jueves, 12 de mayo de 2016

Revista Planeta Joy - Burgermanía: de dónde viene y hacia dónde va la moda de las hamburguesas gourmet

Burgermanía: de dónde viene y hacia dónde



 va la moda de las hamburguesas gourmet


El frenesí por las “better burgers” es un reflejo de una tendencia ya afianzada en los Estados Unidos, que hoy está alcanzando su máxima expresión a nivel local.

Desde su flamante y modesto local sobre la calle Guido, en pleno Recoleta, la decena de personas que forman el staff de la hamburguesería Mi Barrio ponen manos a la obra para preparar los ingredientes de las 500 hamburguesas de 13 variedades distintas que, allí y en sus otras dos sucursales, despacha cada día la cadena boutique que nació hace dos años. Por mes, estos números dan una venta de 15.000 unidades a precios que rondan los 80 y 90 pesos por sándwich (con bebida y guarnición, el combo puede ascender a 150). ¿Ya hicieron las cuentas?
Si bien sus hamburguesas son particularmente buenas, el de Mi Barrio no es un caso de éxito aislado: entre 2014 y 2015 el mapa gastronómico porteño se superpobló de pequeños, medianos y hasta imponentes restaurantes monoproducto que se disputan la creación de la mejor, más original o más descomunal burger de Buenos Aires. Tan arrasadora es la tendencia que hasta los rincones más exclusivos de la ciudad se vieron obligados a sumarse: algunos de los ejemplares más ricos se pueden probar en Pony Line, en el hotel Four Seasons; en Uco, en el Fierro; en el Palacio Duhau y hasta en el pomposo Alvear Palace. No es un dato menor que Mauro Colagreco –el único chef argentino con estrellas Michelin por su restaurante Mirazur (Francia)– haya decidido hacer un regreso triunfal a la patria con Carne, su nueva hamburguesería ubicada en su ciudad natal: La Plata. 
La hamburguesa es, hoy por hoy, lo que fueron el parripollo en los noventa o el delivery de sushi en los dos mil: una plaga. Y lo que todos nos preguntamos es: ¿de dónde salió este repentino furor y hasta cuándo estará entre nosotros?
 
EL NUEVO ESTÁNDAR
“A nivel mundial, la tendencia apunta a subir la vara en lo que se conocía como comida chatarra. Hay un mercado en búsqueda de eso, por lo que la mayoría de las hamburgueserías están funcionando bien. Sin embargo, es un sector muy atomizado y tarde o temprano van a quedar las mejores. Ahora hay miles, muchas son lindas, pero les falta identidad: son como commodities”, esgrime Alejo Pérez Zarlenga, la mente detrás de Hollywood Dogs, un truck de panchos para foodies con importante presencia en festivales y eventos privados. Con la asesoría de Denise Querol y Jimena Machado Pinto (de Le Blé) y la mente del arquitecto Horacio Gallo en el diseño (OportoTeguiSudestada), entre marzo y abril inaugurará un nuevo hito en el rubro: una hamburguesería sobre la calle Armenia –el nombre aún es un misterio– que promete distinguirse no solo en su estética (“Es lo más border que hizo Horacio”), sino también en el producto. “Queremos darle un salto de calidad a la oferta: que se sienta el gusto de la carne por sobre los toppings”, dice Alejo, en una clara cruzada por el menos es más.
Y es que, si hasta hace tres años la experiencia porteña de la hamburguesa gourmet se limitaba a los restaurantes de inspiración yanqui (TGI Friday's, Trixie, The Embers y, en el mejor de los casos, Kansas), al mix de coctelería y burgers de MAD o al atípico oasis de Be Frika con sus combos fuera de serie (con queso Brie, caponatta, ananá caramelizado, pesto, guacamole y sigue la lista), en el nuevo circuito se amontonan, según nuestros registros, al menos treinta locales especializados que compiten dentro de parámetros muy similares. La nueva hamburguesa anuncia en pizarras, carteles luminosos y menús un sinfín de combinaciones de bacon, coleslaw, rúcula, hongos, variedad de quesos, la sempiterna cebolla caramelizada, tomates cherry, palta, aros de cebolla, jalapeños, chutneys, aderezos caseros o importados y otros toppings con medallones de carne “premium” que varían entre los 170 y los 200 gramos, en general bien cocidos (raro o imposible encontrar un reducto donde se pueda elegir el punto de la carne) y con panes que pueden acompañar tan bien como mal, dependiendo del lugar, al resto de los componentes. El panorama es tan estimulante como desolador: los carnívoros pueden optar entre una amplísima oferta como nunca antes, con –en el caso de Palermo– hasta una docena de propuestas en un radio de cinco cuadras; pero la tarea de distinguir lo bueno de lo malo, lo rico de lo feo, tampoco fue nunca así de difícil. 
 
UNA MODA BUENA, BONITA Y BARATA
Es claro que, todavía, las grandes empresas del fast food dominan la escena: Mc Donald's con 220 tiendas en todo el país y casi 3000 millones de facturación anual, seguida de cerca por Burger King y de lejos por Wendy's. Pero la flamante camada de hamburgueserías que ofrecen combos de calidad superadora está ganando terreno a pasos agigantados. 
El fácil acceso al plato y su rentabilidad son dos elementos fundamentales para buscar la razón de su boom. “La gente se dio cuenta que una hamburguesa bien hecha puede competir (en sabor y en rentabilidad) con una pizza, con la diferencia de que nadie se pone a hacer pan casero, picar carne y hacer papas fritas con triple cocción en su casa”, sostiene Leandro Volpe, creador del blog #BurgerFacts, donde comparte reseñas, recetas y datos claves sobre la estrella del fast food. Su trabajo es casi evangelizador: “Como en Estados Unidos no hay cultura del asado, acá no hay cultura de la hamburguesa. En Nueva York es inconcebible una buena hamburguesería donde el pan sea del montón, las papas vengan aceitosas o la carne gomosa producto de la excesiva manipulación. Ahora tenemos una segunda oleada de aperturas y la propuesta tiende a ser más cuidada, pero es despareja todavía. Por eso hacemos #BurgerFacts: para explicar que no todo es lo mismo, informar al consumidor y que los restaurantes se vean obligados a elevar la calidad”. Y no augura un final próximo para el auge: “Creo que no es una moda pasajera, sino un rubro que llegó para quedarse: una comida que le gusta a todos, con ingredientes de calidad, en un ambiente informal y a precios económicos. Es una fórmula ganadora”, concluye.
LOS TRENDSETTERS
Además de al ya mencionado Be Frika, el crecimiento hay que agradecérselo, en parte, a referentes como Burger 54(de los propietarios de Kansas), que fue uno de los primeros en fusionar la apariencia de una cadena de comida rápida convencional con los principios de una hamburguesería gourmet, y hoy ya tiene cuatro locales; otro ejemplo es Dean & Dennys, que suma un elemento eco-friendly (y es siempre cuestionado por el entusiasmo que pusieron sus creadores en parecerse a la cadena yanqui Shake Shack). También enclaves más artesanales y trash, comoBurger Joint y Tierra de Nadie allanaron el camino para una nueva generación de bolichitos de culto. Hay jugadores poniendo muy bien sus fichas, como Pérez H, que arrancó pasando casi desapercibido en un rincón de San Telmo y se expandió hasta abrir su tercer local; o Heisenburger Burger Lab, ambientado en honor a la serie Breaking Bad, que ya tiene dos domicilios entre Palermo y Las Cañitas. Como estos emprendimientos hay millones: Del Toro(Centro), Wayback Burgers (Palermo), 180 Burger (Centro), Francis Platz (Núñez), París Burger (Centro), Illegal Burger (Recoleta), Burger Mood (Centro), Dellepiane Bar (Barrio Norte), Home Burger (Palermo), Holy Burgirls(Palermo), The Burger Company (Palermo), Che Burger (San Telmo), The Burger Club (Palermo), La Esquina BA(Palermo) y Fring (Palermo).
 
¿CUÁL FUE LA PRIMERA DE TODAS?La locura por el exponente más clásico del fast food encuentra sus raíces en los años 50 en pleno Manhattan: la aparición de la primera hamburguesa gourmet se atribuye al restaurante 21 Club, que incorporó a su sofisticado menú un sándwich de medallón de carne cocinado en grasa de pato y condimentado con semillas de hinojo. A este curioso patty pionero lo sucedieron infinitas variantes, aunque la manifestación más sólida de la revolución de la hamburguesa se dio en dos frentes: por un lado, en los locales de alta y media gama como Burger Joint, dentro del exclusivo hotel Le Parker Meridien y, por otro, en el plano de las grandes cadenas. Luego llegaron nombres como Shake Shack, el actual gigante de la hamburguesa estadounidense, que se jacta de usar ingredientes naturales, libres de hormonas y antibióticos a escala masiva, invención del reconocido restaurateur Danny Meyer en 2004. “Si creciste consumiendo fast food, pagando un 50% más podés comer como en la alta cocina; y si estás acostumbrado a la alta cocina, podés pagar un 80% menos, ponerte jeans y divertirte”, aseguró –en una entrevista a Forbes– el propietario de una empresa que posee 50 sucursales distribuidas en EE.UU. y otras 36 alrededor del mundo.

Por Abril Correa Leveratto 
Link a la nota: http://www.planetajoy.com/?Burgermania%3A_de_donde_viene_y_hacia_donde_va_la_moda_de_las_hamburguesas_gourmet&page=ampliada&id=8649

Clarín - Entre Mujeres - Debate: ¿Cocinar es un acto de amor?

Debate: ¿Cocinar es un acto de amor?

El mundo está dividido en dos bandos: quienes aman la cocina y quienes la odian. Ambos tienen sus causas emocionales, prácticas, fundamentadas. Todas son válidas. Vos, ¿de qué lado estás?
Cocinar con amor. Foto: iStock Photos.

Hay quienes evitan el mismísimo acto de cocinar porque les aburre, les da fiaca, les molesta limpiar los cacharros, les parece complejo, les da miedo elaborar hasta el más simple plato porque desconfían de su resultado, o por miles de razones más. Yo me ubico en la vereda de enfrente. En la de quienes disfrutan desde el momento mismo de la compra o de la cosecha pasando por la inevitable limpieza de lo que se cruza por el camino, hasta el fin, el sublime instante en que la comida se aprecia con todos los sentidos y aflora el sutil aroma de las especias, la paleta de colores en el plato, la particular textura de cada preparación, el intenso sabor de la frescura elaborada y el sonido del manjar en boca.


Porque el acto de cocinar involucra un proceso extenso, un acto de amor para nosotros mismos y para quienes alimentaremos. Desde el momento en que elegimos qué comprar o qué cosechar, porque nos atrae el aspecto o porque tenemos ganas de comer eso, hasta en diseñar cómo lo elaboraremos: lavarlo, cortarlo, condimentarlo, cocinarlo, emplatarlo, y consumirlo.


En la cocina intervienen muchas emociones. La misma transformación de los alimentos genera, en quien los tiene entre manos, un sinfín de sensaciones. Ni que hablar cuando de ingredientes bien frescos se trata. De esos que hace un rato estaban en la huerta o en la granja. Transmiten su energía. En algún momento, todo se toca: al lavarlo, al cortarlo, al amasarlo, al cocinarlo... Se toca con las manos o con utensilios, pero se toca. Y ahí se siente su amabilidad, su delicadeza, su nobleza. Se huele su perfume. Se disfruta su color. Se oye su sonido. Se degusta en su estado intermedio. El cocinero que ejercita sus sentidos, disfruta de cada emoción que se le presenta en ese momento. Y entonces se cuela el ingrediente más importante: el amor.

Esa es la diferencia entre un bando y otro. La misma receta aplicada a rajatabla puede salir manjar de los dioses o espectacular suela de zapato al plato. Muchas veces repito: tiene la onda del momento. En esos días en que todo es color de rosas, la comida nos sale como para banquete privilegiado. El cansancio, los problemas, el estrés juegan como golazo en contra, hacen del resultado de cocinar una experiencia para no repetir. Y quienes consumen lo sienten: se te quemó, se te pasó la pasta, el arroz está crudo, tiene demasiada sal, está insulso y tantas otras cosas más.


Falta amor. Falta pasión. Falta onda. Por la razón que fuera. Falta sentir la magia de lo que ofreceremos en la mesa. Falta transmitirle respeto hacia su esencia, ese respeto que hace que el cuchillo lo troce perfecto, el fuego lo dore increíble, la salsa maride armoniosa. Ese respeto que sólo se logra con los sentidos atentos y con la pasión en danza. Porque el amor es el ingrediente único y más importante de cualquier comida. Cocinar es un acto de amor. ¿Ya te cambiaste de bando?

Por Andrea Jatar, creadora de Viandas de la Olla.

Link a la nota: http://entremujeres.clarin.com/rincon-gourmet/Cocinar-acto-amor_0_1574842570.html

Clarín - El País - El 60 % de la carne que se consume es de feedlot - pág 23


Revista Planeta Joy - La nueva cara del helado en palito

La nueva cara del helado en palito

Están elaboradas con productos de calidad y fruta fresca. Sin conservantes, aditivos ni colorantes, los helados en palito son una tendencia que llegó a la Argentina para quedarse.
Está claro que el helado dejó hace tiempo de ser un producto estacional y se consume durante todo el año. Si a eso le sumamos que el argentino promedio come 7 kilos de helado artesanal por año (según datos de AFADHYA, la Asociación Fabricantes Artesanales de Helados y Afines); que el año pasado en kioscos, estaciones de servicio y autoservicios se consumieron 17 millones de litros de helado industrial; y que más del 69% de la población consume algún tipo de helado durante el año (auditoría de mercado CCR realizada por Arcor), tenemos el escenario perfecto para la aparición de nuevos conceptos de helados. Y en este contexto es que llegaron al país las llamadas “paleterías”: emprendimientos dedicados exclusivamente a elaborar helados en palito, haciendo foco en la calidad del producto y la variedad de sabores.
La búsqueda de nuevas variedades en este rubro es tal que hasta Mixxtail, la marca de tragos listos en botella, se subió y acaba de lanzar paletas con 2,7 grados de alcohol en tres sabores: Mojito, Caipiroska y Caipiroska de Frutilla. Además, comienzan a aparecer cursos para la elaboración de paletas artesanales (www.mundohelado.com.ar) y Lucciano’s, uno de los primeros en ofrecerlas, tiene para responder más de 700 pedidos de franquicias. “Esto recién comienza. Calculamos que este año se va a desarrollar y explotará recién en 2017”, predice Carlos Masip, socio de Stick Station, una de las marcas que promete cambiarle la cara que conocimos hasta ahora al helado de palito.
UN POCO DE HISTORIA
El helado, tal y como lo conocemos hoy, surge por primera vez en China, promediando el año 600. Pero recién unos mil años después aparecerá en París -de la mano de un siciliano- la primera heladería como negocio. La historia de las paletas, sin embargo, es mucho más actual y se remonta a 1930. En Tocumbo, México, madres y abuelas iniciaron esta tradición de elaborar paletas heladas para los más chicos con frutas y otros productos locales. De ahí que cuando se habla de paletas heladas en muchos lados se las conoce como “paletas mexicanas”.
Y si bien es cierto que el origen de la categoría “paletas heladas” comenzó en México hace muchos años y se extendió por numerosos países de la región (Chile, Paraguay, Bolivia y Colombia entre otros), fue en Brasil donde se le dio un nuevo impulso con varias marcas desarrollando el mercado. Los Paleteros, una de las principales marcas brasileñas, tiene 94 puntos de venta distribuidos en 12 estados, una veintena de sabores y más de 900 mil fanáticos en sus redes sociales. 
A nivel local, el pionero fue Vassalisa que en 2012 presentó Ice Cream on Stick: helados artesanales con el sello de calidad de una de las chocolaterías más prestigiosas del país. Si bien eran excelentes (y lo siguen siendo), su elevado precio los hacía algo inalcanzables para el común de la gente. Más o menos por esa época, pero en Mar del Plata, los dueños de Lucciano’s volvían de Italia con un maestro heladero, equipos y todo el know how para montar la producción de icepops, como llaman ellos a las paletas. Y a fines del año pasado se sumaron Stick Station y Guapaletas para terminar de sentar las bases de la categoría. “Creemos que cada país tiene sus propias costumbres, y es por eso que quisimos respetar la tradición y el gusto argentino por el helado artesanal de alta calidad, pero en un formato nuevo”, cuenta Federico Manzuoli, co-fundador de Guapaletas. 
Frutales; rellenas con cremas, dulce de leche y hasta leche condensada; tuneadas para chicos; con ediciones limitadas y hasta con la posibilidad de decorarlas; los nuevos helados en palito, que se consiguen a un precio que varía entre 30 y 45 pesos, son una buena opción para consumir helado artesanal pero de una forma diferente y más entretenida. La mayoría, además, ya comenzaron a ofrecer cajas con varias unidades para llevar a comidas, eventos o, simplemente, para tener siempre a mano en el freezer.
Si bien seguramente se irán sumando algunas marcas más a lo largo del año, éstas son las tres que ya están instaladas, ofreciendo una variedad interesante de sabor y que, incluso, ya tienen sus fanáticos.
 
PALETAS BIEN GUAPAS: GUAPALETAS
Fueron los últimos en aparecer (diciembre del año pasado), pero rápidamente se posicionaron como líderes de la categoría inundando las redes sociales con sus coloridas paletas. Tienen 30 sabores que organizan en diferentes categorías: frutales, cremosos, rellenos y kids. Además, cuentan con ediciones limitadas. Si bien todos los sabores están muy bien ejecutados, el público ya eligió sus preferidos: Multifruta, Dulce de Leche con Coco (también nuestro favorito) y Maracuyá con Leche Condensada. Las paletas, que cuestan entre 30 y 45 pesos, se pueden comprar individualmente o en cajas de 6 unidades. Se consiguen en shoppings: Alto Palermo, Tortugas Open Mall, Paseo Alcorta,  Distrito Arcos y, muy pronto, DOT Baires Shopping. Ya anunciaron que seguirán sumando paleterías tanto en Buenos Aires como en el interior del país. Ah, y si estás atento, puede que te encuentres su foodtruck paletero en algún evento o feria como Buenos Aires Market.
 
EL CORAZÓN DEL SABOR: STICK STATIONCon apenas algunos meses de vida (abrieron su primera sucursal en octubre de 2015), ya llamaron la atención del público de Zona Norte, con su stand iniciático. A primera vista puede confundirse con un helado tradicional ya que envasan sus productos con un envoltorio (flow pack) como lo hacen los industriales. Pero basta con sacarlos del envoltorio y probarlos para darse cuenta de que son más ricos y el doble de grandes que los comunes. Sus combinaciones son algo más clásicas que las de la competencia: Doble Dulce de Leche, Chocolate Belga, Maracuyá, Crema de Cookies y Frutos del Bosque son algunos de los 17 sabores que hoy ofrecen. Los 33 sabores restantes que ya tienen desarrollados los irán presentando con el correr de los meses. A los palitos de Stick Station los podés encontrar en el Shopping Soleil (Camino del Buen Ayre y Panamericana, Boulogne) y muy pronto en su nueva sucursal del Abasto Shopping (Av. Corrientes 3247, CABA) a 45 pesos los rellenos y 40 los comunes.
 
ARTISTAS DE LA PALETA: LUCCIANO´S
Se fueron a Italia no sólo a aprender de los mejores sino a equiparse con la última tecnología para fabricar helado. Incluso se trajeron a un maestro heladero. Desde la apertura de su primer local en Mar del Plata en 2011 no pararon de crecer, y hoy ya cuentan con 8 locales. Su última apertura fue en noviembre del año pasado en Martínez, donde desembarcaron con sus más de 40 opciones de icepops, como los llaman ellos. Son los que más arriesgan en sabores (Kinder Bueno, Bananita Dolca, Chicle) y también hacen varias opciones para chicos, como los Minions (helado de banana decorado como estos simpáticos personajes) y, si hablamos de favoritos, el Multifruta (con base de helado de limón) es uno de los que mejor rankea. Todos los helados se hacen a mano, uno por uno, y eso se nota en la cremosidad final que tienen los productos. Según cuál sea la elección, el precio varía entre 35 y 50 pesos. Eso sí, por 55 te dejan crear tu propio icepop: vos eligís el sabor, el tipo de cobertura, qué toppings sumarle y, por supuesto, la decoración. La sucursal de Martínez queda en Av. Libertador 14141 y los locales de Mar del Plata los podés ver en su web: www.luccianos.com.ar
 
LAS TRADICIONALES NO SE QUEDAN ATRÁS
Si bien los helados de palito industriales no tienen competencia con sus más de 93 mil puntos de venta y sus 2800 millones de pesos facturados sólo el año pasado, las que sí están atentas a esta tendencia son las heladerías. Freddo coqueteó con las paletas el año pasado en la apertura del BAFWeek con la primera presentación de Ediciones de Autor. Junto con Valeria Pesqueira desarrollaron una edición limitada de un palito helado con forma de oso –ícono de la diseñadora- en tres diferentes sabores: Frambuesa, Dulce de Leche y Vainilla. Por su parte Munchi’s presentó, en noviembre del año pasado, sus “palitos” en 7 sabores (de agua y bañados), y Heladerías Daniel inició la venta en octubre de sus Danielitos en dos versiones: Frutilla al Agua y Palito Bombón. Desde la empresa dicen que la aceptación fue tan  buena que ya tienen planes para expandir la gama de productos.

Por Maxi Kupferman 
Link a la nota: http://www.planetajoy.com/?La_nueva_cara_del_helado_en_palito&page=ampliada&id=8631