martes, 29 de octubre de 2019

Clarín - Elle - Las 10 mujeres más influyentes de nuestra cocina

Las 10 mujeres más influyentes de nuestra cocina

Son referentes de una nueva generación que apuestan a ser líderes de la cocina y de su propio restaurante.


1. NARDA LEPES

“Es difícil encontrar mujeres de mi generación, o más grandes, como jefas de cocina; y si lo son, es probable que sean las dueñas del lugar. Es el momento de preguntarnos por qué y hacernos más preguntas”. Referente de mujeres cocineras, la responsable de Narda Comedor también sufrió, por una cuestión de género, lo que puede pasarle a cualquier mujer en un trabajo.  “A mí me enseñaron a defender mi lugar y a tener la seguridad de que podía hacer lo que me propusiera. Hay cosas que pasan en las cocinas que en lo personal no me afectaron como a otras mujeres de mi generación. Que te paguen menos, que te tomen por b…, que te toquen la cola, que te digan guarradas. Si yo veía que no me prestaban atención, buscaba la manera de conseguirla. Y si me bardeaban, medía a la persona y hacía lo mismo. Toda la vida fue: ´Narda es un pibe más.´ En aquel momento decía que sí a esa situación. Y ahora digo: ´Cero soy un pibe más´.” En la actualidad, al ejercer la posición de ser conductora de equipo, Narda promueve “ejercer lo que te parece que está bien: tal como darle visibilidad a otras mujeres y crear un ambiente positivo de trabajo”.

2. JULIETA CARUSO

Desde los dos meses de vida, Laia está presente en las cocinas donde trabaja su mamá. “¿Tan chiquitita y va a viajar? ¿Tan chiquitita y cerca de las hornallas?”,  le dijeron a Julieta acerca de su beba, próxima a cumplir un año.

Pero la actual jefa de cocina de Casa Cavia pensó: “Lo importante es que ella esté conmigo”. La chef -que ocupó el puesto de sous chef (asistente del chef ejecutivo) en Mugaritz (dos estrellas Michelin)-  decidió hacer oídos sordos al mandato cultural de que para ser madre debía hacer una pausa en la cocina profesional.

Nacida en Bariloche, Julieta se acostumbró a ir y venir cada mes, de la Patagonia a Buenos Aires, y a encontrar -tanto en los eventos como en el servicio- el momento adecuado para dar la teta a Laia. En el proyecto multidisciplinario de la hermosa Casa Cavia -donde se cocinan libros y eventos culturales- la chef crea con productos de estación y busca realzar sus sabores, con presentaciones llamativas que hacen puente con el arte. ¡La creatividad al plato! El menú de 2019 está dedicado a la cinematografía.

  1. PAMELA VILLAR

Durante una crisis vocacional, al terminar el secundario, la mamá de Pamela la impulsó a estudiar administración gastronómica. ¡Sí, batir y hornear era lo habitual tanto para su familia como para sus amigas! Pamela trabajó en Gran Bar Danzón, en Sucre, la cadena internacional Gaucho, y participó en varios ciclos de TV.

Actualmente, es jurado en Bake Off Argentina, el gran pastelero, un concurso de pasteleros en su segunda temporada por Telefé. “En las cocinas, el despacho es mucho más intenso que lo que se puede ver en un reality. Si bien en ambos hay un tiempo determinado para cumplir con la realización de una preparación, en un restaurante, para que todo salga bien, el equipo tiene que estar muy organizado, algo que en el programa no siempre cumple el participante.”

Lo dulce siempre fue su especialidad. “Pero no me decidí a estudiar cocina hasta comprobar que podía ser una carrera profesional”, dice la dueña de Yeite Café, un lugar en el que se puede desayunar, almorzar y merendar.
  1. JULIETA ORIOLO

Al calor de las cocinas de Bar Uriarte, Malvón, Basa y Grand Café, Julieta Oriolo se acostumbró al fragor de los despachos. Servicios en los que se preparaban platos para 250 personas por noche.
“En esa instancia manda el jefe de cocina y no se discute nada.” Pero en su restaurante La Alacena se da también otra dinámica de trabajo: “Cuando probamos nuevos platos y pensamos en equipo”, por ejemplo. Quizá porque la cocina de su abuela y madre calabresas marcó su paladar, la cocina italiana es su especialidad. Antipasti, prensatti, pastas caseras hechas con sémola italiana, son protagonistas del menú. El lugar lo lleva adelante junto a su socia Mariana Bauza, quien se encarga de los asuntos administrativos.

”Las mujeres que hacemos cocina somos especiales: nos gusta transmitir conocimiento, somos exigentes, tenemos carácter y le decimos que sí a cualquier tarea”, resume Julieta. Editorial Planeta publicará su primer libro.

  1. MARIANA TELLENINA

“Cocina social y sincera”. Ese es el leit motiv del restaurante (a puertas cerradas) de esta cocinera que comanda junto a su hermana Raquel, en Colegiales. Para el concepto tuvo mucha influencia la realización de un curso de Soberanía Alimentaria en la Facultad de Agronomía, porque despertó las preguntas acerca de qué comemos y por qué, de dónde provienen los alimentos, cómo se elaboran y cuál es la realidad de quiénes los producen. Lo suyo, luego, fue brindar respuestas a través de los menús y de la elección, para cocinar, de verduras y frutas cultivadas sin agro tóxicos, cuando es su temporada de cultivo. Los platos con carnes son de caza o de animales alimentados a pastura. Además, las hermanas Tellerina se preocupan por conocer a sus proveedores: la mayoría pequeños productores. Una cocina al ritmo de la naturaleza.
  1. PATRICIA RAMOS

“¿Y el parrillero dónde está?” Patricia Ramos no se sorprende por la pregunta de los clientes que buscan con los ojos, por detrás de ella, al representante masculino al mando de los fuegos de Nuestro Secreto, en el Four Seasons Buenos Aires.

“¡Cuánto sabés de carne, asados y parrilla!”, suelen comentar algunos. “Y yo contesto: ‘Sé lo mismo que puede saber un hombre”. Desde hace 19 años, Patricia está en las cocinas del hotel; al inicio, en el servicio de banquetes, luego en la de los restaurantes hasta que participó de la apertura de Elena. Mas tarde, el chef ejecutivo Juan Gaffuri le ofreció ser la parrillera oficial en el nuevo espacio que se abriría en un jardín de invierno. “Yo quería ir por más, así que, cuando me enteré del proyecto, pensé en postularme”.
Para su trabajo actual apeló a la experiencia personal de estar al mando a la hora de hacer asados en su casa familiar. Ella tomó la posta que había dejado su abuelo.

  1. YAMILA DI RENZO

La pastelera de Alo´s aboga porque los chef y quienes hacen los postres trabajen en conjunto. Ella, con sus elaboraciones no convencionales ¡deliciosas!, brinda el ejemplo  de gozar de esa cercanía. Yamila puede sorprender al comensal con unos alcauciles acompañados por helado de nuez y crema de vainilla; frutas frescas con almíbar sabor a currie, leche de coco, y crackers de arroz; un cremoso de chocolate, polvo de aceitunas negras, bizcocho aceite de oliva, mandarinas frescas y queso.
Trabajó en Freud & Fahler, Bar Tuñón, y diez años con Rodrigo Sieiro (Nectarine, Magendie, etc.) “Siempre a la par de los varones. Porque los compañeros se ponen reacios cuando las chicas piden ayuda. Cuando comencé era más difícil: había que bancarse el bulling hasta que te hacías respetar. Trabajé con un cocinero que me decía que yo no iba a llegar a nada, que no era buena cocinando, pero fui a hablar con el jefe de cocina y me tranquilizó. Yo estaba haciendo las cosas bien. Creo que las nuevas generaciones tienen una visión más clara respecto de la igualdad entre el hombre y la mujer; y los varones son más receptivos a que en la cocina les hable una mujer.”
  1. CHRISTINA SUNAE

Nació en Estados Unidos, vivió en Japón, Filipinas y desde muy chica trabaja en gastronomía. “Empecé limpiando las mesas, fui camarera, host, gerente y de esa manera aprendí cómo funciona una restaurante.”, dice Christina, quien desde hace 11 años cocina en Buenos Aires. En un principio, lo hizo en su propia casa, en un restaurante a puertas cerradas; en la actualidad en Sunae Asian Cantina, en Palermo. “En mi familia era una costrumbre la de recibir y cocinar para mucha gente. Esos son los platos que hago, preparaciones que conozco desde mi niñez, de la cocina asiática y filipina.”

Desde diciembre de 2018, la chef organiza una serie de cenas llamadas “Superpoderosas” en las que invita a participar a sus colegas mujeres. “Lo que noté es que en Argentina hay muchísimas cocineras de bajo perfil. En estos eventos mi idea es inspirar a otras mujeres de nuestro rubro para que ganen confianza hagan realidad sus sueños”, explica.  Catapulta editores publicará próximamente su segundo libro.


  1. MARINA LIS RA

Al dar los primeros pasos en gastronomía, Marina renunció a la cocina de un bar (en el que era la única mujer) luego de sentirse maltratada. Dos ejemplos: si se agachaba en busca de un ingrediente o utensilio sus compañeros no dejaban de comentarlo,  y cuando se dirigía hacia las cámaras frigoríficas percibía miradas que no se dirigían precisamente a la espalda. Situaciones cotidianas que la cocinera no dejó pasar y para nada naturalizó. Más adelante, tuvo su revancha de trabajo a gusto, y la posibilidad de mostrar lo que sabía sobre gastronomía asiática, en Niño Gordo.

“Trabajábamos en equipo, y con el jefe de cocina nos dividíamos las tareas. A la vez todos nos turnamos en cada puesto.”Actualmente es la cocinera de Na Num (su propio espacio dentro de Opio Gastro Pub), donde elabora platos de cocina coreana, con influencias argentinas y estadounidenses.

  1. MERCEDES BACIGALUPO

Como la gastronomía en general, la pastelería en particular vive un momento de auge, según la cocinera del Hotel NH Buenos Aires, 9 de Julio. “Se le da más importancia a los productos nacionales; la gente sale a comer, le gusta probar sabores nuevos y vivir experiencias gastronómicas. Y la pastelería, en la actualidad, tiene mucha más importancia. Es algo que se observa al momento de crear una carta de restaurante: los postres tienen igual protagonismo que un principal o una entrada. Algo que hace un tiempo atrás no pasaba”. Para iniciar los estudios y carrera profesional en pastelería, Mercedes viajó de Trenque Lauquen a Buenos Aires, y desde aquí a España y Francia para perfeccionarse. Respecto de ser cabeza de equipo, Mercedes ya vive en un mundo nuevo: “Creo que hoy la elección de un jefe de brigada va más allá de su género. Tiempo atrás es probable que sí fuera más difícil para las mujeres, pero hoy existe mayor igualdad”, opina.


Clarín - Entremujeres - Cocina armenia en primera persona: recetas heredadas y llenas de magia

Cocina armenia en primera persona: recetas heredadas y llenas de magia

Preparaciones tradicionales típicas, transmitidas de generación en generación.


La cocina armenia se define por los sabores intensos, especiados y las preparaciones súper aromáticas. También, por las recetas transmitidas a través de generaciones y con mucha historia y anécdotas como background.
Cristy Tchnnosian puede confirmarlo. Su mamá, Nelly, llegó a Buenos Aires en 1941. “Había nacido en París y vivido la Primera Guerra Mundial con mucho dolor y sufrimiento y entonces, decidieron venir a Argentina, el país más alejado de Francia al cual podían llegar”, cuenta Cristy en el libro “Una Pizca de amor”, Recetas e Historias de la Cocina Armenia, de Victoria Schirinian y publicado por Editorial El Ateneo.
"A mi mamá le encantaba cocinar y le dedicaba mucho tiempo. Le gustaba recibir mucha gente y los platos de la colectividad eran siempre los favoritos. Además, teníamos una quinta en Maschwitz y ahí había una huerta que tenía de todo", cuenta Cristy a Entremujeres Clarín.
"La cocina une", dice Cristy Tchinnosian.
"La cocina une", dice Cristy Tchinnosian.
Muchas de esas recetas, que venían de más atrás en el árbol genealógico, Nelly las compilaba en cuadernos escritos a mano que Cristy -la menor de su camada- conserva y saca a relucir en momentos especiales. "Tengo tres hijas, dos viven afuera y la otra también planea irse. Cada diciembre nos juntamos todos, con yernos y nietos, en una casa que alquilamos. Ahí aprovecho a cocinar, lo que me van pidiendo o recordamos. De golpe, viene una, otra. La cocina siempre une", agrega. 
Para refrescar alguna de estas recetas, recurre a esos cuadernos y otras, las pasó a los propios.
Además, una de las hijas de Cristy es chef y está instalada en Suiza. En el restaurante donde trabaja, un día a la semana hacen un menú especial y ella apela a las tradicionales familiares. "Hace un tiempo partió para allá un juego de fotocopias".  
La libreta con recetas, uno de los legados de la mamá de  Cristy Tchinnosian
La libreta con recetas, uno de los legados de la mamá de Cristy Tchinnosian

Algunas de sus recetas estrella

Dulce de rosas

"La receta viene de mi bisabuela, que tenia las rosas en el jardín. Cuando yo era chica, en la quinta familiar había un cantero de rosas y de ahí las sacábamos. Ahora lo preparo cuando consigo los pétalos. El año pasado una amiga me dio algunos y fue una fiesta", cuenta Cristy.
El dulce de rosas es ideal para untar en scons (receta de Cristy Tchinnosian).
El dulce de rosas es ideal para untar en scons (receta de Cristy Tchinnosian).
Ingredientes
- Pétalos de 25 rosas oscuras, aterciopeladas, con mucho perfume (cultivadas sin pesticidas, aptas para el consumo).
- 1 kilo de azúcar.
- 1 litro de agua.
Preparación
Enjuagar los pétalos de rosa y colocarlos en un recipiente grande con 300 gramos de azúcar. Trabajarlos con la punta de los dedos cuidando de que no se desintegren todos los pétalos. Agregar el resto del azúcar, al agua y calentar los ingredientes en una olla hasta que el azúcar se disuelva. Incorporar los pétalos de rosa y dejar hervir a fuego bajo hasta que el jarabe se espese y los pétalos ya no floten. Revolver de vez en cuando. Retirar y guardar en envase esterilizado con la fecha de elaboración.
Tips: Es ideal para untar scones.
Se puede conservar en la heladera, en frascos de vidrio esterilizados.
Los mafish son moñitos en almíbar y nuez (receta de Cristy Tchinnosian)
Los mafish son moñitos en almíbar y nuez (receta de Cristy Tchinnosian)

Mafish (Moñitos fritos con almíbar y nuez)

“Es como una torta de almíbar. A mi mamá le sale igual que a mi abuela”, dice Desiré, la hija de Cristy.
Ingredientes
Para los moñitos
- 2 huevos.
- Cantidad necesaria de harina.
- 1 cucharada de alcohol etílico.
- Aceite de girasol.
- Nueces Picadas.
Para el almíbar
- 1 y ½ taza de azúcar.
- 1 y ½ de agua.
- 1 cucharada de miel.
- 2 cucharadas de jugo de limón.
Los mafish, un plato típico armenio.
Los mafish, un plato típico armenio.
Preparación
Para los moñitos
Integrar los huevos, el agua y la harina. Amasar hasta conseguir una preparación homogénea y suave y dejar descansar media hora. Agregar a la masa una cucharada de alcohol. Estirar la masa bien finita con el palo de amasar y cortar con un cuchillo o rodillo metálico en tiras. Cortar las tiras en rectángulos de aproximadamente seis centímetros de largo. Doblar uno por uno, al medio y cortar las puntas en dos a lo largo. Freír en aceite hasta que estén doradas. Dejar escurrir el exceso de aceite en un papel absorbente.
Para el almíbar
Combinar los ingredientes en una olla sobre el fuego hasta que espese la preparación. Colocar los mafish en una fuente y bañarlos con el almíbar. Espolvorear con nueces picadas.

Más platos para preparar

Sopa than

Sopa caliente de yogur, de Christine Tchegherganian
La sopa than, una preparación muy consumida en verano (receta de Christine Tchegherganian).
La sopa than, una preparación muy consumida en verano (receta de Christine Tchegherganian).
Ingredientes
- 100 gramos de cebada perlada.
- 4 tazas de yogur natural.
- 4 tazas de agua.
- 2 huevos.
- 2 cucharadas de harina.
- 100 gramos de manteca.
- 1 cebolla.
- Sal.
- Pimienta.
- Estragón.
- Menta.
- Perejil.
Preparación
Lavar y enjuagar la cebolla perlada y ponerla a hervir en una olla con un centímetro de agua para que comience a cocinarse. El punto es cuando la cebada esté bien redonda: hay que ir probándola.
Agregar 2 y ½ tazas de de yogur (reservar ½) y el agua. Cuando la sopa esté hirviendo, agregar a la media taza de yogur restante los huevos y cucharada de harina, para darle espesor. Mezclar bien.
Agregar sal y pimienta. Revolver sin parar. En una sartén, saltear en manteca la cebolla picada muy chiquita, el estragón, la menta y el perejil. Agregar el than y cocinar todo junto durante diez minutos más.
Tip: se pueden usar otras hierbas, como eneldo, cilantro o albahaca.
Las recetas y la información fueron extraídas del libro “Una pizca de amor” Recetas e historias de la cocina armenia, de Victoria Schirinian (Editorial El Ateneo), una recopilación historias y sabores tradicionales.

Clarín - Ciudades - El postre Leguisamo, ¿fue un invento de la confitería del Molino o de Las Violetas?

El postre Leguisamo, ¿fue un invento de la confitería del Molino o de Las Violetas?

Ambas se atribuyen su autoría y aseguran que lo hicieron para homenajear al jockey preferido de Gardel. Sus recetas se parecen y no escatiman en azúcar.


La fugazzeta rellena de Banchero. La milanesa a la napolitana de Nápoli, frente al Luna. Y el postre Leguisamo de Las Violetas. ¿O era del Molino? La Ciudad se enorgullece de sus invenciones gastronómicas, pero el origen de algunas sigue siendo objeto de debate. Y con el rescate de las recetas de la Confitería del Molino, la duda en torno a la verdadera cuna del Leguisamo reaparece.
No sólo las versiones sobre su origen difieren, sino también las del postre en sí, aunque ninguna escatima azúcar. Base de pionono, dulce de leche, merengue, marrón glacé -castañas glaseadas-, crema de almendras, hojaldre y fondant: esa es la fórmula difundida hoy por Las Violetas. En la cima, el apellido del jockey homenajeado, escrito con chocolate.
Un maestro pastelero del Molino aceptó darle la receta a este diario. Es Antonio Sanchís Cañadel (91), que trabajó allí entre fines de los cuarenta y mediados de los ochenta. Y cuenta que en la versión del Molino del postre, “la base era de milhojas” y la siguiente capa de masa no era de hojaldre, sino “de bizcochuelo”.
Antonio Sanchís Cañadel, en los tiempos en que trabajaba en la Confitería del Molino.
Antonio Sanchís Cañadel, en los tiempos en que trabajaba en la Confitería del Molino.
Lo que ambas versiones comparten es su cobertura: un baño del clásico e injustamente olvidado fondant. Pero la decoración del de la Confitería del Molino a mediados del siglo XX no era con letras en chocolate, sino “con una circunferencia de dulce de leche adornada con higos y cerezas”, recuerda Sanchís, que lo cocinaba allí en horno a leña. Ahora, para su cumpleaños pidió en la confitería de su barrio que le hicieran el Leguisamo. Es que el Molino cerró sus puertas en 1997, y faltan al menos dos años para que vuelva a abrir.
Una foto histórica del horno a leña de la Confitería del Molino.
Una foto histórica del horno a leña de la Confitería del Molino.
Hay otra cosa en común entre ambas versiones: su nacimiento encierra una historia. La del Molino cuenta que “Gardel era habitué de esa confitería y, a principios de los treinta le pidió a su fundador, Cayetano Brenna, que inventara un postre para agasajar a Leguisamo. Gardel era burrero y le tiraba flores al jockey en sus tangos”, explica Mónica Capano, especialista en estudios culturales y asesora de la Comisión Bicameral Administradora del Edificio del Molino, encargada de la restauración del lugar.
La partitura de "Leguisamo solo", uno de los tangos que Gardel le dedicó a su jockey.
La partitura de "Leguisamo solo", uno de los tangos que Gardel le dedicó a su jockey.
El que difunde Las Violetas en su sitio Web es un relato legendario más que comprobado. “Cuenta la leyenda que, una tarde, como habitualmente lo hacía, llega el famoso Irineo Leguisamo a Las Violetas” y que, como el jockey “mostraba una especial predilección por el dulce de leche, el maestro pastelero de entonces, hábil profesional y fanático del turf, tiene la gran idea: inventa una torta en homenaje al maestro”, que “bautizó con su apellido”. Un apellido que, en algunas versiones, aparece escrito con "Z".
Pero acá aparece una clave: los primeros postres Leguisamo no tenían dulce de leche, lo que hace que la explicación de Las Violetas pierda fuerza. “Se le agregó mucho después, para los paladares más golosos”, indica Mariano Zichert, coordinador técnico de la Escuela de Pastelería Profesional del Sindicato de Trabajadores Pasteleros y representante argentino en certámenes internacionales de ese arte.
De hecho, la estrella principal de este y otros postres tradicionales porteños era la crema imperial, hecha con crema de manteca y praliné de almendras. La manteca permitía mantener mejor la preparación a temperatura ambiente, “en tiempos en que no existían las heladeras exhibidoras de ahora y no había tanta tecnología de refrigeración”, precisa Zichert.
En Las Violetas preparan el postre Leguisamo a pedido. Foto: Diego Díaz
En Las Violetas preparan el postre Leguisamo a pedido. Foto: Diego Díaz
A su vez, el postre Leguisamo no figura en ninguna de las páginas blancas y moradas del menú de Las Violetas, aunque, ante el pedido a los mozos, la delicia aparece. “Tendríamos que agregarlo a la carta”, reconoce uno de ellos.
Pero, pese a esa ausencia en los papeles, Las Violetas se defiende. “Los dueños anteriores me dijeron acá que Leguisamo pidió comer algo bien dulce y el maestro pastelero de ese entonces le preparó ese postre”, asegura Luciano Correa, el mozo más célebre de esa confitería de Almagro. Muchos habitués apoyan esa versión.
Carlos Gardel con Mascchio y Leguisamo. Foto: Museo Carlos Gardel
Carlos Gardel con Mascchio y Leguisamo. Foto: Museo Carlos Gardel
Desde sus recuerdos en la cocina subterránea del Molino, Sanchís suma el voto por su antiguo lugar de trabajo: “Cuando entré en la confitería, en el 48, el Leguisamo era el postre que más se vendía. Me dijeron que Gardel siempre venía a comprar acá y lo hacíamos para él”.
Otro punto a favor del Molino lo da el hecho de que era una tradición de la confitería rendir tributo en formato dulce a figuras importantes. “Por ejemplo, cada vez que había un nuevo Papa, se creaba un postre en su honor”, cuenta Sanchís.
El toque final a un postre Leguisamo, en Las Violetas. Foto: Diego Díaz
El toque final a un postre Leguisamo, en Las Violetas. Foto: Diego Díaz
“Al Leguisamo lo inventó Brenna en el Molino. No hay duda de eso”, intenta zanjar Capano, y agrega que la creación vio la luz en algún momento entre fines de 1931 y principios de 1935. Es ella quien, junto a un equipo de especialistas, recopila las historias que encierra el edificio de Callao y Rivadavia. Y también las recetas, que no quedaron registradas en ningún lugar, excepto en las memorias de los involucrados y sus descendientes.
Es que, como explica un experto, en pastelería no hay una sola historia, escrita por un historiador, sino que esta queda “en los relatos que se van pasando de generación en generación. Nos basamos en la tradición y en los comentarios que nos hacen los maestros”, reconoce Zichert.
Para terminar de saldar el litigio, quedan otras dos posibilidades: una, más salomónica, que postula la existencia de dos postres distintos, cada uno creado por cada confitería en su momento, ambos en honor al famoso jockey. La cuarta, cargada de picardía: que el pastelero de un local haya llevado la receta al otro. Y que lo hizo, como todo maestro de ley, en secreto. En un ambiente en el que las fórmulas son protegidas con recelo, el debate autoral hace aún más ricas esas recetas de antaño que se mantienen hasta hoy.