lunes, 2 de enero de 2017

La Nación - Gastronomía - La cocina de los refugiados que cautiva a los parisinos

La cocina de los refugiados que cautiva a los parisinos

Dos amigos decidieron montar un carrito, Les Cuistots Migrateurs, sobre el Sena, donde trabajan inmigrantes que huyen de la guerra en Siria
PARA LA NACION
SÁBADO 31 DE DICIEMBRE DE 2016

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PARIS.- En la cocina de un barco anclado en el Sena, Hasnaa corta berenjenas y las dispone sobre una fuente con tomates y sal. El movimiento del agua a veces la hace viajar en el tiempo, como una mecedora, y en esos lapsos se acuerda de su vida en Siria, ese país que tanto ama y que hace dos años tuvo que abandonar cuando las bombas cayeron sobre su casa. Su barrio, Kobane, fue uno de los primeros que la guerra destruyó. Se mudó con su marido y sus tres hijos a otro barrio dentro de Damasco antes de, finalmente, decidir abandonar todo y buscar la paz. Una pregunta sobre la preparación de los falafels la hace volver a la realidad. Esta mañana, en la cocina, a Hasnaa la acompañan Faaeq, que no habla francés todavía pero entiende de a ratos, y Louis Jacquot, que colabora porque le gusta aprender. En esta cocina manda Hasnaa.
Louis Jacquot, uno de los fundadores
Louis Jacquot, uno de los fundadores. Foto: LA NACION / Les Cuistots Migrateurs
Los treintañeros Louis Jacquot y Sébastien Prunier son, además de amigos, socios fundadores de Les Cuistots Migrateurs, una iniciativa que busca cambiar la manera en la que los parisinos ven a los inmigrantes a través de algo que los franceses aprecian de sobremanera: la gastronomía. Todas las mañanas, desde mayo, se juntan a preparar seis o siete mezzes, pequeños platos individuales (entremeses), que por la noche venden en la terraza del barco, convertida en restaurante al aire libre y con vista al Sena. El menú promete hummus al comino, ensalada de habas y garbanzos, caviar de pimiento rojo a la nuez con granada y trigo burgol, yogur a la menta, berenjenas fritas con tomate, y ensalada de papa, perejil, comino y tomate. Los parisinos salen de sus oficinas alrededor de las 19 y llenan el lugar. El objetivo es hacerles descubrir sabores de otros rincones del mundo y, al mismo tiempo, colaborar con la inserción social y laboral de los refugiados. Esta cocina emplea sólo a quienes ya tienen ese estatuto, no alimenta el trabajo informal y los pone en un lugar que no suelen tener cuando desembarcan en este país: el de chef.
Además del restaurante pasajero que funciona como una especie de vidriera, los dos amigos ya organizaron más de 20 eventos para empresas. El catering es muy variado, con entradas, platos y postres traídos de diferentes culturas, una diversidad que demanda que cada evento sea para al menos 40 personas. El objetivo siguiente es instalarse en un espacio propio donde puedan cocinar y vender. También están pensando en organizar ateliers para los interesados en aprender técnicas y mezclas del mundo. Los profesores serán los refugiados, que de esta manera se sienten valorados. Los parisinos son curiosos de todo, así que no deberían faltar alumnos.
"Es una nueva llave de comprensión para los locales, que descubren que Chechenia, Siria y Afganistán no son sólo países en guerra: son también lugares con una buena cocina. Quizá se crucen con el otro por sólo tres minutos, pero les cambia la visión de la inmigración. Ven a una persona que trabaja y que aporta algo. Y también se favorece la inserción. Muchas veces es difícil encontrar un trabajo y acá les proponemos trabajar como jefes cocineros. De paso, aprenden el idioma y eso les sirve para el futuro", cuenta a LA NACION Prunier. Por medio de asociaciones, como Syrians and Friends, se conectan con inmigrantes sirios, chechenos, iraníes o etíopes. Louis les hace llenar un formulario que inventó para que la selección fuera más fácil. Encontrar cocineros es lo que más tiempo lleva. "Además de papeles, tienen que saber algo de francés y haber cocinado antes", explica Jacquot.
Hoy el equipo reúne a ocho chefs, todos refugiados que buscaban trabajo y no conseguían. En París, sin un contrato de trabajo formal, alquilar un departamento es casi imposible. Faaeq, por ejemplo, trabajó en una carnicería en el sur de Siria. Huyó porque no quería enrolarse en el ejército. Hasnaa tuvo una cantina y trabajó con un amigo de la familia que era gran chef en Siria antes de reconvertirse en preceptora de escuela. Su marido era director de una sociedad en Damasco y desde que llegó no tiene trabajo. Viven en 35 metros cuadrados. "Queremos cambiar nuestras vidas. La gente nos dice que pidamos ayuda al Estado pero no queremos vivir de ayuda. No estamos acostumbrados a pedir", explica Hasnaa.
Mohammed era un chef estrella en Damasco y tenía varios restaurantes. Cuando los servicios de inteligencia empezaron a hacerle advertencias, decidió tomar el barco, como todos, con su mujer y sus tres hijos. Después de haber pasado por Les Cuistots, le propusieron abrir su propio restaurante en Aubervilliers, al noreste de París. Prunier y Jacquot demuestran que las propuestas microeconómicas con conciencia social pueden ser una manera de suavizar lo desconocido, generar empatía y crear soluciones que enriquecen a todos. Incluso a la oferta gastronómica parisina.
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La Nación - Gastronomía - Los gustos de helados, cada vez más transgresores

Los gustos de los helados, cada vez más transgresores

La novedad son los sabores salados de queso azul, palta con wasabi, mousse de zanahoria y los que contienen alcohol como un cóctel
PARA LA NACION
SÁBADO 31 DE DICIEMBRE DE 2016

Leila López prueba el helado de gin en Alchemy
Leila López prueba el helado de gin en Alchemy. Foto: Hernán Zenteno
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Cada año, cuando los termómetros fulminan la simbólica barrera de los 30°C, sucede lo mismo: las heladerías anuncian su temporada alta con gustos nuevos, que en muchos casos trasgreden la rígida estandarización del paladar nacional. Pero que suceda siempre, no significa que no haya cambios. Y en este verano 2016/2017 lo que supo ser la excepción empieza a convertirse en norma. "Esto recién empieza", dice Matías Naccarato, quien junto a Yamila Guzmán creó este año Alchemy, lugar que derriba, uno por uno, los lugares comunes de la típica heladería argentina. Para empezar, la estética, que emula un laboratorio, con empleados de bata blanca y sabores exhibidos a manera de tabla periódica, y que suma música, espirituosas y un bartender preparando cócteles. "Entre las heladerías hay muchísimo para crecer e innovar. Hicimos apenas algo distinto y tuvo gran repercusión. El helado argentino se quedó muchos años en lo mismo y la gente agradece los cambios", asegura, con mirada crítica sobre el sector.
Alchemy sumó a los sabores más usuales dos grandes grupos. Primero, los helados salados (mezcla de salado y dulce, ya que el azúcar es imprescindible en la constitución de un helado artesanal), con sabores como queso azul, palta con wasabi y mousse de zanahoria. Segundo, los helados con alcohol, que reproducen la experiencia de un cóctel. Con ayuda de Rodrigo Pascual Tubert (bartender en el bar Frank's), pensaron los sabores, el garnish y los perfect serves de cada uno, con cristalería, mugs de estilo ticki o jarros enlozados. Tres ejemplos: el tifón de Oriente (que lleva ron, jugo de naranja y maracuyá) llega al mostrador dentro de una cajita de tipo fast food oriental, el moscow mule (vodka, limón y jengibre) viene en una taza enlozada y el espresso Martini, que lleva vodka Absolut y Tía María, sale en copa de cristal doble junto con un espresso colombiano a su lado. "El julep mint es simplemente exquisito. Mi nuevo preferido", asegura Dimvk, usuaria de nivel 6 en Trip Advisor. "¡Nunca pensé que me gustaría tanto un helado de queso azul!", suma Daniela G, en la misma red social.
Según la última encuesta a nivel nacional realizada a pedido de la Asociación de fabricantes de helados artesanales y afines (Afadhya), el consumidor de helado argentino es tradicional. El dulce de leche se lleva el 53% de las preferencias, los chocolates 42% y la frutilla 40%. Pero las estadísticas esconden los casos particulares. Para Jauja, por ejemplo, los sabores tradicionales representan el 70% de su despacho. Para Alchemy, el porcentaje cae al 60%. Y en la tucumana Plaza Crema, proclamada como "la heladería con más sabores de todo el país", los básicos representan menos del 50% de su venta. "Sé que suena trillado, pero no se trata siempre de negocio", dice Melchor Mazzini, de Jauja, heladería nacida en 1982 en El Bolsón. "Es algo que empezaron mis viejos, es nuestro ADN familiar", asegura. "Nos gusta experimentar, sin olvidar nunca que los ingredientes naturales deben estar detrás de cada sabor. Aprovechamos materias primas de la región, como el calafate, la murra, el corinto. Y este último año, en particular, nos pusimos más lúdicos. Primero, a pedido, haciendo helados exclusivos para lugares como el Llao Llao o la cervecería Patagonia, con sabores de remolacha, cebada salvaje, de distintos lúpulos. Y en las heladerías incorporamos un helado de yogur natural, saborizado con cardamomo, ananá y sésamo caramelizado (crema del des-Oriente), otro de pepino y frutilla, superrefrescante. Claro que nuestro sabor principal es la mousse de chocolate amargo al 80%, pero la gente combina con otros, y cuando no tenemos un sabor, se enoja. La verdad es que todo se puede convertir en helado; el límite es que sea rico".
Para Franco Savino, no se trata de ser raro. Maestro heladero de Occo, la heladería nacida en 2012 en los límites de Chacarita y Palermo, y que desde el año pasado tiene otros dos locales en la ciudad, afirma que se trata de "jugar con los sabores, darles una vuelta de tuerca. Pero vos podés comer un delicioso helado de remolacha, ahora si tu dulce de leche es malo, no hay vuelta atrás. De todas maneras, la gente claro que se anima. En Occo el helado más vendido no es el dulce de leche, sino el cheese limón, de queso Filadelfia y galletita de limón". Antes de hacer helados, Franco fue cocinero, y de allí le viene su pasión por la experimentación. "Siempre fui de los fuegos, donde todo el tiempo estás probando algo nuevo. El helado me hizo sentir la misma sensación, te permite jugar con texturas, con aromas, con todo el paladar. Ver lo que quiere el cliente, ir al Barrio Chino y descubrir ingredientes. El factor sorpresa es algo que gusta, preguntar qué hay nuevo y probar de pronto un helado de palta con limón. Es una evolución constante junto con los clientes. El chocolate picante de ahora, por ejemplo, es mucho más picante que el que teníamos antes".
Tal vez la novedad que trae el 2017 no sea sólo el exotismo de algunas combinaciones (de alfajor de maicena, de cebolla, de queso cheddar) sino y principalmente que hoy estos "raros sabores nuevos" ya no son tan raros. Incluso las grandes heladerías se animan al juego. Con la historia a su favor (nació en 1914), El Fundador inauguró ahora locales a la calle, donde además del consabido dulce de leche y del chocolate, presentan gustos como cerveza, whisky o Gancia con limón, entre otros.
También Chungo, con 32 locales en el país, hizo de los sabores de edición limitada una marca registrada. "El cliente debe tener nuevas alternativas, le gusta probar cosas nuevas. Presentamos el dulce de leche con maní salado y le fue muy bien. Ahora sacamos el nucrem, tuvimos también el gusto bicentenario (de queso y dulce) o de mojito. Y en el último invierno, para acompañar la carta de pastelería, elaboramos el carrot cake. Son ediciones limitadas, que fomentan la prueba; si el producto está siempre, no tienta tanto", cuenta Pablo García, gerente de operaciones de esta cadena. "Hay sabores y estilos que te abren un mundo. Nos pasó con el chocolate vegano, con una aceptación fenomenal. Vemos indicios de que el consumidor está cambiando, si bien de manera leve. Estos sabores no van a revolucionar el mercado, pero sí van a ser parte. Y no sólo pasa en los polos gastronómicos, como puede ser Palermo, sino que se replica en todos los barrios", afirma.

Un país heladero

No se trata sólo de Buenos Aires: en el resto del país surgen también heladerías que rompen el statu quo. En Mendoza, Dolcezza tiene, entre sus sabores más divertidos, el de alfajor de maicena, el de chocolate blanco con pimienta rosa y otros que se apropian de golosinas de la infancia, como palito de la selva. En Salsipuedes, Córdoba, la heladería Luna ofrece fernet, pero también cerveza con maní, el de queso Cuartirolo y batatitas en almíbar, lavanda e incluso uno con sabor a ensalada Waldorf. La lista sigue en Rosario, con Touche de Creme, considerada por muchos como la mejor heladería de la ciudad, que ofrece chocolate picante, crema chai especiada, helado de romero con limón y de ricota con nueces y miel, entre otros.
Y el premio mayor se lo lleva Plaza Crema, en la localidad de Manantial, cerca de de San Miguel de Tucumán, con 150 sabores disponibles. "Y tenemos todos", asegura Enrique Espeche. Elaborados por su hermano Roberto (la mamá es la que hace los dulces que serán la base de los sabores), dividen la carta en 24 grupos temáticos de seis sabores cada uno.
Dentro de las "cremas del cielo", hay cielo nublado, crepúsculo, humo en el cielo. En "cremas dulces de la huerta", suman cebolla, berenjena, tomate. Entre los "cócteles", sangría, caipirinha, piña colada.
"Hay heladerías populares, con precios muy baratos y sucursales por todos lados; y las premium, con márgenes grandes y mucha inversión en sus locales. Para competir, elegimos una tercera vía. Acá no vienen en búsqueda de precio, sino que llegan por nuestra propuesta", dice Enrique. "Todo lo que se puede hacer un dulce, luego se puede hacer helado. Para nosotros, fue prueba y error. Tiramos mucho y seguimos aprendiendo. Escuchamos a los clientes, sus opiniones y pedidos. Es una docencia continua, para romper los prejuicios. Hay sabores que hacemos muy poquito, para diez clientes que vienen todas las semanas a buscarlos.
Experimentar y jugar. Reeditar de algún modo lo que hicieron las primeras heladerías del país, cuando se crearon los sabores que hoy consideramos clásicos, y muchos otros que quedaron en el tiempo. Pensar al helado como un producto gastronómico, con la misma libertad con la que un restaurante piensa su menú. Lograr que la excepción sea la norma. De eso se trata.
Link a la nota: http://www.lanacion.com.ar/1972001-los-gustos-de-los-helados-cada-vez-mas-transgresores

Revista Planeta Joy - Mano a mano con Alberto Arizu, un visionario del vino

Mano a mano con Alberto Arizu, un visionario del vino

El director comercial de Luigi Bosca es un caso de estudio en materia de creación y de constancia en el tiempo. Presidente de bodegas de Argentina por tercera vez, en esta nota hace una radiografía del vino argentino.


Reina la prolijidad en el despacho de Alberto Arizu (h). Unos sillones forman un pequeño living. Hay algunos libros y fotos familiares. Se destaca, sobre el amplio escritorio, el diario económico del día. Esa es justamente  una de sus pasiones: analizar las situaciones y crear estrategias para llevar a buen puerto una compañía como Luigi Bosca, que ya tiene 114 años de historia. Arizu sabe que esa experiencia no es menor. Pero no se queda en el pasado: su ojo está puesto en al coyuntura actual del vino. Director comercial de la bodega, tres veces presidente de Wines of Argentina y en pleno ejercicio, de buena gana se presta a pensar qué sucede en el negocio del vino hoy. Qué está bien y qué no. Y hacia adónde va el asunto.

Cada vez que publicamos un precio en una revista o un medio digital alguien comenta que lo compra más barato ¿Cuánto cuesta hoy realmente una botella de vino?Es muy difícil saberlo. El supermercado te hace el 40% de descuento todos los fines de semana, el martes la tarjeta equis te pone una rebaja, en internet tenés 6x4. Frente a esa dispersión, la pregunta es una sola: ¿quién es el que se queda con la plata del consumidor? Esta dispersión es producto de la inflación. Siempre digo: el precio es uno de los pocos elementos racionales de un vino y esta distorsión rompe el pacto con el consumidor. Creo que en este proceso de normalización de la economía se aclarará el asunto del precio. Pero vamos a tener que volver a discutir todo el entramado del negocio, desde que el vino sale de la bodega hasta que llega al cliente.

En este escenario, internet es un jugador estelar porque propone una cadena más corta, ¿Creés que crecerá?No hay mejor producto que el vino para comprar por internet: podés estar en tu casa, tranquilo, revisando puntuaciones, datos de viñedo, opiniones de terceros, y al final tomar la decisión de comprar. Siempre digo que el vino fue creado hace miles de años pero pensado para internet. El asunto es darle transparencia a la oferta para que no sea un pibe que revienta una caja en un sitio de ofertas sino retailers bien armados. Esto empieza a verse con jugadores más importantes. Claro que hasta ahora el único anzuelo ha sido el descuento. Debería venir una segunda etapa de servicios y eficiencia.

Actualmente hay mucha dispersión de calidades y precios en la gama de los 80 a 150 pesos. ¿En este contacto hay margen para reinventar un fenómeno como el de La Linda?La Linda fue una enorme satisfacción. A mediados de los noventa habíamos visto en Inglaterra una categoría que se llamaba Popular Premium, es decir: vinos de valor a precio lógico. La Linda fue el primero de la Argentina. Entonces el mercado también crecía en marcas, con distorsión de calidades, vinos premium sin bodega y cosas así. Ahí La Linda ordenó el juego, con el aval de Luigi Bosca. Y fue un hit.


¿Piensan lanzar un nuevo producto ahora?No lo tenemos en plan, pero no descarto nada. Este es un negocio que requiere dinámica y sin esa gimnasia, sin esa flexibilidad, hubiera sido imposible para nosotros sobrevivir 115 años en un país como este.

Con la apertura de las importaciones ¿creés que subsistirá una ultra gama de precios, con vinos aún más caros que los que hoy son de alta gama?Fijate que, si bien la Argentina era otra, en la década del noventa pasó lo mismo: comprabas vinos franceses e italianos de muy alta gama a buenos precios. Sin embargo nunca superó el 2% del mercado.

¿Esto fue porque el segmento de consumo es chico?Sí. Y también porque, desde el punto de vista del consumidor, el vino es uno de los pocos productos Made in Argentina del cual se siente orgulloso. Ahora bien, este segmento que nosotros llamamos de culto, es sin dudas el más vulnerable a la llegada de los importados. Pero los estímulos son completamente diferentes al del precio. No se trata sólo de beberlos. Es tenerlos, atesorarlos, conocerlos y guardarlos para ocasiones especiales. Si vos tenés una botella de las 5000 que se produjeron, por ejemplo, sólo importa saber que lo tenés. Y ahora, además, el conocimiento de los terruños suma un valor a ese imaginario. En eso, el consumidor nos acompañará.

Decías recién que el consumidor defiende sus vinos. ¿Qué imaginás que podría ofrecer hoy la industria del vino para estrechar aún más ese lazo?Hay dos cosas. Una, el conocimiento ha hecho que hoy los vinos desplieguen una complejidad enorme, porque en los últimos 20 o 25 años la evolución de la técnica y el conocimiento tienen un abanico de diferencias extraordinarios. Eso ofrece una nueva cantera permanente. Dos, a esto ahora le sumamos un mensaje más sofisticado, más complejo, como es el del terruño, el ADN de vino. Tendremos que ser muy cuidadosos para contarle esto al consumidor si no queremos ahuyentarlo. Sobre todo con los más jóvenes.


¿Te referís a los millennials?A mi me preocupan hoy los millennials. Vos fijate: en mercados como el norteamericano consumen mucho más vino que el que consumían los baby boomers, que expandieron el mercado. Son más abiertos, más observadores, más permeables, mucho menos leales también. Sin embargo, tienen poco tiempo para estudiar y conceptualizar un vino ¿Cómo vamos a hacer para contarles la complejidad del terroir y llegarle con un mensaje simple? Es un desafío enorme.

¿Creés que se puede hacer vinos de terroir accesibles, digamos de 150 a 200 pesos para que el mensaje sea también accesible?Supongo que sí. Hay ciertas regiones que tienen margen para eso. Vos fijate que en Luigi Bosca hace muchísimos años que hablamos de Luján. Sin embargo, los últimos viñedos que compramos son en distintas regiones de Valle de Uco. Y hoy hacemos Malbec en Luján y en Uco. En Maipú dejamos de hacerlo hace un montón de tiempo porque no daba resultados.

¿Acotaron las variedades a determinadas regiones y para que sea más fácil de comunicar?Convengamos que no hace mucho comenzamos a hablar del Malbec de Mendoza, Salta, San Juan y Patagonia. Ese es el otro gran tema. Es difícil pensar que podamos llegar a tanta certeza y tan pronto, como para establecer Denominaciones de Origen en la Argentina. Cuando discutimos internamente sobre tipos de suelos, formulo siempre la misma pregunta: ¿qué impacto tiene sobre el vino y cómo puedo reconocerlo en el vino? Si eso no está, no tiene tanto valor. Yo tomo un vino no porque sea de un lugar, sino porque aprecio que ese lugar aporta unas características que puedo sentir. Ahora, eso son 1500 años de historia. Estamos recién empezando.

Pero ustedes son uno de los principales actores de la DOC Luján de Cuyo.Sí, claro. Todo esto lo empezó a pensar en 1989 un grupo de ilustres entre los que estaban Don Raúl de la Mota y mi padre.

¿Creés que la DOC ha sabido capitalizar este crecimiento?Tal vez no. Es verdad. Probablemente porque nació demasiado antes.

Así como la década del noventa le cambió el gusto al consumidor argentino ¿se puede decir que hoy es el consumidor local el que define el gusto exportable?Claramente. Pensá que, como país, pasamos los primeros veinte años de aprendizaje siguiendo tendencias globales y logramos un honroso 4% del share mundial. Ahora la Argentina tiene la posibilidad de imponer su propia agenda, porque es un país más rico en tendencias, que tiene algo para decir en el mundo y tiene talento para hacerlo. Claro que una cosa es el mercado inglés, que tiene cultura de vinos y está dispuesto a reconocer las sutiles diferencias, y otra muy distinta el chino, que todavía no sabe que la Argentina produce vinos y que tiene a sus consumidores en formación. Desde Wines of Argentina los trabajamos de forma muy diferente.


¿Puede la Argentina repuntar nuevamente en el mundo?Entre 2002 y 2008 vivimos un proceso único. Llegamos con buenos productos, con expertise y al mismo tiempo con un mercado demandante. En esos años, la industria llegó a tener rentabilidades del 22 y 23 porciento en exportaciones cuando en el mundo es del 11. Fueron condiciones extraordinarias que algunos pensaron que eran para siempre. Y aprovechamos esa condición para seguir ampliando el mercado con promoción y promoción. Entre 2010 y 2015, sin embargo, perdimos las mejores oportunidades por una coyuntura interna que nos estaba demoliendo. Eso nos hizo distraer, no poder aprovechar las oportunidades y esto es lo que yo lamento: podríamos haber ganado 2 o 3 puntos más de share global. Nosotros pesábamos llegar al 9 porciento de las exportaciones mundiales y seguimos en el 4.

¿Duele un poco?Duele mucho, por las oportunidades que nos perdimos. Hoy tenemos un mercado más normalizado. Sólo que ahora el mundo no brinda las mismas oportunidades de la década pasada. Eso forma parte de estar integrados.

“EL SOMMELIER DEBE SER MENOS NARCISISTA”La comunicación del vino es clave para el éxito del negocio. Desde la prensa a las redes sociales, el vino gana espacios y visibilidad, donde sólo la coherencia garantiza éxito. Uno de los espacios más novedosos es el que ocupa el sommelier, que hoy empuja marcas desconocidas en cartas importantes pero, al mismo tiempo, cuestionado en muchos lugares del mundo.

¿Qué rol cumple el sommelier en la Argentina?Creo mucho en el sommelier. Es un intermediario clave entre el productor y el consumidor en el lugar de consumo. Trabaja en un ámbito real. Ahora, lo que sí creo es que el sommelier tiene que ser menos narcisista. Muchos están hoy en el rol protagónico, incluso por arriba de los vinos. Un buen sommelier no es una figura estelar. De hecho, en la Argentina hay enormes talentos que no son justamente los más visibles. En la medida en que el sommelier entienda ese rol, se destacará muchísimo. Hoy algunos, en cambio, tienen un rol tan protagónico que llega a ser peligroso. Hay que entender que todos, prensa, industria, sommelier, restaurateur, todos somos parte de lo mismo. Acá el único soberano es el consumidor que decide qué hacer con su plata. El resto, somos todos actores, con distinto nivel de protagonismo. Pero actores al fin.
Link a la nota: http://www.planetajoy.com/?Mano_a_mano_con_Alberto_Arizu%2C_un_visionario_del_vino&page=ampliada&id=9104

Revista Brando - Deseos enogastronómicos para el 2017

Deseos enogastronómicos para el 2017

Transparencia de criterios de selección de los cocineros que nos representan, mejorar la distribución de productos en todo el país, perfeccionar la calidad del servicio, promover la formación gastronómica en las escuelas secundarias y exigir periodistas especializados. Mis deseos para el próximo año. 
Transparencia de criterios de selección de los cocineros que nos representan, mejorar la distribución de productos en todo el país, perfeccionar la calidad del servicio, promover la formación gastronómica en las escuelas secundarias y exigir periodistas especializados. Mis deseos para el próximo año.
  • Los deseos para este año nuevo que se asoma

Por Alejandro Maglione 
amaglione@lanacion.com.ar 
@MaglioneSibaris 
Transparencia. Los criterios de selección de los cocineros, tanto para acciones en el interior del país, como para representarnos en el mundo, suelen permanecer ocultos. Ni aquellos que no fueron seleccionados, ni el periodismo especializado, puede acceder nunca a conocer los criterios de selección. Es lógico que aquellos que han quedado afuera estén disconformes. Sin embargo, si los detalles de esas inclusiones -que generalmente soslayan a los profesionales del interior del país- se explica con claridad, sobre todo cuando las acciones se realizan con fondos públicos, hará que los lamentos sean injustificados. 
Tampoco hay resultados sobre el impacto que causan estas acciones en el exterior, acciones en las que se invierten decenas de miles de dólares. Es inútil preguntar cuántos comensales fueron alcanzados, la calidad de los mismos, si eran periodistas y a qué medios representaban. Todo, absolutamente todo, permanece en una bruma imposible de dispersar. Las fotos que trascienden generalmente muestran una alegre estudiantina de aquilatados cocineros en lugares más o menos lejanos. De los comensales poco y nada se sabe. Repetir el punto es importante: esta obligación de informar surge naturalmente como resultado de que se han utilizado fondos públicos. De lo contrario, haga cada uno lo que le venga en gana. 
Productos del interior. La cadena comercial que debería facilitar el flujo de productos de excelencia de todo el país está totalmente entrecortada. El camino desde el interior hacia los principales centros comerciales como CABA, Rosario y Córdoba -por ejemplo-, recibe cataratas de impuestos, tasas y controles municipales que gravan la libre circulación de productos. A ello se agregan otros costos operativos de transporte y seguros. Todos lo saben, todos lo ven, y son más los que callan que los que hablan. Los grandes centros urbanos se deben conformar con consumir algo de inferior calidad, salvo que dispongan de lo que se denomina "bolsillo de payaso" para poder pagar lo que cuesta encontrarlos en negocios boutique. En paralelo, muchas economías regionales no pueden generar un negocio genuino porque su producto llega a precios imposibles de abordar en los destinos finales. 
A esto se suma el silencio espeso que rodea el accionar del SENASA. Nadie se atreve a meter mano en las trabas que aparecen constantemente en aras de la protección de la sanidad de los ciudadanos. Se susurra que esas trabas desaparecen inmediatamente si se "aceita" la cadena, pero cualquier abogado sabe que "quien alega debe probar" y nadie está dispuesto a entregar esas pruebas. A veces da que pensar si en el fondo son muchos los que recorren la cadena comercial por vías no legales, y denunciar las trapisondas hace temer que se tiene más para perder que para ganar. Es lógico, estos sobrecostos tienen una víctima propiciatoria: el bolsillo del consumidor. 
Transparencia de criterios de selección de los cocineros que nos representan, mejorar la distribución de productos en todo el país, perfeccionar la calidad del servicio, promover la formación gastronómica en las escuelas secundarias y exigir periodistas especializados. Mis deseos para el próximo año.
  • Mejorar la calidad del producto y el servicio es primordial

Calidad de servicio. Los restaurantes del país expresan quejas constantes: los jóvenes que incorporan a sus establecimientos expresan una notable falta de vocación por brindar un buen servicio a los clientes. Sin embargo, parece mantener vigencia el principio que dice "si se forma a alguien para que sepa desempeñarse correctamente, al día siguiente estará trabajando en el restaurante de la otra cuadra". Cualquiera que haya tenido experiencia empresarial sabe que la capacitación es una de las llaves del éxito. ¿Cómo va a dar un buen servicio un joven que se incorpora a la profesión si no lo capacito? Lo que hay que es saber es que, una vez que está capacitado, su trabajo no vale lo mismo que cuando entró. Por lo tanto, aunque haya sido el mismo patrón quien lo formó, debe acompañar su evolución con ingresos acordes. De lo contrario, sería de esperar que el empleado sea un tonto al quedarse en el lugar si a 100 metros lo espera una propuesta de ingresos mejores 
Oportunidad. Argentina tiene una nueva oportunidad de protagonizar una actividad de relevancia mundial: Buenos Aires será Capital Iberoamericana de la Gastronomía. Quien debe coordinar y ordenar los esfuerzos es la Academia Argentina de Gastronomía, en consonancia con los gobiernos de la Nación y de Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El 2016 puso a nuestro país en el mapa mundial del vino a través del Campeonato Mundial de Sommeliers realizado, en la ciudad de Mendoza, con la coordinación impecable de la Asociación Argentina de Sommeliers. 
Se trata de una buena oportunidad para poner de lado personalismos y protagonismos, de pensar en el país todo, que tiene que ejercer dignamente su papel de referente ineludible de la gastronomía continental. Hay que desear que seamos capaces de hacerlo. 
Programas de gastronomía escolar. Este año tuvimos oportunidad de ver en acción un programa de educación gastronómica en escuelas nacionales técnicas de la provincia de Entre Ríos. Ha sido inolvidable la experiencia de ver alumnos de 16 o 17 años festejando el triunfo de sus platos en el torneo provincial que se realizó en Gualeguaychú como si fueran goles de su equipo de fútbol. Hubo profesionalismo, innovación, inteligencia y muchas otras virtudes que se pusieron en juego. 
Esto quiere decir que se puede y que debemos desear que las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires, la Provincia y el resto del país piensen en todos los beneficios que se derivan para esos jóvenes de una formación semejante, tanto para su futuro laboral, como para su entorno familiar, donde llevan sus conocimientos sobre la correcta alimentación con costos accesibles. 
Formación de periodistas especializados. En algún momento desapareció del mundo periodístico la diferencia entre los "cronistas" y "periodistas". El primer vocablo designa a una etapa inicial del ejercicio de esta profesión; el segundo, habla de una formación más depurada, con conocimiento de temas específicos y opinión formada y fundada sobre los mismos. Hoy se realizan acreditados cursos de postgrado, ejecutados en instituciones universitarias que dejan de lado el creciente interés que viene concitando el periodismo enogastronómico. 
Transparencia de criterios de selección de los cocineros que nos representan, mejorar la distribución de productos en todo el país, perfeccionar la calidad del servicio, promover la formación gastronómica en las escuelas secundarias y exigir periodistas especializados. Mis deseos para el próximo año.
  • La formación gastronómica; una materia pendiente

Algún joven periodista explicaba lo insignificante de su inexperiencia en que "todo está en Wikipedia". Esto significaría que hoy nos estaríamos abriendo a un nuevo status profesional que sería el de los "recopiladores". ¿Para qué interesarnos sobre la diferencia entre omelette y tortilla, si todo está online? 
El de la gastronomía es un mundo que merece una formación especializada, para evitar leer los horrores que circulan a diario por las redes. Lo merece, sobre todo, por su rango cultural. Alguna vez escuché en la radio a un joven decir de la mazamorra "una cosa blanca que se comía en la época colonial". Esperemos que no se repita. 
Conclusión. Hay docenas de deseos por sumar, entre los cuales podemos cerrar con el deseo de que todos nos demos cuenta de que la gastronomía argentina sigue creciendo en calidad y variedad, como lo hace la industria del vino con sus productos. Para el 2017 tenemos varias cartas ganadoras en la mano, está en nuestras manos jugarlas bien. ¡Feliz Año Nuevo! 
Link a la nota: http://www.conexionbrando.com/1970988-deseos-enogastronomicos-para-el-2017

La Nación - Alimentación - Un tercio de la comida de estas Fiestas va a terminar en la basura

Un tercio de la comida de estas Fiestas va a terminar en la basura

Lo afirma José Esquinas, colaborador de la FAO y gurú contra el despilfarro, que aboga por convertir el changuito en un carro "de combate"
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El País
VIERNES 30 DE DICIEMBRE DE 2016 • 12:00

Foto: Archivo
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Del changuito de las compra de estas Fiestas, una tercera parte terminará en la basura. Estas fechas son el máximo exponente de una incongruencia económica con graves consecuencias medioambientales y sociales: se produce y se adquiere mucho más de lo que se necesita. José Esquinas (Ciudad Real, 1945), profesor en la Universidad Internacional de Ciencias Gastronómicas de Pollenzo (Italia), exdirectivo de la FAO (la organización de la ONU para la alimentación y la agricultura), con la que aún colabora, y exdirector de la cátedra de estudios Hambre y Pobreza de la Universidad de Córdoba (España) multiplica estos días su presencia en conferencias y actos para luchar contra el despilfarro, para "convertir el carro de la compra en uno de combate".
"Unos 800 millones de habitantes pasan hambre en el mundo y de ellos, 17 millones mueren por esta causa cada año", destaca Esquinas. Mientras, 1300 millones de toneladas de alimentos se pierden. Solo en España, se desperdician 7,7 millones de toneladas al año, 169 kilos por habitante. En 2020, según la Comisión Europea, el despilfarro ascenderá a 126 millones de toneladas de alimentos en la Unión Europea.
"Para este derroche global se desforestan 15 millones de hectáreas anualmente. Y para producir los alimentos que nunca llegarán a consumirse se cultivan 1400 millones de hectáreas, -28 veces la superficie de España-, se gasta energía equivalente a 300 millones de barriles de petróleo y se utiliza una cuarta parte del agua destinada a agricultura. Todo este esfuerzo es para producir unos alimentos que no terminarán en la boca del consumidor y, en gran parte, acabarán en la basura", detalla el profesor premiado por la FAO y el Gobierno español hace cuatro años.
Esquinas dejó la Universidad Politécnica de Madrid para trabajar en principio seis meses en el organismo de la ONU y se quedó 30 años. En ese tiempo ha recorrido el mundo en la lucha contra el hambre, admite la complejidad de un sistema agroalimentario ineficiente e injusto, pero apunta recetas fácilmente comprensibles: "Pensar global y actuar local" y "hacer de la compra un acto político".

Frenar el despilfarro

Este doctor en Genética por la Universidad de California apunta medidas para todas las partes implicadas como favorecer la agricultura familiar, la producción más cercana al consumidor, reutilizar, reciclar y trabajar en facilitar el acceso de toda la población a los alimentos. Estas son algunas fórmulas que reducirían el nivel de desperdicio y permitirían sacar más provecho del gasto en alimentación, al que los españoles destinan el 17% del salario.
También apunta a los Gobiernos, que asisten, como en el caso de España, a este festival del derroche sin medidas que lo eviten. En otros países europeos, los restaurantes exhiben sellos que certifican la reutilización de excedentes o se pagan más impuestos en función de la basura generada. En Francia, desde julio, los supermercados de más de 400 metros cuadrados tienen prohibido desechar productos perecederos y están obligados a su reutilización.
En la Argentina hay iniciativas como Plato Lleno y el Banco de Alimentos, que toman la comida que sobra de una fiesta privada o que los supermercados no podrán vender por alguna razón, para redistribuirla.
En el otro lado de la cadena se encuentran productores y comercializadores, que generan y distribuyen más de lo que se necesita. La asociación de empresas de gran consumo AECOC, donde los españoles realizan el 72% de sus compras, calcula que un 2,42% de los productos no llega nunca a comercializarse y admite que esta situación es "un despilfarro que tiene un elevado impacto económico, social y medioambiental". Javier Campo, presidente de esta entidad, lo destacó en el último congreso, celebrado en Sevilla, donde abogó por compatibilizar las necesidades de crecimiento y de rentabilidad económica con un modelo de desarrollo eficiente, sostenible y transparente.
Solo el grupo DIA, que forma parte de la iniciativa de la AECOC contra el derroche y para el "aprovechamiento de excedentes", ha recogido y entregado este año más de 4,5 millones de kilos a bancos de alimentos en cinco países (España, Portugal, Brasil, Argentina y China), un 14% más que el pasado año.
Entre los productores, la tendencia del mercado global certifica la creación de oligopolios que imponen sus estrategias. La multinacional agroquímica Monsanto se ha unido a Bayer, generando un gigante de 58.500 euros que domina el negocio de semillas y de pesticidas a escala global. Dow Chemical y DuPont han hecho lo mismo.
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