salsa criolla. Se hace en una parrilla muy chiquita de piedra volcánica, con quebracho colorado. De las más sabrosas que he probado.
Boñatos fritos acompañan al pulpo grillado con salsa romesco
Boñatos fritos acompañan al pulpo grillado con salsa romesco Fuente: LA NACION - Crédito: Diego Spivacow / AFV
Nadie quiere que esta fiesta termine, pero los otros comensales ya emprenden su retirada. "Grracias, grrracias" dicen todos en spanglish y se van. Queda a la vista solamente nuestra mesa, los anfitriones Federico y Renata, y Nicolás, el manager. Llega el octavo paso, una degustación de postres inolvidables: panqueque de dulce de leche quemado, mousse de chocolate con sal marina, flan de dulce de leche con crema y crostata de limón quemado. Es el momento en el que Hugo Ojeda, el chef, por fin siente que puede descansar, o relajarse. Sale de la cocina, se acerca a nuestra mesa con entusiasmo, nos saluda y nos cuenta que si hay algo que disfruta es esa adrenalina que le genera el servicio, que si no sintiera más esos nervios y esa tensión, abandonaría su profesión. Él trabaja hace veinte años con Francis, lo acompaña en sus viajes y eventos, y desde hace unos años está a cargo de Patagonia. Son seis personas en el equipo, que arrancan la mise en place a las cuatro de la tarde todos los días.
La degustación de postres, el paso final del menú
La degustación de postres, el paso final del menú Fuente: LA NACION - Crédito: Diego Spivacow / AFV

El menú mensual

Para armar el menú de cada mes, se inspiran en los libros de recetas de Mallmann, y lo fusionan con lo que a Hugo le gusta, y con lo que vivió y aprendió. Si bien todos los meses cambia de acuerdo a la estación, a los productos disponibles y la creatividad o inspiración del momento, siempre hay pasta, pescado y carne. Trabajan con productos de todo el país, y juegan un poco con lo que consiguen en los mercados; los pimientos son del Norte, los higos de Salta, los pescados de Ushuaia y las carnes de La Pampa o la Patagonia. Solo el pulpo viene de España. Francis no está detrás del armado de la carta de cada mes, simplemente cada quince días pasa y se sienta a comer para ver cómo va todo.
Francis Mallmann en una de sus presentaciones al aire libre
Francis Mallmann en una de sus presentaciones al aire libre Fuente: Archivo - Crédito: Ricardo Pristupluk
"Es imposible gustarle a todos, pero estamos tranquilos porque sabemos que mucha gente se va contenta" cuenta Ojeda. Al menos yo, me fui feliz de haber vivido una experiencia que no se parece a nada, que no sigue ninguna tendencia; y de haber perdido un poco el eje, la percepción del tiempo y el espacio, para sumergirme en ese mundo del revés en el que todo es bello, armónico, y al mismo tiempo, uno puede ser y hacer lo que quiera, sin restricciones, ni derecho de admisión. A pesar de la elegancia, la perfección de los platos, y la belleza de la atmósfera, en el universo de Patagonia Sur, nada está prohibido y todo puede pasar.

Ocho gloriosos pasos

  1. Ensalada de remolachas baby con queso crema natural y chips de ajo.
  2. Ensalada de pata de centolla con hinojos, rúcula, apio y alcaparras fritas, marinada con limón y agua fría.
  3. Milanesa de berenjena con tapenade y huevo frito de codorniz.
  4. Pulpo grillado con salsa romesco y boñatos fritos.
  5. Tortellini de calabaza con manteca de salvia y queso cheddar argentino, acompañado por una cremona.
  6. Merluza negra con espárragos, habas, avellanas, alioli y limón quemado.
  7. Marucha a la parrilla con chimichurri y papas cubo con salsa criolla.
  8. Degustación de postres: Panqueque de dulce de leche quemado, mousse de chocolate con sal marina, flan de dulce de leche con crema y crostata de limón quemado.
La marucha a la parrila, con chimichurri y papas
La marucha a la parrila, con chimichurri y papas Fuente: LA NACION - Crédito: Diego Spivacow / AFV

Los cuadros que parecen mirarte

Patagonia Sur, el restaurante de Francis Mallmann en La boca.
Patagonia Sur, el restaurante de Francis Mallmann en La boca. Fuente: LA NACION - Crédito: Diego Spivacow / AFV
Una conversación entre un loro y un cuervo, unos perros cazando pescados con la boca en la orilla del mar, una tejedora, una mujer dando de mamar en un bosque, una secuencia de cuadritos en tonos azules que cuentan una historia; todos esos cuadros y más reposan en las altas paredes del lugar. Artistas como Nahuel Vecino, Sergio Roggerone, Miguel Escobar, Lola Erhart, una artista familiar de Francis, y hasta él mismo, son los encargados de darle vida a ese arte que se ve tan vivo e imponente. Los muebles también tienen una personalidad particular: hay lámparas de pie diseñadas por Mallmann, las paredes son de cuero, y las mesas son tablones donde se trabajaban cueros, y su estructura está armada con rieles de tren. Cada uno de los detalles decorativos son parte de algún viaje de Francis. El hecho de que haya viajado por todo el mundo se ve plasmado en lo ecléctico de sus adornos y diseños: Desde unos pompones egipcios que cuelgan por la escalera que te lleva a su casa, hasta densas alfombras antiguas con flores de colores oscuros, y una salamandra negra gigante que irrumpe en el medio del salón.
Dirección: Rocha 801, La Boca. Horario: De lunes a sábados, de 19 hs. al cierre. Más info.

Infobae - Tendencias - Guía de vinos espumosos para brindar en estas Fiestas a lo grande

Guía de vinos espumosos para brindar en estas Fiestas a lo grande

Cada vez hay más y mejores exponentes burbujeantes para disfrutar a lo largo de todo el año, pero más para celebrar en las Fiestas. Infobae elaboró una guía útil de acuerdo a ocasiones de consumo, estilos y tipos, para lograr una buena elección
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La calidad de todos los vinos argentinos ha evolucionado sin parar desde que se inauguró el nuevo milenio, y eso incluye a los vinos espumosos, una categoría bastante bien desarrollada en la Argentina desde comienzos del siglo XX, obviamente inspirada en los vinos de Champagne. Y si bien el método y las uvas de dicha región siguen siendo las más elegidas por los hacedores para lograr sus mejores espumantes, los cambios son muy perceptibles.
Fundamentalmente lo que cambió fue el origen de las uvas para elaborar los vinos base, y el punto de cosecha. Se sabe que estos deben ser vinos tensos, con una acidez firme para poder lograr una segunda fermentación consistente.
Con la mejor uva posible, lo más importante es determinar el punto de cosecha, y para eso se trabaja durante todo el año, desde la poda de invierno. Porque es ahí donde se le dice a la planta qué cantidad de uvas tendrá que producir, más allá de los cuidados a lo largo del período de madurez. Con el punto óptimo de madurez, hay que tratar que no pasen más de seis horas desde la vendimia hasta la elaboración, siempre a partir de los granos enteros. Una de las últimas innovaciones para lograr esto fue reemplazar los bines de 400kg por unos de 200kg, así de evita que, durante el transporte de la viña a la prensa, los racimos superiores aplasten a los de abajo y estos desprendan jugos que puedan comenzar una fermentación indeseada. Pequeños detalles que provocan grandes mejores en el producto final.
Las uvas que mandan son Pinot Noir y Chardonnay, las más famosas de la región de Champagne, y evidentemente las más apropiadas por sus características. Pero no son las únicas, ya que muchos apuestan por el clásico Semillón, o por rescatar al Chenin, o sorprender con la frescura del Sauvignon Blanc, o subirse a la fuerza traccionadora del Malbec, entre otras.
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Los métodos mucho no han variado, porque el Champenoise y el Charmat siguen siendo los más utilizados. El primero es el tradicional de la afamada región francesa en el cual la toma de espuma se hace botella por botella. Mientras que en el segundo se logra en grandes tanques presurizados. No obstante, hay algunas novedades en este aspecto también, porque la mejora de los vinos animó a muchos hacedores a dejar sus vinos por más tiempo sobre borras en busca de mayores complejidades; algunos llegando hasta 10 años. Y en el casi de los Charmat, cada vez surgen más “lungos”, es decir con más tiempo sobre borras (hasta un año). Incluso muchos se decidieron a reivindicar el método ancestral, de una fermentación directa en botella para dar vida a los Pet-Nat (Pétillant Naturel) locales, es decir con pequeñas burbujas.
Pero las novedades han llegado más allá, porque este año irrumpió un vino espumoso infusionado con cáscaras de naranjas, especias y hierbas, ideal para servir con hielo como aperitivo.
Entre los tipos de vino de acuerdo a su clasificación por contenido de azúcar residual, incorporado al vino a través del licor de expedición, el más famoso sigue siendo el Extra Brut, una categoría nacida en la Argentina; el Brut, el más elaborado en Champagne, ha crecido mucho, lo mismo que el Nature (sin adición de licor de expedición). Los rosé también son una alternativa en aumento. Pero el último grito de la moda también llegó al país, y abundan los vinos espumosos livianos y ligeramente dulces, pensados más para elaborar tragos que para disfrutarlos solos.
Hoy, el consumidor tiene cientos de etiquetas en todos los segmentos de precio para elegir, además de la oferta de vinos importados: Champagne, Cava y algunos Prosecco italianos. Por eso Infobae elaboró una guía para que la selección sea más acertada.
Guía de vinos espumosos
Novedades, son etiquetas lanzadas al mercado a lo largo del 2019
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Mumm Léger, elaborado 100% con uva Moscatel Rosada, le hace honor a su nombre que en francés significa ligero. ($330)
Las Perdices Espumante Brut Rosé, a partir de la cosecha 2019 es elaborado solo con uvas Pinot Noir, logrando un vino más fresco y jovial. ($380)
Chandon Apéritif, inaugura la categoría de espumantes bitter y busca acercar a los amantes de los aperitivos al mundo de las burbujas. ($410)
Deseado Extra Brut, elaborado con uvas Pinot Noir (40%), Chardonnay (40%) y Sauvignon Blanc (20%), de fincas propias en el valle patagónico de San Patricio del Chañar. ($463)
LoSance Extra Brut, blend de Chenin y Semillon plantados en la finca propia de El Carrizal (Maipú), propiedad de María Sance (esposa de Alejandro Vigil) y sus hermanos. ($600)
Vicentín Espumante Pinot Noir-Chardonnay, blend de uvas y terruños (Luján de Cuyo y Valle de Uco), método Champenoise. ($600)
Escorihuela Gascón Extra Brut Rosé Champenoise, un 100% Pinot Noir de su finca ubicada en Agrelo, Mendoza. ($615)
Kaiken Brut Rosé, primer espumante rosado de la casa elaborado por su reconocido enólogo Rogelio Rabino. ($740)
Xumek Extra Brut, elaborado con Pinot Noir proveniente del viñedo más altos de San Juan; Finca La Ciénaga a 1450m. ($750)
Chakana Ayni Pinot Noir Nature, flamante espumoso elaborado con uvas orgánicas de Paraje Altamira, por el método Champenoise. ($900)
Cruzat Finca La Dama Extra Brut, es un blanc de blancs a base de Chardonnay de Vista Flores (Valle de Uco), con 24 meses sobre levaduras. ($1300)
Baron B 100 ème Anniversaire Baron Bertrand Cuvée Prestige, elaborado a partir de seis cosechas diferentes: 1997, 2002, 2007, 2010, 2011 y 2012; cada una de ellas cuenta una historia. ($2250)
Originales e Innovadores, son vinos diferentes a todos los demás y con alguna característica única
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Dolores Navarro Correas Dulce, blend de Torrontés, Chardonnay y Moscato Bianco, aromático y floral. ($300)
Sobrenatural Frisante Vino Rosado, un Pet-Nat 100% de Tannat, un vino espumante orgánico, biodinámico y natural. ($350)
Domaine Bousquet Brut Rose, blend orgánico y certificado a base de Pinot Noir y Chardonnay. ($395)
Lagarde Dolce, elaborado a base de Moscato Bianco por el método Charmat, pero con una sola fermentación que se detiene para dejar azúcar natural sin fermentar (67gr/l). ($460)
Norton Espumante Grüner Veltliner, el primero y único del país, una variedad de uva blanca originaria de Austria, cultivada a 1.040 mts en Agrelo, Mendoza. ($500)
Vinyes Ocults Brut Nature, un Pinot Noir método tradicional de culto con la firma de su autor, Tomás Stahringer. ($520)
Alyda van Salentein Cuvée de Prestige Brut Nature, hasta ahora el único espumoso nacional elaborado a partir de Pinot Noir y Pinot Meunier (10%). ($770)
Osadía de Crear Brut Nature, 100% Pinot Noir de producción limitada, elaborado con el método Charmat. ($826)
Costa & Pampa Extra Brut, quizás no sea muy original por sus cepas (Chardonnay, Pinot Noir) ni por su método, pero sí por su origen ya que es el único espumoso costero; de Chapadmalal. ($840)
Mosquita Muerta Nature Chardonnay, empleando el “método de reserva eterna”, en el que el licor de expedición se mezcla con los de años anteriores. ($850)
Colonia Las Liebres Bonarda Brut Rosé 2015, un método tradicional con 12 meses de contacto sobre lías por para resaltar su frescura. ($900)
Lindaflor Extra Brut de Malbec, un Champenoise by Marcelo Pelleriti cuya botella transparente permite apreciar todas sus tonalidades. ($1150)
Rosell Boher Encarnación, para muchos es solo un blend basado en Chardonnay con toque de Pinot Noir, pero es el primero de la casa en tener mayor proporción de la uva blanca en toda su historia. ($1285 con estuche)
Los Stradivarius Extra Brut Cabernet Sauvignon, nacido a partir de la visión de Enzo Bianchi, sigue siendo el único en su categoría. ($2150)
El Relator Tapado Chardonnay Extra Brut, es el vino más preciado de Pepe Reginato, con 84 meses sobre lías, elaborado por el método tradicional. ($2150)
Clásicos de siempre, por su trayectoria y nobleza están presentes en las mesas de los argentinos desde hace décadas
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Montchenot Brut Nature, blend de Pinot Noir y Chardonnay que mantiene su estilo equilibrado y fresco. ($400)
Navarro Correas Extra Brut, otro clásico de clásicos por fuera y por dentro, blend de Chardonnay (65 %) y Pinot Noir (35 %). ($400)
Norton Cosecha Especial Brut Nature, blend de Chardonnay y Pinot Noir Segunda fermentación mediante método Charmat. ($514)
Fond de Cave Brut Nature, clásico blend de Pinot Noir y Chardonnay elaborado por método tradicional. ($630)
Extra Toso Chardonnay Extra Brut, fue el primer espumoso método tradicional elaborado en la Argentina en 1922, y mantiene su vigencia. ($750)
Vicomte De Rochebouet Extra Brut, la etiqueta es nueva pero su hacedor viene elaborando espumosos argentinos hace más de veinte años. ($750)
Bianchi Extra Brut Premium, si bien con esta vestimenta y etiqueta es bastante nuevo, sin dudas es de las marcas más tradicionales del mercado. ($760)
Baron B Extra Brut, como siempre fiel a su estilo, pero ganando frescura y definición con cada cosecha. ($850 con estuche)
Soigne Brut Grand Cuvee, clásico blend de Pinot Noir y Chardonnay con un estilo propio, maduro y clásico. ($1000)
Progenie I Brut Nature, desde que salió al mercado se posicionó entre los mejores exponentes, permanece en contacto con sus lías por 40 meses antes de ser degollado. ($1750)
Rutini Extra Brut, elaborado a partir de un clásico blend de Chardonnay y Pinot Noir, empleando el método tradicional. ($1865 con estuche)
Elegantes y sofisticados, se destacan por concepción o por estilo logrado
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Chandon Cuvée Réserve Pinot Noir, método tradicional con 24 meses de contacto con levaduras traídas directamente de Francia. ($550)
Fabre Montmayou Brut Nature, blend de Chardonnay (Luján de Cuyo) y Pinot Noir del Valle de Uco. ($640)
Rosa de los Vientos Nature, un puro Pinot Noir con toda la fuera de la Patagonia y la experiencia de Leonardo Puppato. ($680)
Norton Cosecha Especial Vintage 2014, blend de Chardonnay y Pinot Noir elaborado por método tradicional. ($700)
Alyda van Salentein Cuvée de Prestige Brut Nature Rosé, elaborado con uvas Pinot Noir y Chardonnay del Valle de Uco. ($770)
DV Catena Nature, blend de Chardonnay y Pinot Noir con 30 meses sobre lías, método Champenoise con la firma de Alejandro Vigil. ($1650)
Zuccardi Blanc de Blancs Cuvée Especial 2016, 100% Chardonnay de Tupungato que reposó 48 meses sobre lías. ($1800)
Luigi Bosca Bohème Brut Nature, uno de los pocos elaborados con las tres uvas famosas de Champagne, Pinot Noir, Chardonnay y Pinot Meunier. ($1800)
Cadus Método Champenoise Extra Brut, original y equilibrado blend de Pinot Noir y Malbec que luce sus tonalidades en la copa. ($1850)
Rosell Boher Grande Cuvée Millésimée 2015, como los grandes vinos de Champagne, solo se da en añadas especiales. ($1900 con estuche)
Cruzat Millésime 2006 Brut, a base de Pinot Noir y con más de 10 años sobre lías, del que solo se hicieron 3000 botellas. ($2300)
Simples y agradables, son esos vinos que nunca fallan y que a todos gustan
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Latitud 33° Rosado Dulce, revela aromas y sabores a mermelada de frutillas que lo convierten en un espumante muy fácil de beber. ($260)
Dolores Navarro Correas Extra Brut, blend de 80% Chardonnay y 20% Pinot Noir. ($300)
Ruca Malen Extra Brut, Noelia Torres ha concebido este espumoso natural a partir de un blend de Pinot Noir, Chardonnay y Semillon. ($350)
Pascual Toso Brut, elaborado a base de Chardonnay de Barrancas. ($375)
Santa Julia Classic Cuvée, desde este año el único espumoso de la línea. ($405)
María Codorníu Brut Nature, es un corte de 70% Chardonnay y 30% Pinot Noir, con cuatro meses sobre lías. ($420)
Sottano Extra Brut, blend de Chardonnay y Viognier de Tupungato (Valle de Uco) con tres meses sobre lías. ($450)
Chandon Extra Brut, el más elegido por los argentinos desde hace décadas. ($450 con estuche)
La Linda Brut Nature, agradable blend de Chardonnay y Semillón ($480)
Casa Petrini Extra Brut, a base de Pinot Noir de Tupungato. ($500)
LoSance Brut, flamante espumoso método Charmat a base de Chenin, Semillón. ($500)
Atemporal Extra Brut, Chardonnay con toque de Pinot Noir. ($610)
Para lucirse en la mesa, por su equilibrio de sabores y texturas
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X by Freixenet Extra Brut, con todo el carácter de Gualtallary y la experiencia del productor más grande de espumosos tradicionales del mundo. ($450)
Sottano Espumante Rosé Nature, 100% Pinot Noir del Valle de Uco, con 6 meses de contacto con sus levaduras durante la segunda fermentación. ($460)
Salentein Blanc de Blancs, edición limitada que presenta además una etiqueta full body. ($460)
Chandon Brut Nature, blend preciso de Chardonnay (55%) y Pinot Noir, cosechadas entre 1200 y 1400 metros de altura, y elaborado por método tradicional con 18 meses de contacto sobre borras. ($510 con estuche)
Cruzat Premier Nature, blend de Pinot Noir y Chardonnay de Luján de Cuyo. ($560)
Tinto Negro Brut Nature, con la firma de uno de los viticultores más respetados, Alejandro “Colo” Sejanovich. ($600)
Brut Nature Del Fin del Mundo, un 100% Pinot Noir patagónico método Champenoise con 36 meses sobre borras. ($750)
Alma 4 P Rosé 2015, puro Pinot Noir del Valle de Uco, método tradicional con 20 meses sobre levaduras. ($760)
Gran Dante Brut Nature, un método tradicional elaborado por la familia Squassini, con amplia experiencia en burbujas. ($900)
Luigi Bosca Prestige Rosé, 100% Pinot Noir ($990)
H. Schroeder Brut Nature, blend con sello patagónico de Pinot Noir y Chardonnay, elaborado por Leonardo Puppato. ($1020)
Rosell Boher Brut, es una de las referencias del mercado desde comienzos del milenio, blend método tradicional de Pinot Noir y Chardonnay. ($1200)
Para brindis multitudinario, mejor relación calidad-precio
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Putruele Extra Brut, elaborado en su moderna champañera bajo método Charmat, es un blend de Chardonnay y Pinot Blanc de viñedos propios ubicados en el Valle del Tulum. ($340)
Argento Extra Brut, blend de Chardonnay, Chenin y Semillón. ($350)
Pascual Toso Extra Brut, casi 100 años de experiencia al servicio de las burbujas. ($375)
Bianchi Extra Brut, el de la famosa estrella es uno de los más pedidos en las fiestas, equilibrado blend de Chardonnay y Pinot Noir, con toque de Viognier. ($390)
Trivento Brut Nature, blend de Pinot Noir y Chardonnay. ($460)
Chandon Brut Nature Rosé, blend de Chardonnay (63%), Pinot Noir (33%) y Malbec (4%), para darle la tonalidad, todas provenientes del Valle de Uco. ($480)
Extra Brut Del Fin del Mundo, blend de Pinot Noir y Chardonnay. ($490)
Vicentín Blanc de Malbec, un Champenoise que demuestra la versatilidad del cepaje emblema ($540)
Lagarde Extra Brut, es un corte de las variedades Pinot Noir, Chardonnay y Semillón. ($580)
Kaiken Brut, blend de uvas Pinot Noir y Chardonnay de Gualtallary. ($650)
Saint Felicien Nature, de carácter clásico, con burbuja fina y persistente, propio del método Champenoise. ($930)
Los mejores tips sobre vinos espumosos
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Clasificación
Existen dos métodos principales en el mundo para elaborar vinos espumosos. El método tradicional o Champenoise, que es el utilizado en la región de Champagne, en el cual la segunda fermentación se realiza botella por botella. El otro método se denomina Charmat, y la toma de espuma se realiza en grandes tanques presurizados. Y si bien no necesariamente uno garantiza la mejor calidad sobre el otro (porque son sólo métodos), el trabajo artesanal que requiere el Champenoise, y el mayor tiempo que pasan los vinos en contacto con sus lías (levaduras muertas); hasta 10 años; supone que los bodegueros destinan sus mejores uvas para lograr los mejores vinos posibles. Existe también el método ancestral; en lugar de una segunda fermentación, se embotellan los vinos antes de finalizar la fermentación, y por lo tanto retiene las últimas burbujas. Puede ser “más natural” pero no garantiza consistencia entre las botellas.
Copas
Las copas bajas y abiertas dejaron de usarse hace mucho tiempo, y las flauta recientemente, aunque siguen siendo símbolo de sofisticación. En realidad, el vino espumoso es un vino blanco (con burbujas) y por ende se luce más en una copa de vino blanco.
Temperaturas
Como cualquier tipo de vino, el espumoso tiene su temperatura ideal de servicio, aunque nadie en casa va a estar con el termómetro en la mano. Y menos en épocas de tanto calor. Si se sirve a temperatura frappé, recién salido de la heladera (4 grados) estará muy bien. Empañará un poco la copa y con los grados que gane apenas servido (dos) y al entrar en boca (otros dos), será la temperatura ideal para apreciar sus atributos y disfrutar de su refrescancia. Claro que el frío apaga un poco el carácter, y es por eso que los mejores exponentes su lucen más alrededor de los 10/12 grados.
Pero siempre será mejor pasarse de frío al servirlo; porque puede alcanzar la temperatura óptima en la copa; que servirlo templado, ya que la única alternativa para corregir la temperatura será agregando un hielo, y eso termina aguando el vino.
Descorche
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No se hace “plop”, pero no por mala educación sino por seguridad, ya que eso supone que el corcho saldrá volando, y es peligroso porque lleva mucha fuerza ya que adentro de la botella hay 6 atmósferas de presión.
Hay que apoyar la botella en la mesa con una mano arriba, y con la otra sacas la cápsula. Luego se agarra el pico colocando el dedo gordo de la mano menos hábil haciendo presión sobre la cápsula, y se desenrosca suavemente el alambre (bozal). Con esto se evita que al aflojarlo el corcho salga volando. Sin sacar el bozal, pero sí aflojado y presionando siempre con el dedo gordo, agarrar la botella por debajo con la mano hábil, apuntando hacia la nada, y se gira suavemente la botella haciendo fuerza desde abajo. El corcho solo se empezará a aflojar, y la presión lo irá sacando hacia fuera lentamente. Y en lugar del “plop” se sentirá el “pssss”. Si el corcho está muy duro, hacer lo mismo, pero agarrando la parte del corcho con un trapo seco.